Iwakura © |
Oleg Gordievski.
¸¸¸¸¸
Ben Macyntire en "Espía y traidor.
La mayor historia de espionaje de la Guerra Fría" (CRÍTICA, 2019),
expone los orígenes del doble agente Oleg Gordievski: la KGB y el MI6. Llevaba
el servicio de espionaje en el corazón y la sangre. Su padre había trabajado
para él toda la vida y llevaba el uniforme del KGB a diario, fines de semana
incluidos. Los Gordievski vivían con la fraternidad de espías en un bloque de
pisos reservado para ellos, se alimentaban con comida especial para los altos
mandos y pasaban su tiempo libre con otras familias de espías. Gordievski era
hijo de la organización. El Komitet Gosudarstvenoi Bezopasnoti, o
Comité de Seguridad del Estado (KGB), era la agencia de espionaje más compleja
y extensa jamás creada. Como sucesora directa de la red de espías de Stalin,
combinaba la obtención de información privilegiada en su territorio y fuera de
él con la aplicación de la seguridad interna, amén de ejercer de policía
estatal. El KGB, opresivo, misterioso y omnipresente, permeaba y controlaba todos
los aspectos de la vida soviética. Erradicaba el disentimiento interno,
custodiaba a los líderes comunistas, diseñaba operaciones de espionaje y
contraespionaje contra potencias enemigas e intimidaba al pueblo de la URSS
para que mostrara una obediencia abyecta. Reclutaba a miembros por
todo el mundo y desperdigaba a espías que obtenían, compraban y robaban
secretos militares, políticos y científicos en cualquier lugar. En el cénit de
su poder, con más de un millón de agentes e informantes, el KGB moldeó más a la
sociedad soviética que ninguna otra institución. En Occidente sus iniciales eran sinónimo de
terror interno y agresión y subversión externas, una referencia a la crueldad
de un régimen totalitario dominado por una mafia oficial sin rostro. Pero el
KGB no era visto así por quienes vivían bajo sus rígidos dictámenes. Inspiraba
miedo y obediencia, sí, pero también era admirado como guardia pretoriana, como
un bastión contra la agresividad imperialista y capitalista de Occidente y como
guardián del comunismo. La pertenencia a
ésa fuerza privilegiada y de élite era motivo de admiración y orgullo. Quienes
se incorporaban a ella lo hacían de por vida. "El concepto de exagente del KGB no existe", dijo en una ocasión Vladímir Putin, que también había militado en sus
filas. Era un club exclusivo y abandonarlo era imposible. Entrar en el KGB era
un honor y un deber para quienes poseían talento y ambición suficientes. Oleg
Gordievski nunca barajó seriamente la posibilidad de dedicarse a otra cosa. Su padre, Antón
Lavrentiévich Gordievski, hijo de un trabajador del ferrocarril, había sido
profesor antes de que la revolución de 1917 lo convirtiera en un comunista acérrimo,
un rígido brazo ejecutor de la ortodoxia ideológica. "El Partido era
Dios", escribía más tarde su hijo, y la devoción de Gordievski padre no titubeó
jamás, ni siquiera cuando su fe le exigió que participaran en crímenes
inconfesables. En 1932 ayudó a poner en marcha la sovietización de Kazajistán,
donde organizó la expropiación de comida a los campesinos para alimentar a los
ejércitos y ciudades soviéticos. Alrededor de un millón y medio de personas
perecieron en la hambruna resultante. Antón vio de cerca el
hambre provocada por el Estado. Ése año se incorporó a la oficina de seguridad
estatal y más tarde al Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos (NKVD), la
policía secreta de Stalin y precursor del KGB. Como funcionario del directorio
político, era responsable de la disciplina y el adoctrinamiento políticos. Antón se casó con
Olga Nikolaievna Gornova, una estadística de 24 años, y la pareja se instaló en
un edificio de Moscú reservado a la élite del espionaje. En 1932 nació Vasili,
su primogénito. A los Gordievski les iba muy bien con Stalin. Cuando el
camarada Stalin anunció que la revolución se enfrentaba a una letal amenaza
interna, Antón Gordievski se ofreció para ayudar a liquidar a los traidores. La Gran Purga de 1936 a 1938 provocó la eliminación
total de los "enemigos del Estado": presuntos quintacolumnistas y trotskistas de incógnito, terroristas y
saboteadores, espías contrarrevolucionarios, cargos del Partido y el gobierno,
campesinos, judíos, profesores, generales, intelectuales, polacos, soldados del
Ejército Rojo y muchos más. La mayoría eran completamente inocentes. En el
paranoico Estado policial de Stalin, la manera más segura de garantizarse la
supervivencia era denunciar a otro. "Es preferible que
sufran diez inocentes a que escape un espía", afirmaba Nikolái Yeshov, jefe del NKVD. "Cuando talas madera, saltan astillas". Los informantes
susurraban, los torturadores y verdugos se ponían manos a la obra y los gulags
siberianos estaban a rebosar. Pero, como en cualquier revolución, sus propios
ejecutores se convertían inevitablemente en sospechosos. El NKVD empezó a
investigarse y purgarse a sí mismo. En el momento álgido del derramamiento de
sangre, el edificio de los Gordievski fue objeto de más de doce redadas en
cuestión de seis meses. Las detenciones se producían de noche: primero se
llevaban al cabeza de familia y luego a los demás. Es probable que algunos de
ésos enemigos del Estado fueran identificados por Antón Gordievski. "El NKVD siempre
tiene razón", afirmaba, una conclusión a la vez sensata y del todo equivocada. Oleg Antoniévich
Gordievski, el segundo hijo, nació el 10 de octubre de 1938, justo cuando
amainaba la Gran Purga y la guerra asomaba en el horizonte. Para amigos y
vecinos, los Gordievski eran ciudadanos soviéticos ideales, ideológicamente
puros, fieles al Partido y el Estado y ahora padres de dos niños robustos. Siete años
después de Oleg nació Marina. Los Gordievski estaban bien alimentados y vivían
en un entorno privilegiado y seguro. Pero al examinarlos más de cerca, había
fisuras en la fachada familiar y estratos de engaño bajo la superficie. Antón Gordievski nunca habló de lo que había
hecho durante las hambrunas, las purgas y el terror. El Gordievski más longevo
era un ejemplo de la especie Homo sovieticus, un obediente servidor del Estado
forjado por la represión comunista. Pero en el fondo tenía miedo; se sentía
horrorizado y puede que también culpable. Más adelante, Oleg llegó a ver a su
padre como un "hombre temeroso". Olga Gordievski, la madre de Oleg, era menos maleable. Nunca se unió al
Partido y no creía que el NKVD fuese infalible. Los comunistas
habían arrebatado a su padre el molino de agua, su hermano había sido enviado a
un gulag de Siberia oriental por criticar la agricultura colectiva y había
visto cómo sacaban a rastras de casa a muchos amigos en plena noche. Con el sentido
común propio de los campesinos, entendía la veleidad y el ansía de venganza del
Estado, pero mantenía la boca cerrada. Oleg y Vasili, que se llevaban seis
años, se criaron en tiempos de guerra. Uno de los primeros recuerdos de
Gordievski eran las hileras de prisioneros alemanes desaliñados a los que
hacían desfilar por las calles de Moscú, "atrapados,
vigilados y mangoneados como si fueran animales". Con frecuencia,
Antón se ausentaba largos períodos de tiempo para inculcar a las tropas la
ideología del Partido. Oleg Gordievski aprendió obedientemente la doctrina de la ortodoxia
comunista: asistió a la Escuela 130, donde demostró una precoz aptitud para la
historia y los idiomas y aprendió sobre los héroes del comunismo, tanto
compatriotas como extranjeros. Pese al grueso velo de desinformación que
rodeaba a Occidente, los países extranjeros le fascinaban. A los seis años
empezó a leer British Ally, un panfleto propagandístico publicado en ruso por
la embajada británica para fomentar el entendimiento con Rusia. Estudió alemán
y, tal como se esperaba de cualquier adolescente, se unió al Komsomol, o la
Unión de Jóvenes Comunistas. Su padre llevaba a
casa tres periódicos oficiales y soltaba peroratas sobre la propaganda
comunista que contenían. El NKVD se convirtió en el KGB y Antón Gordievski lo
siguió obedientemente. La madre de Oleg rezumaba una resistencia silenciosa que
sólo dejaba entrever ocasionalmente con observaciones mordaces y medio
susurradas. La adoración religiosa estaba prohibida bajo el comunismo, y los
niños fueron criados como ateos, pero su abuela materna bautizó en secreto a
Vasili en la Iglesia ortodoxa rusa y habría hecho lo mismo con Oleg si su
horrorizado padre no lo hubiera descubierto e intervenido. Oleg Gordievski
se crio en el seno de una familia unida y afectuosa llena de duplicidades.
Antón Gordievski veneraba al Partido y se proclamaba un impávido defensor del
comunismo, pero por dentro era un hombre pequeño y aterrado que había sido
testigo de hechos espantosos. Olga Gordievski, la mujer ideal para un agente
del KGB, abrigaba un desdén no verbalizado hacia el sistema. La abuela de Oleg
adoraba secretamente a un Dios ilegal. Los adultos de la familia no demostraban
lo que en realidad sentían, ni entre ellos ni a los demás. En la sofocante
conformidad de la Rusia de Stalin se podía pensar diferente, pero la honestidad
era demasiado peligrosa, incluso para los miembros de una familia. Desde la
infancia, Oleg vio que era posible llevar una doble vida, amar a los que le
rodeaban a la vez que ocultaba su verdadero yo, aparentar ser una persona para
el mundo exterior y ser otra bien distinta. Oleg Gordievski acabó la escuela con una
medalla de plata y como jefe del Komsomol. Era un producto competente,
inteligente, atlético, sumiso y ordinario del sistema soviético, pero también
había aprendido a compartimentar. Con sus particularidades, su padre, su madre
y su abuela eran gente disfrazada. El joven Gordievski creció rodeado de
secretos. A los 17 años, Oleg se matriculó en el prestigioso Instituto Estatal
de Relaciones Internacionales de Moscú. Allí, entusiasmado por la nueva atmosfera, participó con sus compañeros en
acalorados debates sobre cómo crear "un socialismo de
rostro humano". Fue demasiado lejos. Parte del inconformismo
de su madre había calado en él. Un día escribió un discurso ingenuo en su
defensa de la libertad y la democracia, unos conceptos que a duras penas
entendía. Lo grabó en el laboratorio de lenguas y se lo puso a varios
estudiantes, que se mostraron consternados. "Tienes que destruir ésto inmediatamente, Oleg, y no volver a mencionar
éstas cosas nunca más". De repente estaba
atemorizado y dudaba si alguno de sus compañeros de clase habría informado a
las autoridades de sus opiniones "radicales". El KGB tenía
espías dentro del instituto. Las limitaciones del reformismo de Jrushchov quedaron
brutalmente demostradas en 1956 cuando los carros de combate soviéticos
entraron en Hungría para aplastar una rebelión nacional contra el dominio
soviético. Pese a la omnipresencia de la censura y la propaganda, las noticias
de la rebelión fallida llegaron a Rusia. "El calor
desapareció por completo", recordaba Oleg sobre las drásticas medidas que sobrevinieron. "Empezó a soplar un
viento gélido". El Instituto de Relaciones Internacionales era la universidad más elitista
de la Unión Soviética, descrita por Henry Kissinger como "Harvard de Rusia". Dirigido por el
Ministerio de Asuntos Exteriores, era el principal campo de entrenamiento para
diplomáticos, científicos, economistas, políticos y espías. Gordievski estudió
Historia, Geografía, Economía y Relaciones Internacionales, todo ello a través
del retorcido prisma de la ideología comunista. El instituto ofrecía formación en 56 idiomas,
más que cualquier otra universidad del mundo. Las aptitudes lingüísticas
brindaban un fácil acceso al KGB y los viajes al extranjero que tanto anhelaba.
Dominando ya el alemán,
presentó una solicitud para estudiar inglés, pero no quedaba plazas libres. "Aprende sueco", le dijo su hermano, que ya había entrado en
el KGB. "Es la puerta de acceso al resto de
Escandinavia". Gordievski siguió su consejo. La biblioteca
del instituto tenía en catálogo algunos periódicos y revistas extranjeros, los
cuales, pese a la estricta censura, ofrecían una mirada al mundo exterior.
Gordievski empezó a leerlos con discreción, ya que mostrar un interés
manifiesto por Occidente despertaba recelos. En sus años de estudiante
era un comunista ansioso por servir al Estado soviético en el KGB, igual que su
padre y su hermano. La revolución húngara había cautivado su joven imaginación,
pero no era un revolucionario. "Seguía formando
parte del sistema, pero mi sensación de desilusión iba en aumento". En ése sentido, no
era distinto de muchos estudiantes de su época. Uno de los pocos estudiantes
con los que intimó fue Stanislav Kaplan, que también era miembro del equipo
universitario de atletismo. Standa Kaplan era checoslovaco y, cuando llegó al
instituto con varios centenares de estudiantes destacados del bloque soviético,
ya tenía en su haber una licenciatura de la Universidad Carolina de Praga. Como otros alumnos
provenientes de países recientemente subyugados por el comunismo, "su individualismo
todavía no se había visto reprimido", escribía
Gordievski años después. Kaplan, un año mayor que él, estudiaba para ser
traductor militar. Los dos jóvenes tenían ambiciones compatibles e ideas similares. "Era de mentalidad
liberal y muy escéptico con el comunismo", afirmaba
Gordievski, a quien las opiniones de Kaplan le resultaban fascinantes y un
tanto alarmantes. Con su enigmático atractivo, Standa era un imán para las
mujeres. Ambos trabaron una fuerte amistad y salían a correr, a perseguir
chicas y a comer en un restaurante checo situado junto al parque Gorki. Otra
influencia igual de importante era Vasili, su idolatrado hermano mayor, que
estaba formándose para ser un "ilegal", es decir, un
infiltrado del gran ejercito global de la Unión Soviética: "El KGB enviaba a países extranjeros a dos tipos de espías bien
diferenciados. Los primeros ocupaban puestos formales como miembros del
personal diplomático o consular soviético, como agregados culturales o
militares, como periodistas acreditados o como representantes comerciales. La
protección diplomática significaba que ésos espías "legales" no podían ser juzgados si sus actividades
salían a la luz, tan sólo declarados persona non grata y expulsados del país.
Por el contrario, un espía "ilegal" (nelegal en ruso), carecía de
estatus oficial, solía viajar con nombre y documentación falsos y se mezclaba
con la población del país al que fuese destinado. Por todo el mundo,
el KGB enviaba ilegales sumergidos y subversivos que se hacían pasar por
ciudadanos de a pie. Al igual que los espías legales, recababan información,
reclutaban a agentes y llevaban a cabo varias formas de espionaje. A veces como
"durmientes", podían permanecer ocultos mucho tiempo sin ser activados. Éstos también
eran quintacolumnistas potenciales, listos para entrar en combate si estallaba
una guerra entre Oriente y Occidente. Los ilegales actuaban fuera del radar
oficial y, por tanto, no podían recibir financiación que pudiera ser rastreable
ni comunicarse por canales diplomáticos seguros. Pero, a diferencia de los
espías acreditados en una embajada, dejaban pocas pistas a los investigadores
del contraespionaje. Todas las embajadas soviéticas contaban con una oficina
permanente del KGB, o rezidentura,
con varios agentes que ostentaban cargos oficiales diversos bajo el mando de un
rezident (jefe de oficina para el MI6
y la CIA). Una de las tareas que desempeñaba el contraespionaje occidental era
descubrir qué funcionarios soviéticos eran verdaderos diplomáticos y cuáles
eran espías. Dar con los ilegales era harto más complicado. El Primer Alto
Directorio (PAD) era el departamento del KGB responsable del espionaje en suelo
extranjero. Dentro del mismo,
el Directorio S (por "especial") formaba, desplegaba y supervisaba a los ilegales. Vasili Gordievski fue
reclutado formalmente por el Directorio S en 1960. El KGB mantenía una oficina
en el Instituto de Relaciones Internacionales en las que trabajaban dos
funcionarios que buscaban posibles reclutas. Vasili mencionó a sus jefes del
Directorio S que su hermano pequeño, competente en varios idiomas, podía estar
interesado en la misma línea de trabajo" (Macintyre, pp. 27, 28). A principios de
1961, Oleg Gordievski fue invitado a mantener una conversación. Más tarde le
indicaron que fuese a un edificio situado cerca del cuartel general del KGB en
la plaza Dzerzhinski, donde fue entrevistado en alemán por una educada mujer de
mediana edad que elogió su dominio del idioma. Desde ése instante pasó a formar
parte del sistema. Gordievski no tenía intención de incorporarse al KGB, pero no era un club
al que uno presentara candidatura. El KGB te elegía a ti. La época de
Gordievski en la universidad estaba tocando a su fin cuando fue enviado seis
meses a Berlín Oriental para que adquiriera experiencia como traductor en la
embajada rusa. Entusiasmado por su primer viaje al extranjero, la emoción se
exacerbó cuando el Directorio S le pidió que informara sobre Alemania Oriental.
La República Democrática Alemana, gobernada por los comunistas, era un satélite
soviético, pero éso no la hacía inmune a las atenciones del KGB. Vasili ya
vivía allí como ilegal. Inmediatamente, Oleg aceptó ponerse en contacto con su
hermano y realizar "pequeñas tareas" para su nuevo jefe no oficial. Gordievski llegó a Berlín Oriental el 12 de
agosto de 1961 y se hospedó en un hostal para estudiantes sitiado en el enclave
del KGB en Karlshorts, un barrio de las afueras. En los meses previos, el goteo
de alemanes del Este que huían a través de Berlín Occidental se había
convertido en una riada. En 1961, unos 3,5
millones de habitantes de Alemania Oriental, es decir, alrededor de un 20% de
la población, se habían unido al éxodo masivo del gobierno comunista. Cuando
despertó a la mañana siguiente, Gordievski vio que Berlín Oriental había sido
invadida por excavadoras. El gobierno, alentado por Moscú, estaba adoptando
medidas radicales para contener la avalancha: se había iniciado la construcción
del Muro de Berlín, una barrera física para desconectar a Occidente de Berlín
Oriental y el resto de Alemania del Este. El "muro de protección
antifascista" era en realidad el perímetro de una prisión erigida por Alemana Oriental
para tener encerrados a sus propios ciudadanos. Con más de 240 kilómetros de cemento y vallas,
búnkeres, trincheras antivehículos y alambradas, el Muro de Berlín era la
manifestación física del Telón de Acero y una de las estructuras más terribles
que el hombre haya construido nunca. Gordievski contempló horrorizado cómo los
trabajadores de Alemania Oriental destrozaban las calles sitiadas cerca de la
frontera para que fuesen intransitables para los vehículos y cómo los soldados
tendían kilómetros y kilómetros de alambre de espino. A la desesperada,
algunos intentaron encaramarse a las barricadas o se lanzaron a los canales
fronterizos al darse cuenta de que su vía de escape estaba cerrándose
rápidamente. En la frontera había guardias con órdenes de disparar a cualquiera
que intentase pasar del Este al Oeste. El nuevo muro causó una honda impresión en
Gordievski, que en aquel momento tenía 22 años: "Sólo una barrera
física reforzada con guardias armados en sus torres de vigilancia podía
mantener a los alemanes del Este en su paraíso socialista e impedir que huyeran
al Oeste". Pero la conmoción de Gordievski por la construcción relámpago del Muro de
Berlín no le impidió cumplir fielmente las órdenes del KGB. El miedo a la autoridad era instintivo y el
hábito de la obediencia arraigado. El Directorio S le había proporcionado el
nombre de una informante alemana del KGB; sus instrucciones era sondearla y
determinar si estaba dispuesta a seguir facilitando información. Gordievski
encontró su dirección a través de una comisaría local. La mujer de mediana edad
que abrió la puerta no pareció inmutarse ante la repentina llegada de un joven
con un ramo de flores. Mientras tomaban una taza de té, dejó claro que quería
seguir cooperando con el KGB y Gordievski redactó con entusiasmo su primer
informe. No se dio cuenta de lo que había sucedido hasta transcurridos unos meses: "Era yo y no a ella
a quien estaban poniendo a prueba". Aquella Navidad
se puso en contacto con Vasili, que vivía bajo una identidad falsa en Leipzig.
Oleg no desveló a Vasili lo horrorizado que sentía por la construcción del Muro
de Berlín. Su hermano mayor ya era agente profesional del KGB y no habría aprobado
semejantes dudas ideológicas. Igual que su madre había ocultado sus verdaderos
sentimientos a su marido, los hermanos hacían lo mismo entre ellos: Oleg no
tenía la menor idea de que hacía Vasili en Alemania Oriental y Vasili no tenía
la menor idea de lo que sentía Oleg en realidad. Los hermanos asistieron a
un concierto del Oratorio de Navidad
que "conmocionó intensamente" a Oleg. En
comparación, Rusia le parecía un "desierto
espiritual" en el que sólo podía escucharse a ciertos compositores autorizados y la
música eclesiástica "hostil con la lucha de clases", como la de Bach,
era considerada decadente y burguesa y estaba prohibida. Gordievski se
sintió profundamente afectado por los escasos meses que pasó en Alemania
Oriental: había sido testigo de la gran división física y simbólica de Europa
en ideologías rivales, había probado los frutos culturales que le eran negados
en Moscú, y había empezado a espiar. "Fue emocionante
ver una muestra temprana de lo que podría hacer si me unía al KGB": "En realidad ya lo había hecho. De regreso a Moscú, ordenaron a Gordievski
que se personara en el KGB el 31 de julio de 1962. ¿Por qué se incorporó a una
organización que imponía una ideología que ya había empezado a cuestionar?
Trabajar para el KGB era glamuroso y ofrecía la promesa de viajar al
extranjero. El secretismo es seductor. Además, era un hombre ambicioso. El KGB
podía cambiar. Él podía cambiar. Y el salario y los privilegios eran atractivos.
Olga Gordievski quedó consternada al enterarse de que su hijo pequeño seguiría
los pasos de su padre y su hermano en el servicio de espionaje. Por una vez
expresó abiertamente su enojo contra el régimen y el aparato de opresión que lo
sustentaba. Oleg precisó que no trabajaría para el KGB interno, sino para el
departamento exterior, el Primer Alto Directorio, una organización de élite
formada por intelectuales que hablaban lenguas extranjeras y desarrollaban una
sofisticada labor que requería aptitudes y educación. "No es como el KGB", le dijo. "Es trabajo de
espionaje y diplomático". Olga dio media vuelta y salió de la habitación y Antón Gordievski no dijo
nada. Oleg no detectó orgullo alguno en el semblante de su padre. Años después,
cuando llegó a comprender la envergadura de la represión estalinista,
Gordievski se preguntaba si su padre, cerca ya de la jubilación, se "avergonzaba de
aquellos crímenes y atrocidades cometidos por el KGB y simplemente tenía miedo
de hablar del trabajo de la organización con su propio hijo". O Antón
Gordievski quizá tenía dificultades para mantener su doble vida; tal vez era un
pilar del KGB demasiado aterrado para advertir a su hijo de donde se metía. En
su último verano como civil, Gordievski fue con Standa Kaplan al campamento del
Instituto en la costa del mar Negro. Kaplan había decidido quedarse un mes
antes de reincorporarse al StB, el formidable servicio de espionaje
checoslovaco. Los dos amigos
pronto serían compañeros, espías aliados en nombre del bloque soviético. Durante
un mes acamparon bajo los pinos, corrieron a diario, nadaron, tomaron el sol y
hablaron de mujeres, música y política. Kaplan se mostraba cada vez más crítico
con el sistema comunista y Gordievski se sentía halagado de ser el depositario
de tan peligrosas confidencias. "Había entendimiento y confianza entre
nosotros" (Macintyre, pp. 30, 31).
Sugazy © |
Escuela 101 & Directorio S.
¸¸¸¸¸
La distinguida academia Bandera Roja del KGB,
situada en mitad de un bosque 80 kilómetros al norte de Moscú, tenía el nombre
en clave de Escuela 101, una evocación irónica y totalmente inconsciente de la
Habitación 101 de 1984, de George Orwell, el sótano de tortura en el que el
Partido acaba con la resistencia de un prisionero sometiéndolo a su peor
pesadilla. Allí, Gordievski y otros 120 agentes en fase de formación serían
iniciados en los secretos más ocultos del engranaje soviético: espionaje y
contraespionaje, reclutamiento y supervisión de espías, tanto legales como
ilegales, agentes y agentes dobles, armas, combate y vigilancia sin armas, las
artes esotéricas y el lenguaje de aquel extraño trabajo. Uno de los
elementos más importantes de la instrucción era la detección y evasión de la
vigilancia, conocida como "limpieza en seco", o proverka en la jerga del KGB: cómo
detectar cuándo alguien te seguía y esquivar ésa vigilancia de un modo que
pareciera accidental, ya que un objetivo que parezca "consciente de
dicha vigilancia" probablemente será un espía profesional. "El comportamiento
del agente no debe levantar sospechas", afirmaban los
instructores del KGB. "Si un servicio de vigilancia nota que un extranjero está comprobando si
alguien le sigue, se sentirá estimulado a trabajar con más secretismo,
tenacidad e ingenuidad". Ser capaz de establecer contacto con un agente sin ser visto –o incluso
estando bajo vigilancia- es fundamental para cualquier operación clandestina. En la jerga de
los espías occidentales, un agente que actué sin ser detectado se ha "fundido en negro". En sucesivas
pruebas, los estudiantes del KGB eran enviados a encontrarse con una persona en
un lugar determinado, dejarle o recoger información, intentar identificar si y
cómo los estaban siguiendo, darles esquinazo sin que parecieran estar
haciéndolo y llegar al lugar estipulado incólumes. La vigilancia era
responsabilidad del Séptimo Directorio del KGB. Los observadores profesionales, bien entrenados en el arte de seguir a un
sospechoso, participaban en los ejercicios, y al final de cada jornada, el
estudiante y el equipo de vigilancia comparaban notas. La proverka era agotadora y competitiva, consumía mucho tiempo y
desquiciaba. Gordievski descubrió que se le daba muy bien. Oleg aprendió a
preparar un "lugar de señalización", una señal secreta que se dejaba en lugar público –por ejemplo, una marca
de tiza en una farola- y que no significaba nada para el observador de a pie
pero podía indicar a un espía que se reuniera con alguien en un lugar y hora
determinados; cómo ejecutar un "contacto furtivo", es decir, pasar un mensaje u objeto a otra persona sin ser vistos; o cómo
utilizar un "buzón ciego", ésto es, dejar en un lugar concreto un mensaje o dinero que debían ser
recogidos por otra persona sin establecer contacto directo. Le enseñaron
códigos y claves, señales de reconocimiento, escritura secreta, preparación de
micropuntos, fotografía y técnicas de disfraz. Había clases de economía y
política, además de formación ideológica para reforzar el compromiso de los
jóvenes espías con el marxismo-leninismo. Según observaba un compañero de clase
de Oleg: "Ésas fórmulas y conceptos trillados tenían el carácter de encantamientos
rituales, algo parecido a afirmaciones de lealtad realizadas cada día y a cada
hora". Los agentes veteranos, que ya habían trabajado en el extranjero, daban
charlas sobre cultura y protocolo occidentales destinadas a preparar a los
reclutas para comprender y combatir el capitalismo burgués. Gordievski adoptó
su primer nombre de espía. Los servicios de inteligencia soviéticos y
occidentales utilizaban el mismo método para elegir pseudónimo: debía parecerse al
nombre real y compartir su primera letra, porque, de ése modo, si una persona
se dirigía al agente por su verdadero nombre, alguien que sólo lo conociera por
su nombre de espía podía suponer que había oído mal. Gordievski eligió "Guardiyetsev". Como todos los demás estudiantes, juró
fidelidad eterna al KGB: "Me comprometo a
defender a mi país hasta la última gota de sangre y guardar los secretos de
Estado". Lo hizo sin recelos, también se afilió al
Partido Comunista, otro requisito de admisión. Puede que tuviera sus dudas
–muchos las tenían-, pero éso no le impidió unirse al KGB y al Partido con un
compromiso y una sinceridad incondicionales. Además, el KGB era emocionante.
Por tanto, lejos de ser una pesadilla orwelliana, el curso de un año en la
Escuela 101 fue el momento más placentero de su juventud, una época de
emociones y expectación. Los reclutas eran elegidos por su inteligencia
y conformidad ideológica, pero también por el espíritu aventurero común a todos
los servicios de espionaje. "Habíamos elegido
una carrera en el KGB porque brindaba una posibilidad de acción". El secretismo
forja lazos intensos. Ni siquiera sus padres sabían muy bien dónde estaba Oleg
o qué hacía. "Prestar servicio al Primer Alto Directorio era el sueño oculto o manifiesto
de la mayoría de los jóvenes agentes de la seguridad estatal, pero sólo unos
cuantos eran dignos de tal honor", escribía Leonid
Shebarshin, que asistió a la Escuela 101 más o menos por la misma época que
Oleg y acabaría siendo general del KGB. "El (…) trabajo
unía a los agentes en una camarería única con sus propias tradiciones,
disciplina, convenciones y lenguaje profesional propio". En el verano de
1963, Gordievski había sido plenamente adoptado por la hermandad del KGB.
Cuando juró defender la madre patria hasta su último aliento y su ultimo
secreto, lo decía en serio. Vasili Gordievski estaba trabajando duro para el
Directo S, la sección de ilegales del PAD. También había empezado a beber en
exceso, lo cual no era necesariamente un inconveniente en un servicio que
premiaba la capacidad de consumir grandes cantidades de vodka después del
trabajo sin caerse al suelo. En su condición de
especialista en ilegales, viajaba de un lado a otro con diferentes alias y
prestaba servicio a la red clandestina pasando mensajes y dinero a otros
agentes de incognito. Vasili nunca explicó a su hermano menor lo que hacía,
pero mencionaba lugares exóticos, entre ellos Mozambique, Vietnam, Suecia y
Sudáfrica. Oleg esperaba seguir los pasos de su hermano en aquel excitante
mundo clandestino en el extranjero. Sin embargo, le ordenaron personarse en el
Directorio S en Moscú, donde prepararía documentación para otros ilegales. Intentado ocultar
su decepción, el 20 de agosto de 1963 se enfundó en su mejor traje y se
presentó en el cuartel general del KGB, un complejo edificio situado cerca del
Kremlin que era en parte prisión y en parte archivo, el bullicioso centro
neurálgico del espionaje soviético. En su epicentro se hallaba el siniestro
Lubianka, un palacio neobarroco originalmente construido para la Compañía
Aseguradora de Rusia cuyo sótano albergaba las celdas de tortura del KGB. Entre
los agentes, el centro de control era conocido como "el Monasterio", o simplemente "el Centro". En vez de pasar a
la clandestinidad en algún lugar glamuroso del extranjero, Gordievski se vio
ordenando papeles, un "esclavo de las galeras" que rellenaba
formularios. Cada ilegal requería una personalidad falsa con unos antecedentes
convincentes, una nueva identidad con una biografía completa y documentación
falsificada. Todos los ilegales debían ser mantenidos, instruidos y financiados, lo cual
exigía una compleja organización de lugares de señalización, buzones ciegos y
contactos furtivos. Gran Bretaña era considerada un lugar especialmente fértil
para desplegar ilegales, ya que no tenía un sistema de carnés de identidad ni
oficina central de registros. Alemania Occidental, Estados Unidos, Australia,
Canadá y Nueva Zelanda eran objetivos primordiales. Destinado a la sección
alemana, Oleg se pasaba el día creando a gente que no existía. Durante dos años habitó un mundo de dobles
vidas, enviando falsos espías al mundo exterior y conociendo a los que
regresaban. El Centro era acechado por fantasmas vivientes, longevos héroes del
espionaje soviético. En los pasillos del Directorio S, Gordievski conoció a
Konon Trofimovich Molody, alias "Gordon Lonsdale", uno de los mejores ilegales de la historia. En 1943, el KGB se apropió de la identidad de
un niño muerto canadiense llamado Gordon Arnold Lonsdale y se la otorgó a
Molody, que se habría criado en Norteamérica y hablaba inglés a la perfección. Molody/Lonsdale
se instaló en Londres en 1954 y, haciéndose pasar por un jovial vendedor de
gramolas y máquinas expendedoras de chicles, reclutó a la denominada Red de
Espías de Portland, un grupo de informantes que recababan secretos navales (un
dentista del KGB le había practicado agujeros innecesarios antes de que
abandonara Moscú, lo cual significaba que Molody podría abrir la boca y señalar
las cavidades creadas por el KGB para confirmar su identidad a otros espías
soviéticos). Un chivatazo de un topo de la CIA había provocado la detención y condena de
Molody por espionaje, aunque, en el juicio, el tribunal británico ignoraba su
nombre real. Cuando Gordievski lo conoció, Molody acababa de volver a Moscú
tras ser intercambiado por un empresario británico arrestado por espionaje en
la capital. Otra figura igualmente legendaria era Viliam Genríjovch Fisher, alias
Rudolf Abel, el ilegal cuyo espionaje en Estados Unidos le había valido una
condena de tres años antes de ser canjeado en 1962 por Gary Powers, piloto de
un U-2 derribado. Pero el espía soviético semijubilado más famoso era
británico. Kim Philby fue reclutado por el NKVD en 1933, ascendió en la
jerarquía del MI6 a la vez que filtraba gran cantidad de información
confidencial al KGB y finalmente desertó a la Unión Soviética en enero de 1963
para profundo y duradero sonrojo del gobierno británico: "En aquel momento vivía en un confortable piso de Moscú vigilado por
guardaespaldas. Según un agente del KGB, era "un inglés de los pies a la cabeza" que leía los
resultados del críquet en viejos ejemplares de The Times, comía mermelada
Oxford y frecuentemente bebía hasta perder el conocimiento. Philby era
considerado una leyenda dentro del KGB y siguió trabajando ocasionalmente para
el espionaje soviético impartiendo cursos para agentes angloparlantes,
analizando algún que otro caso e incluso ayudando a motivar al equipo soviético
de hockey sobre hielo. Al igual que Molody y Fisher, Philby ofrecía
charlas a los deslumbrados espías en ciernes. Pero la realidad de la vida
después del KGB era cualquier cosa menos feliz. Molody se dio a la bebida y
falleció en misteriosas circunstancias mientras buscaba setas durante una
excursión. Fisher estaba profundamente desilusionado y Philby intentó quitarse
la vida. Los tres acabarían siendo homenajeados en sellos de correos soviéticos.
Para quienes se molestaran en prestar atención (y pocos rusos lo hacían), el
contraste entre el mito y la realidad del KGB era más que evidente. El Centro
era una burocracia amoral, un lugar impoluto y bien iluminado, a un tiempo
despiadado, remilgado y puritano, en el que se gestaban crímenes
internacionales con una puntillosa atención al detalle. Desde sus inicios,
el espionaje soviético actuó sin cortapisas éticas. Además de recabar
y analizar información clasificada, el KGB organizaba guerras políticas,
manipulaciones mediáticas, desinformación, falsificaciones, intimidaciones,
secuestros y asesinatos. El Departamento 13.º, o Directorio de Tareas Especiales, estaba
especializado en sabotajes y asesinatos. La homosexualidad era ilegal en la
URSS, pero se reclutaba a homosexuales para que tendieran trampas a extranjeros
a los que luego podían chantajear. El KGB carecía de cualquier principio. Sin
embargo, era un lugar remilgado, hipócrita y moralista. A los agentes se les prohibía beber en horas
de trabajo, aunque muchos consumían prodigiosas cantidades de alcohol en
cualquier otro momento. Como en la mayoría de las oficinas, en el KGB corrían
rumores sobre la vida privada de los compañeros, con la diferencia de que, en
el Centro, los escándalos y los chismes podían acabar con la carrera y la vida
de una persona. El KGB mostraba un interés intrusivo en las costumbres
domesticas de sus empleados, pues ninguna vida era privada en la Unión Soviética.
De los agentes se esperaba que se casaran, tuvieran hijos y no se separaran" (Macintyre, pp. 35, 36). En todo ésto había
un cálculo y también un elemento de control: supuestamente, un agente casado
era menos proclive a desertar mientras estuviera en el extranjero, ya que su
mujer y su familia serían tomados como rehenes. Dos años después de incorporarse al
Directorio S, Gordievski llegó a la conclusión de que no seguiría los pasos de
su hermano como espía infiltrado en un país extranjero. Pero es posible que el
propio Vasili fuera el principal motivo por el que Oleg era rechazado para
ejercer de ilegal: según la lógica de la KGB, tener más de un familiar en el
extranjero, y especialmente tener dos en el mismo país, podía ser un aliciente
para desertar. Gordievski estaba aburrido y frustrado. Un trabajo que
prometía aventuras y emoción había resultado monótono en extremo. El mundo que
se extendía más allá del Telón de Acero y sobre el cual había leído tanto en
los periódicos occidentales parecía seductoramente inaccesible, así que decidió
casarse. "Quería viajar al extranjero lo antes posible, y el KGB nunca enviaba a
hombres solteros fuera. Tenía prisa por encontrar una esposa". Una mujer que
dominara el alemán sería ideal, ya que podrían destinarlos juntos a Alemania. Yelena Akopian estaba estudiando para ser
profesora de alemán. Tenía 21 años, era medio armenia e inteligente y tenía los
ojos oscuros y un gran ingenio. Era una maestra de los comentarios ocurrentes y
despectivos, lo cual resultó atractivo a Gordiesvki durante un tiempo. Se
conocieron en casa de un amigo en común y lo que surgió entre ambos no guardaba
tanta relación con la pasión como con una ambición común. Al igual que Oleg,
Yelena anhelaba viajar al extranjero e imaginaba una vida fuera de los confines
del atestado piso en el que residía con sus padres y sus cinco hermanos. Las pocas
relaciones anteriores de Gordievski habían sido breves e insatisfactorias.
Yelena parecía ofrecer un atisbo de lo que podía ser una mujer soviética
moderna, menos convencional que las estudiantes a las que había conocido y con
un sentido del humor impredecible. Se declaraba feminista, aunque en la Rusia
de los años sesenta el término era sumamente limitado. Gordievski se
convenció a sí mismo de que la amaba. La pareja se comprometió, reflexionaba él
más tarde, "sin meditarlo demasiado", y meses después
contrajo matrimonio sin ostentaciones y por motivos nada románticos: ella
mejoraría las posibilidades de ascenso de Gordievski y él era un pasaporte para
salir de Moscú. Era un matrimonio de conveniencia de la KGB, aunque no se lo
reconocieron el uno al otro. A finales de 1965 llegó el cambio que Gordievski había
estado esperando: quedó libre una vacante para supervisar ilegales en
Dinamarca. Su tapadera sería la de funcionario del consulado que tramitaba
visados y herencias; en realidad colaboraría con la Línea N (que significaba neleganii, o ilegales), y sería
responsable del trabajo de campo del Directorio S. A Gordievski le ofrecieron
dirigir una red de espías en Dinamarca, cosa que aceptó con sumo gusto. Pedro
García Cuartango en "Anatomía de la traición" (Círculo de Tiza, 2021) hace un recorrido por
las motivaciones de los doble agentes y el costo del espionaje. Probablemente
ningún espía ha hecho tanto daño a su país como Kim Philby, que llegó a ser el
responsable de la sección IX del MI6 tras el final de la Segunda Guerra
Mundial, desde donde controlaba las operaciones de espionaje en la Unión
Soviética. La fe de sus jefes era tal que no dieron crédito a algunas
filtraciones que le atribuían estar al servicio de los soviéticos. No sólo no
lo pusieron en cuarentena, sino que le enviaron como delegado del MI6 a
Washington. Logró ganarse la confianza de James Jesus Angleton, el responsable del
contraespionaje de la CIA, un paranoico de la seguridad que veía espías en
todos los sitios, quien le invitaba a cenar a su casa con frecuencia. Philby no era el
único que trabajaba para el KGB en ésa época. Cuatro compañeros y amigos suyos
pasaban secretos militares y diplomáticos al espionaje soviético. Eran Guy Burgess,
Donald Maclean, Anthony Blunt y John Cairncross, llamado el "Quinto Hombre" porque su
identidad no se reveló hasta los años noventa. Todos ellos microfilmaban los
documentos a los que tenían acceso en el MI6, en el Foreign Office o en otros
ministerios de los que eran altos funcionarios. Habían sido reclutados cuando
estudiaban en Cambridge en los años treinta. Philby había trabajado
como corresponsal de The Times en la Guerra Civil española, una tapadera tan
perfecta que el propio Franco lo condecoró por sus servicios a la causa
nacional. También es curioso el caso de Blunt, un crítico homosexual y experto
en pintura del barroco que supervisaba la pinacoteca de la reina. Siguió haciéndolo
durante muchos años tras ser descubierto porque el Gobierno británico prefería
evitar el escándalo. Éstos Cinco Espías, que luego se conocieron como "el Círculo de
Cambridge", ejemplifican el dilema moral de unos intelectuales que optaron por ser
más leales a sus ideas comunistas que a su patria. Todos habían nacido en el seno de familias acomodadas y todos habían
recibido una educación de élite. Pero fueron deslumbrados por una ideología que
prometía el paraíso en la tierra. Resulta una paradoja que no fueran
conscientes de que servían a un régimen como el de Stalin, que no dudó en
aplicar una cruel represión para conseguir sus objetivos. Todos los miembros del
Círculo de Cambridge arruinaron sus vidas y tuvieron un triste final. Como
Philby, Burgess y Maclean, que acabaron sus días en Moscú, donde murieron
deprimidos y decepcionados. Pero no fue el caso de
George Blake, el último superviviente de la Guerra Fría, que falleció en Moscú
el 26 de diciembre de 2020. Había sido enrolado en las filas del KGB en su
juventud por un tío suyo que era dirigente del Partido Comunista en Egipto,
donde pasó sus primeros años de vida. Blake mantuvo su fe intacta en la causa mientras
iba ascendiendo peldaños en el MI6. En los años cincuenta fue destinado a
Berlín. Allí avisó a los soviéticos de que los aliados estaban construyendo un
túnel para interceptar sus comunicaciones. Su chivatazo significó el final del
proyecto en el que la CIA había invertido cuantiosos recursos. Fue detenido y
condenado a 42 años de cárcel, la mayor pena jamás impuesta en Reino Unido a un
espía, pero en 1966 se fugó de la prisión de Wormwood ayudado por militantes
del IRA. Nadie se explica cómo Blake pudo evadirse de una cárcel de alta seguridad,
pero el hecho es que logró llegar a la Unión Soviética, donde fue distinguido
con la orden de Lenin y se le trató como un héroe. Sobrevivió en Moscú durante
más de medio siglo en una confortable dacha, con la que se le reconocieron sus
servicios. La contrafigura de George Blake podría ser Oleg Penkovski, un coronel del
GRU, la inteligencia militar soviética, que pagó un alto precio por espiar para
la CIA. Fue detenido en 1962 y torturado durante meses. Finalmente, lo ejecutaron por un método
brutal: lo ataron a una tabla y lo fueron introduciendo lentamente en un horno.
Tardó muchas horas en morir. Penkovski nunca traicionó a su país por dinero ni
por ambición. Había servido en Ankara y sentía muy decepcionado por el
fariseísmo de la nomenklatura, que
gozaba de enormes privilegios mientras los ciudadanos pasaban penalidades. Tras
una carrera meteórica, empezó a colaborar con la CIA y el MI6 suministrando
valiosa información de los planes militares del Ejército Rojo. Labró su perdición
al pasar decenas de planos y fotografías de los emplazamientos de los misiles
soviéticos en Cuba, aportando una prueba irrebatible a la Administración
Kennedy. Durante algunos días, Estados Unidos y la Unión Soviética, que se negaba a
retirarlos, estuvieron al borde de la guerra. Pero finalmente, Kruschev cedió. El KGB ya
sospechaba de él y, poco tiempo después, desapareció sin que nadie volviera a
tener noticias. Hoy sabemos por sus ex compañeros que la organización decidió
castigarle con una muerte terrible para que todos tomaran nota del castigo que
esperaba a los traidores. A Oleg Gordievski le aguardaba un destino
similar, si no fuera porque huyó de Moscú en 1985, cuando el KGB había dado
orden de detenerle. Era miembro de una familia de chekistas y también había
ejercido altas responsabilidades en el KGB. Durante varios años había sido el
jefe de operaciones en Gran Bretaña bajo camuflaje diplomático. Y asistía
regularmente a las reuniones del comité de dirección, lo que le permitía el
acceso a valiosa información interna. Gordievski había pasado a los Aliados una
cantidad ingente de documentos e informes confidenciales. Algunos de ellos
demostraban que Andropov estaba convencido de que la OTAN preparaba un ataque
nuclear contra la Unión Soviética, lo que alimentaba la paranoia del bloque
comunista en Occidente. Gracias a su filtración se evitó una guerra nuclear: "Tuvo mucha suerte porque un día, al volver a su domicilio en Moscú, se dio
cuenta de que el pestillo de una puerta interior que él había dejado cerrada
estaba desbloqueado. Horas después, Gordievski se fugó a la capital y pudo
cruzar la frontera finlandesa en el maletero del coche del embajador británico.
Miles de agentes lo perseguían y lo siguieron buscando tras su deserción. El
fiasco provocó la destitución de Iván Serov, el jefe del KGB y protegido de
Kruschev. Gordievski fue acogido por el Gobierno británico, que lo ocultó y le
dio una nueva identidad. Margaret Thatcher y Ronald Reagan lo
recibieron personalmente y le dieron las gracias por su servicio. Todavía hoy
sigue manteniendo una vida sumamente reservada porque teme que el FSB, heredero
del KGB, lo tenga en su punto de mira. El caso más
emblemático de hasta dónde llega el largo brazo de los aparatos de seguridad es
el de Aleksander Litvinenko, envenenado con polonio cuando residía en Londres.
Había trabajado para los servicios secretos rusos como jefe de lucha contra el
crimen organizado. Abandonó la organización para denunciar la corrupción de la
oligarquía del Kremlin. Por ello, estaba considerado por Putin ya no sólo como un traidor, sino,
sobre todo, como un adversario personal. Litvinenko había huido a Londres, como
Gordievski, y gozaba de la protección del MI5, el contraespionaje británico,
pero ello no fue óbice para que el FSB mandara a dos sicarios, quienes le
administraron ése material radioactivo que lo condenó a una muerte horrible. Nadie duda que,
como en el reciente caso del envenenamiento de Aleksei Navalni, las ordenes
partieron del propio Putin. Navalni, sin embargo, logró escapar de milagro de
una muerte segura al ser llevado a un hospital de Alemania, que detectó que le
habían administrado una sustancia letal que afectaba a su sistema nervioso. Su
delito era también haber denunciado la corrupción de Putin… Aldrich Ames,
analista de contrainteligencia de la CIA, fue detenido y encarcelado en 1994
cuando se descubrió que llevaba años revelando secretos al KGB, entre ellos la
identidad de decenas de agentes al otro lado del Telón de Acero. Ames no traicionó a su país por convicciones
ideológicas. Lo hizo por dinero y ése era su punto débil. Fue detectado porque
se había comprado una lujosa casa y había movido cientos de miles de dólares en
sus cuentas. La CIA ató cabos y lo obligó a confesar. El agente reconoció todas
sus culpas y explicó que había estado colaborando con el KGB a cambio de
dinero. Su esposa le exigía llevar un tren de vida que no podía costear con su
sueldo. Fue condenado a cadena perpetua" (Cuartango, pp. 27, 28).
Sugazy © |
Vladímir Putin.
¸¸¸¸¸
Masha Gessen en "El hombre sin rostro. El sorprendente ascenso de Vladímir Putin" (DEBATE, 2012), cuenta que San Petersburgo era una ciudad rusa de historia grandiosa y arquitectura gloriosa. Pero la urbe soviética de Leningrado en la que Vladímir Putin nació en 1952 era, para quienes allí vivían, una ciudad de hambre, pobreza, destrucción, violencia y muerte. Apenas habían pasado ocho años desde el fin del sitio de Leningrado. El sitio había comenzado cuando las tropas nazis rodearon por completo la ciudad, cortaron todas las conexiones con el exterior, el 8 de septiembre de 1941, y terminó 872 días después. Murieron más de un millón de civiles, víctimas del hambre o del fuego de artillería, que no cesó durante todo el bloqueo. Casi la mitad de ellos murieron al tratar de salir de la ciudad a través de la única ruta que los alemanes no controlaban: llevaba por nombre el Camino de la Vida, y cientos de miles de civiles murieron en él, presas de las bombas y el hambre. Las buryuicas –estufas de leña portátiles hechas de hierro fundido- eran lo que los habitantes de Leningrado utilizaban para calentar sus pisos durante el sitio. Los muebles y los libros de la ciudad acabaron en ellas. Las estufas negras y redondeadas simbolizaban la desesperación y el abandono; las autoridades, que habían asegurado a los ciudadanos soviéticos que estaban bien protegidos frente a todos los enemigos –y que Alemania era un país amigo, no uno enemigo-, habían dejado que las gentes de la segunda ciudad más grande del país muriesen de hambre y frío. Y después, cuando el sitio terminó, habían invertido en la restauración de los gloriosos palacios de los suburbios, saqueados por los alemanes, pero no en la de los edificios residenciales de la ciudad en sí. Vladímir Putin creció en un piso que aún tenía una estufa de leña en cada habitación. Sus padres, María y Vladímir Putin, habían sobrevivido al asedio de la ciudad. Vladímir Putin padre se alistó en el ejército en los primeros días de la guerra entre la Unión Soviética y Alemania y sufrió graves heridas en el campo de batalla, a poca distancia de Leningrado. Fue trasladado a un hospital dentro de la zona sitiada, y María lo encontró allí. Tras varios meses en el hospital, aún persistían importantes lesiones: tenía ambas piernas destrozadas y le seguirían causando un gran dolor físico durante el resto de su vida. Putin padre fue licenciado del ejército y volvió a casa con María. Su único hijo, que por aquel entonces tenía entre ocho y diez años, estaba en uno de los varios hogares para niños organizados en la ciudad, con la esperanza de que las instituciones podrían cuidar de ellos mejor que sus desesperados y hambrientos padres. El niño murió allí. María también estuvo a punto de morir; cuando se levantó el sitio, ni siquiera tenía fuerzas para andar por sí sola. Éstos eran los padres del futuro presidente: un hombre discapacitado y una mujer que había estado a punto de morir de hambre y que había perdido a sus hijos (un segundo hijo había muerto siendo muy pequeño varias años antes de la guerra). Pero, para lo que era habitual en la Unión Soviética de la posguerra, los Putin eran afortunados: se tenían el uno al otro. Haber sobrevivido no sólo a la guerra sino también al sitio y seguir teniendo a tu pareja –y tu casa- era prácticamente un milagro. Tras la guerra, había casi el doble de mujeres en edad de procrear que de hombres. Dejando a un lado las estadísticas, la guerra había llevado la tragedia a casi todas las familias, separando a maridos y mujeres, destrozando hogares y desplazando a millones de personas. En el asedio de Leningrado abundaron los relatos que hablaban de episodios de canibalismo. John Erickson, una autoridad en la materia, acredita su realidad al citar un informe soviético del máximo secreto fechado en febrero de 1942 en el que se ofrecen detalles de "ochocientos ochenta y seis casos sometidos a investigación entre los primeros días de diciembre de 1941 y el 15 de febrero de 1942". No es de extrañar que se advirtiera a los niños que no debían aventurarse solos por las callejuelas. En el edificio donde creció Putin se entraba a través del patio. Los habitantes de San Petersburgo llaman a éstas construcciones "patios pozos"; rodeados por los cuatro costados de altos edificios de apartamentos, hacen que una persona se sienta como en el fondo de un pozo de piedra gigante. Como todos éstos patios, estaba sembrado de basura, lleno de socavones y carecía de luz. Igual que el propio edificio: los escalones del siglo XIX se venían abajo y en toda la escalera apenas había alguna bombilla que luciese. A la barandilla le faltaban trozos y el resto del edificio se tambaleaba peligrosamente. Los Putin vivían en el último piso del edificio de cinco plantas, y el trayecto por las oscuras escaleras podía tener sus riesgos. Como la mayoría de los apartamentos del centro de Leningrado, éste era parte de un piso construido para inquilinos pudientes, dividido después en dos o tres apartamentos, ocupados a su vez por varias familias. El apartamento de los Putin no tenía cocina propiamente dicha, sino una cocinilla de gas y un fregadero en mitad del pasillo al que se accedía desde la escalera. Tres familias compartían los cuatro fuegos de la cocinilla para preparar las comidas. Habían construido un cuarto de acero improvisado pero permanente al anexionar parte del rellano de la escalera. El reducido habitáculo carecía de calefacción, por lo que, para bañarse, los vecinos calentaban agua en el fuego de gas y se lavaban encaramados al retrete en la pequeña y fría habitación. Vladímir Putin hijo era, naturalmente, el único niño en el apartamento. Una pareja mayor vivía en una habitación sin ventanas que después se consideró inhabitable. Una pareja de ancianos judíos religiosos y su hija adulta ocupaban una habitación al otro lado del pasillo convertido en cocina. Era habitual que surgiesen conflictos en la cocina comunitaria, pero los adultos colaboraban para aislar al niño de las disputas. Putin solía pasar mucho tiempo jugando en la habitación de la familia judía, y, hablando con sus biógrafos, confesó sorprendentemente que no distinguía entre sus padres y los ancianos judíos. Los Putin tenían la habitación más grande del piso, alrededor de veinte metros cuadrados. Para lo que se estilaba en la época, casi se podía considerar una morada palaciega para una familia de tres. Aunque resulte difícil de creer, los Putin tenían televisor, teléfono y una dacha, una pequeña casa fuera de la ciudad. Vladímir Putin padre era un trabajador cualificado en una fábrica de vagones de tren; María hacía trabajos duros y de poca cualificación que le permitían pasar tiempo con su hijo: vigilante nocturna, mujer de la limpieza o cargadora. Pero si uno examina los delicados matices de la pobreza de la posguerra soviética, los Putin prácticamente acaban pareciendo ricos. Teniendo en cuenta que mimaban constantemente a su hijo, ésto a veces producía resultados notables, como que Vladímir, en primero de la enseñanza primaria, llevase reloj de pulsera, un accesorio raro, caro y prestigioso para cualquier edad en aquella época y lugar. La escuela estaba a unos pocos pasos del edificio donde vivían los Putin. La educación que allí se ofrecía no era, por lo que uno puede deducir, nada del otro mundo. La profesora de los cuatro primeros cursos era una mujer joven que estaba terminando su carrera asistiendo a clases nocturnas. No es que la educación fuese una prioridad en 1960, cuando Vladímir Putin entró en primero de primaria a punto de cumplir ocho años. A su padre, según todos los testimonios, lo que más le importaba era la disciplina, no la calidad de la enseñanza que su hijo recibiese. La educación tampoco formaba parte de la idea que Putin hijo tenía del éxito; ha puesto mucho empeño en presentarse a sí mismo como un matón, y todos sus amigos de la infancia le dan la razón en éste sentido. De lejos, la mayor cantidad de información biográfica que existe sobre él –es decir, la mayoría de la información de que dispusieron sus biógrafos- se refiere a las muchas peleas a puñetazos de su infancia y juventud. Los padres de Putin adoraban a su hijo y la familia Putin disfrutaba de una existencia que, aunque empobrecida según los estándares occidentales de 1968, era demasiado privilegiada para los estándares soviéticos de posguerra. Después de algunas disputas con las autoridades de la escuela primaria, Putin encontró la disciplina mediante el arte marcial soviético sambo, una mezcla de judo y lucha libre. Según él, la participación en artes marciales tuvo un impacto beneficioso en Putin y sus calificaciones y comportamiento mejoraron. El primer entrenador de artes marciales de Putin, Leonid Usvyatsov, era un criminal reincidente conocido como Lyonya el Deportista que fue asesinado en 1994. Se creía que tenía vínculos con el peligroso criminal Vyacheslav Ivankov. En 1965, una popular novela rusa cambió el curso de la vida de Putin. El escudo y la espada fue una emocionante historia de espionaje en la que el agente soviético ficticio, el mayor Aleksandr Belov, se infiltra en la inteligencia militar nazi. En 1968, la novela fue adaptada a una popular película rusa que capturó la imaginación de Vladímir Putin, de 16 años. Putin quedó cautivado y luego afirmó: "Lo que más me sorprendió fue cómo el esfuerzo de un solo hombre podía lograr lo que ejércitos enteros no podían lograr. Un espía podría decidir el destino de miles de personas". En un acto audaz para un chico de 16 años, Putin tomó la iniciativa de visitar su dirección regional de la KGB. El edificio, conocido como Bolshoi Dom, o "Casa Grande", había servido como cuartel general de la policía secreta de Stalin durante las purgas. Según los informes, las ejecuciones tuvieron lugar en el sótano. Putin fue recibido por un oficial de la KGB que no se identificó. Después de expresar su deseo de conseguir un trabajo en la KGB, el oficial le dijo a Putin que no reclutaban a nadie que se acercara a ellos por iniciativa propia, y que antes de que alguien pudiera unirse tenía que haber estado en el ejército o haber asistido a estudios superiores. Putin preguntó al oficial de la KGB sobre qué tipo de educación superior era preferible y el oficial, del que Putin sospechaba que sólo quería deshacerse de él, sugirió derecho. "A partir de ése momento", recordó Putin, "comencé a prepararme para la Facultad de Derecho de la Universidad de Leningrado. Y nadie podría detenerme". Putin fue reclutado por la KGB en 1974 durante su último año en la universidad. En su emoción, se lo contó a Sergei Roldugin, violonchelista y uno de sus mejores amigos. Años más tarde, el nombre de Roldugin fue vinculado a una empresa fantasma creada por el despacho de abogados panameño Mossack Fonseca. Se cree que la empresa fantasma contiene una parte de la fortuna ilícita que acumuló Putin. Roldugin, que no sabía qué era un espía, le preguntó su significado. "Soy un especialista en relaciones humanas", respondió Putin. No sorprende que haya mucho misterio en torno a la carrera de inteligencia de Putin. Putin se unió oficialmente a la KGB en 1975, durante un período en el que la Unión Soviética estaba en paz. Pasó seis meses asistiendo a la escuela de oficiales de la KGB, donde aprendió el oficio básico de espionaje. Mientras estuvo allí, Putin conoció y se hizo amigo de Sergei Ivanov, quien más tarde se convirtió en el jefe de su administración presidencial. Al graduarse de la escuela de oficiales de la KGB, a Putin se le asignó la tarea de trabajar en contrainteligencia en San Petersburgo. El trabajo consistía en seguir a visitantes y diplomáticos extranjeros, la mayoría de los cuales estaban destinados en Moscú. Cuando Putin, de veintitrés años, se unió, la KGB era una burocracia inflada responsable de la inteligencia tanto exterior como interior. Recopiló información de inteligencia en lugar de analizarla, lo que quedó en manos del Partido Comunista. Sin embargo, la mayor parte de la voluminosa información que recopiló, recortes de periódicos, transcripciones de conversaciones privadas e informes de los oficiales, no se analizó. Otras responsabilidades de la agencia incluían contrainteligencia militar, control de aduanas y fronteras, criptografía, monitoreo de comunicaciones telefónicas, protección del liderazgo del partido y extinción de actividades ilícitas de libre mercado dondequiera que pudieran encontrarse. La principal actividad que realizaba la KGB en ése momento era monitorear y acosar a los disidentes soviéticos. Putin ha negado estar involucrado en tales actividades, aunque admite haber estado al tanto de ellas. Vladímir Usoltsev, un ex colega de Putin en la KGB, afirmó que Putin en ése momento era miembro de la Quinta Dirección General, el organismo encargado de monitorear disidentes. Su afirmación nunca ha sido probada ni desmentida oficialmente. Después de seis meses, Putin fue transferido fuera de contrainteligencia y colocado en la división de la KGB responsable de la inteligencia, la Primera Dirección General. En 1984, después de nueve años de servicio, Putin fue ascendido al rango de mayor y se matriculó en el Instituto Bandera Roja de Moscú, donde se formó para trabajos de inteligencia extranjera. Estudió alemán como preparación para su colocación en Alemania después de graduarse. Los estudiantes del instituto recibieron nombres en clave, por lo que Putin se convirtió en Plátov. El cuerpo docente incluía a luminarias de la "edad de oro" del espionaje soviético, incluido Yuri Modlin, quien había sido el encargado del infame agente doble británico Kim Philby. Catherine Belton en "Los hombres de Putin: Cómo el KGB se apoderó de Rusia y se enfrentó a Occidente" (Península, 2019), aborda los años oscuros de Putin en Alemania Oriental. Cuando Putin llegó Dresde en 1985, la República Democrática Alemania ya vivía en tiempos de descuento. Al borde de la quiebra, el país sobrevivía con la ayuda de un préstamo de miles de millones de marcos concedido por la República Federal Alemana, mientras crecían las voces críticas. A su llegada, Putin tenía treinta y dos años, estaba aparentemente fresco tras un período de entrenamiento en la academia de élite del KGB, el Instituto Bandera Roja para funcionarios de inteligencia en el extranjero, y empezó a trabajar en una elegante mansión art déco de imponente escalinata y con una terraza con vistas a la calle de un barrio de casas de vivos colores. La mansión, rodeada de frondosos árboles e hileras de pulcras residencias reservadas a los miembros destacados de la STASI, se encontraba muy cerca del vasto y anodino complejo que era el cuartel general de la STASI, donde, en diminutas celdas sin ventana había encerradas docenas de presos políticos. Hans Modrow, el líder local del Partido Comunista (SED), en el poder, era conocido por ser un reformador. Pero también aplicaba la mano dura en su empeño por aplastar la disidencia. Por todo el bloque del Este, el clima de protesta aumentaba ante la miseria y la escasez de la economía planificada, y como reacción a la brutalidad de las fuerzas de seguridad de los Estados. Aprovechando la ocasión, las agencias de inteligencia estadounidenses, con ayuda del Vaticano, habían iniciado operaciones discretas para hacer llegar equipos de impresión y comunicación, así como dinero en efectivo, al movimiento de protesta Solidarnosc en Polonia, donde la disidencia contra los soviéticos siempre había sido más fuerte. Cuando Putin llegó a Dresde, allí sólo había destinados seis agentes del KGB. Compartía oficina con un colega mayor que él, Vladímir Usoltsev, que lo llamaba Volodya, "pequeño Vladímir", y todos los días llevaba a sus dos hijas pequeñas al jardín de infancia desde el anodino edificio de apartamentos en el que vivía con su esposa Liúdmila, y con otros oficiales del KGB: "Se trataba de una vida aparentemente monótona y provinciana, muy alejada de la existencia novelesca de Berlín Este, la frontera con Occidente. Pero las relaciones entre los espías soviéticos y sus colegas de la STASI resultaban en ocasiones problemáticas, y Dresde se encontraba algo más hundida en las aguas pantanosas del Este de lo que en un principio pudiera parecer. Para empezar, se trataba de la primera línea del imperio del contrabando que, durante mucho tiempo, había servido de salvavidas a la economía de la RDA. En tanto que sede de Robotron, el mayor fabricante de electrónica de Alemania Oriental, productor de servidores, ordenadores personales y otros dispositivos, resultaba básica en la batalla de soviéticos y alemanes del Este para obtener ilegalmente los prototipos de componentes de productos de alta tecnología occidentales: por lo que se trataba de una pieza básica de la descarnada lucha para competir militarmente con la tecnología occidental, que se desarrollaba a gran velocidad. En la década de 1970, Robotron había replicado con éxito el IBM occidental, y había establecido vínculos estrechos con la Siemens de la Alemania Occidental. Gran parte del contrabando de alta tecnología en Alemania del Este pasaba por Dresde, explicó Franz Sedelmayer, un consultor de seguridad de Alemania Occidental que más adelante trabajó con Putin en San Petersburgo y que inició su carrera en la década de 1980 en la empresa familiar de Múnich vendiendo armas a la OTAN y a Oriente Próximo. "Dresde era uno de los centros de ése mercado negro". También era uno de los centros del Kommerzielle Koordinierung, un departamento del Ministerio de Comercio Exterior de Alemania del Este que se especializaba en operaciones de contrabando de bienes tecnológicos con las que se sorteaba el embargo de Occidente. "Exportaban antigüedades e importaban alta tecnología. Exportaban armas e importaban alta tecnología –comentó Sedelmayer-. Dresde siempre fue importante para la industria de la microelectrónica", afirmó Horst Jehmlich. La unidad de espionaje dirigida por el legendario espía Markus Wolf "contribuyó mucho a ello", añadía Jehmlich. Pero mantuvo la boca cerrada sobre lo que hacía exactamente. El jefe de inteligencia extranjera de la STASI en Dresde, Herbert Kohler, ejercía simultáneamente como director de su unidad de inteligencia para la información y la tecnología, lo que indica hasta qué punto era importante para la ciudad el contrabando de productos sujetos a embargo" (Belton, pp. 52, 53, 54). Desde que Alemania quedó encajonada entre el Este y el Oeste tras la Segunda Guerra Mundial, gran parte del bloque oriental había dependido del mercado negro y el contrabando para su supervivencia. Las arcas de la Unión Soviética estaban vacías tras los estragos de la contienda, y en Berlín Este, Zúrich y Viena, grupos criminales organizados trabajaban codo a codo con los servicios de seguridad soviéticos para traficar con cigarrillos, alcohol, diamantes y metales escasos, a través del mercado negro, para llenar las cuentas de los servicios secretos del bloque del Este. Inicialmente, ése comercio ilegal se había visto como una necesidad temporal, y los líderes comunistas lo justificaban ante sí mismos como un golpe contra los cimientos del capitalismo. Pero cuando, en 1950, Occidente se unió en contra del bloque controlado por los soviéticos e impuso un embargo a todos los productos tecnológicos que pudieran usarse con fines militares, el contrabando se convirtió en un estilo de vida. La libertad de elección del capitalismo y el afán de lucro de Occidente hacían que, allí se estuviera produciendo un gran despegue del desarrollo tecnológico. Comparativamente, la economía planificada socialista del bloque oriental había quedado congelada, mucho más rezagada. Sus empresas se ocupaban sólo de cumplir sus planes anuales de producción, sus trabajadores y científicos debían apañarse como podían para encontrar hasta los productos más básicos a través de contactos informales en el mercado gris. Aislados tras el Telón de Acero, el contrabando se convirtió en la única manera que tenía el bloque del Este de no quedarse atrás ante el rápido desarrollo del Occidente capitalista. El Ministerio de Comercio Exterior de Alemania del Este creó el Kommerzielle Koordinierung, del que nombró director al parlanchín Aleksánder Schalck-Golodkowski. Su cometido era obtener efectivo de manera ilícita mediante el contrabando con el que financiar la adquisición, por parte de la STASI, de tecnología embargada. El KoKo, que era como se le conocía, dependía en primera instancia del Departamento de Espionaje de la STASI de Markus Wolf, pero con el tiempo pasó a convertirse en un poder autónomo. Se crearon diversas empresas pantalla por toda Alemania, Suiza y Liechtenstein, dirigidas por agentes de confianza, algunos de ellos con identidades múltiples, que conseguían un efectivo muy necesario mediante acuerdos de contrabando y vendiendo ilegalmente armas a Oriente Próximo y África. Entretanto, los dirigentes soviéticos pretendían controlar muy de cerca aquellas actividades. El KGB podía acceder a todos los prototipos y bienes sujetos a embargo conseguidos por la STASI. A menudo, la STASI se quejaba de que la obtención de información funcionaba sólo en un sentido. Cuando Putin llegó a Dresde, la República Federal Alemana estaba empezando a ser una fuente cada vez más importante de bienes de alta tecnología. El KGB aún se estaba recuperando de un fuerte impacto sufrido a principios de la década de 1980, cuando Vladímir Vetrov, alto cargo de su "Directorio T", especializado en la obtención de secretos científicos y tecnológicos de Occidente, ofreció sus servicios a los países occidentales: "Vetrov facilitó los nombres de los 250 oficiales del KGB que trabajaban en la "Línea X", el contrabando de tecnología, a embajadas de todo el mundo, así como miles de documentos que proporcionaban abundante información sobre el empeño soviético en el espionaje industrial. Como consecuencia de ello, 74 agentes fueron expulsados de Francia, al tiempo que Estados Unidos emprendía la tarea de desarrollar un extenso programa de sabotaje de las redes soviéticas de obtención ilegal de productos. El KGB redoblaba sus esfuerzos en Alemania, reclutando agentes en empresas, entre ellas Siemens, Bayer, Messerschmidt y Thyssen. Putin estuvo claramente implicado en ése proceso y se dedicó a enrolar a científicos y empresarios que pudieran ayudarle a pasar ilegalmente tecnología occidental al bloque oriental. El estatus de Robotron como mayor fabricante de electrónica de Alemania del Este lo convertía en un imán para empresarios que acudían de visita desde Occidente. "Sé que Putin y su equipo trabajaban con Occidente, que mantenían contactos con Occidente, pero sobre todo reclutaban a sus agentes aquí –comentó el colega de Putin en la STASI, Jehmlich-. Buscaba contactar con estudiantes antes de que se fueran a Occidente. Intentaban seleccionarlos y determinar si podían resultarles interesantes". Pero Jehmlichn no estaba ni mucho menos al corriente de todas las operaciones de sus amigos del KGB, que con frecuencia actuaban sin el conocimiento de sus camaradas de la STASI cuando se trataba de reclutar agentes, incluso entre las filas de la propia STASI. Jehmlich, por ejemplo, aseguraba no haber oído nunca que Putin usara un nombre falso en operaciones sensibles. Pero muchos años después, el propio Putin contó a unos estudiantes que había adoptado "diversos seudónimos técnicos" en operaciones de inteligencia exterior durante aquella época. Un asociado de aquellos días afirmaba que Putin se había puesto de nombre "Plátov", que era el primer nombre falso que le habían asignado en la academia de entrenamiento del KGB. Otro de los nombres que supuestamente usaba era "Adámov", que adoptó en su puesto de director de la Casa de Fraternidad Germano-Soviética situada en la localidad vecina de Leipzig. Uno de los agentes de la STASI con los que Putin trabajó estrechamente era un alemán bajito y de cara redonda, Matthias Warnig, que más tarde pasaría a ser parte integrante del régimen de Putin" (Belton, pp. 55, 56).
Sugazy © |
Ministerium für Staatssicherheit.
¸¸¸¸¸
Matthias Warnig era miembro de una célula del
KGB organizada por Putin en Dresde "bajo la apariencia
de una consultoría empresarial", según contó un
exagente de la STASI reclutado por Putin. En aquella época Warnig estaba en la
cresta de la ola, y según se dice llegó a reclutar al menos a veinte agentes en
la década de 1980 para que robaran a Occidente tecnología militar relacionada con
cohetes y aviones. Había ascendido deprisa en el escalafón desde que fuera
reclutado en 1974, y en 1989 ya era jefe de la unidad de información y
tecnología de la STASI. A Putin le gustaba sobre todo frecuentar un bar
pequeño y de iluminación tenue que se encontraba en el centro de Dresde llamado
Am Tor, a pocas estaciones de tranvía
de su base del KGB, y allí se reunía con algunos de sus agentes, según una
persona que por entonces trabajaba con él. Uno de los principales escenarios
para las operaciones era el Hotel Bellevue, situado a orillas del Elba. Al ser
el único alojamiento abierto a los extranjeros, se trataba de un centro
importante para la captación de científicos y empresarios occidentales de paso.
El hotel era propiedad del Departamento de Turismo de la STASI, y sus
restaurantes palaciegos, sus bares acogedores y sus elegantes dormitorios
estaban dotados de cámaras y micrófonos ocultos. A los empresarios y visitantes
se los atraía con prostitutas, se los grababa en sus dormitorios y después se los
chantajeaba para que trabajaran para el Este. "Sí, por supuesto,
yo tenía claro que usábamos a agentes femeninas para ésos fines. Lo hacen así
todos los servicios de seguridad. En ocasiones las mujeres pueden conseguir
mucho más que los hombres", comentó Jehmlich entre risas. Una de las principales tareas de Putin era
recabar información sobre la OTAN, el "principal
contrincante", y Dresde era un destacamento importante desde el que realizar captaciones
en Múnich y en Baden-Württenberg, a quinientos kilómetros de allí, ambas
ciudades sedes de personal militar estadounidense y de tropas de la OTAN. Muchos años después, un banquero de Occidente
me contó la historia de su tía, una princesa rusa, Tatiana von Metternich, que
se había casado con un aristócrata alemán y vivía en un castillo cerca de
Wiesbaden, en Alemania Occidental, donde el ejército estadounidense tenía su
base principal. Ella le contó a su sobrino lo impresionada que quedó ante un
joven oficial del KGB, Vladímir Putin, que la había visitado en su residencia y
que se confesaba religiosamente, a pesar de su pertenencia al KGB. Mientras
Putin se desenvolvía sin ser detectado, el trasfondo era que el suelo empezaba
a abrirse bajo sus pies. Algunos en la cúpula del KGB eran cada vez
más conscientes de la menguante capacidad de la Unión Soviética en su lucha
contra Occidente y, con discreción, ya habían empezado a prepararse para la
fase siguiente. Las arcas soviéticas se vaciaban, y en la batalla para hacerse con
tecnología occidental, a pesar de los grandes esfuerzos del KGB y la STASI, el
bloque del Este siempre iba por detrás, siempre debía ponerse al día y siempre
quedaba rezagada con respecto a los avances tecnológicos de Occidente. Era una era en la
que el presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, había anunciado una nueva
iniciativa para lanzar lo que se conoció como "La Guerra de las
Galaxias", con la idea de defender a su país de un ataque con misiles nucleares, el
bloque soviético llevó a cabo esfuerzos aún mayores para conseguir la
tecnología occidental, pero sólo consiguió ser más consciente de su propio
retraso. Desde principios de la década de 1980, unos pocos miembros progresistas
del KGB habían trabajado para propiciar una tímida transformación. Desde su
refugio del Instituto para la Economía Mundial de Moscú, empezaron a preparar
las reformas que pudieran introducir ciertos elementos del mercado en la
economía soviética a fin de generar competitividad, sin que ello supusiera
dejar de mantener el control general. Cuando Mijaíl Gorbachev asumió el cargo de Secretario General del Partido
Comunista en 1985, aquellas ideas recibieron un nuevo impulso. Gorbachev aplicó
las reformas políticas y económicas de la glasnot
y la perestroika, con las que
pretendía suavizar gradualmente el control del sistema político y económico del
país. Por todo el bloque del Este aumentaban las protestas contra la represión
ejercida por los dirigentes comunistas, y Gorbachev presionaba a sus colegas
del Pacto de Varsovia para que plantearan reformas similares como única vía de
sobrevivir y adelantarse a la marea de resentimiento y disidencia. Consciente de que,
en todo caso, se acercaba el fin, un reducido grupo de progresistas del KGB
empezó a prepararse para la caída. Como si viera lo que se avecinaba, en 1986
Markus Wolf, el venerado cerebro del espionaje de la STASI, dimitió de su
puesto, poniendo fin a su reinado en la temida unidad de la inteligencia
exterior de la STASI, la Hauptverwaltung Aufklärung (HVA), donde, durante más de treinta años,
había llevado a cabo despiadadamente operaciones para la STASI y en la que se
le conocía por su capacidad para explotar sin descanso las debilidades humanas
y así chantajear y extorsionar agentes y conseguir que trabajaran para él. Bajo su dirección,
la HVA se había infiltrado profundamente en el Gobierno de la República Federal
de Alemania, y había captado a numerosos agentes que se creía que trabajaban
para la CIA. Y a pesar de todo ello, ahora, por algún motivo, lo dejaba todo. Oficialmente, se
dedicaba a ayudar a su hermano Konrad a escribir sus memorias de infancia en
Moscú. Pero entre bastidores también él empezaba a prepararse para el cambio.
Pasó a cooperar estrechamente con la facción progresista de la perestroika del
KGB, celebrando reuniones secretas en su piso palaciego en Berlín con la idea
de abordar la liberalización gradual del sistema político. Los planes que trataban eran similares a las
reformas de la glasnot que Gorbachev había puesto en marcha en Moscú, por los
que, gradualmente, empezaba a permitirse que surgieran movimientos políticos
informales y que se relajaran las restricciones a los medios de comunicación.
Pero aunque allí se hablaba de democracia y reformas, la idea eran en todo
momento, que los servicios de seguridad siguieran manteniendo el control tras
el telón. Con el tiempo se supo que Wolf había seguido en la nómina de la STASI
durante todo ése período. Cada vez más consciente de los riesgos del
hundimiento del comunismo, a mediados de la década de 1980 el KGB puso en
marcha discretamente la Operación Luch con el objetivo de prepararse para un
posible cambio de régimen. A Wolf lo mantuvieron plenamente informado de ella,
pero no así a su sucesor como director del Departamento de Inteligencia
Exterior de la STASI. En agosto de 1988, el KGB envió a un agente de alto
rango, Borís Laptev, a la imponente embajada soviética de Berlín Este para
supervisarla. Oficialmente, la misión de Laptev era crear un grupo de operativos que
trabajarían secretamente, en paralelo con el equipo permanente del KGB, para
infiltrarse en los grupos opositores de la Alemania del Este. "Debíamos recabar
información sobre el movimiento opositor y frenar cualquier avance, así como
impedir todo movimiento tendente a la reunificación alemana", explicaría más
tarde. Pero, de hecho, a medida que las protestas anticomunistas crecían y la
inutilidad de tales empeños era cada vez más diáfana, su misión acabó siendo
prácticamente la contraria. Aquel grupo empezó a concentrarse en crear una
nueva red de agentes que se infiltrarían en la segunda y tercera capas de los
círculos políticos de la República Democrática Alemana. Buscaban a agentes que
siguieran trabajando de incógnito para los soviéticos incluso en una Alemania
reunificada, y que no estuvieran manchados por ningún cargo directivo antes del
hundimiento. Existen señales
que indican que Putin fue de los llamados a formar parte de ése proceso. En
aquella época ejercía de secretario del partido, cargo por el que habría
mantenido contactos frecuentes con el director del SED de Dresde Hans Modrow.
El KGB parece haber albergado esperanza de convencer a Modrow para que se
convirtiera en sucesor potencial del longevo líder de la Alemania del Este
Erich Honecker, e incluso, al parecer, creía que éste podría dirigir al país a
partir de unas pequeñas reformas del tipo de las de la perestroika. Vladímir
Kriuchkov, el jefe de la inteligencia exterior del KGB, viajó especialmente a
Dresde en 1986 para visitar a Modrow. Pero Honecker se negó hasta el amargo final a
dar un paso al lado, lo que obligó al KGB a esforzarse más para reclutar
agentes que siguieran colaborando con ellos tras la caída del bloque del Este.
Kriuchkov siempre insistiría en que él no llegó a conocer a Putin en aquella
época, y en negar que éste desempeñara papel alguno en la Operación Luch, como
sí lo hizo Markus Wolf. Pero el equivalente de la Alemania Occidental del MI5, el Bundesamt für
Verfassungsschutz (la Oficina Federal para la Protección de la Constitución),
cree todo lo contrario. Más tarde interrogaron durante horas a Horst Jehmlich
en relación con lo que hacía Putin en aquella época. Sospechaba que
Putin lo había traicionado: "intentaban reclutar a gente del segundo y
tercer nivel de nuestra organización. Tanteaban todos los órganos de poder,
pero no contactaban con ningún dirigente o general. Todo lo hacían a nuestras
espaldas". Otras secciones de la STASI también empezaron a prepararse en secreto. En
1986, el jefe de la STASI Erich Mielke avaló unos planes para que un equipo de
agentes de élite, los Offiziere im besonderen Einsatz, permanecieran en el
poder en caso de que el Gobierno del SED llegara repentinamente a su fin: "La fase más importante a la hora de asegurar el futuro de la STASI se
inició cuando empezaron a trasladar dinero en efectivo a través de sus redes de
contrabando y mediante un entramado de empresas hacia Occidente, a fin de crear
depósitos secretos de efectivo que les permitieran mantener operaciones tras la
caída. Un alto mando alemán calculaba que se habían sacado de Alemania del Este
miles de millones de marcos de la RFA y se habían llevado a una serie de
empresas pantalla a partir de 1986. El Dresde de Putin era un centro neurálgico
de aquellos preparativos. Herbert Kohler, jefe de la HVA de la ciudad,
estaba estrechamente involucrado en la creación de algunas de aquellas empresas
–llamadas "firmas operativas"-, con las que debían ocultarse sus vínculos con la STASI y acumular "dinero negro" que permitiera a
las redes de la STASI sobrevivir tras el hundimiento. Kohler trabajaba
estrechamente con un empresario austríaco llamado Martin Schlaff, al que la
STASI había reclutado a principios de la década de 1980. A Schlaff le
encomendaron comercial de contrabando componentes sujetos a embargo para la
creación de una fábrica de discos duros en Turingia, cerca de Dresde. Entre finales de
1986 y finales de 1988, sus empresas recibieron más de 130 millones de marcos
del Gobierno de la RDA para ése proyecto de máximo secreto, uno de los más
caros llevados a cabo jamás por la STASI. Pero aquella planta nunca llegó a
completarse. Muchos de los componentes no llegaron, y cientos de millones de marcos
pensados para la planta, y procedentes de otros acuerdos ilícitos, desaparecieron
en aquellas empresas pantalla de Schlaff en Liechtenstein, Suiza y Singapur.
Ésas transferencias económicas se produjeron durante el período en que Putin
servía como principal agente de enlace entre el KGB y la STASI desde Dresde,
concretamente con la HVA de Kohler. No está claro que tuviera algún papel en
ellas. Pero muchos años después,
los vínculos de Schlaff con Putin se evidenciaron cuando el empresario
austriaco volvió a aparecer en una red de empresas europeas que eran engranajes
básicos para las operaciones de influencia del régimen de Putin. En la década
de 1980, Schlaff viajó al menos en una ocasión a Moscú para mantener
conversaciones con funcionarios soviéticos encargados del comercio exterior.
Casi todo lo que hizo Putin durante los años que pasó en Dresde sigue envuelto
en el misterio, en parte porque el KGB resultó mucho más eficaz que la STASI a
la hora de destruir y transferir documentos antes del hundimiento" (Belton, pp. 61, 62). "Con los rusos
tenemos problemas –expresó Sven Scharl, investigador en los archivos de la
STASI en Dresde-. Lo destruyeron todo". Sólo se
conservan fragmentos en los archivos recuperados de la STASI sobre las
actividades de Putin en la ciudad. Su carpeta es muy delgada y está desgastada
por el uso. Aparece la orden del jefe de la STASI Erich Mielke, del 8 de febrero de
1988, por la que se concede a Vladímir Vladímirovich Putin la medalla de bronce
al Mérito del Ejército Nacional Popular. También figuran cartas de Horst Bohm,
jefe del director de la STASI de Dresde en las que felicita al camarada Putin
por su cumpleaños. El único rastro de alguna actividad operativa relacionada con Putin es una
carta que le envía a Bohm para solicitarle la ayuda del jefe de la STASI en
Dresde para recuperar la conexión telefónica con un informante de la policía
alemana que "nos apoya". La carta no aporta ningún detalle, pero el hecho mismo de que Putin apele
directamente a Bohm parece indicar que su puesto era destacado. En efecto,
Jehmlich, con posterioridad, confirmó que Putin se convirtió en el principal
agente de enlace del KGB con la STASI en representación del director de la
oficina del KGB Vladímir Shirókov. Entre otros
hallazgos recientes había otro muy revelador: la tarjeta de identificación de
Putin en la STASI, que le habría proporcionado acceso directo a sus edificios y
le habría facilitado reclutar agentes, pues no habría tenido que mencionar su
afiliación al KGB. Muchos años después, cuando Putin llegó a la presidencia de
Rusia, Markus Wolf y los que habían sido sus colegas del KGB hicieron hincapié
en el hecho de que, durante su estancia en Dresde con el KGB, era un donnadie. Pero un relato de
primera mano sugiere el hecho de quitarle importancia a las actividades de
Putin en Dresde servía para tapar otra misión: una misión que quedaba fuera de
la ley. Sugiere que Putin fue destinado allí precisamente por tratarse de un rincón
provinciano, alejado de los ojos espías de Berlín Oriental, donde franceses,
ingleses y estadounidenses mantenían una estrecha vigilancia. Según un testigo
miembro de la Facción del Ejército Rojo, organización de extrema izquierda que
aseguraba haberlo conocido en Dresde, Putin había trabajado en apoyo a miembros
del grupo, que sembraba el terror por toda Alemania Occidental en las décadas
de 1970 y 1980. "En Dresde no había nada, nada en absoluto, salvo la izquierda radical.
Nadie vigilaba Dresde, ni los americanos ni los alemanes occidentales. Allí no
había nada. Salvo una cosa: aquellas reuniones con aquellos camaradas". En la batalla por
el dominio entre el Este y el Oeste, los servicios de seguridad soviéticos
llevaban tiempo desplegando lo que llamaban sus propias "medidas activas" para alterar y
desestabilizar a su rival. Atrapados en la Guerra Fría, pero conscientes de que
iban muy por detrás tecnológicamente como para ganar cualquier guerra militar, ya
desde la década de 1960 la Unión Soviética había descubierto que su fuerza
radicaba en la desinformación, en sembrar rumores falsos en los medios de
comunicación para desacreditar a líderes occidentales, en asesinar a opositores
políticos y en dar apoyo a organizaciones pantalla que fomentaran guerras en el
Tercer Mundo y socavaran y sembraran la discordia en Occidente. Entre ésas medidas estaba el apoyo a
organizaciones terroristas. Por todo Oriente Próximo, el KGB había creado lazos
con numerosos grupos terroristas de tendencia marxista, sobre todo el FPLP, el
Frente Popular para la Liberación de Palestina, una escisión de la Organización
para la Liberación de Palestina (OLP), que llevó a cabo una serie de secuestros
de aviones y atentados con bomba a finales de la década de 1960 y a lo largo de
la siguiente. Documentos clasificados recuperados de los archivos del Politburó
soviético ilustran hasta qué punto eran estrechas algunas de aquellas
conexiones. Muestran que el jefe de la KGB Yuri Andrópov autorizó tres peticiones de
armas soviéticas realizadas por el líder del FPLP Wadi Haddad, al que describía
como "agente de confianza" del KGB. En Alemania del Este, el KGB alentaba activamente a la STASI para
que colaborada en sus "actividades políticas" en el Tercer Mundo. De hecho, el apoyo al terrorismo internacional se convirtió en uno de los
servicios más importantes que la STASI prestó al KGB. En 1969, la STASI había
inaugurado un campo de adiestramiento clandestino a las afueras de Berlín Este
para miembros de la OLP de Yasir Arafat. La unidad de inteligencia exterior de
Markus Wolf se involucró profundamente en la colaboración con grupos
terroristas de todo el Próximo Oriente, incluido el FLP y uno de sus miembros,
el conocido Ilich Ramírez Sánchez, también llamado Carlos, el Chacal. Los
instructores militares de la STASI crearon una red de campos de adiestramiento
terrorista por todo el Oriente Próximo. Y cuando, en 1986, un oficial de
contrainteligencia de la STASI, horrorizado ante el caos que empezaba a
alcanzar suelo alemán, intentó frustrar los planes de atentado de un grupo de
libios que habían empezado a mostrarse activos en Berlín Oeste, el jefe de la
STASI Erich Mielke le pidió que se abstuviera de hacerlo. "Estados Unidos es
el archienemigo –le dijo Mielke-. Debemos concentrarnos en descubrir espías
americanos y no preocuparnos de nuestros amigos libios". Semanas después, estalló una bomba en la discoteca La Belle de Berlín
Oeste, frecuentada por soldados estadounidenses, y murieron tres agentes de
servicio americanos y un civil. Cientos de personas resultaron heridas. Con el
tiempo se supo que el KGB había estado al corriente de las actividades de los
terroristas que sabía exactamente que habían introducido ilegalmente sus armas
en Berlín. Al parecer, cualquier método valía en la lucha contra los "imperialistas" estadounidenses.
Un exgeneral del KGB que desertó a Estados Unidos, Oleg Kalugin, describiría
posteriormente aquellas actividades como "el corazón y el
alma de la inteligencia soviética". El que fuera
director del servicio de inteligencia exterior de Rumanía, Ion Mihai Pacepa –el
cargo de mayor rango en la inteligencia de todo el bloque del Este en desertar
a Estados Unidos- fue el primero en hablar abiertamente sobre las operaciones
del KGB con grupos terroristas. Pacepa expuso por escrito
que el exjefe de inteligencia exterior del KGB, el general Aleksánder
Sajarovski, le había comentado en numerosas ocasiones: "En el mundo de hoy
en que el armamento nuclear ha vuelto obsoleta la fuerza militar, el terrorismo
debería convertirse en nuestra arma principal". Pacepa también
afirmaba que el director del KGB, Yuri Andrópov, había lanzado una operación
para azuzar el sentimiento antiisraelí y antiestadounidense en el mundo árabe. Al
mismo tiempo, añadía, había que desencadenar el terrorismo interno en
Occidente. Alemania Occidental estaba alerta desde que el grupo militante de
extrema izquierda Facción del Ejército Rojo –también conocido como
Baader-Meinhof por los apellidos de sus primeros líderes, Andreas Baader y
Ulrike Meinhof- perpetró una serie de atentados con bomba, asesinatos,
secuestros y robos a bancos a finales de la década de 1960. Con el objetivo de derrocar el imperialismo
del país y el capitalismo de monopolio, asesinaron a destacados industriales y
banqueros de la República Federal de Alemania, entre ellos al director del
Banco de Dresde, en 1997, y bombardearon bases militares estadounidenses,
matando e hiriendo a decenas de soldados. Pero, hacia finales de la década de 1970,
cuando la policía la República Federal de Alemania reforzó su campaña de
detenciones, la STASI empezó a proporcionar refugio en el Este a miembros del
grupo. "Acogieron no a
uno, sino a diez de ellos. Vivían en bloques impersonales de Dresde, Leipzig y
Berlín Este", explicó el consultor de seguridad alemán Franz Sedelmayer. La STASI les
había proporcionado identidades falsas, además de organizar sus campamentos de
adiestramiento. Durante cuatro años, entre 1983 y 1987, una de sus integrantes, Inge
Viett, vivió con un nombre falso en un suburbio de Dresde, hasta que un vecino
suyo viajó a Berlín Oeste y vio su rostro en un cartel de personas perseguidas
por las autoridades. Era una de las terroristas más buscadas de Alemania Occidental, conocida
como "la abuela del terrorismo", y la acusaban de
participar en los asesinatos por atentado de un comandante en jefe de la OTAN y
del comandante en jefe de las tropas estadounidenses en Europa, el general
Frederick Kroesen. Inicialmente, tras la caída del Muro, las autoridades de Alemania
Occidental creían que la STASI sólo había proporcionado refugio e identidades
falsas a miembros de la Facción del Ejército Rojo. Pero a medida que los
fiscales seguían investigando el papel de la STASI, hallaron pruebas de una
colaboración mucho más profunda. Sus investigaciones los llevaron a la
detención de cinco exoficiales de la STASI especializados en antiterrorismo,
por conspirar con el grupo para atacar con bombas la base militar
estadounidense de Ramstein en 1981 e intentar matar al general Kroesen: "El director de la STASI, Erich Mielke, fue procesado con las mismas
acusaciones. Un exmiembro de la Fracción del Ejército Rojo apareció para contar
que la STASI usaba el grupo con frecuencia para transportar armas a terroristas
en el mundo árabe. Otro antiguo miembro reveló que, en la década de 1980,
trabajó como asistente del célebre Carlos, el
Chacal, que había vivido un tiempo bajo la protección de Berlín Este, donde
frecuentaba los hoteles y casinos más lujosos. Inge Viett confesaría más tarde
que había asistido a un campo de adiestramiento en Alemania del Este para
preparar el atentado al general Kroesen en 1981. Pero con la
sacudida que supuso la reunificación de las dos Alemania, no había voluntad
política para erradicar los males del pasado de la RDA y llevar a juicio a los
hombres de la STASI. Se consideró que ya había vencido el límite de cinco años
que marcaba la prescripción de los delitos de los acusados de colaborar con la
Facción del Ejército Rojo, y se retiraron los cargos. El recuerdo de
sus crímenes iba difuminándose, y la implicación del KGB en la Facción del
Ejército Rojo no llegó a investigarse. Aún así, los soviéticos habían
supervisado en todo momento las operaciones de la STASI, y contaban con
oficiales de enlace en la cadena de mando. Ése era el entorno en el que Putin
trabajaba, y la historia que contaba el exmiembro de la Facción del Ejército
Rojo sobre Dresde encajaba perfectamente con él. A la Facción del Ejército Rojo
le resultaba difícil adquirir armas en Alemania Occidental, por lo que
entregaban una lista a Putin y sus colegas. De alguna manera, ésa lista acababa
en poder de un agente en el Oeste, y las armas solicitadas se dejaban en alguna
ubicación secreta para que miembros de la Facción del Ejército Rojo las
recogieran. Lejos de asumir ése papel secundario que suele atribuírsele en los
años de Dresde, Putin, en aquellos encuentros, era uno de los que llevaba la
voz cantante, según aclara el exmiembro del grupo terrorista, que añade que uno
de los generales de la STASI recibía órdenes de él. A medida que el grupo Baader-Meinhof sembraba el caos en Alemania
Occidental con una serie de espantosos atentados con bomba, sus actividades de
convirtieron en parte fundamental del empeño del KGB por alterar y desestabilizar
Occidente, según ése miembro del grupo terrorista. Y, cuanto más cerca estaba
el final para el poder soviético y la RDA, es posible que ellos se convirtieran
en un arma con la que proteger los intereses del KGB" (Belton, pp. 67, 68).
Sugazy © |
El mercado negro.
¸¸¸¸¸
La vida en la Unión Soviética no era fácil. En teoría el Estado comunista cumplía con su promesa socialista de proveer a todos los trabajadores de educación y asistencia médica gratuitas. Pero en la práctica, la economía planificada, sencillamente, no funcionaba. En su lugar, lo que existía era un sistema corrupto bajo el cual la gente corriente a la que el Estado comunista se suponía que debía proteger vivía en gran medida en la pobreza. El Estado comunista tenía acceso a gran cantidad de recursos naturales para aplicar sus planes de comercio corruptos, pero fracasaba a la hora de desarrollar una industria ligera que produjera bienes de consumo competitivos. No existía la propiedad privada, ni la menor comprensión de lo que era el beneficio. Lo que hacía el Gobierno era publicar una serie de cuotas de producción para todas y cada una de las empresas, controlar todas las ganancias y fijar los precios de todo. Los precios de los bienes de consumo eran increíblemente bajos, pero a causa de ello había una escasez muy acusada de cualquier cosa, desde pan, salchichas y otros alimentos hasta vehículos, televisores, neveras e incluso apartamentos. Ésa escasez se traducía en colas y racionamientos, que a veces se prolongaban durante meses enteros. Las relaciones informales y las propinas a los funcionarios eran con frecuencia la única manera de saltarse las colas de semanas para conseguir lo más básico. En aquellas condiciones, el mercado negro prosperaba. A finales de la década de 1960, los que se dedicaban al mercado negro, conocidos como tsejovikí, empezaron a montar fábricas clandestinas en las que se usaban componentes y materiales desviados de plantas propiedad del Estado para producir bienes al margen de la economía regulada. Ésas actividades conllevaban penas de hasta diez años de cárcel o más, pero gradualmente, los productos de aquellas fábricas eran la única manera de compensar al menos parte de la escasez causada por el sistema planificado soviético. Había especuladores de divisas que recorrían los vestíbulos de los hoteles soviéticos de Intourist, a riesgo de ser encarcelados, para adquirir dólares de turistas extranjeros de visita, a un tipo de cambio mucho más ventajoso para los visitantes que el fijado por el Gobierno soviético. Para los especuladores se trataba de un buen negocio: en el sistema de la escasez soviética, cualquiera con acceso a una divisa fuerte era el rey. Los dólares te abrían la puerta a las tiendas Beriozka bien surtidas y reservadas a la élite soviética, donde los anaqueles rebosaban de alimentos de calidad y demás lujos de Occidente. Te permitían adquirir ropa occidental, música pop occidental, cualquier cosa producida al margen de la estancada y lúgubre economía soviética, y que posteriormente podía revenderse para un gran beneficio. La escasez en la Unión Soviética era de tal magnitud que, según Yuri Shvets, exagente de inteligencia exterior del KGB, todo el mundo estaba en venta. Los directores de fábricas falseaban los libros para vender materias primas al mercado negro a cambio de una parte de sus beneficios. Los funcionarios del orden hacían la vista gorda ante los especuladores de divisas que merodeaban por los hoteles soviéticos a cambio de sobornos y de su acceso a los bufés de los establecimientos. Y, en la cúspide de la pirámide, desde la década de 1970, la élite del partido se llevaba una porción del pastel de las tramas de contrabando y comercio ilegal. Todo ello socavaba cualquier esfuerzo por mejorar la productividad. "La Unión Soviética era incapaz de fabricar siquiera un par de pantis o de zapatos –en palabras de Shvets-. Las prostitutas se alquilaban toda una noche a cambio de una sola media, y la noche siguiente a cambio de la otra. Era una pesadilla". Fueron los miembros de la sección de inteligencia exterior del servicio de seguridad los que vieron con mayor claridad que el sistema debía cambiar. Eran ellos los que viajaban y veían cómo funcionaba en Occidente la economía de mercado, los que constataban que el sistema socialista no conseguía mantenerse al día de los avances tecnológicos del mundo occidental. Entre ellos destacaba el legendario jefe de inteligencia militar soviética, Mikhail Milshtein, un hombre corpulento y calvo de cejas pobladas que habría servido durante décadas en Estados Unidos y que regresó a Moscú para dirigir el departamento de inteligencia en la academia militar soviética. En la década de 1970 se trasladó al Instituto para Estados Unidos y Canadá, un vivero de ideas que cooperaba estrechamente con el influyente Departamento Internacional de Falin, donde formaba parte del grupo que buscaba maneras de lograr un acercamiento a Occidente. En los pasillos de aquel instituto, que ocupaba un elegante edificio prerrevolucionario discretamente ubicado en una calle estrecha y arbolada, algo alejado de las avenidas principales de la capital, Milshtein trabajaba, junto a otros compañeros pertenecientes a la élite de la inteligencia exterior, en propuestas de desarme. Estableció estrechos vínculos con el ex secretario de Estado Henry Kissinger en su búsqueda de soluciones para lo que él denominaba "el círculo vicioso" de distanciamiento con Occidente. Al otro lado de la ciudad, en lo más profundo de los barrios periféricos del sur, en un bloque de pisos construido en la década de 1970, un grupo de economistas del Instituto para la Economía Mundial y las Relaciones Internacionales, conocido por las siglas IMEMO, se había puesto a trabajar en reformas con las que empezar a relajar el monopolio estatal soviético sobre la economía. Entre ellos estaba Rair Simonian, un brillante economista de treinta y pocos años hijo de un general de alto rango en la inteligencia militar soviética. Trabajaba codo a codo con su delegado: Andréi Akimov, un agente de la inteligencia exterior al que posteriormente destinarían a la dirección del Banco Soviético en Viena y que más tarde se convertiría en uno de los financieros más importantes en el régimen de Vladímir Putin. Simonian emprendió viajes de investigación a Alemania del Este, donde constató con claridad lo rezagada que se encontraba la economía soviética. Ya en 1979, Simonian había trabajado en una reforma pensada para atraer capital extranjero a la economía soviética mediante la creación de iniciativas mixtas entre empresas extranjeras y soviéticas. Se trataba de una medida atrevida que erosionaría el monopolio soviético sobre todo en el comercio extranjero, y fue vetada de inmediato por el director del instituto. Pero cuando, en 1983, Andrópov nombró a un nuevo director, "se inició una vida absolutamente nueva", según recordaba Simonian. Aleksánder Yálovev, el flamante nuevo cargo, había sido embajador en Canadá y llegaría a ser mentor de Gorbachev y padrino de su perestroika. Simonian también cooperó estrechamente con Yevgueni Primákov, un agente de la inteligencia extranjera con aspecto de mandarín que había trabajado muchos años en Oriente Próximo, de incógnito como corresponsal del periódico soviético Pravda, donde creó fuertes lazos con Sadam Hussein en Irak y con otros líderes que gravitaban en la órbita soviética. A lo largo de toda la década de 1970, Primákov trabajó en el IMEMO, cooperando estrechamente con Milshtein en el Instituto Americano para Estados Unidos y Canadá, y asumió la dirección del IMEMO cuando Yákolev fue ascendido a un cargo en el Politburó. A partir de ése momento dirigiría uno de los principales nidos de progresistas en la sección de la inteligencia exterior. IMEMO, en efecto, se convirtió en una de las salas de máquinas de las reformas promovidas por la perestroika. Bajo el mandato de Andrópov se educó a una nueva generación de economistas. Yegor Giadar, de veintipocos años, abordaba unas reformas de mayor alcance, que según él resultaban fundamentales para la supervivencia del bloque soviético, con un igualmente joven Piotr Aven. Los dos trabajaban con otro instituto clave de principios de los años ochenta del pasado siglo, el Instituto Soviético para la Investigación de Sistemas, y los dos pertenecían a la élite soviética. El padre de Aven había sido uno de los académicos más respetados del país, y el de Gaidar había trabajado de incógnito como corresponsal de Pravda en Cuba, donde ascendió al rango de almirante. Fidel Castro y el Che Guevara lo visitaban en su casa, y su hijo creció rodeado de generales soviéticos de alto rango. Tanto Gaidar como Aven desempeñarían papeles destacados en las reformas de mercado de la nueva Rusia. "Todos los reformistas en pro del mercado que con el tiempo llegarían a ser figuras destacadas –desde Gorbachev hasta los jóvenes reformadores- se educaron en instituciones creadas por Andrópov –comentó Vladímir Yakunin, un estrecho aliado de Putin en el KGB y posteriormente alto cargo ruso-. Las primeras reformas de mercado se diseñaron en ésas instituciones". Una vez que Andrópov asumió el liderazgo del país, sectores progresistas del KGB, encabezados por los directorios de inteligencia exterior y de delitos económicos, empezaron a experimentar con la creación de una nueva clase de emprendedores que operarían más allá de los confines de la economía planificada soviética. Empezaron con los que funcionaban en el mercado negro, los tsejovikí. "La verdadera perestroika se inició con Andrópov –explicó Christian Michel, director financiero que durante más de un decenio gestionó fondos para los soviéticos y, posteriormente, para los regímenes rusos-. Se daba el mensaje de hacer la vista gorda con el mercado negro. Sabíamos que, de otro modo, el país se encaminaba a la hambruna masiva": "Se procedió a la creación consistente de un mercado negro –coincidió Anton Surikov, exagente de alto rango de la inteligencia militar rusa-. Era imposible trabajar en el mercado negro sin las conexiones del KGB y sin la protección del KGB. Sin ellas, era imposible cualquier negocio ilegal". Lo que se había iniciado como una corrupción dentro del sistema se convirtió en un cultivo de laboratorio creado por el KGB para establecer una futura economía de mercado, así como un parche para paliar una escasez que era consecuencia de la economía planificada. Los que se dedicaban al mercado negro pertenecían, sobre todo, a las minorías étnicas de la Unión Soviética. A menudo tenían pocas alternativas, pues sus carreras profesionales se habían visto obstaculizadas por los prejuicios de las élites del partido. "Las únicas personas que lo practicaban eran las que no tenían futuro en el sistema soviético normal, las que habían llegado a un techo de cristal y no podían ir más allá –amplió Michel-. Eran las minorías étnicas: los georgianos, los chechenos, los judíos". Los experimentos con el mercado negro también marcaron el inicio de una aceleración súbita en la transferencia de las inmensas riquezas de la Unión Soviética a través de las empresas amigas relacionadas con el KGB. Ése fue el principio del saqueo del Estado soviético. También fue el principio de lo que llegaría ser una alianza mutuamente beneficiosa entre el KGB y el crimen organizado que se extendía desde el Seabeco de Borís Birshtein en Suiza hasta una empresa pantalla llamada Nordex, en Viena, pasando por Nueva York por mediación de un comerciante de metales llamado Mikhail Cherney, y de su socio con base en Brooklyn, Sam Kislin. Birshtein y el dueño de Nordex, Grígori Luchanski, eran expatriados soviéticos reclutados por el KGB para transferir parte de la riqueza del Estado y el partido en vísperas del hundimiento soviético, según revelarían más tarde los servicios de inteligencia suizos. Posteriormente, Birshtein y Kislin se convertirían en parte de una red de dinero desde la Unión Soviética a América, incluido, indirectamente, el imperio empresarial de Donald Trump" (Belton, pp. 226, 227). Craig Unger en "House of Trump, House of Putin: The Untold Story of Donald Trump and the Russian Mafia" (Penguin Random House, 2018) detecta que John "Sonny" Franzese era un mafioso de la vieja escuela, una reliquia de la era de mediados del siglo XX de las Cinco Familias de la Cosa Nostra, las mismas tribus en guerra representadas en The Godfather, y su regreso a Brooklyn evocó ésa poderosa y mítica saga que ha quedado tan profundamente impresa en la conciencia estadounidense. Sin embargo, de alguna manera la parte más duradera de su legado, una que siempre tendrá su lugar en la historia estadounidense, es prácticamente desconocida hoy. A través de su hijo Michael, Sonny Franzese supervisó una estafa de evasión fiscal de la gasolina que se convirtió en una empresa de mil millones de dólares que duró seis años, hasta que el FBI la disolvió a mediados de los años ochenta. Nacido en Nápoles en 1917, Sonny Franzese había emigrado a los Estados Unidos con su familia cuando era niño, y en su juventud viajaba como copiloto en el camión de la panadería de su padre en Brooklyn. Como se relata en Blood Covenant de Michael Franzese, comenzó su ascenso cuando la vida nocturna mafiosa significaba cenar en el Stork Club en West Fifty Eighth Street en Manhattan, el elegante refugio de Sherman Billingsley para la sociedad de café, donde Sonny cortejaba y se casaba con la chica del guardarropa, y pasaba sus noches saliendo con gente como Grace Kelly, Marilyn Monroe, Ernest Hemingway, Damon Runyon y Walter Winchell. En poco tiempo, los Franzeses se convirtieron en una parte integral de la histórica familia criminal Colombo, la más joven y quizás la más violenta de las Cinco Familias del crimen organizado de Nueva York. Cuando se trataba de generar ingresos para la familia Colombo, Sonny se ocupaba de las apuestas, la usura, la prostitución, las extorsiones y el fraude fiscal. Un hombre matón y con cuello de toro, conocido por su nariz achatada de boxeador (se decía que se parecía al boxeador Rocky Graziano), con el tiempo se convirtió en un catedrático delgado y meticulosamente arreglado que lucía todos los adornos sartoriales necesarios de su profesión: un elegante sombrero de fieltro, un anillo de diamantes en el meñique, zapatos negros puntiagudos, trajes a medida y un abrigo bellamente confeccionado. Mientras tanto, comandaba a media docena de tenientes, cada uno de los cuales tenía hasta treinta soldados en sus organizaciones, y se labró una reputación de ejecutor feroz. A veces iba mucho más allá. En 1974, un soldado de Colombo que había sido demasiado atento con la esposa de Sonny fue encontrado enterrado en un sótano con un garrote alrededor del cuello. Según Vanity Fair, le habían metido los genitales en la boca, un acto que las autoridades caracterizaron como "una aparente señal del disgusto de Sonny". Como subjefe, Sonny estaba en la fila para dirigir toda la organización de Colombo y, con Michael bajo su tutela, los Franzeses buscaron oportunidades en nuevos sectores de la floreciente industria del entretenimiento que se estaban abriendo a la mafia. Financiaron Deep Throat, la infame película porno de Linda Lovelace. Respaldaron a Kama Sutra/Buddah Records de Phil Steinberg, que brindaba oportunidades para el lavado de dinero y el soborno, sin mencionar los éxitos de Lovin´ Spoonful, the Shangri-Las, y Gladys Knight and the Pips, entre otros. En poco tiempo, Michael se había convertido en un caporegime de Colombo como su padre, la persona más joven en la lista de los "50 mayores jefes de la mafia" de la revista Fortune y uno de los que más ganaban en la mafia desde Al Capone. Sin embargo, a principios de los años ochenta, el crimen organizado en Nueva York estaba experimentando un cambio paradigmático por una razón que aún no era ampliamente conocida: los rusos estaban llegando. De hecho, los rusos habían comenzado a colaborar con mafiosos italianos ya en 1980, cuando las dos organizaciones criminales se asociaron en una de las estafas gubernamentales más lucrativas en la historia de Estados Unidos. En ése momento, Michael Franzese, que entonces tenía poco más de treinta años, ya estaba brindando protección a un mafioso llamado Lawrence Iorizzo, que poseía o abastecía a trescientas gasolineras en Long Island y Nueva Jersey y sus alrededores, y estaba haciendo una fortuna robando ingresos fiscales de la venta de gasolina. Ésta estafa fue posible gracias a la lentitud con la que los rezagados funcionarios gubernamentales recaudaron los impuestos a la gasolina. Juntas, las autoridades federales, estatales y locales exigieron un promedio de veintisiete centavos por cada galón vendido, pero se tomaron su tiempo para recaudar, a veces hasta un año. Después de haber registrado docenas de empresas fantasma en Panamá como propietarias de las gasolineras, todo lo que Iorizzo tuvo que hacer fue cerrar cada una de sus gasolineras antes de que llegara el recaudador de impuestos y luego reabrirlas bajo una nueva dirección con una empresa fantasma diferente. Cuando los recaudadores de impuestos vinieron a buscar su dinero, gran parte de él ya estaba en el bolsillo de Iorizzo. Cuando más tarde el FBI investigó la estafa, que se había extendido a seis estados, llamó a la investigación Operación Red Daisy. El plan de Iorizzo iba a las mil maravillas excepto por una cosa: un grupo de hombres estaba tratando de intervenir en la operación de Iorizzo. Acudió a Franzese en busca de ayuda con éstos matones de poca monta que intentaban chantajearlo y entrar en su territorio. Sin perder el ritmo, Franzese encontró una solución mutuamente aceptable y nació una asociación muy lucrativa. Pronto, llegó tanto dinero que Franzese fue ascendido a caporegime en la Cosa Nostra. Luego, en 1984, tres presuntos gánsteres rusos, David Bogatin, Michael Markowitz y Lev Persits, se le acercaron con una propuesta muy similar a la de Iorizzo. Al igual que Iorizzo, tenían su propia estafa sobre el impuesto a la gasolina y, al igual que Iorizzo, necesitaban protección. Franzese vio inmediatamente la oportunidad de conseguir otra oportunidad, pero evaluó a los rusos con una mezcla de respeto y desprecio. Bogatin, con su calvicie cada vez más reciente y sus gafas con montura de acero, parecía más un profesional de cuello blanco que un mafioso ruso. Su padre había pasado dieciocho años en prisión en Siberia porque lo habían "sorprendido" colgando la llave de la puerta de la oficina de modo que accidentalmente cubriera un retrato de Stalin, desfigurando así la imagen del dictador soviético. En 1966, Bogatin se unió al ejército soviético y sirvió en una unidad antiaérea de Vietnam del Norte, donde ayudó a derribar a pilotos estadounidenses. Luego, a mediados de la década de 1970, después de dejar el ejército, comenzó a trabajar como impresor, pero fue despedido por que estaba imprimiendo material prohibido para disidentes judíos. Después de ser incluido en la lista negra de la KGB, en 1977, Bogatin logró salir de Rusia, vino a Nueva York y trabajó en una fábrica. Compró un automóvil, aprendió inglés y comenzó a administrar un servicio de taxi privado. Éso lo llevó a una gasolinera, luego a una distribuidora de combustible, todo mientras trataba amistades entre la diáspora rusa. Habiendo crecido bajo el comunismo, Bogatin adoptó el capitalismo como un pato en el agua, lo que se ganó el respeto de Franzese. Los rusos habían estado entre los pioneros de ésta estafa particularmente lucrativa y tenían alrededor de doscientos miembros trabajando bajo sus órdenes. Querían "mostrar sus músculos", dijo Franzese, en un testimonio ante un subcomité del Senado en 1996, "y no dudarían en recurrir a la violencia cuando consideraran que era necesario hacerlo". A Franzese le resultó más difícil tomar en serio al socio de Bogatin, en gran parte gracias a su vestimenta. Michael Markowitz llevaba joyas llamativas, pesadas cadenas de oro y vistosas camisas de cuello ancho desabrochadas hasta el ombligo. Tal como lo vio Franzese, Markowitz aspiraba a ser John Travolta en Saturday Night Fever, pero en cambio evocaba a los "chicos salvajes y locos" interpretados por Steve Martin y Dan Aykroyd en Saturday Night Live en los años setenta. El elegante Franzese no podía dejar de reírse de él. Markowitz "parecía un vendedor de alfombras que acababa de ganarse la lotería". Al final, sin embargo, el dinero triunfó sobre la moda, y así, un sábado por la mañana del otoño de 1980, Michael Franzese se sentó con Bogatin, Persits y Markowitz en una gasolinera de Brooklyn. "Éstos rusos tenían problemas para cobrar el dinero que se les debía", recordó Franzese. "También estaban teniendo problemas para obtener y conservar las licencias que necesitaban para mantener la estafa del impuesto a la gasolina". Franzese podría ayudar en ambos aspectos. Uno de sus soldados era un tipo llamado Vinnie y, como dijo Franzese, "el trabajo de Vinnie era decir: "Paga el dinero o te romperé las piernas". Vinnie era persuasivo, tanto que la familia Colombo se había hecho famosa por conseguir que la gente pagara sus deudas. Éso no fue todo. Franzese también tenía agentes dentro del gobierno estatal que podían proporcionar a los rusos las licencias al por mayor que necesitaban para defraudar al gobierno. Los rusos necesitaban desesperadamente a Franzese y él sabía exactamente cómo jugar con ellos. "Acordamos compartir las ganancias ilegales, el 75 por ciento para mí y el 25 por ciento para ellos", dijo. "El acuerdo quedó registrado con las cinco familias criminales, y yo me hice cargo de la parte de las ganancias ilegales de la familia Colombo por mi cuenta": "Pronto el dinero llegó a raudales: entre cinco y más de ocho millones de dólares por semana. A medida que la operación se expandió, las ganancias se dispararon a 100 millones de dólares al mes, más de mil millones al año. Los italianos fueron los grandes ganadores, pero Markowitz y Bogatin estaban en buen camino hacia lucrativas carreras criminales. Así, en 1984, en la cima de su éxito, David Bogatin fue a comprar apartamentos en la ciudad de Nueva York. Aunque era socio menor de Franzese, después de siete años en Nueva York, Bogatin había ahorrado suficiente dinero para comprar bienes raíces donde quisiera. Durante aproximadamente una década, miles de judíos rusos como él habían estado llegando en masa a Brighton Beach, Brooklyn. Pero Bogatin tenía puestos los ojos en algo más prestigioso. Entonces, en lugar de comprar una casa en Brighton Beach, Bogatin se obsesionó con un llamativo edificio de cincuenta y ocho pisos en el centro de Manhattan con espejos y accesorios chapados de oro y latón por todas partes. Un monumento al consumo ostentoso, tenía un atrio cubierto de mármol veteado de color rosa y blanco cerca de la entrada y una cascada de veinte metros con vista a una pasarela suspendida, tiendas de lujo y cafés. La Guía AIA de la ciudad de Nueva York lo describió como "una tierra de fantasía para el comprador adinerado", pero se apresuró a agregar que el diseño se parecía más a un "licor de malta" genérico que a un champán elegante. La crítica de arquitectura del New York Times, Ana Louise Huxtable, lo calificó de "monumentalmente mediocre", mientras que otro escritor del Times lo descartó como "absurdamente lujoso" y "llamativo, incluso pretencioso". El amor al exceso del promotor era tal que exageró deliberadamente el número de plantas del edificio. De ésa manera podría decir que vivía en el piso setenta y ocho, aunque era un edificio de cincuenta y ocho pisos. Su dirección era 721 de la Quinta Avenida y era conocida como la Trump Tower. Según el fallecido Wayne Barret quien investigó el acuerdo de Bogatin para Village Voice, el propio Donald Trump tomó la inusual medida de reunirse personalmente con David Bogatin cuando se llevó a cabo la transacción. Aparentemente Trump no encontró nada inconveniente en el hecho de que Bogatin estuviera comprando no uno sino cinco condominios de lujo en la Trump Tower por un total de $6 millones (el equivalente a aproximadamente $14,5 millones en 2018), incluso aunque era poco probable que tuviera una manera legítima de conseguirlo. Tenía en sus manos ésa cantidad de dinero y había llegado a Estados Unidos con sólo 3 dólares en el bolsillo" (Unger, pp. 32, 33).
Sugazy © |
La economía invisible.
¸¸¸¸¸
El 21 de agosto de 1989 había fracasado el
intento de golpe de Estado perpetrado por los comunistas de la línea dura, que
pretendían mantener el poder soviético. Los cambios, en aquellos breves cuatro
días y se habrían producido de prisa. En primer lugar, el líder prodemocrático
Borís Yeltsin había firmado un decreto por el que ilegalizaba el Partido
Comunista soviético y ponía fin a decenios de Gobierno. El planteamiento
desafiante de Yeltsin contra los intransigentes que habían promovido el golpe
dio a éste una gran popularidad. En ése momento, eclipsaba con gran diferencia
a Gorbachev, que se mantuvo tímidamente a un lado del estrado mientras Yeltsin
se dirigía al Parlamento ruso. Con el argumento de que el Partido Comunista era
culpable del golpe ilegal, Yeltsin ordenó que la extensa y laberíntica sede del
Comité Central del Partido, sitiada en la Plaza Vieja de Moscú, quedara
inmediatamente precintada. Archivados en sus centenares de habitaciones
se guardaban los secretos del inmenso imperio financiero soviético, una red que
se extendía por miles de edificios administrativos, hoteles, dachas y
sanatorios, así como en las cuentas bancarias con moneda fuerte y en los
centenares, quizá miles, de empresas extranjeras no declaradas y creadas como
iniciativas mixtas durante los últimos estertores del régimen. A través de
aquellas cuentas corrientes y otras empresas conectadas se habían financiado
las operaciones estratégicas del Partido Comunista en el extranjero, y las de
los partidos políticos aliados. Ésa era la sala de máquinas de la lucha
soviética por la supremacía contra Occidente. Ése era el imperio que Nikolái
Kruchina había administrado como jefe del Departamento de Patrimonio del
Partido Comunista desde 1983. Ése precinto repentino parecía un símbolo de todo
lo que se había perdido. La esposa de Kruchina se acostó temprano ésa noche,
dejando a su marido en el sofá, donde pensaba dormir. Pero a primera hora de la mañana del día
siguiente la despertaron unos golpes en su puerta. Era el portero del KGB, que
le comunicó que su marido se había caído por la ventana de su apartamento de la
séptima planta y estaba muerto. No había signos aparentes de violencia, y el
portero conto que había hallado una nota arrugada en el suelo, junto al cadáver
de Kruchina. "No soy un conspirador –rezaba-. Pero soy un
cobarde. Por favor, que lo sepa el pueblo soviético". El KGB consideró de inmediato que se trataba de un suicidio. Transcurrido poco
más de un mes, lo mismo le ocurrió al predecesor de Kruchina en el cargo de
tesorero. La noche del 6 de octubre, Georgi Pavlov también sufrió una caída
mortal desde la ventana de su vivienda. Su muerte, a los ochenta y un años,
también se consideró un suicidio. Once días después de la muerte de Pavlov, otro
miembro destacado de la maquinaria financiera del partido falleció al
precipitarse desde el balcón de su casa. En ésa ocasión de trataba del director
de la sección americana del departamento internacional del Partido Comunista,
Dmitri Lissovolik. También en éste caso se dictaminó que su fallecimiento había
sido un suicidio. Lo que vinculaba a ésos tres hombres era el conocimiento íntimo de los
sistemas financieros secretos del Partido Comunista en el momento en que el KGB
se preparaba para la transición a la economía de mercado como consecuencia de
la perestroika de Gorbachev. Se creía que el departamento que supervisaba
Kruchina y Pavlov manejaba bienes por valor de 9.000 millones de dólares. Expertos
internacionales estimaban que sus participaciones en empresas extranjeras
multiplicaban en mucho ése valor. Pero en los días inmediatamente posteriores
al hundimiento del Partido Comunista, los nuevos dirigentes de Rusia
descubrieron desconcertados que las arcas del partido estaban prácticamente
vacías. ¿Qué había ocurrido? Circulaban rumores
de que altos funcionarios, supervisados por Kruchina, habían desviado miles de
millones de rublos y otras divisas a través de empresas mixtas creadas a toda
prisa durante los años finales del régimen. A los fiscales rusos a quienes
originalmente Yeltsin había ordenado investigar al Partido Comunista por su
papel en el intento de golpe de agosto, les asignaron pronto la investigación
de lo ocurrido con los fondos del partido. Aunque Yeltsin había exigido que las
oficinas del Comité Central de la Plaza Vieja fueran precintadas, Valentin Falin,
director del Departamento Internacional del Comité, encargado de supervisar la
financiación de las operaciones extranjeras, ordenó inmediatamente a sus
subordinados que iniciaran la destrucción de documentos. Lo que se
encontraba en los archivos podía proporcionar un mapa para llegar a los delitos
del régimen comunista y, más importante aún, al dinero que se había sacado del
país. Las operaciones más secretas se habían llevado a cabo en la Habitación
516, que albergaba la sección especial del Departamento Internacional dedicada
a la "tecnología del partido". La dirigía Vladímir Osintsev, especialista
en operaciones clandestinas que llevaba las campañas de influencia del partido
pensadas para sembrar la discordia en países en que la existencia de éste era
ilegal, como El Salvador, Turquía, Sudáfrica y Chile. Cuando los
fiscales rusos, finalmente, tuvieron acceso a ésa habitación, meses después, en
octubre de 1991, encontraron montones de documentos destruidos, reducidos a
tiras, esparcidos por todo el suelo. Pero quedaban vestigios del empeño puesto
por los operativos del partido para mantener de incógnito a los agentes
durmientes. Los fiscales encontraron gran cantidad de pasaportes y sellos de muchos
países distintos, montañas de otros documentos de viaje en blanco, así como
sellos y visados oficiales a la espera de su emisión. ¿Qué más encontraron? Había un inmenso álbum de fotos lleno de
retratos de personas de toda raza y tipo, una selección de pelucas y barbas, e
incluso moldes de goma para la falsificación de huellas dactilares. Uno de los
empleados del Departamento Internacional, Anatoli Smírnov, se había rebelado y
había sacado a escondidas todo lo que había podido. Entre los documentos
clasificados como de máximo secreto que consiguió extraer había detalles de
cientos de millones de dólares en pagos a organizaciones políticas extranjeras
vinculadas al Partido Comunista. Uno de ellos, fechado el
5 de diciembre de 1989, mostraba una orden emitida por el banco estatal
soviético para transferir 22 millones de dólares directamente a Falin para el
Fondo Internacional del Partido, encargado de financiar a organizaciones de
izquierdas. Otro, del 20 de junio de 1987, ordenaba al Gosbank, el Banco Central de la
URSS, transferir un millón de dólares al tesorero de asuntos internacionales a
fin de que éste proporcionara al Partido Comunista francés fondos adicionales.
La transferencia física de ése dinero a Francia debía organizarla el KGB. Para Smírnov, el
hecho de que el partido se dedicara regularmente a sacar fondos de las arcas
del Estado para financiar sus operaciones políticas y de influencia en el
extranjero significaba que "se estaba
cometiendo un crimen contra nuestro pueblo". Según él, ésa
era una línea roja. Iba en contra de la ley soviética. Las operaciones
del partido deberían de haberse financiado a partir de donaciones de sus
miembros, no con las arcas del Estado. Los fiscales rusos calculaban que se
habían transferido más de 200 millones de dólares desde la Unión Soviética para
financiar a partidos vinculados al comunista en la última década de existencia
de la URSS: la estimación de Smírnov multiplicaba por mucho ésa cantidad. Las
sumas transferidas por otros medios más subrepticios para el apoyo a actividades
más clandestinas seguían sin conocerse. Pero a medida que el equipo de fiscales revisaba lo que quedaba del archivo
del Comité Central, empezó a encontrar documentos que arrojaban luz sobre la
miríada de planes secretos, no oficiales, mediante los cuales otros miles de
millones en fondos parecían haberse desviado. Uno de ésos planes implicaba lo
que los soviéticos denominaban empresas "amigas". Se trataba de compañías de compinches asentadas en el corazón del vasto
sistema de operaciones llevadas a cabo en el mercado negro que mantenían a
flore el bloque del Este. Muchas de ellas estaban implicadas en el
contrabando de tecnología sujeta a embargo. Incluían la serie de empresas
pantalla que Aleksánder Schalck-Golodkowski, funcionario de comercio de la RDA
había desplegado por todo su país, así como por Austria, Suiza y Liechtenstein. Otras se dedicaban a la venta de equipos muy
necesarios para las industrias soviéticas del petróleo, la energía nuclear y
las manufacturas a unos precios muy inflados, mientras los beneficios se
destinaban a financiar las actividades del Partido Comunista y otros
movimientos de izquierdas en Italia, Francia, España, el Reino Unido y otros
países. El dinero que el PCUS enviaba directamente para financiar las actividades
de los partidos comunistas no eran nada comparado con las cantidades que se
hacían llegar a través de las empresas amigas, según Antonio Fallico, un alto
cargo de la banca italiana estrechamente vinculado a la cúpula de la élite
soviética, y posteriormente también con el régimen de Putin. Las donaciones
oficiales que el Partido Comunista italiano recibía anualmente de la Unión
Soviética eran de "sólo unos 15-20 millones de dólares. Éso no llega siquiera a dinero". En sus palabras,
la verdadera financiación procedía de intermediarios. "Todas las empresas
italianas que querían hacer negocios en la Unión Soviética debían pagar dinero
a ésas otras firmas… El movimiento de dinero era colosal": "Los fiscales que rastreaban aquellos archivos hicieron pública una lista
con 45 de ésas empresas. Entre las menos transparentes de todas las dedicadas a
la importación-exportación figuraba al menos un nombre muy conocido: Pergamon
Press, de Robert Maxwell, una gran editorial que llevaba tiempo siendo el canal
de venta de libros científicos soviéticos en Occidente. Apenas unos días antes
de que se publicara la lista, el cuerpo sin vida del controvertido exdiputado
laborista y magnate de los medios de comunicación fue hallado en el Atlántico,
en las inmediaciones de su yate. Entre otras empresas que
trabajaban con el régimen soviético sin ser detectadas estaban titanes de la
industria europea como Fiat, Merloni, Olivetti, Siemens y Thyssen, según un exagente
del KGB que trabajó estrechamente con Putin en la década de 1990, y según otro
empresario que trabajó en aquellas "empresas amigas" en la época
soviética. Dicho empresario, que sólo aceptó hablar a cambio de mantener el anonimato,
reveló que su empresa había suministrado material militar bajo la apariencia de
equipo médico: "El equipo médico era una fachada. Tras ella, la empresa producía importante
equipo militar. Lo mismo ocurría con Siemens y ThyssenKrupp. Todas proporcionaban
a los soviéticos equipos de uso dual. Aquellas empresas amigas
no sólo eran pantallas en el sentido que le damos hoy al término. Se trataba de
algunas de las más importantes empresas europeas". Ésa red de
empresas amigas no estaba implicada sólo en las importaciones. Según un
exasistente de Gorbachev, algunas de ellas se dedicaban a operaciones de
intercambio que funcionaban desde la década de 1970, en la época de Brézhnev.
El monopolio estatal dedicado a la exportación de petróleo, Soyuznefteexport,
por ejemplo, se había implicado en un plan muy sofisticado para intercambiar
petróleo por bienes sujetos a embargo. En un primer momento enviaba petróleo a través de distribuidores a unos
inmensos depósitos situados en Finlandia, donde el origen de la materia prima
se disfrazaba antes de que una maraña de intermediarios lo vendieran a cambio
de tecnología y otros bienes sujetos a embargo, según un exsocio de
Soyuznefteexport. Las exportaciones de fertilizantes también llevaban mucho
tiempo formando parte de ésos planes. Para los fiscales rusos que intentaban
investigar las finanzas del partido, los rastros dejados por ésas estrategias
eran los más reveladores" (Belton, pp. 134, 135). Fortunas no declaradas
en petróleo, metales, algodón, productos químicos y armas se habían sacado de
la Unión Soviética, bien a través de planes de intercambio, bien mediante
acuerdos de exportación, y se habían vendido a precios de saldo a empresas
amigas intermediarias en Occidente. Por medio de ésos acuerdos de exportación, las
empresas amigas compraban materias primas a precios internos soviéticos, que se
fijaban por debajo de las reglas de la economía planificada, lo que les
permitía obtener inmensos beneficios cuando, a su vez, las vendían a precios de
mercado mundial; el precio global del petróleo, por ejemplo, era casi diez
veces superior que el precio soviético para uso interno en aquella época. Así, después
podían sacar los fondos a través de una maraña de cuentas en bancos amigos de
Europa, como el Banco de Gottardo de Suiza, y de paraísos fiscales de Chipre,
Liechtenstein, Panamá, Hong Kong y las Islas del Canal británicas. Las fortunas que
amasaban podían usarse para actividades del Partido Comunista en el extranjero,
para adoptar medidas activas con la que desestabilizar Occidente. Lo más
importante era que el proceso en su totalidad lo supervisaba el KGB, cuyos
colaboradores dirigían las empresas amigas y controlaban gran parte del
Ministerio de Comercio soviético. "Las empresas
amigas vendían a precio global lo que habían adquirido. El beneficio nunca
regresaba a la Unión Soviética –escribió Valentin Stepankov, el fiscal general
encargado de supervisar la investigación-. Todos los contactos con las empresas
amigas se llevaban a cabo a través del KGB". La apropiación
de mercancías aumentó rápidamente en los años finales del régimen soviético.
Después, el que fuera director de análisis económicos para la inteligencia
militar soviética, Vitali Shlíkov, aseguraría que gran parte de las inmensas reservas
militares de la Unión Soviética en materias primas –literalmente, montañas de
aluminio, cobre, acero, titanio y otros metales- con las que se pretendía
mantener en funcionamiento la maquinaria militar soviética en las décadas
venideras, habían empezado a menguar muy deprisa en el momento del hundimiento
soviético. Aun así, los fiscales sólo encontraron retazos de información. Los tratos sobre
materias primas apenas habían dejado rastro. Pero a medida que rastreaban entre
la basura y la destrucción, entre las montañas de papeles triturados, aquellos
fiscales encontraron un documento de vital importancia que quizá pudiera
proporcionar una clave parcial sobre lo que había ocurrido en los años del
ocaso del régimen comunista. Se trataba de un memorando fechado el 23 de agosto
de 1990, firmado por el vicesecretario general de Gorbachev, Vladímir Ivashko,
en el que ordenaba la creación de una "economía invisible" para el Partido
Comunista. La cúpula del partido se había dado cuenta, sin duda, de que le
hacía falta crear de manera urgente una red de empresas e iniciativas mixtas
que protegieran y ocultaran sus intereses económicos a medida que las reformas
de Gorbachev abocaban al país al caos. El partido debía invertir sus recursos
en divida fuerte en el capital de empresas internacionales gestionadas por "amigos". Los fondos y las
asociaciones empresariales habrían de tener "vínculos visibles
mínimos". En el apartamento de
Nikolái Kruchina se halló un documento aún más revelador. Cuando los
investigadores llegaron tras su caída mortal, encontraron una carpeta en su
escritorio. Contenía documentos que apuntaban a una gran red de apoderados que
gestionaban fondos del régimen. Uno de los documentos que supuestamente
encontraron contaba con espacios en blanco para escribir el nombre, el número
del partido y la firma del miembro del mismo que se comprometía a convertirse
en apoderado, un doverennoye litso o
custodio de fondos y propiedades del partido… Los fiscales se
apresuraron a desentrañar lo que podía significar ése documento. Pocos de los
líderes del partido y demás miembros del mismos a los que interrogaron les
revelaron nada. La mayoría aseguraba desconocer dichos planes. Pero el equipo
de fiscales tuvo un golpe de suerte al encontrarse con Leonid Veselovski,
excoronel del directorio de inteligencia exterior del KGB. Por temor a una
oleada de represión, Veselovski reveló abiertamente que había sido uno de los
varios agentes de rango superior de la sección exterior del KGB reclutados para
ayudar a gestionar y ocultar las propiedades y riquezas del partido. Los
funcionarios de la inteligencia exterior habían sido reclutados por sus
conocimientos sobre el funcionamiento de los sistemas financieros de Occidente. Informaban a
Kruchina, el jefe del Departamento de Patrimonio, así como a Vladímir
Kriuchkov, el jefe del KGB, y a Vladímir Ivashko, tesorero del Comité Central.
Veselovski, especialista en economía internacional, había sido trasladado desde
su destino en Portugal, en noviembre de 1990, a fin de que trabajara en el plan
para crear una "economía invisible" pensada para la riqueza del partido. Fue él quien propuso el sistema de
los "apoderados" o doverenniye litsa, que
retendrían y gestionarían los fondos en representación del partido. Había
preparado una serie de notas para Kruchina con propuestas para disfrazar los
fondos del partido a fin de evitar su confiscación. Entre ellas estaban invertirlos en obras benéficas o sociales, o
mantenerlos en acciones y participaciones. El procedimiento debía llevarlo a
cabo el KGB. En otra nota sugería la creación de una red de empresas e
iniciativas mixtas, entre ellas corredurías y firmas comerciales, en paraísos
fiscales como Suiza, donde los accionistas serían los "apoderados". Así como la STASI ya había empezado a
prepararse, transfiriendo fondos a una red de empresas pantalla antes de la
caída, el KGB estaba preparando al partido para el cambio de régimen,
plenamente consciente de que su monopolio de poder era cada vez más precario. En el caso de
algunos agentes de la red de inteligencia exterior reclutados para trabajar en
la planificación, cuando recibieron órdenes de Kriuchkov de que empezaran a
crear empresas privadas, aquella fue una señal clara de que la partida había terminado
para el régimen comunista. "En cuanto ocurrió, entendí que era el fin", comentó Yuri
Shvets, alto cargo de la plaza del KGB en Washington hasta 1987. Pero cuando,
tras el fracaso del intento de golpe de agosto de 1991, el Partido Comunista
soviético dejó de existir, no quedaba nada claro qué había ocurrido con las
estructuras creadas para preservar su riqueza, ni quién estaba a su cargo. Para
los fiscales rusos encargados de la investigación, los documentos encontrados
en los archivos y en el piso de Kruchina sólo aportaban unas líneas muy
generales sobre la red. Las cifras y los engranajes de los planes, los
apoderados, aquellos doverenniye litsa
que gestionaban los fondos, la red de empresas, iniciativas mixtas y
corredurías, permanecían ocultos. Preguntados posteriormente sobre los
documentos, ex miembros del Politburó insistieron en que el hundimiento se
produjo tan rápida e inesperadamente que nadie tuvo tiempo de aplicar los
planes de Ivashko para la "economía invisible". Pero los fiscales hallaron abundantes indicios
de que el proyecto sí había llegado a activarse, al menos en parte, y estaba
bastante avanzado; y también de que parecía dirigirlo el brazo de la
inteligencia exterior del KGB. La evolución profesional de Veselovski era sólo
una pista. Dos semanas antes del intento de golpe de agosto, había dimitido de
su cargo y se había dirigido a Suiza, donde asumió un puesto en una empresa
comercial llamada Seabeco, ejemplo paradigmático de las "empresas amigas" apoyadas por el
KGB, y que había vendido grandes cantidades de materias primas de la Unión
Soviética. La empresa la había dirigido un expatriado soviético llamado Borís
Brishtein, que en la década de 1970 se había trasladado primero a Israel y
posteriormente a Canadá, donde creó una serie de empresas mixtas, una de las
cuales con una luminaria de la inteligencia extranjera soviética. El KGB parecía
tener mucho que ver con la creación de Seabeco. Preguntado al respecto, el
exjefe del KGB Vladímir Kriuchkov admitió que la empresa comercial había sido
creada como un canal para los fondos del Partido Comunista. Pero insistió una
vez más en que los planes no habían llegado a aplicarse. Pero aparecían señales
reveladoras de que la relación de Seabeco con el KGB había sido continuada. Se filtró una
conversación telefónica pinchada entre un socio de Seabeco y un jefe de
inteligencia exterior rusa; en ella los dos hombres trataban abiertamente de la
red comercial que habían creado. Ése colaborador de Seabeco, Dmitri Yakubovski,
hizo público que Seabeco había recibido decenas de millones de dólares para
financiar operaciones del KGB en Europa. En cualquier caso, cualquier posibilidad de
los fiscales de seguir el curso del dinero pareció esfumarse cuando Veselovski
despareció de su puesto en Suiza sin dejar rastro. Sin una financiación
adecuada y con apenas un ligero rastro en papel, los fiscales no tardaron en
toparse con un muro: "En el interior de Rusia, habían podido
reseguir la transferencia de miles de millones de rublos desde el Departamento
de Patrimonio de Kruchina hasta más de un centenar de empresas del partido y
bancos comerciales. Pero sus intentos de recuperar ni que fuera algo fueron en
vano… Los agentes de inteligencia de la sección exterior de la KGB encargados
de la creación del plan eran ahora los que poseían las llaves de toda aquella
riqueza oculta. "Finalmente, cuando la Unión Soviética se
hundió, cuando la música cesó, aquellos hombres del KGB eran los que sabían
dónde estaba el dinero –dijo Helbsy-. Pero para entonces se habían convertido en
empleados de un Estado Soviético que ya no existía". En todo caso,
algunos de ellos se quedaron; se conservaban fragmentos de las redes de la
inteligencia exterior. Entre bastidores, entre el caos, "algunos de ellos
siguieron gestionando el dinero para el KGB", añadió Helbsy. La noche en que
Kruchina cayó al vacío y encontró la muerte fue la noche en que la riqueza del
Partido Comunista pasó a una nueva élite… Y parte de ella fue a parar a agentes
de la inteligencia exterior del KGB. Sin duda, parte del dinero había sido
robado, se lo habían quedado los mandamases del partido y el crimen organizado.
Pero los agentes
de inteligencia exterior eran quienes controlaban las cuentas cuando Yeltsin
firmó el decreto que enviaba a la historia al Partido Comunista soviético. Es
posible que Kruchina se desesperase al darse cuenta de que los hombres que
manejaban los fondos ya no estaban bajo su control. También puede ser que lo
enviaran a la muerte aquellos mismos hombres, para asegurarse de que ya nunca
pudiera contar nada. "Es muy probable que Kruchina se asustase al pensar que podrían preguntarle
dónde habían ido todos aquellos bienes –comentó Pável Voshchánov, exportavoz
del Yeltsin y periodista que pasó muchos años investigando el dinero robado del
partido-. Kruchina era el que daba las órdenes, pero a partir de cierto momento
ya no supo dónde estaba el dinero. El Estado se estaba destruyendo. El KGB se
estaba destruyendo. Y ya nadie sabía dónde se encontraban aquellos tipos del
KGB… ni quiénes eran". La historia de aquella
búsqueda de riqueza desaparecida del partido llevada a cabo por los fiscales se
perdió enseguida en el tumulto del hundimiento. Pero lo que los fiscales
encontraron entonces era un modelo de todo lo que estaba por llegar. Los planes
para el contrabando, las empresas amigas y los apoderados se convertirían en el
modelo con el que operaría el régimen de Putin y sus operaciones de influencia.
El hecho era que partes de aquella élite de la inteligencia exterior del KGB
habían empezado a preparase para la transición en una economía de mercado ya
desde que el anterior director del KGB, Yuri Andrópov, se convirtió en líder soviético
en 1982" (Belton, pp.
153, 154, 157).
Sugazy © |
Donald John Trump.
¸¸¸¸¸
En el mundo de la inteligencia, los activos
son personas dentro de países espiados que proporcionan inteligencia a una
potencia extranjera. Las diferentes categorías de activos incluyen aquellos que
eligen trabajar para un gobierno extranjero porque prefieren su ideología,
aquellos que traicionan a su país para obtener ganancias monetarias, aquellos
que están siendo chantajeados, y los llamados idiotas útiles que ni siquiera saben
que están siendo utilizados, pero que aún proporcionan información valiosa a
través de fallas de seguridad o la persecución ciega de sus propias agendas. En 1985, había
1300 agentes de la KGB destinados en Estados Unidos. El FBI sólo tenía 350
agentes de contrainteligencia. Desde los primeros días de la Guerra Fría, la
KGB sedujo a parlamentarios y diplomáticos, se infiltro en los niveles más
altos de la administración pública y plantó noticias falsas en periódicos de
todo el mundo. Una circular de la KGB del 1 de febrero de 1984 ordenaba reclutar
americanos y la indicación de no sólo trabajar con gente de ideología de
izquierda, en consonancia con los preparativos del cambio de régimen económico.
Los espías de la KGB empezaron a infiltrarse en los thin tank conservadores cercanos a la administración Reagan y
acercarse a los futuros líderes de la política estadounidense. En ése momento, la
KGB estaba profundamente preocupada por su incapacidad para reclutar más
activos estadounidenses y dio instrucciones a agentes en el extranjero para que
encontraran objetivos estadounidenses para cultivar. Los servicios de
inteligencia soviéticos vigilaban de cerca a los empresarios estadounidenses de
la época. En particular aquellos que mostraban signos de narcisismo, arrogancia,
ambición y vanidad, rasgos que Donald Trump encarnaba a la perfección. La
proximidad entre Trump y las redes criminales rusas alertó a los servicios de
inteligencia soviéticos. A principios de los años 1980, Donald Trump era un
extravagante promotor inmobiliario de Nueva York, aspiraba a conquistar
Manhattan con la construcción de la Trump Tower, un rascacielos de 58 plantas
que se convertiría en el símbolo de su imperio. Pero detrás de ésta fachada de éxito, el empresario está acorralado por
las deudas. Es entonces cuando los oligarcas rusos, deseosos de diversificar
sus inversiones en el extranjero, entran en escena. The Wall Street Journal informaba que el imperio de Trump se estaba
tambaleando y que estaba reuniéndose con banqueros en un intento de reorganizar
su enorme deuda. Kennet McCallion, ex fiscal antimafia de Nueva
York, estaba investigando a Trump por las pérdidas en sus casinos de Atlantic
City y otras empresas fallidas. En los años siguientes,
alrededor de un tercio de sus apartamentos de la Trump Tower se vendieron a
particulares con vínculos con el crimen organizado ruso. Craig Unger detecta un
elemento más en el acuerdo que fue altamente irregular. El extraordinario
revuelo que envolvió el glamour del edificio eclipsó el hecho de que la Trump
Tower ofrecía una característica especial que era extremadamente rara. En ése
momento, según el autor David Cay Johnston, la Trump Tower era uno de los dos
únicos edificios en la ciudad de Nueva York que vendían condominios a
compradores que utilizaban compañías fantasma, como compañías de
responsabilidad limitada, que permitían a los compradores comprar bienes raíces
ocultando sus identidades. Gracias a ésas regulaciones laxas, Trump
comenzó a vender condominios en la Trump Tower como un vehículo ideal a través
del cual los delincuentes podían invertir su dinero sucio en condominios de
lujo manteniendo su propiedad en el anonimato. Así, según la fiscalía general del estado de
Nueva York, cuando Trump cerró el trato por cinco apartamentos con David
Bogatin, lo supiera o no, acababa de ayudar a lavar dinero para la Mafia Rusa.
Algunas personas en la KGB comenzaban a darse cuenta de que la economía de la
Unión Soviética estaba condenada al fracaso. Finalmente, con las muertes de los líderes soviéticos Leonid Brezhnedv en
1982 y Yuri Andrópov en 1984, y el ascenso del anciano y enfermo Konstantin
Chernenko al primer puesto en el liderazgo soviético, las viejas estructuras
del partido estaban fallando. Todo lo cual creó un gigantesco vacío de poder
que la Mafia Rusa debía llenar en un momento en el que había crecido a
aproximadamente nueve mil bandas criminales con treinta y cinco mil miembros,
muchos de los cuales, probablemente incluido Bogatin, buscaba transferir fondos
ilícitos a paraísos seguros en Occidente. Dos fuerzas poderosas en
una economía sumergida global recién creada comenzaron a unirse. Por un lado,
la desintegración de la Unión Soviética había abierto un torrente parecido a
una manguera de incendios de cientos de miles de millones de dólares en fuga de
capitales que comenzaron a brotar de oligarcas burócratas ricos y mafiosos en
Rusia y sus satélites. Por otro lado, el afán vendedor de Donald Trump podría lavar grandes
cantidades de dinero ocultando sus identidades personales. Durante los
siguientes treinta años, decenas de abogados, contadores, agentes
inmobiliarios, agentes hipotecarios y otros profesionales administrativos se
unieron para facilitar éste tipo de transacciones a gran escala. Sin embargo, según
una investigación de BuzzFeed realizada por Thomas Frank, más de 1,30
condominios, una quinta parte de todos los condominios de la marca Trump
vendidos en Estados Unidos desde los años ochenta, se vendieron "en transacciones
secretas y exclusivamente en efectivo que permiten a los compradores evitar
escrutinio legal protegiendo sus finanzas e identidades". El artículo de BuzzFeed añadió que el valor
total de éstas ventas de condominios (ventas que coinciden con los criterios
del Tesoro de Estados Unidos para un posible lavado de dinero) fue de
aproximadamente 1.500 millones de dólares, una cifra que en realidad no
subestima la cantidad de dinero sucio que se está jugando. El artículo no incluía los numerosos edificios
de Trump fuera de Estados Unidos, como los rascacielos con la marca Trump en
Canadá, Filipinas, Panamá, Uruguay, Turquía, India, Corea del Sur y otros
países donde el presidente Trump suele licenciar su nombre y recauda regalías.
Aun así, durante las siguientes cuatro décadas se produjeron transacciones
similares en la Trump Tower y otros edificios de la marca Trump con tanta
frecuencia que es difícil imaginar que Donald Trump no tuviera conocimiento
alguno de lo que estaba pasando. Puede que Bogatin haya
sido el primer ruso en utilizar condominios de Trump para lavar dinero, pero
otros criminales vinculados a la mafia italiana ya habían hecho lo mismo. De hecho, el
asociado de la familia criminal Lucchese, Robert Hopkins, que dirigió una de
sus operaciones de juego ilegal más grandes de Nueva York, compró sus
apartamentos en la Trump Tower en 1981, dos años antes de que se abriera el
edificio. Cuando se reunió con Trump en la clausura, abrió su maletín y
aproximadamente 200.000 dólares en efectivo se derramaron sobre la mesa de conferencias
de Trump. De manera similar, poco después de la inauguración de la Trump Tower en
1983, el financiero italiano Roberto Polo, que posteriormente fue encarcelado
por malversación de fondos, compró seis apartamentos de la Trump Tower a nombre
de empresas fantasma extraterritoriales. Y Jean Claude "Baby Doc" Duvalier, el
brutal y corrupto ex líder de Haití, compró un apartamento en el piso cincuenta
y cuatro en agosto de 1983. Aún más importante, la transacción de Bogatin puede
haber representado un contacto inicial de la inteligencia soviética para ver si
Trump era un potencial "activo" o agente de influencia soviético. En Trump los soviéticos habían
descubierto a un hombre que se involucraba en transacciones dudosas sin hacer
preguntas. Tanto el FBI como la KGB estaban interesadas en Donald Trump por
motivos distintos. Según Yuri Shvets,
exagente de inteligencia exterior del KGB, en 1980 Trump compró cientos de
televisores para el hotel Grand Hyatt. El hombre que vendía los televisores,
Semion Kislin, era un "agente de
vigilancia" de la KGB, es decir, alguien que busca nuevos
activos y agentes que cultivar. En 1987, las autoridades soviéticas se ponen en
contacto con Donald Trump por primera vez a través de la hija del embajador
soviético en Estados Unidos: Natalya Dubinina. Durante una reunión diplomática
se hizo amiga de Trump. Dubinina trabajaba en la Biblioteca de ONU, un
importante nido de espías para la KGB. Ésa actividad era una tapadera,
trabajaba en secreto en la Primera Dirección de la KGB. En julio de 1987, Trump
recibe una misiva del embajador soviético, Yuri Dubinin: "Estimado señor
Trump: Tengo buenas noticias desde Moscú, la Agencia de Turismo Soviética
Intourist le gustaría asociarse para construir un hotel". La agencia
Intourist estaba controlada por la KGB. Era un procedimiento establecido para
las estaciones de la KGB en los Estados Unidos, utilizar al embajador Dubinin
para pasar invitaciones a los estadounidenses. Ésos viajes se utilizaron
para un "desarrollo profundo", reclutamiento o para una reunión con los responsables de la KGB. A
continuación, el general de la KGB Ivan Gromakov en la rezidentura de la Primera Dirección General de la KGB en
Washington, supervisó la invitación de Trump a Moscú. Antes de ir a
Moscú, dijo Shvets, la KGB habría evaluado la personalidad de Donald Trump: "El tipo no es una
galleta complicada, sus características más importantes son un bajo intelecto
junto con una vanidad hiperinflada. Ésta combinación lo convierte en el sueño
de un reclutador experimentado". Con Trump pasa algo especial, mantiene sus
defectos con el tiempo, ésa es su virtud política. Cuando Trump dice algo, a
menos que exista una causa de fuerza mayor, generalmente cumple lo que dice. En ése momento la KGB estaba preocupada por la
pérdida de activos antiguos como Armand Hammer de Occidental Petroleum, que
tenía una larga relación con la URSS. Así que cortejaron a Trump sugiriéndole
que construyera la Trump Tower en Moscú. El 4 de julio de 1987, Trump visita la
URSS con el proyecto de construir una Trump Tower en Moscú. Es acompañado por
su primera esposa, la checoslovaca Ivana Zelníčková, que hablaba
ruso. Según Shvets, Trump no era un agente sino un tipo especial de activo
conocido como "contacto de confianza". "No se reclutan contactos de confianza, las relaciones con ellos se cultivan
con el tiempo". Cuando Donald Trump regresó, The New York Times informó falsamente que se
había reunido con Gorbachev y que sus puntos de vista sobre el control de armas
eran bien conocidos por los soviéticos, validando así a Trump como un experto
en armas nucleares en el escenario mundial. No se había producido tal reunión con
Gorbachev. Unas semanas más tarde, en septiembre de 1987, Yuri Shvets estaba en
su oficina de la KGB cuando llegó a su escritorio un cable promocionando una
nueva "medida activa" exitosa por parte de un nuevo activo de la KGB. Adjunto había un anuncio
de página completa de The New York Times expresando varios temas de
conversación de la KGB. Fue firmado por Donald Trump. ¿A qué se refería Shvets?
En agosto de 1987 Trump regresa de la URSS, toma interés en la política
exterior y compra cuatro páginas de publicidad en The New York Times, The Washington
Post y The Boston Globe con un
costo de casi 100.000 dólares: "No hay nada malo en la política de defensa
exterior de Estados Unidos que un poco de actitud no pueda curar: Una carta abierta de Donald Trump sobre por
qué Estados Unidos debería dejar de pagar para defender a países que pueden
darse el lujo de defenderse a sí mismos". Donald John
Trump. Al pueblo estadounidense:
Durante décadas, Japón y otras naciones se han estado aprovechando de Estados
Unidos. La saga continúa sin cesar mientras defendemos el Golfo Pérsico, un
área de importancia sólo marginal para Estados Unidos por sus suministros de
petróleo, pero de la que Japón y otros países dependen casi por completo. ¿Por
qué éstas naciones no pagan a Estados Unidos por las vidas humanas y los miles
de millones de dólares que estamos perdiendo para proteger sus intereses? Arabia Saudí, un
país cuya existencia misma está en manos de Estados Unidos, la semana pasada se
negó a permitirnos utilizar sus detectores de minas (que, lamentablemente son
mucho más avanzados que los nuestros) para vigilar el Golfo. El mundo se ríe de
los políticos estadounidenses mientras protegernos barcos que no son de nuestra
propiedad, que transportan petróleo que no necesitamos y destinados a aliados
que no nos ayudarán. A lo largo de los
años, los japoneses, libres de los enormes costos de defenderse (siempre que
Estados Unidos lo haga gratis), han construido una economía fuerte y vibrante
con superávits sin precedentes. Han logrado brillantemente mantener un yen
débil frente a un dólar fuerte. Ésto, sumado a nuestro
monumental gasto en defensa suya y de otros, ha llevado a Japón a la vanguardia
de las economías mundiales. Ahora
que la situación está cambiando y el yen se está fortaleciendo frente al dólar,
los japoneses se quejan abiertamente y, como es habitual, nuestros políticos
están reaccionado a éstas quejas injustificadas. Es hora de que pongamos fin a nuestros enormes
déficits haciendo que Japón y otros países que puedan permitírselo paguen.
Nuestra protección mundial vale cientos de miles de millones de dólares para
éstos países, y su interés en su protección es mucho mayor que el nuestro.
Hacer que Japón, Arabia Saudí y otros paguen por la protección que brindamos
como aliados. Ayudemos a
nuestros agricultores, a nuestros enfermos y a nuestras personas sin hogar
aprovechando algunas de las máquinas con mayores ganancias jamás creadas:
máquinas creadas y cuidadas por nosotros. "Gravar" a éstas naciones ricas, no a Estados Unidos. Poner fin a nuestros enormes
déficits, reducir nuestros impuestos y dejar que la economía estadounidense se
libere del costo de defender a aquellos que fácilmente pueden permitirse
pagarnos por la defensa de su libertad. No dejemos que se rían más de nuestro
gran país. Sinceramente. Donald J. Trump. El 1 de septiembre de 1987, The Washigton Post
publicó "Entre líneas del anuncio de un millonario. La incursión en política
exterior del New Yorker sigue a las oberturas políticas" (de Howard
Kurtz): "Donald J. Trump, el desarrollador multimillonario que se ha metido en
algunas disputas muy publicitadas con funcionarios de la ciudad aquí, está
usando su dinero para adentrarse en las aguas más exóticas de la política
exterior. En anuncios de página completa publicados en The Washington Post, The New
York Times y The Boston Globe, Trump sostiene que Estados Unidos debería
presentar a Europa Occidental y Japón una factura por los esfuerzos de Estados
Unidos para salvaguardar el paso de los petroleros en el Golfo Pérsico. La riqueza y la
extravagancia de Trump lo han convertido en una propiedad política muy
cotizada. Los líderes republicanos de Nueva York intentaron, sin éxito,
reclutarlo para competir contra el alcalde Edward I. Koch en 1989 o el
gobernador Mario M. Cuomo en 1990. Y un veterano organizador republicano en New
Hampshire está circulando peticiones de nominación para Trump en las primarias
presidenciales republicanas del estado de 1988, aunque Trump dijo que era "muy improbable" que se postulara.
El anuncio del Golfo
Pérsico se desarrolló con ejecutivos de publicidad que formaban parte del "Equipo del Martes" que preparó los
anuncios en los medios para la campaña de reelección del presidente Reagan en
1984. Pero uno de ellos, Tom Messner, dijo que conocía ninguna agenda política
más amplia, y Norma Foederer, asistente de la Organización Trump, dijo que
cualquier candidatura a un cargo "era lo más alejado
de su mente". Trump
"escribió la carta él mismo", dijo Messner. "La idea de hacerlo
fue suya. Éramos simplemente expedidores. Diseñamos el anuncio,
recomendamos los periódicos, manejamos el dinero y lo colocamos. Nuestro aporte
creativo fue mínimo". Trump, de 41 años, promotor de la Trump Tower de 190 millones de dólares
aquí, un casino de Atlantic City y otros megadesarrollos, es un importante
contribuyente a las campañas políticas locales. En una disputa con Koch sobre si la cadena de
televisión NBC se mudará a una propiedad de Trump en el West Side de Manhattan
o se mudará a Nueva Jersey, Trump ha llamado al alcalde "imbécil" y a sus
principales asesores "imbéciles". Koch llamó cerdito a Trump, quien ha estado buscando reducciones de
impuestos para la propiedad de Manhattan. Trump también avergonzó
recientemente a los funcionarios de la ciudad al restaurar una pista de
patinaje sobre hielo en Central Park y obtener una ganancia de 500.000 dólares
después de que la ciudad arruinara el trabajo". El 2 de
septiembre de 1987 Trump aparece en el programa de Larry King de CNN afirmando
que podía negociar un tratado de desarme nuclear con la URSS. Larry King: "Donald Trump, el
promotor inmobiliario multimillonario, suena más como un político en éstos días
que como el constructor más grandioso y controvertido de Estados Unidos. Cuando
no está de acuerdo con una cuestión de política, lo hace a lo grande. Hoy,
invirtió 95.000 dólares en un anuncio de página completa en un periódico, que
apareció en muchos periódicos, criticando la política exterior del gobierno. Los rumores en el campo de Trump apuntan hasta
la presidencia. ¿Podría el magnate de Manhattan estar mirando a la Casa Blanca
o simplemente está diciendo un rumor? ¿Eres republicano, Donald?". Trump: "Soy republicano, sí. Entonces, si hubiera
política, sería como republicano. Supongo que sería como republicano. Pero no
veo que haya política. Larry King: "¿Por qué entonces
el anuncio? Quiero decir, dijiste que querías decirlo. Hay muchas maneras de
decir las cosas. Supongo que un anuncio es unidireccional. Podrías haber
convocado programas como éste, habría intentado que aparecieras. ¿Por qué
ahora?". Trump: "Bueno, es muy
fácil. Estaba cansado, y creo que mucha gente está cansada, de ver cómo otros
países estafan a Estados Unidos. Éste es un gran país. Se ríen de nosotros a
nuestras espaldas, se ríen de nosotros por nuestra propia estupidez y la de los
dirigentes. Quiero decir, lo que tenemos es una situación en el Golfo Pérsico.
¿Viste lo que pasó hoy? Se gastan miles y miles de millones de dólares en
conseguir petróleo para Japón y no se paga nada por ello. Básicamente, no
pagan nada por ello. Tenemos camiones cisterna yendo y viniendo que nuestros
hombres están protegiendo y perdiendo la vida. Quiero decir, están perdiendo la
vida, Larry. Estamos gastando miles y miles de millones en protección, y ésos
petroleros se están dirigiendo a Japón. Es simplemente absurdo. El otro día vi
reír al Ministro de Petróleo de Kuwait mientras explicaba cuánto dinero
pretenden ganar con el Bridgeton, que ha sido un desastre total, el Bridgeton.
Y me dije a mí mismo, ¿no es una pena? Ésta hablando de cuánto dinero van a
ganar, y aquí estamos. Él está sonriendo y riendo. ¿Por qué no conseguimos algo
de ése dinero? ¿Por qué estamos protegiendo, tenemos hombres rana, tenemos
helicópteros, tenemos portaaviones y todo tipo de barcos, en todo el Golfo
Pérsico, para que éste hombre y su pequeño grupo puedan ganar mucho dinero?
Creo que es ridículo… Una de las razones
por las que decimos que lo estamos haciendo es porque lo estamos haciendo y
porque todos los presidentes anteriores han respaldado hacerlo. Supongo que el
tipo de pensamiento de un emprendedor es que el hecho de que alguien más haya
dicho que estaba bien no significa que sea correcto". Larry King: "¿Bien?". Trump: "Larry, el país está perdiendo doscientos mil millones de dólares al año.
Doscientos mil millones. Éste país no puede seguir perdiendo doscientos mil
millones de dólares. Japón es una de las maquinas más ricas jamás creadas. Arabia Saudita, y no
lo es, oye, déjame decirte que soy un gran beneficiario de Japón. Compran mis
apartamentos con creces. Son buena gente. Pero deben serlo: se están riendo
para sus adentros de lo que está sucediendo aquí. Nos estamos engañando a
nosotros mismos. Se ríen para sus adentros, Larry, de lo que está pasando con
éste país". Larry King: "Pero Donald, mucha gente siente lo mismo que tú. Y muchas personas tal vez
con tanto dinero, o ciertamente algunas personas con tanto dinero, se sienten
como tú. ¿Por qué lo hiciste público?". Trump: "Porque alguien
tenía que hacerlo, Larry. Observo y repito que es un punto muy importante.
Japón es una máquina de hacer dinero. Arabia Saudita es una máquina de hacer
dinero. Kuwait. Éstas son máquinas de hacer dinero, las más grandes jamás
creadas. Estados Unidos lo es… si fuera una corporación, estaría en quiebra.
Está perdiendo doscientos mil millones de dólares al año. Desde hace años se
está perdiendo éso. ¿Qué derecho tenemos a salir a defender? ¿Por qué éstos
países, éstas ricas máquinas de hacer dinero, no nos pagan por la defensa de su
libertad y sus naciones? ¿Por qué no nos pagan?". Larry King: "Somos una especie
de guardianes del mundo, ¿no?". Trump: "No creo que
debamos serlo". Creo que Japón sin duda debería hacer una contribución". Pregunta del
público: "Siempre he sentido que la OTAN y Alemania Occidental, es decir, tenemos
todas ésas tropas allí, creó que deberían pagar lo que les corresponde. Y mi
segunda pregunta es, y colgaré, qué otro tema es cercano y querido para su
corazón. Gracias". Trump: "Muchas gracias. Te
lo agradezco. Y estoy de acuerdo contigo sobre la OTAN. Estoy de acuerdo
contigo en lo de otros países. No quiero destacar a Japón. No quiero señalar a
Arabia Saudita. Pero en éstos países la gente entiende el tipo de riqueza de la
que estamos hablando. Y los destacaré, pero hay muchos otros países
que están aprovechando enormemente ésto, incluida la OTAN. Si nos fijamos en
los pagos que estamos haciendo a la OTAN, son totalmente desproporcionados con
los de todos los demás. Y es ridículo. En cuanto a otras causas cercanas y
queridas… Ésta es la causa, porque si podemos resolver ésto, entonces podemos
ocuparnos de algo que considero de suma importancia, y es la situación de las
personas sin hogar, de los agricultores, de los enfermos. No tenemos dinero.
Vamos… éste país está arruinado. Y ésta arruinado porque estamos haciendo cosas
que no deberíamos hacer. Si tuviéramos capacidad empresarial en éste país,
estaríamos obteniendo muchas ganancias, las llamadas ganancias excedentes. Y
ésa ganancia, ése dinero, podría servir para defender a nuestros (y
literalmente quiero decir defender) a nuestras personas sin hogar, a nuestros
pobres, a nuestros enfermos y a nuestros agricultores. Y ahí es donde
deberíamos gastar el dinero. No dárselo a países a los que, para empezar, les importamos
un carajo". Larry King: "Dame una previsión de desarrollo para el resto de los años 80. ¿Bueno o
malo para los edificios?". Trump: "Creo que va a estar bien en la ciudad de Nueva York. Ha sido malo en muchos
otros lugares. La situación empeorará a menos que hagamos algo respecto de éste
horrible y horrendo déficit. No se puede seguir perdiendo doscientos mil
millones de dólares al año. Va a ser tan malo que la gente nunca lo hará.
Realmente creo que, lamentablemente, ésto podría ser mucho peor que una
recesión. Éste podría ser el paso más allá. Odio usar la palabra "depresión", pero si no solucionamos la pérdida de doscientos mil millones al año, que
es exactamente lo que tenemos, éste país va a tener un problema muy serio a
principios de los años noventa". Larry King: "Otra cosa. ¿Podría la próxima presidencia ser de un solo mandato debido a éso?". Trump: “Creo que el próximo presidente de Estados Unidos podría tener
problemas muy, muy serios. Creo que será una presidencia muy difícil debido a
los problemas de los que estamos hablando en éste momento". Larry King: "Y no quieres que sea Donald Trump". Trump: "No quiero que sea Donald Trump, pero sí quiero
que se resuelvan los problemas, Larry" (CNN, 1987).
Sugazy © |
Státni bezpečnost (StB).
¸¸¸¸¸
Kieran Williams en "The StB in Czechoslovakia, 1945-89" (Palgrave
Macmillan, 2001) aborda que, en el estudio sistemático de la política
comunista, pocas instituciones recibieron tanto peso, pero tan poco análisis,
como el servicio de seguridad. Se suponía ampliamente que los regímenes
impopulares, especialmente en Europa del Este, no podrían sobrevivir sin la
ayuda de la policía secreta. Sin embargo, después de la demolición de la
predicción de la teoría totalitaria de que el terror aumenta cada año que pasa,
se hicieron pocos intentos de evaluar el papel de la coerción estatal en la
reproducción del sistema. Éste silencio, debido únicamente en parte a
una falta de datos, fue un síntoma del fracaso general de los intelectuales
después de 1945 para enfrentar el problema del terror. El único esfuerzo
sustancial de la sovietología fue la explicación funcionalista de que el terror
se mueve en tres fases, en función de las necesidades de la revolución. En primer lugar,
se utiliza para consolidar el nuevo régimen eliminando a sus enemigos
inmediatos. Luego se utiliza como instrumento en el ataque de la revolución a
las bases de la organización social. Una vez que el nuevo orden se estabiliza,
el terror se degrada y sus excesos se repudian mientras la élite aplaca a las
masas, reservando la coerción para unos pocos problemáticos. Éste marco tiene
sus atractivos para explicar la conducta de la policía de Seguridad del Estado
de Checoslovaquia, la StB: inmediatamente después de la toma del poder
comunista, la coerción se dirigió contra los oponentes inmediatos del Partido
Comunista y luego escaló hasta convertirse en una campaña más amplia de
represión anunciada en febrero de 1950, y comenzó a mutar en 1954-1956 hacia
una política cada vez menos expansiva de vigilancia y persecución selectivas.
Sin embargo, es necesaria alguna modificación de ésta interpretación en tres
etapas. Como todos los marcos funcionalistas, sigue el argumento circular de
que el comportamiento de una institución siempre puede explicarse en referencia
a las necesidades de supervivencia del sistema más amplio. Se imputa una necesidad estructural que resta
importancia a la decisión consciente de la élite de gobernar mediante la
coerción y supone un fuerte ciclo de retroalimentación que resulta en
decisiones políticas que corresponden a las necesidades del sistema. Rice
criticó el abandono del marco de factores exógenos como la Guerra Fría y la
interferencia soviética, a los que consideraba responsables de llevar el terror
en Checoslovaquia más allá de lo que habría generado la cultura autóctona,
apreciada por su democracia de entreguerras. Se podría agregar que las consideraciones
internacionales también sirvieron en ocasiones para atenuar la persecución,
especialmente en las últimas dos décadas del régimen. Sin embargo, como admite
Rice, los líderes políticos y de seguridad checoslovacos rápidamente
demostraron ser verdugos dispuestos, deseosos de hacer más que demostrar su
lealtad a Moscú sacrificando a un grupo de titoístas y trotskistas. En 1949-1951, se
organizaron en el Tribunal Superior 260 juicios espectáculo, repletos de un
clamor público pidiendo sangre, y en 1951 se organizaron otros 1.727 en el
circuito distrital. La mayoría de los 70 juicios a socialdemócratas se llevaron
a cabo en 1954-5, mucho después de la muerte de Stalin y la consolidación del
régimen. El StB y los funcionarios del partido reverenciaban tanto y anhelaban la
aprobación de los "asesores" soviéticos que comenzaron a llegar a finales de 1949, que Stalin se vio
obligado a reprender al presidente Klement Gottwald por ser demasiado dócil.
Antes de la llegada de éstos oficiales soviéticos, además, la
contrainteligencia militar checoslovaca (OBZ), comandada por el funcionario del
partido Bedřich Reicin, había sentado un precedente importante. A instancias de
la dirección del partido, el OBZ orquestó los juicios de muchos hombres y
mujeres inocentes y envió a patriotas como el general Heliodor Píka a la horca.
La tortura fue anterior a
la llegada de los asesores soviéticos (nunca terminó después de la ocupación
alemana), al igual que el uso de drogas para extraer confesiones falsas. La
persecución en Checoslovaquia no fue una mera complacencia de la fantasía
soviética y requiere una explicación más profunda. Un primer paso es renunciar
al concepto de terrorismo, con sus implicaciones de enorme y arbitrario
derramamiento de sangre a la escala del nazismo, el estalinismo o la Camboya de
Pol Pot. Más bien, durante la mayor parte de su historia, el StB ejerció una
vigilancia coercitiva de intensidad variable. De las
aproximadamente 250.000 personas condenadas en Checoslovaquia entre 1948 y 1989
por motivos políticos, casi la mitad fueron juzgados en rebeldía tras huir del
país y 40.000 recibieron sentencias suspendidas. Entre los 100.000 restantes,
243 fueron ejecutados por sentencia judicial (casi todos en 1948-1955) con
probablemente 3.000 personas muriendo en prisiones, campos y minas de uranio. Entre 320 y 400
personas murieron intentando escapar a través de la frontera. Alrededor de
22.000 ciudadanos fueron enviados a campos de trabajos forzados (TNP), que los
comunistas comenzaron a crear inmediatamente después de su toma del poder y
cerraron en 1954. La restauración del régimen autoritario tras la Primavera de
Praga de 1968 requirió el encarcelamiento de 1.142 personas durante seis años. Aunque el
sufrimiento de ésta minoría fue horroroso e injusto, el número de víctimas es
modesto en comparación con los estándares de matanza y persecución del siglo
XX. El relato analiza el StB como una policía política paramilitar y el
producto de un entorno burocrático altamente desarrollado. Ésto último no es
sinónimo de estabilidad o claridad institucional; por el contrario, en el caso
de la Checoslovaquia de posguerra significó rivalidad, duplicación y, a menudo,
oscuridad intencionada. Como policía
política, la StB disfrutó de un grado medio de autonomía y siguió la línea
marcada por la élite totalitaria o post-totalitaria. Nunca escapó al control
del Partido Comunista (KSC) durante un período prolongado como estado de
seguridad independiente, en gran parte debido al rigor de las instituciones
creadas por el KSC (posible gracias a la capacidad burocrática de
Checoslovaquia de entreguerras) y a la identidad corporativa del StB en las
condiciones específicas de 1945-7. Durante su existencia, el StB fue
reorganizado con notable frecuencia. La mayoría de éstas reorganizaciones fueron
cosméticas, implementadas con la vana esperanza de que mitigarían la tensión
implacable entre las unidades de espionaje, contraespionaje y vigilancia
política. A veces reflejaban la supremacía temporal de una de dos fórmulas en
competencia para mejorar el desempeño del servicio: imponer una estructura de
mando unificada y ágil (1949-53, 1964-9, 1970-4, 1988-9) o ampliar la división
del trabajo y una autonomía departamental acorde (1953-63, 1969-70, 1974-88). Sin embargo, dos
reestructuraciones marcaron un alejamiento del carácter de policía política del
StB. El primero, en 1950, fue la separación del StB del Ministerio del Interior
en un nuevo Ministerio de Seguridad Nacional, imitando la práctica soviética de
la época. La duración de éste ministerio hasta 1953 marca el único período en
el que el StB podría clasificarse en algún lugar entre una policía política y
un estado de seguridad independiente. Ciertamente, como sostiene Rice, el impulso
para ésto fue la llegada de los primeros 50 asesores soviéticos en octubre de
1949. Antes de éso, la inteligencia soviética había ejercido su influencia a
través de sus residentes en la embajada de Praga, en Dresde, Viena y Uzhorod, y
cientos de agentes checoslovacos; su tarea principal había sido el secuestro
periódico de emigrados rusos, alemanes, checos y eslovacos. Los nuevos asesores, que se vincularían
directamente al StB, llegaron con el impulso de Stalin de unificar el bloque a
medida que avanzaba la Guerra Fría, y en un momento de borrachera pronto
divulgaron su misión: "La cabeza debe
rodar en Checoslovaquia". Los asesores
instruyeron al StB en técnicas desconocidas, como la programación de "juicios farsa" (antes de los casos políticos eran
gestionados por el Ministerio de Justicia) y el interrogatorio ininterrumpido
de prisioneros, que duraba días y noches. Los altos líderes del partido autorizaron la
vigilancia, el arresto y los juicios de sus camaradas más cercanos en 1951-1954
bajo la presión de los soviéticos y los cómplices del StB, a menudo hubo una
clara complacencia, porque era un momento oportuno para ajustar cuentas con
viejos rivales. En última instancia, todos los juicios farsa eran gestionados por una
comisión especial del partido. La supremacía del Partido se afirmó en enero de
1951, cuando su comisión de auditoría interna dispuso el arresto de la mayor
parte del comando del StB, incluidos muchos de sus fundadores, quienes luego
sufrieron las formas de tortura, juicio y ejecución que habían respaldado y
utilizado recientemente. En general, en éste tumulto fue más fácil para los jefes del partido
inmiscuirse en los asuntos de la policía de seguridad de lo que sería más
tarde, en 1954-61, cuando el Ministro del Interior Barák, aunque leal a la
línea del partido, protegió celosamente su territorio, al igual que Josef
Kurdrna en 1965-7. La otra gran desviación, en dirección opuesta hacia una
oficina de inteligencia interna, se produjo con un cambio general de actitud
ante los crímenes de 1948-54; el primer paso fue una amplia revisión del
desempeño realizado por el departamento analítico del StB en 1963, que encontró
que más de las tres cuartas partes de la mano de obra todavía estaba dedicada a
la búsqueda derrochadora y mal dirigida del "enemigo interno". Tal inercia no
es sorprendente, dado que el 12,6 por ciento del personal se había alistado en
el StB en 1945-48, y el 54,4 por ciento en las grandes campañas de
reclutamiento durante 1949-56. La investigación
instó a la agencia a dedicarse al contraespionaje y a medidas profilácticas, y
a fusionar sus direcciones dispares en una estructura de mando simplificada.
Después de la implementación parcial de ésta recomendación en 1964-5, el nuevo
ministro del Interior, el estalinista arrepentido Josef Pavel, y su adjunto
Stalisnav Padrunek, autor de la revisión de 1963, intentaron una reforma audaz
durante la Primavera de Praga. Su visión de la inteligencia de seguridad se
distinguió por cinco propuestas. En primer lugar, el StB se convertiría en un
servicio de contrainteligencia checoslovaco, responsable ante el Ministerio del
Interior y dedicado al contraespionaje. Al menos la mitad de los oficiales del
StB serían transferidos a la policía regular (VB) o despedidos por su
participación en un asesinato político. El nuevo servicio
perdería la autoridad del StB para investigar delitos contra el Estado como la
subversión, el sabotaje y la difamación de la república. La mayor parte de la
vigilancia política interna cesó en marzo-abril de 1968, y los tres
departamentos de la StB dedicados a ella fueron disueltos dos semanas antes de
la invasión encabezada por los soviéticos. En segundo lugar, la Primera Dirección del
Ministerio del Interior para la inteligencia exterior, se convertiría en una
agencia independiente responsable ante el primer ministro. Los agentes de
inteligencia, resentidos por su incómoda asociación con el StB dentro del
Ministerio del Interior, habían estado presionando durante varios años para
separar su dirección, colocarla sobre una base estatutaria y coordinar su
trabajo con otras agencias estatales a través de un consejo central de
inteligencia. En tercer lugar, el control del partido sobre la inteligencia de
seguridad cedería ante la supervisión del Comité de Defensa y Seguridad (BBV)
del Parlamento. Se entendió que la
supervisión significaba el derecho a examinar el presupuesto y a recibir
información periódica. El BBV, que entre 1954 y 1957 censuró regularmente a los
comunistas y fue abolido en 1952, resucitó el 14 de marzo de 1968 y trabajó
activamente al menos hasta 1969. En cuarto lugar, los siete asesores de la KGB
residentes en 1968 serían desalojados. Finalmente, se incinerarían los
expedientes de 350.000 personas que no representaran una amenaza para la
seguridad nacional. Para fragmentar la sociedad, el StB no se basó en el terror aleatorio, sino
en una reputación de prevalencia. Sus abultadas filas, aunque a menudo no
lograban obtener información de valor estratégico, transmitían una impresión
intimidante de omnipresencia y, por tanto, de omnisciencia. Al igual que sus
homólogos del bloque soviético, la StB era claramente una policía no secreta,
más un espantapájaros del partido que su espada y escudo. Ésta reputación de
ubicuidad, sin embargo, no podía sostenerse simplemente empleando un gran
cuerpo de oficiales: de acuerdo con la proporción de Europa del Este de un oficial
por cada 1200-1700 ciudadanos, el StB solía emplear alrededor de 9000 personas
en una población de 15 millones. El reclutamiento de una
fuerza mayor fue impedido por la austeridad fiscal del régimen comunista y por
la baja autoestima en la que se tenía al StB: una encuesta de opinión
clasificada de finales de los años 1960 colocó al servicio de seguridad en
segundo lugar sólo detrás de los limpiadores de alcantarillas en la parte
inferior de la escala de prestigio de las profesiones. Por tanto,
también era necesaria una gran red de informantes. Prokop Tomek en "Státni Bezpečnost.
Politická policie, bez níž by se normalizační režim zhroutil" (2013), aborda
que la Seguridad del Estado (StB) fue uno de los pilares de la normalización.
Durante la Primavera de Praga, sus miembros temían las consecuencias del pasado
semiabierto de los años 50: en 1968, por
primera vez en la historia, se discutió abiertamente el terror de aquella época
contra los enemigos de clase. Y también les asaltó el temor a una futura
inseguridad social en una sociedad que ya no parecía necesitar los servicios de
una policía política secreta, al menos no en la medida en que los había
necesitado hasta ahora. Por lo tanto, el régimen colaboracionista posterior a
la ocupación fue apoyado principalmente por los estébáci, no principalmente por
ideología, sino por intereses personales. Lo cierto es que después
de la invasión soviética también se produjeron fenómenos hasta entonces excepcionales:
durante los tres años posteriores al 21 de agosto de 1968, más de cincuenta
miembros del StB de diversas posiciones desertaron hacia Occidente, y las
convicciones comunistas de muchos otros quedaron tan sacudidas que entraron en
cooperación secreta con gran riesgo con los servicios secretos occidentales.
Sin embargo, sólo un pequeño porcentaje reaccionó de ésta manera. La principal
tarea de la Seguridad del Estado, creada en 1945, era preservar el poder del
Partido Comunista de Checoslovaquia (KSČ). Se ocupaba formalmente de la
búsqueda de los autores de los delitos enumerados en el Capítulo I de la parte
especial del Código Penal, es decir, delitos contra la república. Sin embargo,
el alcance de StB era mucho más amplio. Para la normalización
intentó controlar y frustrar, incluso mediante el uso de la violencia y la
presión psicológica, todas las iniciativas oficialmente no autorizadas y no
controladas en el campo de la cultura, la política, la religión, la filosofía,
la ecología, etc. Todo lo que contradijera la práctica política y la ideología
actual del poder comunista se consideraba acción antisocial, política y hostil.
El StB no se
centró sólo en iniciativas de oposición independientes, en la Carta 77, en la
clandestinidad o en la disidencia, como suele decirse, sino que siguió los
acontecimientos en todos los ámbitos de la sociedad, en organizaciones,
empresas e instituciones oficialmente autorizadas. Una parte del aparato de Seguridad del Estado operaba de forma encubierta y
otra parte el público podía llegar a conocerla hasta cierto punto. Las
actividades de los llamados ocultos, los componentes operativos del StB, se
dividieron en tres áreas básicas: las llamadas líneas –en tres niveles organizativos
(sedes, regiones y distritos). La primera línea de éste tipo fue la
contrainteligencia o combate contra los servicios de inteligencia extranjeros y
sus colaboradores nacionales, y a sean reales o supuestos. Ésta línea
incluía, por ejemplo, el seguimiento de extranjeros y contactos de la República
Checoslovaca. Ciudadanos con personas e instituciones en Occidente y
especialmente con la vida en embajadas extranjeras en territorio de
Checoslovaquia. La segunda línea, que constituía la agenda principal de la policía
política, se denominó "la lucha contra el enemigo interno". Ésta parte del
StB se centraba en la detección, seguimiento y liquidación de la oposición y de
cualquier actividad independiente en el territorio del Estado. La tercera línea
fue la contrainteligencia económica. Se trataba del sabotaje, la corrupción y
la posible influencia de los servicios de espionaje enemigos en el ámbito
económico. Los servicios de seguridad tenían contrainteligencia militar. Combinó las
tres líneas y también llevó a cabo investigaciones, pero actuó principalmente
en el ejército. Junto a las tres líneas descritas había una inteligencia
separada que tenía sus residencias principalmente en las embajadas
checoslovacas en el extranjero. Recopiló información política, económica y
militar en el mundo y trató de influir en los acontecimientos en el extranjero
a favor de los intereses comunistas. En el marco de la Seguridad del Estado
también había varias unidades auxiliares trabajando "por encargo". Uno de ellos
preveía, por ejemplo, el control físico de personas y objetos (principalmente
hoteles y embajadas extranjeras). Otra era la "rama" técnica del StB, que se ocupaba del
desarrollo, producción y utilización de medios técnicos para la intercepción
telefónica y espacial, filmaciones secretas, fotografía, localización de
estaciones de radio espía, etc. También llevó a cabo registros domiciliarios
secretos, censura ilegal de correspondencia, falsificación de documentos y
muchas otras tareas especiales que facilitaron el trabajo de los agentes del
StB. El "sistema nervioso" de la Seguridad del Estado eran entonces las unidades de registro de
volúmenes (archivos secretos conservados sobre personas individuales o grupos)
y de evaluación y distribución de la información obtenida (departamentos
analíticos en lenguaje moderno). La seguridad de los funcionarios
constitucionales y del partido y la gestión de pasaportes y visados también
estaban bajo la responsabilidad del StB, de modo que la policía secreta tenía
una perfecta visión de quién quería visitar Checoslovaquia y quién, por el
contrario, quería viajar. Además de las unidades operativas, a nivel central y
regional funcionaban departamentos de investigación del StB, que ya procesaban
específicamente la información de los operativos y preparaban a los "autores" para las
sanciones penales. Los ciudadanos tenían más probabilidades de reunirse con los investigadores
del StB como autoridades encargadas de hacer cumplir la ley. La concentración
de operativos e investigaciones en una sola organización es también uno de los
signos típicos de una policía totalitaria. Las actividades del StB también fueron
controladas metódicamente por el servicio de inteligencia soviético KGB durante
el período de normalización, y se consultó a los "asesores" soviéticos sobre
todo lo importante. El período de los inicios de la normalización es idéntico
al período de los intentos de reconstruir Checoslovaquia y convertirla en una
federación funcional. Por ésta razón,
algunos de los componentes del StB quedaron inicialmente bajo la jurisdicción
de los Ministerios del Interior de ambas repúblicas nacionales. Sin embargo, ya
a mediados de 1970 casi todas las partes del StB volvieran a estar
centralizadas en el Ministerio Federal del Interior. En los siguientes 20 años
se llevaron a cabo dos reformas más del StB (1974 y 1988), que esencialmente
sólo reagruparon fuerzas. Para el ingreso a los servicios de seguridad en la
Checoslovaquia comunista, siempre fueron decisivos una actitud positiva hacia
el régimen y una formación adecuada del cuadro. Desde los años
1970, la "actitud en los años de crisis de 1968-1969" se ha convertido
en el principal criterio de fiabilidad, tanto propia como de los miembros de la
familia. El siguiente lugar fue la competencia profesional. El reclutamiento de
los novatos siguió una pauta sencilla: al menos el 70% de ellos debía provenir
de la industria manufacturera o práctica agrícola, ya que el StB preparaba y
formaba a sus miembros en escuelas especiales, por ejemplo, en la Universidad
SNB. Fue creado en los años 1974-1974 y en la facultad del StB encontraríamos
los siguientes departamentos: 101.- teoría del StB (teoría de la actividad de
inteligencia), 102.- actividad subversiva de la inteligencia imperialista,
103.- lucha contra las fuerzas enemigas e inteligencia, 104.- lucha contra el
extremismo y los armamentos ilegales, 105.- contrainteligencia militar y 106.-
protección de la economía. La normalización de la Seguridad del Estado
definitivamente no era una institución de élite con una política independiente,
estaba sujeta a la autoridad y el control del partido. También estaba
estrechamente conectado con otras partes del sistema. Fue ésta conexión y los
flujos de información, provenientes de todos los ámbitos de la sociedad, los
que estuvieron detrás del "secreto del éxito del StB". En las
condiciones de un Estado totalitario, el StB no sólo podía obtener información
de cualquier parte del aparato estatal, de empresas y organizaciones, sino que
también podía exigirles el cumplimiento de sus iniciativas y propuestas: "Un componente importante del StB fueron sus colaboradores secretos, a
través de los cuales los agentes del StB obtuvieron gran cantidad de
información detallada. A menudo los reclutó bajo presión, y durante la
normalización, es decir, durante todo el período de veinte años de 1969-1989,
había alrededor de 40 mil. Incluso si añadimos unos 13.000 miembros regulares
del StB, considerando los 15 millones de habitantes de la República
Checoslovaca, no se trata de un número muy alto de "secretos". Sin embargo, la importancia real de los
colaboradores del StB no residía sólo en informar y en participar directamente
en detenciones y diversas operaciones, sino que también era importante su
simple existencia. La conciencia de la posible presencia de confidentes entre la
gente paralizó los sentimientos contrarios al régimen y los esfuerzos por hacer
algo libremente, paralizando literalmente a la sociedad. Los perfiles
personales específicos de los colaboradores secretos son muy diversos, al igual
que sus motivos y sus relaciones con los miembros del StB. Pero hay que decir
que muchos de ellos no eligieron su papel, lo aceptaron por miedo. A principios
de los años 1970, el StB preparó varios juicios manipulados contra partidarios
de las reformas, y comprensiblemente, participó en la persecución judicial de
muchos ciudadanos hasta el fin del régimen; sin embargo, no hubo tantos "juicios" políticos como
durante la era estalinista. Sin embargo, también llevó a cabo acciones
coercitivas y a menudo muy brutales contra la oposición, como la acción
Asanace, el exilio de facto de los disidentes. La seguridad del Estado
desarrolló un plan especial para cada individuo seleccionado, según el cual
sistemáticamente le hacían la vida imposible a él y a su familia. Todo en el
ámbito de la vivienda, los viajes, el empleo o los servicios sociales se ha
convertido en un gran problema para ésa persona. Las autoridades le privaron de
cualquier "ventaja": un teléfono, un certificado técnico de coche, un permiso de conducir, una
pensión de invalidez y la posibilidad de reparar su apartamento. También hubo "misteriosas" emboscadas, golpizas y extorsiones, e incluso
se conoce un caso de colocación de explosivos. El StB no sólo entregó a sus
víctimas para que fueran castigadas penalmente, sino que también, y, sobre
todo, las castigó en secreto. Según los datos disponibles, la StB llevó a cabo
aproximadamente 100 mil medidas preventivas y educativas, es decir, un promedio
de cinco mil al año. Por regla general, se trataba de castigos en el trabajo o
en la escuela, de la prevención de "beneficios", especialmente de viajes en el extranjero y, con mayor frecuencia, de
entrevistas intimidantes" (Tomek, pp. 130, 131).
Sugazy © |
El agente de Praga.
¸¸¸¸¸
A los agentes no se les recluta por su tamaño y
peso: la Mata Hari (1.78 cm) en la Primera Guerra Mundial, Coco Chanel (1.66
cm) en la Segunda Guerra Mundial, la Cicciolina (1.68 cm) en la Guerra Fría. Si
desconfío de las mujeres, no es porque sean mujeres, sino por sus habilidades
para extraer información y material genético, sino que le pregunten a Julian
Assange. Las denuncias de la activista Anna Ardin y su amiga Sofia Wilden
después de que WikiLeaks filtrara 76.000 documentos militares estadounidenses y
haberlo invitado a una conferencia a Estocolmo: presunta conducta sexual
inapropiada y presunta violación. La regla número uno es
que una mujer nunca debe elegirte. A menos que tengas el físico de Tom Cruise o
Brad Pitt, sólo los tontos aceptan invitaciones sexuales. En mi caso, he
recibido llamadas de mujeres desconocidas que quieren salir a divertirse. E
incluso propuestas de felaciones de mujeres bellas extranjeras a las que sacaba
alguna información. Nunca me he arrepentido de rechazar ésas propuestas porque no sé qué va a
pasar con el material genético ni con el material grabado. La regla número
uno es que no debes generar material comprometedor. El
oficial de inteligencia alemán Wilhelm Canaris, aprovechando su pasaporte
chileno y su dominio del español, fue enviado a España, donde comenzó a
trabajar como espía en 1915. Canaris
reclutó a la más famosa espía alemana de la Primera Guerra Mundial: la
holandesa Margarita Gertrudis Zelle ("Mata Hari"), a quien había conocido cuando cantaba en el bar El
Trocadero. Tras un romance, la convenció de colaborar con el imperio alemán y
la propuso para ser enviada a Francia, aprovechando un contrato que había
conseguido con el famoso Moulin Rouge de París. Muchos
militares y estadistas cayeron en sus brazos, revelándole secretos que ella
remitía a Berlín utilizando el código de agente H-21, hasta que fue capturada
en octubre de 1917 por el Servicio Secreto francés y ejecutada. Canaris estuvo
hasta febrero en España. Luego viajó a Italia y fue arrestado por un aviso de los
servicios de inteligencia franceses. Lo soltaron y volvió a ser detenido,
liberado por una gestión realizada por el Vaticano. En Madrid sugirió iniciar
una guerra bacteriológica, infectando con echerichia
cholera la frontera con Portugal, propuesta que no fue acogida. También
propuso contaminar con ántrax las provisiones de carne que llegaban desde
Argentina hasta los países enemigos de Alemania. En Alemania obtuvo la medalla
de hierro de primera clase por sus servicios en la península ibérica. En
la Segunda Guerra Mundial, el capitán de las SS Walter Kutschmann, después de
exterminar a miles de judíos en Polonia, en 1943 fue destinado a la Francia
ocupada como el jefe del servicio de espionaje de Himmler en Hendaya, la
población francesa donde los diplomáticos argentinos destinados en España que
colaboraban con la SD acudían a entregar sus informes. El capitán de las SS era el hombre de contacto de uno de
los agentes secretos más especiales de Himmler: la famosa diseñadora de moda
francesa Coco Chanel. En la París ocupada, Chanel, que tenía cincuenta y seis
años a la caída de París, había elegido como amante a Hans Gunther von
Dinklage, un oficial de las SS de cuarenta y seis años. Chanel
era íntima amiga de Walter Schellenberg, director de la SD. Kutschmann hacía
frecuentes viajes a España con Chanel. Durante la guerra, Coco Chanel intentó recuperar
su empresa que había pasado a manos de los Wertheimer, una familia judía
exiliada que adquirió la mayoría de las acciones en 1924. En
1943 Chanel se vio involucrada en una trama en la que supuestamente participaba
Schellenberg, en la que Chanel debía transmitir un mensaje secreto de
Churchill. Al
terminar la Segunda Guerra Mundial pasó un tiempo bajo arresto,
consiguió la libertad gracias a sus contactos y se trasladó a Suiza, donde
vivió hasta 1954. En 1952, cuando Schellenberg murió de cáncer y sin dinero en
Milán, Chanel pagó el funeral. Elena Anna Staller (Budapest, 1951), alias Cicciolina,
nació en la Hungría comunista de la Guerra Fría. Cuando tenía trece años se
presentó a su primer concurso de belleza alentada por su madre, que trabajaba
como matrona (su padre era funcionario en el Ministerio del Interior). La
agencia húngara MIT estaba buscando una modelo para un proyecto publicitario.
Para contribuir a la modesta economía familiar también trabajó de limpiadora en
un hotel de Budapest a los trece años. Allí dos
agentes del servicio secreto le pidieron que sedujera a los clientes que ellos señalaran.
Debía ir a sus habitaciones, hacerles
hablar y fotografiar los documentos que encontraba en su equipaje: de políticos
a diplomáticos occidentales. Cuando alcanzó la mayoría de edad ya era una espía
consumada cuya misión principal consistía en vigilar a "hombres de negocios árabes y políticos americanos". Su clave de agente era Katicabogar. En 1970 se casó con Salvatore
Mercuri, un italiano veinticinco años mayor que le proporcionó la nacionalidad.
En Italia el éxito le llegó como actriz porno de la mano de uno de los pioneros
del género, Roberto Schicchi, con quien protagonizó su primera sesión de fotos
eróticas en 1975. Con Schicchi, descubridor también de
Moanna Pozzi, Milly D´Abraccio, Eva Mikula, Eva Hengher y Rocco Siffredi; dio
el salto de la radio al cine X. En el caso del Servicio de Seguridad de Checoslovaquia (StB), una de las causas
de confusión al denunciar a éstos colaboradores después de 1989 fue el conjunto
de términos utilizados por el StB. Aunque hubo una evolución de la terminología
a lo largo de cuatro décadas, se pueden identificar seis categorías. Los
primeros cuatro caen bajo el título de "colaborador
secreto", lo que significa
que el acuerdo de colaboración normalmente se hacía por escrito (aunque no
siempre, especialmente después de 1970) y en ocasiones implicaba una
remuneración. Agente: Desde la
primera directriz del StB en 1948 hasta la última, 30 años después, se entendía
que un agente era la clase superior de informante, alguien a quien se podía
asignar para infiltrarse en redes de inteligencia extranjeras, instituciones
occidentales clave, redes de emigrados o grupos de oposición internos. En 1955
los agentes constituían una cuarta parte del ejército de informantes y en 1967
la mitad. Informante: De 1948 a 1972 se reconoció una categoría de agente
menor, el informante, en el que caían aquellos considerados capaces no de
ganarse la confianza de grupos de oposición o redes extranjeras, sino de
adquirir información de círculos cercanos a ellos. Residente: Para
hacer frente al tamaño y la volatilidad del ejercito de informantes, los
oficiales de casos de la StB solían recurrir a los servicios de intermediarios,
conocidos como rezidenti. A menudo se
trataba de exempleados del Ministerio Interior o agentes altamente
experimentados a quienes se les podía confiar la responsabilidad inmediata de
hasta ocho informantes. Ocupante de una casa segura. A partir de 1954 se reconoció a una clase de
colaborador que permitía a la StB utilizar su residencia como casa segura o que
aceptaba hacerse pasar por el ocupante de un apartamento o una oficina
aparentemente normal, que en realidad pertenecía al Ministerio del Interior. Entre 1954 y
1968, alrededor de 14.000 ciudadanos pusieron sus pisos a disposición de la
StB. A finales de 1989, los agentes del StB robaron la mayor parte de los
electrodomésticos y muebles de las casas seguras. Confidente: La categoría duverník es la más ambigua en la
documentación de StB. No se trataba de una clase de "compañero de
trabajo secreto" y no parece haber habido ningún acuerdo formal, pago o asignación de
tareas. La información proporcionada probablemente fue muy anecdótica y poco
sistemática, y se relacionó en gran medida con la moral en empresas
estratégicas. Además, no siempre está claro si un confidente sabía que estaba conversando
con el StB. Candidato: Una de
las prácticas del StB más controvertidas desde el punto de vista de la
depuración posterior a 1989 fue la categorización de ciudadanos o extranjeros
sospechosos de ser material de agente. Un oficial, al tener conocimiento de un
posible recluta, abriría un expediente sobre la persona con un nombre en clave
y un número de registro. Después de investigar los antecedentes, el oficial
haría una presentación abierta. En la mayoría de los casos, la propuesta fue
rechazada antes de que se cerrara el expediente: sólo un tercio de
los 1.251 casos concluidos en 1989 terminaron en un acuerdo para convertirse en
agente. Posteriormente, ésta práctica causó problemas ya que la mayoría de los
expedientes de candidatos fueron destruidos a finales de 1989, pero se
reconstruyó la lista de 70.000 nombres de candidatos. En consecuencia,
era fácil mancillar a alguien como agente si faltaban las pruebas de la
negativa. La mayoría de los informantes se registraron sin coacción. Los
miembros del partido representaban una proporción equivalente a su porcentaje
de la población total, alrededor del 7-10 por ciento en 1964-7, aunque muchos
más, especialmente el director de fábrica, proporcionaban información regularmente
sin un acuerdo formal. Las ganancias materiales no eran un incentivo para la colaboración, ya que
la StB era tacaña: un agente, el corresponsal del CTK en Tokio se reunió 300
veces con su director de 1973 a 1982 y recibió como recompensa unas escasas
3.000 coronas en licor. Algunos informaron con la esperanza de que el StB consiguiera permisos para
viajar a Occidente o una promoción laboral más rápida. Sin embargo, el chantaje
no era infrecuente: incluso entre los agentes de mayor confianza, el 30 por
ciento había sido obligado a cooperar cuando se enfrentaban a pruebas de su
propia actividad criminal, colaboración con el régimen de guerra o
indiscreciones sexuales. Sin embargo, los
jefes de servicio desaprobaban el chantaje en la década de 1960, ya que
aquellos adquiridos de ésta manera no podían ser fácilmente motivados. Éso
también explica los 7.000 casos de informantes que unilateralmente pusieron fin
a su colaboración en 1959-68. Un muestreo después de la Primavera de Praga,
muestra que la mayor parte de agentes del StB no eran comunistas convencidos,
pero decidieron defender al ala radical del Partido Comunista que llegó al
poder después de la ocupación soviética en agosto de 1968 por motivos no
ideológicos: eran lumpenproletarios que no querían trabajar en una fábrica por poco
dinero cuando podían ganar cada vez más fácilmente como empleados del interior
y, además, tener una sensación de poder "ilimitado". Es lógico que
personas que carecen de poder encuentren atractivo experimentar poder sobre los
demás. A las dos de la madrugada del 12 al 13 de octubre de 1981 alguien tocó
el timbre del apartamento de Ziny y Karla Freundových, Mánesova 90, Praga 2.
Zina Freundová, que estaba sola en casa, fue a abrir la puerta. Tan pronto como
abrió la puerta, un hombre irrumpió en la habitación cubriéndole los ojos y la
boca, seguido por otros. Cuando se aseguraron de que no había nadie más en el
apartamento, comenzaron a golpearla, patearla y azotar la cabeza contra la pared.
Mientras tanto, sus ojos y su boca todavía la sostenían. Al menor
movimiento, le causaban un dolor agudo con su toque experto en su cuello.
Cubriéndole la boca y los ojos, el hombre le susurró al oído que la matarían,
que nadie investigaría y otras amenazas y abusos. Al principio tuvo que estar
de pie, luego le permitieron sentarse en el suelo y le presionaron firmemente
la cabeza contra las rodillas. Durante el tiempo que estuvo sentada, uno de los
hombres la retuvo mientras los demás registraban el apartamento, robando sólo
una grabadora que contenía cintas de un curso de inglés. Dejaron dinero y otros
objetos de valor desapercibidos. Luego, pisotearon
los pies descalzos de Zina Freundová, maldijeron su blasfemia y le cortaron
varios mechones de cabello de la parte superior de la cabeza. Luego procedieron
a quitarle el camisón, obligándola a ponerse de pie y luego arrancándole la
camisa por completo. La manosearon desnuda y la obligaron a abrir las piernas.
Al mismo tiempo, los demás la manosearon y seguramente intentaron dar la
impresión de que la iban a violar. Luego le ordenaron que se acostara de lado y
se marcharon abruptamente. Cuando Zina Freundová se recuperó parcialmente del
shock, descubrió que ambos teléfonos tenían el cable cortado. Durante el
examen, el médico diagnosticó una conmoción cerebral y hematomas, le recetó
sedantes y ordenó reposo absoluto en cama… Zina Freundová era miembro del
colectivo de portavoces de Capítulo 77 y VONS. Había recibido la brutal visita
del Servicio de Seguridad de Checoslovaquia (StB). El 30 de abril de
1981, pasadas las seis de la mañana, Zbyňka Benýška recibió la visita en su
trabajo de miembros de la VB para informarle que tenía que ir con ellos. Al
carecer de citación, se negó a ir. A los 15 minutos regresaron para decirle que
lo mostrarían si no iba con ellos voluntariamente. Zbyňka los
acompañó al Ministerio de Defensa de la República de Polonia, en la calle
Prístavní, donde alrededor de las 9:00 lo recogió un miembro del StB, O.
Svoboda, que lo llevó a la calle Bartolomejska núm. 7. Al poco tiempo lo fue a
buscar otro miembro del StB que ya lo había interrogado a finales de abril. Lo
llevó a una habitación más grande donde empezó a gritarle que mentía y que
tendría que tratarlo de manera diferente. Cerró la venta y encendió la radio.
Luego colocó papel blanco y un lápiz frente a él y le pidió que escribiera lo
que sabía sobre el baile de máscaras al que había asistido… Zbyňka se negó y
lo obligaron a poner la cabeza en la esquina entre un armario y la pared para
presionarla mientras lo interrogaba. Después de un tiempo Zbyňka sintió el
pulso acelerado, hormigueo y entumecimiento en la mano izquierda y una
sensación de desmayo y falta de aire. Le señaló al interrogador que había sido
hospitalizado en el otoño de 1980 por un presunto ataque cardíaco. La
convulsión que precedió a la hospitalización en ése momento tuvo los mismos
síntomas que durante el interrogatorio. Los miembros del StB se
dieron cuenta, le permitieron sentarse y le dieron agua cuando lo pidió. Como
seguía negándose a escribir, el interrogador lo tomó por la nuca y azotó su
cabeza contra la mesa. Entonces entró otro miembro del StB y le hizo preguntas
sobre sus contactos con el "movimiento
clandestino". Zbyňka Benýška pidió una definición del término "movimiento
clandestino", y lo obligaron nuevamente a poner su cabeza entre el armario y la pared
para presionarla, y ahora le pinchaban las costillas. Luego lo pararon en medio
de la sala y le ofrecieron que podía sentarse si testificaba, si no, seguiría
de pie. Le prohibieron perder el equilibrio con la amenaza de considerarlo un
ataque a un funcionario público. Alrededor de las 15:30 le
informaron que registrarían su casa. Durante el allanamiento le confiscaron
textos mecanografiados de canciones, poemas y cuentos, negativos de sus cuadros
y cuadros de otros pintores, cartas privadas, algunos periódicos del año 1968,
una grabadora, un pasaporte, todo fue amontonado en su maleta. Regresaron al
lugar del interrogatorio y un miembro del StB mecanografió un texto que decía
que había dado permiso para un registro domiciliario y que había entregado las
publicaciones antiestatales voluntariamente. Zbyňka Benýška se negó a firmarlo.
El otro miembro del StB también azotó su cabeza sobre la mesa. Como se seguía
negando, sacó su bastón de servicio y lo golpeó en el hombro. Luego lo llevaron
a la celda de detención preliminar de la calle Konviktská. Fue liberado del CPZ
el sábado a las 8:00 am. La Operación
Svedek (Testigo) fue la operación más grande de la década de 1960, lanzada en
diciembre de 1966 cuando los oficiales de la StB estaban bajo nueva presión de
los políticos para producir resultados en respuesta a la creciente tensión
social. En febrero y julio de 1966, el Presidium del partido hizo un balance de
las actividades del StB y concluyó que debería emprender un trabajo más centrado
y decidido contra los disidentes nacionales y sus supuestos amos en el
extranjero. En consecuencia, Testigo fue diseñado para presentar al editor emigrado
Pavel Tigrid como el director extranjero de 14 intelectuales prominentes, como
Jan Beneš, Václav Černý y Václav Havel. La mayoría de ellos estaban bajo vigilancia
individual, y Testigo impuso una orden conspirativa al elegir a Tigrid como su
director fantasma. La operación continuó incluso después del juicio en ausencia
de Trigrid y de Jan Benes en julio de 1967: a finales de ése año, la
organización regional StB de Praga presentaba informes casi a diario sobre su
vigilancia de Havel y Cerný, las víctimas más probables del próximo juicio si
no hubiera llegado la Primavera de Praga. Ivana Marie Zelníčková (Gottwaldov, 1949), nació en una
pequeña ciudad industrial en Moravia, Checoslovaquia. Su padre, Milos Zelníček, era un
ingeniero eléctrico, mientras que su madre, Marie Zelníčková, de soltera
Francova, era telefonista. Ivana empezó a esquiar a los cuatro años,
consiguió un lugar en el equipo nacional juvenil y se graduó en Educación
Física e Idiomas en la Universidad Carolina de Praga. En 1970, Ivana apareció
en un episodio de un programa llamado Pan Tau de Barrandov Film Studio
Barrandov. En 1971 se casó con Alfred Winklmayr, un instructor de esquí
austriaco y amigo platónico, para obtener la ciudadanía austriaca sin tener que
desertar, lo que le permitía visitar libremente a su familia en su país. Tras recibir su pasaporte, se divorció de él en Los Ángeles. En 1973,
su novio George Staidl, letrista y dramaturgo, murió en un accidente
automovilístico y ella se mudó a Canadá con otro novio, George Syrovatka, un
esquiador profesional, propietario de una tienda de esquí en Montreal. Encontró trabajo
como modelo e instructora de esquí mientras tomaba cursos nocturnos para
mejorar su inglés, aunque seguiría siendo irregular e idiosincrático. Luego, en
1976, mientras trabajaba como modelo en Nueva York, conoció a Donald Trump, que
se estaba consolidando como el hombre de negocios más activo de la ciudad. "Vine aquí y vi las casas, los autos, los
plátanos y las fresas en invierno", recordó, y "y supe lo que quería. Con Donald los encontré.
Puede que sea rubia, pero no soy estúpida". Al año siguiente se casaron en la Marble
Collegiate Church de Manhattan. A finales de los años 1980, el StB de
Praga intensificó su campaña de espionaje contra Donald Trump, con el objetivo
de obtener información sobre las "altas esferas del gobierno estadounidense", según revelan documentos de archivo y
testimonios de antiguos espías de la Guerra Fría. El StB de Checoslovaquia llevó a cabo una
misión de espionaje de larga duración contra Trump tras su matrimonio con Ivana
Marie Zelníčková. La operación se llevó a cabo desde Zlín, la ciudad de provincias
del suroeste de Checoslovaquia donde nació y creció Zelníčková. El padre de Ivana, Milos Zelníček, informaba
periódicamente a la oficina local de la StB sobre las visitas de su hija desde
Estados Unidos y sobre la carrera de su yerno, un famoso, en Nueva York. Zelníček estaba
clasificado como informante "conspirador". Su relación con
la StB duró hasta el final del régimen comunista. El expediente especifico del
StB sobre Ivana tenía un número de registro pero no está disponible. Los
historiadores creyeron que fue destruido. Pero otros
documentos del archivo del STB de Praga, especialmente un expediente sobre su
padre, que solía visitarla en Estados Unidos, mostraron que ambos estaban
estrechamente vigilados por espías e informantes. Svodoba dijo que no hay
indicios de un expediente policial secreto sobre Donald Trump. No viajó a
Checoslovaquia durante el comunismo, a diferencia de sus hijos, que solían
pasar allí las vacaciones de verano. Debido a tanta
atención, los informes del StB contienen información detallada sobre los viajes
de Ivana Trump a Checoslovaquia: incluidas fechas, números de teléfono a los que
llamó, personas que conoció, lo que hablaron y otros detalles sobre su vida con
su marido. Uno de los
informes afirma que la pareja tenía un acuerdo de boda en el que Trump
supuestamente declaró que quería tener al menos tres hijos con ella. Associated
Press visitó el archivo en Praga y obtuvo copias de todos los documentos
disponibles sobre Ivana Trump. Parte del contenido también ha sido informado
por los medios checos y el periódico alemán Bild. El StB se interesó cada vez más por Trump
después de las elecciones presidencias de 1988, en las que ganó George H. W.
Bush. La primera dirección de la StB encargada del espionaje exterior quiso "profundizar" su actividad relacionada con Trump. El
exfuncionario del StB, Vlastimil Daněk, retirado en el pueblo Zadní Arnoštov, confirmó la operación Trump. "Estábamos centrados en él, sabíamos que
era influyente. Teníamos información de que quería ser presidente en el futuro". Los archivos no indican si la Unión
Soviética ordenó o influyó en la operación StB Trump, que duró una década. Pero
los espías checoslovacos compartían habitualmente secretos con colegas de la
KGB y la agencia de seguridad de Moscú tenía una gran oficina de enlace en
Praga. Muchos oficiales de la StB también trabajaban directamente para la KGB,
conocidos como "los amigos". En el verano de
1987, Donald e Ivana Trump visitaron Moscú y Leningrado, tras una invitación
personal del embajador soviético en Washington, Yuri Dubinin. El viaje fue
organizado por Intourist, una organización encubierta del KGB. Poco después de
regresar de Moscú, Trump anunció que estaba pensando en presentarse como
candidato a la presidencia. Ésa candidatura presidencial no se materializó. El
informe del StB de 1988 en particular sugirió que Ivana estaba nerviosa, "lo cual no era
común en ella" después de que su padre la recogiera en el aeropuerto internacional
de Praga después de viajar desde París, donde visitó una casa de moda. Trump no la acompañó en éste viaje. Sólo
después de que ella y su padre llegaron a su ciudad natal, Ivana Trump reveló
que el entonces embajador de Estados Unidos en Praga, Julian Martin Niemczyk,
la invitó dos veces a visitar la embajada, lo que ella se negó a aceptar, según
una fuente policial que se reunió con su padre el 11 de octubre de 1988. Ivana Trump supuestamente dijo que creía
que el personal de la embajada de Estados Unidos la estaba siguiendo. El hecho
de que durante el viaje debía reunirse con un funcionario de seguridad
checoslovaco aumentó su nerviosismo, según el expediente policial. Ella no dio
ningún detalle sobre ésa reunión, según el informe. Pero agregó que ella dijo que "como esposa de D. Trump, ella recibe
atención constante porque él está presionado para postularse para el cargo de
presidente de Estados Unidos… y cualquier error que ella cometa podría tener
inmensas consecuencias para él". Ivana Trump también estaba siendo investigada por el FBI después de
recibir un chivatazo sobre su estatus migratorio y sus conexiones con
dramaturgos checos: Jiří Mucha (agente involuntario del StB de 1950 a 1963) y
Václav Havel (cortejado sin éxito como agente en 1966: la Operación Tomis IV).
En octubre de 1988, en vísperas de las elecciones estadounidenses, Ivana Trump
visitó a sus padres en Gottwaldov. Según los archivos, predijo "con seguridad" la victoria de Bush a su padre, quien a
su vez transmitió la información a los agentes locales de la StB. El resultado de las elecciones confirmó la veracidad de ésta
información", escribió el agente de campo de la StB, teniente Peter Surý, en un
documento fechado el 23 de enero de 1989 y marcado como "secreto". La predicción
vino "de las más altas esferas del poder en Estados Unidos". Ivana Marie
Zelníčková "no sólo era ciudadana estadounidense adinerada", sino que se
movía en "los círculos políticos más importantes", afirmó Surý. Quien
enumeró una serie de "medidas a tomar", entre ellas la
de mantener "contactos conspirativos" con Zelníček.
Las agentes de la STASI.
¸¸¸¸¸
Helmut
Müller-Enbergs y Thomas Wegener Friis en "Women Agents in the East German State Security" (University of Southern Denmark, 2021) analizan
el papel de las agentes del Ministerium für Staatssicherheit (STASI). En 2020 la profesora húngara de Estudios de
Género en la Universidad Centroeuropea, Andrea Petö, publicó un artículo sobre
las mujeres en la inteligencia húngara durante la Guerra Fría. Ella caracterizó
a las agencias de inteligencia comunistas no sólo como organizaciones
jerárquicas estrictas sino también como organizaciones con una jerarquía basada
en el género. En la parte inferior del "orden
jerárquico" estaban los informantes
y cuanto más arriba se ascendía en la jerarquía, menos mujeres se encontraban.
En la RDA la impresión general fue similar: menos de una quinta parte de los
empleados a tiempo completo de la Seguridad del Estado de Alemania Oriental
eran mujeres. Ésto hizo
posible que sus esposas e hijas encontraran una profesión adecuada en la "empresa familiar". Sin embargo, sus
posibilidades de realizar una carrera eran, en el mejor de los casos, modestas
y todos los puestos directivos superiores eran hombres. El "verdadero trabajo de control" era
masculino y las mujeres se encontraban principalmente en partes de menor prestigio de la organización de seguridad. A pesar de
la proclamada igualdad de género en los países socialistas, ejercer "el poder de la clase
trabajadora" seguía siendo dominio de
los hombres. El Servicio Federal de Inteligencia (BND) reclutó alrededor del 12
por ciento de mujeres entre 1954 y 1968. Las razones por las que las mujeres aceptaron
trabajar en la STASI ya fueron analizadas en 1968 por el comandante Manfred
Hempel en una tesis doctoral en la academia de la STASI, la llamada "Facultad de Derecho de Potsdam". Hempel
concluyó que hombres y mujeres diferían de manera significativa en sus motivaciones.
Sólo la categoría "habilidades para la vida" jugó un papel claramente más importante para los hombres (38,2 por ciento)
que para las mujeres (18,6 por ciento). Por otro lado, más mujeres que hombres consideraban su actividad como
agente un fin en sí mismo. Por lo tanto, las mujeres agentes tenían más
probabilidades de esforzarse por alcanzar el éxito y se inclinaban a evitar el
riesgo de fracasar. Probablemente, como producto de ésta aspiración, los
elogios y el reconocimiento como "la fuerza impulsora más importante" fueron mayores entre las agentes mujeres (21
por ciento) que entre los hombres (15,4 por ciento). En
consecuencia, menos mujeres vieron la reprimenda como una "fuerza impulsora débil" (14 por ciento) que
hombres (15,4 por ciento). Posteriormente, Hempel enseñó psicología operativa
como profesor con rango de coronel en la academia de la STASI. Resolvió que las
mujeres estaban más dispuestas a reflexionar si sus actividades encubiertas
estaban "moralmente justificadas". En el
momento de su análisis, aproximadamente el 51,2% de las mujeres "no tenían reservas" sobre su compromiso,
frente al 43,9 por ciento de sus compañeros de lucha masculinos en el "frente invisible". Mientras que el 9,3% de
los hombres sentían "fuerte reserva", lo mismo ocurrió con el 7,7 por ciento de las mujeres. A pesar de éstas
pocas diferencias, Hempel concluyó que el género desempeñaba un papel
secundario o papel importante para la voluntad de un agente potencial de
cooperar con la STASI. Para darle la vuelta a éste argumento, la motivación no
podría explicar la baja proporción de mujeres entre los agentes de la STASI.
Según su motivación para cooperar, las mujeres tenían la misma probabilidad o
improbabilidad que los hombres de desempeñar un papel en el aparato represivo. De
una manera muy práctica, los roles familiares podrían obstaculizar la carrera
adicional como agente. Las mujeres de Alemania del Este ya tenían un doble
trabajo como amas de casa y en el mercado laboral. Por tanto, las obligaciones
adicionales podrían dar lugar a un estrés individual innecesario. Además, las posibilidades operativas de las
mujeres podrían verse obstaculizadas por las expectativas de sus cónyuges de
informar de su paradero en su tiempo libre. En los casos en que la pareja o un
familiar cercano necesitaban cuidados, el compromiso de la STASI solía
suspenderse parcial o totalmente. Los agentes de la STASI, o los llamados
colaboradores no oficiales, en alemán IM (empleados no oficiales), se
clasificaron aproximadamente en seis categorías, que se pueden clasificar de la
siguiente manera: IMK (guardianes de casas seguras), GMS (funcionarios estatales y del
partido cooperantes), IMS (agentes de protección de intereses de seguridad),
IME (agentes con habilidades especializadas), IMB (agentes con contacto
enemigo) y FIM (agentes con responsabilidades de liderazgo). Para el distrito
de Gera en Turingia, la historiadora Regina Karell examinó las características de
las redes de agentes en lo que respecta a aspectos de género. Aquí, las mujeres
estaban sobrerrepresentadas en las categorías menos prestigiosas, IMK30 y
GMS31. En otras palabras, las mujeres agentes tenían más probabilidades de prestar
su apartamento a la Seguridad del Estado o trabajar como funcionaria estatal de
nivel inferior, por ejemplo, en el departamento internacional de una
universidad o una administración municipal. Los agentes responsables de la
seguridad (IMS) eran la columna vertebral de la vigilancia de la STASI de la
sociedad de Alemania del Este. En general, eran informantes dentro de la
industria o de las organizaciones, contando en la RDA a más de uno de cada dos
agentes (1988: 54,1 por ciento). Sin embargo, entre las agentes femeninas de
Gera, apenas una de cada tres (31 por ciento) pertenecía a éste importante
grupo. Una excepción notable a la regla de que las mujeres desempeñaban papeles
subordinados fue el dos por ciento de IMB, cuya proporción era ligeramente
superior a la de sus colegas masculinos. Éstos agentes eran de la categoría más alta porque estaban en contacto con
operadores occidentales hostiles ("combate al enemigo"), ya fueran agencias de inteligencia u
organizaciones políticas. Las cifras de Gera dibujan una imagen global realista
de las funciones de las mujeres en el trabajo de inteligencia interior de
Alemania del Este. La visión general de la red de agentes del Departamento
Principal VI (Control de Fronteras y Turismo) es diferente, por lo que el
número de Gera no se puede generalizar acríticamente. El
microcenso entre las agentes femeninas en Gera muestra la tendencia, que parece
típica de la STASI, de que las agentes se comprometen por lo general durante un
período más largo. En Gera, una de cada cuatro agentes trabajó entre dos y
cuatro años, aproximamiento una de cada tres entre cinco y diez años, casi una
de cada cinco hasta los 20 años y medio por ciento hasta los 30 años. En otras
palabras, en más del 75 por ciento de los casos, las mujeres cooperaron al
menos cinco años con la Seguridad del Estado, lo que demuestra el argumento de
que las mujeres veían un valor intrínseco en el trabajo de agente y se
dedicaban a él. Las cifras del Departamento Principal VI (Control de Fronteras
y Turismo) confirman la impresión de Turingia de un alto grado de fidelidad de
sus socios. Las 898 mujeres agentes de la administración del distrito de Gera (1989)
procedían de todos los sectores de la sociedad. Sin embargo, su nivel educativo
estaba por debajo de la media nacional de la RDA, el grupo más grande, el 42
por ciento, había abandonado la escuela después de sólo 8 años y el 37 por
ciento adicional después de 10, dejando sólo el 20 por ciento de las agentes
con un diploma de escuela secundaria después de 12 años. Ésto hay que verlo en
relación con el elevado número de niñas en la llamada Escuela Secundaria
Ampliada (12 años) en la RDA. Ya en los años 1970 casi una de cada dos niñas
disfrutaba de su educación secundaria. Como era habitual en Alemania del Este, casi todas (82 por ciento) de las
mujeres tenían una vocación, el siete por ciento eran jubiladas y sólo el uno
por ciento figuraban como amas de casa o estudiantes. Casi todas las agentes
eran madres, apenas el 16 por ciento no tenían hijos en el momento del
registro. El 58 por ciento de las mujeres estaban casadas, el nueve por ciento
eran solteras o divorciadas y un gran grupo del 37 por ciento eran viudas. En
la cohorte comparable del Departamento Principal VI, las cifras fueron sólo
ligeramente diferentes. Para ambos grupos, llama la atención de que
el grupo de mujeres que no estaban formalmente en pareja fuera considerable. Ésto
subrayó la circunstancia de que el trabajo de agente, junto con las dobles
responsabilidades de un trabajo de tiempo completo y lo deberes familiares, era
bastante complicado cuando se agregaba una tercera dimensión de obligaciones. Por lo
tanto, es más probable que ésta elección se haya hecho en un momento posterior
de la vida. Un tema central tanto en el trabajo científico como en el popular
es cómo se explotaba a las mujeres con fines operativos íntimos. Ésto no sólo
encajaba con el estereotipo popular de las mujeres agente sino que también
alimentaba la imaginación de los lectores. En su análisis de la
imagen que la STASI tiene de las mujeres, Ellmenreich escribió: "Se reclutaron mujeres que
tenían preferiblemente contactos amistosos o íntimos que los hombres". Y Schmole incluso lo
llamó "la primera línea de la
intimidad". También se pueden
encontrar imágenes similares de la "cama
operativa" en otros lugares, por
ejemplo, en el análisis de Uta Falck sobre la prostitución en la RDA. Sin
embargo, éstas descripciones son casi exclusivas para las mujeres. Por
supuesto, la sexualidad era un parámetro para la STASI a la hora de evaluar a
una persona: "El
objetivo del aparato de seguridad era utilizar todas las debilidades y
preferencias humanas con fines operativos, y la intimidad física y psicológica
son fuerzas impulsoras innegablemente poderosas en el espionaje. Por lo tanto,
habría sido una grave negligencia si la STASI no hubiera intentado investigar y
registrar las prácticas sexuales preferidas de sus agentes. Sin embargo, fue un
acto administrativo neutral en cuanto al género, ya que la sexualidad se
registró en tarjetas con muescas en el borde tanto para hombres como mujeres. Su énfasis
en la intimidad en la descripción de las mujeres agentes fue y es un énfasis en
las imágenes controladoras existentes. En el análisis de la STASI, el coronel Hempel
describió cuestiones relacionadas con la intimidad en relación la base central
de datos personal de la STASI, que no han llegado a los archivos. Se refirió
a categorías relacionadas con la sexualidad del agente como fertilidad e
infertilidad, impotencia masculina y femenina (tanto incapacitante como falta
de voluntad), desviaciones, poligamia, abstinencia sexual o laxitud. El
análisis de Hempel demostró la atención de la STASI a las cuestiones
relacionadas con la intimidad y la voluntad de implementarlo en la psicología
operativa. Sin embargo, los casos individuales conocidos de utilización de la
sexualidad no pueden generalizarse al gran grupo de 29,000 mujeres agentes que
trabajan para la STASI. Además, el campo tiene un sesgo de fuente fundamental,
ya que la sexualidad –aunque sea un factor operativo- está en gran medida
protegida de los investigadores debido a preocupaciones de privacidad. Ésto hace
que sea difícil realizar estudios de casos que puedan pretender ser
representativos. Un factor sociológico que puede extrapolarse de los materiales
estadísticos es la estructura por edades. El estudio de Karell sobre los
agentes en Gera muestra que al menos el 22 por ciento de las mujeres tenían más
de 60 años, el cinco por ciento más de 70 y el 1,4 por ciento incluso más de 81
años. Al menos para éstos
grupos, que cubrían a más de uno de cada cinco agentes, era poco probable que
hubieran sido reclutados para la "primera línea de intimidad": "El estudio del Departamento Principal VI
(Control de Fronteras y Turismo) ofrece una visión más detallada de las tareas
de 193 mujeres dentro del área de responsabilidad del Departamento Principal en
el año 1985. A la mayoría, el 56 por ciento, se les asignaron en general las
llamadas investigaciones "quién es quién", el 27 por ciento "garantizaba la seguridad interna dentro del
campo de operaciones", el 18 por ciento protegía a los ciudadanos de la RDA en "países socialistas", el 12 por ciento
investigaba y realizaba observaciones "en el área
operativa", sinónimo de Occidente,
respectivamente, el 8 por ciento
estaba directamente involucrado en grandes operaciones, ya sea controles
operativos sobre individuos (OPK, Operative Personalkontrollen) o casos
operativos más complejos (OV, procesos operativos)" (Müller-Enbergs
& Wegener Friis, pp. 68, 69). A las 12 agentes se les asignó la tarea de
vigilar a los ciudadanos de la RDA, y el 3 por ciento fueron asignados a
personas de contacto del "área operativa" o que se ocupaban de la llamada desviación ideológica política (PiD) o "actividades políticas ilegales" (PuT,
actividad política clandestina). Cinco agentes controlaban a personas del "Área Operativa", cuatro investigaban
presuntos delitos y otros cuatro operaban a nivel nacional. El Departamento
Principal VI actuaba contra turistas y otros extranjeros en los llamados Interhoteles,
que eran centros turísticos exclusivos para los viajeros de Occidente. Aquí el
Departamento Principal VI y sus sucursales regionales asignaban los llamados
agentes HwG, con "un cambio de relaciones
sexuales con alta frecuencia". Por lo
tanto, las investigaciones particulares de personas del área operativa pueden
muy bien incluir la utilización de favores sexuales, pero no fue
automáticamente un eufemismo para ésto. Éste fue el caso del término "otras tareas de relevancia para el trabajo
político y operativo" que se asignó a dos agentes. La impresión general de las mujeres agentes
del Departamento Principal VI no fue la de la clásica "trampa de miel" como se imagina en el cine y la literatura,
sino más bien de tareas operativas mucho más mundanas. La "cama operativa" existió, pero siguió siendo un fenómeno
estadísticamente marginal. Durante la Guerra Fría, la Contrainteligencia de
Alemania Occidental (BfV, Bundesamt für Verfassungsschutz) calculó que la
proporción de mujeres entre los agentes de la STASI en Occidente era del 15 por
ciento. Ésto lo
publicó el portavoz de prensa de la BfV, Friedrich Ernst Berghoff, bajo el
alias "Henrik van Bergh". Su estimación se basó en agentes descubiertos en Alemania Occidental y
probablemente también fuera producto del sesgo de la investigación occidental y
los estereotipos de su oponente. Las cifras posteriores a la Guerra Fría son
significativamente mayores. Las cifras basadas en las investigaciones de
las Fiscalías Federales de la década de 1990 arrojan el 22 por ciento de las
499 investigaciones penales. Estadística basada en el registro de 1988 del
departamento de inteligencia exterior de la STASI, el Departamento Principal A
(HV A) alcanza un 28 por ciento de mujeres en la red en Alemania Occidental,
abarcando en total 1.553 agentes. Pero no sólo el HV A tenía agentes en
Occidente, sino que casi la mitad de los agentes de la STASI en Occidente
estaban a cargo del departamento del aparato de seguridad interior. Uno de
ellos era el Departamento Principal II (Contraespionaje). Dentro de sus redes
en Alemania Occidental y Berlín Occidental también había un 28 por ciento de
mujeres, basándose en el año 1972. En otras palabras, la STASI estaba más
dispuesta a incluir mujeres en sus operaciones occidentales que en casa. A partir de las hojas estadísticas de los
llamados expedientes "Rosenholz", que eran
copias de seguridad de las bases de datos HV A adquiridas por los EEUU en 1993,
hoy es posible obtener una visión bastante detallada de los agentes en Alemania
Occidental. Dos categorías clave de agentes en Occidente eran las llamadas
fuentes de objetos, que agentes en el lugar, y los agentes en perspectiva, que
se encontraban en una fase anterior de su carrera encubierta (en el mejor de
los casos, pilotada por el HV A), convertirse en agentes en el lugar. Aunque
todavía eran una minoría en ambas categorías, estaban formados por uno de cada
cinco o uno de cada cuatro agentes, respectivamente. Los agentes en el lugar
destruyeron los estereotipos sobre el lugar de las mujeres en el mundo de los
servicios secretos. Eran agentes en pleno funcionamiento dentro de las
instituciones occidentales, algunos de ellos muy productivos en su vocación
encubierta. Entre las mujeres destacadas y productivas de HV A se encontraban Katryn
Burger, presidenta de la Unión de Funcionarios Públicos, Brigitte Heinrich, reportera
del periódico berlinés Taz, la miembro verde del Parlamento Europeo Ursel
Lorenzen, secretaria del cuartel general de la OTAN Rosalie Kunze, secretaría
del Estado Mayor de la Armada de Alemania Occidental Ulrike Namhaft,
investigadora de EURATOM Doris Pumphrey, asistente de un miembro del Partido Verde en
el Bundestag Erika Reissmann, secretaria de la Unión de los Refugiados Alemanes
del Este (Bund der Vertriebene) Evelin Schötzki, secretaria del Ministerio de
Defensa de Alemania Occidental Irene Schultz, secretaria del Ministro Federal
de Ciencia Ursula Vollert, asistente de la dirección del Partido
Socialdemócrata Dagmar Kahlig-Scheffler, también como Herta y Astrid Willner,
ambas secretarias de la Cancillería. La lista anterior revela cómo la STASI ha
indicado las vocaciones favoritas entre sus agentes: secretarias, estudiantes y
periodistas. Entre las
466 agentes femeninas en 1988, 47 eran secretarias, 141 estudiantes y 74
periodistas. Los tres grupos tenían la ventaja evidente de que eran mucho más
accesibles, tanto desde el punto de vista práctico como ideológico, para las
mujeres en comparación con los hombres que ya habían hecho carrera en el
sistema occidental. Además, las secretarias a menudo tenían acceso directo a
material clasificado, las periodistas eran flexibles y tenían acceso a un
amplio espectro de personas, y las estudiantes constituían el punto de partida
perfecto para una planificación profesional a largo plazo, de doble vía,
encubierta y abierta. Dentro del grupo de secretarias, la secretaria en jefe era la más
interesante desde el punto de vista práctico, ya que estaban acostumbradas a
una jornada de trabajo autoestructurada e independiente. Desde el punto de
vista operativo, constituían una gran fuente potencial, ya que se presumía que
tenían una relación estrecha y particularmente segura con su superior, a veces
incluso actuaban como su mano derecha. La experiencia del HV A demostró que los
alemanes occidentales eran más laxos con las secretarias que con los hombres, a
quienes ayudaban. Además, la secretaria en jefe a menudo podía anticipar la
acción y reacción de sus jefes. Establecer contacto y preparar a una persona
hasta el punto de reclutarla era un proceso sensato y arriesgado cuando se
llevaba a cabo en Occidente y podía durar dos, tres o incluso más años. Según
los manuales de formación, el contacto con la secretaria debería "utilizar el comportamiento y los sentimientos típicos femeninos". El lenguaje sesgado por género reflejó que el proceso de reclutamiento
era casi exclusivamente terreno masculino. Todos los agentes encargados
(Führungsoffiziere) del HV A, así como sus superiores, eran hombres y, los
agentes de apoyo eran casi todos hombres también: "El manual sugiere: "El desarrollo de estrechas amistades y
relaciones amorosas fue y sigue siendo una base resistente, estable y exitosa
de una cooperación operativa con las agentes secretarias. La realidad ha
demostrado una y otra vez que los agentes femeninos se relacionan
principalmente con una persona amada o comprensiva y sólo de manera secundaria
con el curso que ésta persona representa. Así, el principal
objetivo del reclutador es ser gentil, empático y, a costa de relativamente
mucho tiempo, relacionarse con los intereses y problemas de una mujer, (debe) "estar ahí para ella" y garantizar la
impresión de ser reconocido como un socio igualmente valorado y amado". El grupo
objetivo de éste enfoque emocional eran principalmente mujeres solteras, y el
HV A estimó que aproximadamente el 30 por ciento de todas las secretarias de
los partidos y gobiernos de Alemania Occidental eran solteras o divorciadas. En
una perspectiva a largo plazo, el vínculo emocional no podía mantenerse solo y
debía ser "estabilizado" por otros motivos, por ejemplo, la simpatía ideológica por la RDA, que era
el motor más importante para la cooperación con la mayoría de los agentes. Al
final de su existencia, se consideró que la HV A utilizaría más reclutadoras
femeninas para lograr ése fin. Sin embargo, no se conocen ejemplos de un
modus operando modificado. El método descrito anteriormente se convirtió en la
etiqueta trivializada e inapropiada de "casos
Romeo". La relación fue
principalmente una manipulación planificada de antemano y no una empresa
amorosa. Para las mujeres involucradas, la exposición tuvo consecuencias nefastas:
no sólo fueron castigadas por el Tribunal, sino que también perdieron su
trabajo, así como su "relación". Entre 1949
y 1987, 58 secretarias fueron denunciadas por el Servicio de Contrainteligencia
de Alemania Occidental. El análisis del historiador del BStU George Herbstritt
de 499 agentes investigados por las autoridades alemanas después de la
reunificación mostró un panorama algo diferente, ya que sólo siete casos podían
clasificarse como "Romeos". Además, en éstos casos
el HV A no registró el reclutamiento como "Romeo" o incluso bajo la categoría "afecto personal", sino como operaciones de motivación
ideológica o de falsa bandera. En otras palabras, éste método no era tan
frecuente ni era una estrategia de reclutamiento específica y preferida de
Alemania del Este. La explotación de las
necesidades o emociones humanas era más bien una parte normal e integrada de la
psicología operativa. La noción de "Romeo" fue en gran medida un producto de los medios
de comunicación occidentales que se correspondía muy bien con las expectativas
del público y las imágenes controladoras de las mujeres en inteligencia" (Müller-Enbergs & Wegener Friis, pp. 74, 75).
Sugazy © |
La prostitución en la RDA.
¸¸¸¸¸
Una secretaria de gran éxito que no encajaba
ni en los estereotipos mediáticos ni en el cliché del manual HV A fue Johanna
Olbrich alias "Anna" (número de registro XV 2873/62). Olbrich no
cumplía con el estereotipo de una mujer soltera atrapada por los turbios
reclutadores de Alemania Oriental, pero era una espía altamente profesional que
trabajó para el HV A en la República Federal de 1967 a 1985. La base de datos
SIRA del HV A, que comenzó a registrar los documentos entrantes desde
principios de los años 1970, el nombre de Olbrich figuraba en 492 publicaciones
en la base de datos, 394 estaban registradas como documentos originales. De ésta
manera demostró ser la agente más exitosa del subdepartamento II/2 del HV A,
responsable de la inteligencia contra los partidos liberales y nacionalistas en
Alemania Occidental. Olbrich (nacida en 1926) trabajó como profesora en Sajonia
hasta que se mudó a Berlín en 1960 para iniciar una carrera en el Ministerio de
Educación. En 1963 se encontró con la STASI y aceptó utilizar su apartamento como casa
segura. De éste modo pasó a formar parte de la seguridad del Estado como una
típica agente de bajo rango, pero también la puso en la luz de los servicios de
inteligencia extranjeros. Estaba motivada ideológicamente y no tenía familia en
formación, lo que obstaculizaría su uso operativo. En 1967 emigró a Alemania Occidental con el nombre de Sonja Lüneburg. Éste
era el nombre real de una berlinesa occidental que estaba en tratamiento
psiquiátrico en la RDA. Éste método operativo utilizó la cercanía lingüística y
cultural entre los alemanes en ambos estados, lo que permitió a los espías de
Alemania Oriental adoptar la identidad de occidentales reales o ficticios. Fue un
proceso laborioso y a menudo lento que, no obstante, ayudó a llevar a
comunistas leales a puestos clave en las instituciones occidentales y les
permitió operar durante años. En el caso
de Olbrich, ésto le supuso una larga carrera, primero como secretaria del
miembro liberal del Bundestag, William Borm, él mismo agente del HV A, y luego
como secretario general del partido liberal FDP, Karl-Hermann Flach, luego para
el ejecutivo federal del FDP, Harald Hofmann, y finalmente para el secretario
general del FDP, secretario Martin Bangemann, a quien siguió cuando se
convirtió en Ministro de Economía. En 1985, sólo la llamaron a la RDA porque
corría el riesgo de quedar expuesta debido a la pérdida de una identificación
falsa. Otra mujer espía que tampoco encajaba en los estereotipos fue Gabriele
Gast, alias "Giesel" alias "Gerald" (XV 378/68). Ella debe
contarse entre las fuentes importantes del HV A. No sólo era muy eficiente, ya
que en la base de datos del HV A se podían atribuir 7.816 puestos a su caso,
sino que su posición como alto funcionario en el Servicio de Inteligencia de
Alemania Occidental (BND) permitió tanto a la STASI como al KGB una perspectiva
interna vital. Aunque su contacto inicial se basó en un vínculo emocional con su
contacto de HV A, Karl-Heinz, su largo servicio al bloque soviético no podía
reducirse a una trampa masculina. El caso Gast combinó varias de las
metodologías favoritas de HV A. En primer lugar, Gast era una persona política
independiente que al final resultó ser más resistente que un vínculo emocional
fugaz. En segundo lugar, el reclutamiento se realizó en territorio de Alemania
del Este, que no sólo era el lugar más seguro para actuar, sino que también
permitía a la STASI utilizar todo su aparato operativo en la preparación. En
tercer lugar, Gast fue reclutada en 1968 cuando aún era estudiante y no se unió
al BND hasta cinco años después, lo que le dejó tiempo suficiente para
prepararse. Gabriele Gast planteó una cuestión importante de la vida de las
agentes: el conflicto entre la vida familiar y las prioridades de un servicio
de inteligencia. En 1980, aproximadamente a la mitad de su carrera como agente
doble, adoptó a un hijo discapacitado. La elección que le cambió la vida la obligó a considerar su relación con
la inteligencia de Alemania del Este, porque "pero ahora, sin planearlo, me encontraba en
una situación en la que el bienestar de un niño al que cuidaba (dependía de mí)". Surgió la pregunta de si continuar espiando
cuando la posible exposición podría tener efectos devastadores en un miembro de
la familia que no participó en decisiones políticas anteriores. Gast dio
prioridad a apoyar el Pacto de Varsovia en un momento en el que veía la paz
mundial en juego debido a la decisión de doble vía de la OTAN. Tanto ella
como su hijo tuvieron que pagar el precio de ésta elección cuando fue arrestada
en el otoño de 1990 y sentenciada a 6 años y 9 meses de prisión. Fuera de la RDA, el número de mujeres era mayor, sobre todo debido a las
muy diferentes situaciones de reclutamiento. La inteligencia extranjera en la RDA necesitaba ser más imaginativa que sus
colegas del aparato de seguridad. Se vieron obligados a buscar los agujeros en
la arquitectura de seguridad del oponente, y aquí se prefirió a las mujeres, en
particular secretarias, periodistas y estudiantes. La noción
de controlar las imágenes tiene sentido en el caso de Alemania del Este. Los
estereotipos sobre el sexo, las trampas de miel o los Romeo-espías han sido
populares en la percepción pública del papel de la mujer en la inteligencia. El caso de Alemania Oriental demuestra
en gran medida que ésta idea dominante es errónea, tanto en el país como en el
extranjero. Las mujeres que trabajaban para la STASI no eran 29.000 Mata Haris.
Por supuesto, "la cama operativa" existía, pero no era una característica dominante.
Lo mismo ocurre con los "Romeos" de Alemania del Este. El
término no sólo es una mala elección, ya que idealiza el intento de manipular a
otros bajo su propio riesgo, sino que tampoco era un método operativo
dominante. Incluso los supuestos casos conocidos de "Romeo" no fueron registrados internamente como
tales. Steffi Brüning en "Prostitution in der DDR. Eine
Untersuchung am Beispiel der Städte Rostock, Berlin un Leipzig von 1968 bis
1989" (be.bra wissenschaft verlag GmbH, 2020) aborda la prostitution en la
República Democrática Alemana bajo la figura jurídica de la asocialidad. En
enero de 1980, una esposa de Baja Sajonia se puso en contacto con la
administración de la ciudad de Leipzig. Ella escribió: "¡Queridos señores! Es humillante y doloroso que tu marido te engañe. Pero
el hueco en mi caja registradora es igualmente doloroso. Después de
todo, tengo 4 hijos que cuidar. No se trata de pagos ni donaciones puntuales a
las "damas" de Leipzig. Son insaciables". La RDA se
presenta como un Estado moralmente limpio, pero "al mismo
tiempo las "señoras" alientan a los individuos a las ferias a participar en orgías privadas que
también degeneran en explotación. Por no hablar de las fotos de desnudos que se
toman y se convierten en dinero". Como prueba de éstas acusaciones adjuntó "cartas de
súplica" a su marido en las que dos mujeres de Leipzig pedían sumas de varios miles
de marcos alemanes. No hubo una respuesta de la administración de la ciudad. Ésta carta plantea
preguntas. ¿Quiénes eran éstas mujeres a las que se hacía referencia como "damas"? ¿Qué la
unía a un hombre casado de Baja Sajonia? ¿Y por qué le pidieron dinero a un ciudadano
alemán? ¿Cómo encaja ésto con la supuesta superioridad moral de la RDA sobre la
República Federal? Desde la
reunificación y la apertura de los documentos del Ministerio de Seguridad del
Estado (STASI) han aparecido periódicamente en la prensa historias sobre éstas "damas". FOCUS,
por ejemplo, informó en 1997 sobre la "Flota Moni
de la STASI": "Era una fruta precoz, siempre a la caza de tipos occidentales ocupados,
ropa elegante y todas las demás cosas de la vida". En el
Mitteldeutsche Zeitung informó sobre dos mujeres de Halle: "Ninguna de
las dos es prostituta", pero lo que dice la STASI "Prostitutas
aficionadas". Hasta el día de hoy,
éstas descripciones determinan la imagen de la prostitución femenina
heterosexual en el llamado socialismo real: mujeres jóvenes que, por diversión
y para conseguir codiciados productos occidentales, trabajaban temporalmente
para la STASI como "trampas de
miel" y seducían a hombres occidentales. ¿Cuánta
realidad hay en éstas descripciones? Éste trabajo es el primer en analizar la
prostitución femenina heterosexual en la RDA desde su prohibición penal en 1968
hasta la caída del Muro de Berlín en 1989. La atención se centra en
las ciudades de Rostock, Berlín y Leipzig. ¿Cómo se movían las prostitutas en
el sistema de la RDA? El año 1968 sirvió como inicio para la investigación, ya
que desde entonces la prostitución está tipificada como delito mediante la
introducción del párrafo "antisocial" en el
primer código penal (StGB) de la RDA. Las personas que no tenían un trabajo regular,
se prostituían o se ganaban la vida de formas no convencionales (mendicidad,
juego) eran consideradas de ahora en adelante delincuentes y podían ser
castigadas con entre dos y cinco años de prisión. Además, los ayuntamientos y
los departamentos de asuntos internos deben registrarlos, controlarlos y
reeducarlos en la vida cotidiana. Además de la introducción
del primer código penal de la RDA en 1968, la llegada al poder de Erich
Honecker, el acuerdo de tránsito en 1971 y el acuerdo de transporte en 1972
fueron acontecimientos que también influyeron en el desarrollo de la
prostitución en la RDA. Gracias a los acuerdos, los habitantes de la República Federal regresaron
a la RDA y el Muro volvió a ser permeable a los hombres occidentales y, con
ello, a sus posibles pretendientes. Además, en 1972 entró en vigor la ley que
regula el aborto. Ésto significaba que las mujeres podían decidir abortar después de recibir
asesoramiento médico hasta la duodécima semana de embarazo: "Un año
después, el Partido Socialista Unificado de Alemania (SED) también permitió a
la población de la RDA comprar en Intershops, lo que permitió a las prostitutas
utilizar por primera vez legalmente las divisas obtenidas. En el plano político
internacional, las cosas llegaron a su clímax en 1975. El Acta Final de
Helsinki se firmó como resultado de la Conferencia sobre Seguridad y
Cooperación en Europa (KSZE). El capítulo firmado sobre derechos humanos es
particularmente importante, ya que las prostitutas también pudieron aprovechar
la oportunidad para abandonar el país. Como capital de la RDA,
Berlín ocupaba una posición especial para el SED. La ciudad dividida debería
brillar en un sentido socialista para demostrar la superioridad del socialismo "realmente
existente". Por un lado, ésto significó que la ciudad siempre tuvo un estatus
político y económico especial, pero, por otro lado, el objetivo también era
presentar a Berlín como moralmente decente y limpio. La ciudad
creció desde poco menos de un millón de habitantes a mediados de la década de
1960 a casi 1,3 millones de habitantes en 1989. A principios de los años 70,
gracias a los contratos mencionados anteriormente, la gente de la República
Federal volvía regularmente a la RDA y, por tanto, a menudo a Berlín. La
estación de tránsito de Friedrichstrasse, en cuyas inmediaciones había
prostitución callejera, se convirtió en un símbolo de ello. A Berlín llegaban
constantemente personas de países occidentales y, en los años 70, a través de
los tratados de la KSZE, periodistas, diplomáticos y empresarios llegan a la
ciudad de forma permanente o temporal. La ciudad contaba con siete Interhoteles. Ésta
no era la única razón por la que Berlín era una ciudad especialmente animada.
Se estableció una colorida vida nocturna y surgieron innumerables bares, pubs y
otros lugares de entretenimiento. Leipzig, por el contrario, tenía sólo la mitad
de habitantes que Berlín y no estaba tan cerca del "enemigo de clase". Sin
embargo, hubo enormes oportunidades para encuentros entre Alemania Occidental y
Alemania Oriental dos veces al año. Las ferias de Primavera y Otoño de Leipzig
atrajeron cada una a unas 600.000 personas. A la feria asistieron
representantes empresariales financieramente sólidos de los países
occidentales, así como gente de la RDA, para quienes la feria fue un
espectáculo colorido" (Brüning, pp. 27, 28, 29). En Leipzig
también hubo una variada vida nocturna fuera de la feria de Leipzig, también
había prostitución callejera en la Nordstrasse, muy cerca de algunos de los
seis Interhotels. Ésta prostitución relativamente visible en las calles de
Berlín y Leipzig existió sin una intervención gubernamental significativa. Rostock
era una ciudad pequeña especialmente interesante por su acceso a un puerto
internacional. Ésto atraía regularmente a la ciudad a un gran número de
marineros extranjeros, que en aquella época solían hacer largas escalas y
ayudaban a moldear la imagen de la ciudad a largo plazo. El acceso al Mar
Báltico también promovió el turismo internacional y el intercambio económico. A Rostock
acudían regularmente representantes empresariales occidentales y, como en otras
ciudades, también había trabajadores subcontratados de distintos países. El
tamaño de la ciudad significó la concentración de turistas, trabajadores,
ciudadanos de la RDA, a algunos lugares de entretenimiento. En el
área urbana existía un Interhotel y el HO-Hotel "Neptun" en
Warnemünde. Todas las ciudades tienen en común un gran tráfico de visitantes,
lo que influye decisivamente en la prostitución: no sólo el marido de la Baja
Sajonia, cuya esposa se trasladó a la ciudad de Leipzig, tuvo contacto con
mujeres de la RDA durante su estancia. Los clientes masculinos de las famosas
prostitutas eran principalmente hombres de países occidentales. Sin embargo, hay que tener en cuenta que en
muchos casos las mujeres sólo eran percibidas como prostitutas por los actores
estatales porque tenían contacto con hombres occidentales. Las referencias a
los apostadores de la RDA aparecen una y otra vez, pero los actores estatales,
especialmente la STASI, no estaban particularmente interesados en éste grupo de
apostadores y por éso sólo dejaron unas pocas fuentes escritas al respecto.
Aparte de los periodistas, hasta ahora sólo unos pocos investigadores se han
ocupado del tema de la prostitución en la RDA. En 1998, Uta Falck presentó
La historia de la prostitución en la RDA y discutió los lugares individuales de
prostitución en general (por ejemplo, Interhotels) y en ciudades individuales
(por ejemplo, el "Storchenbar" en Rostock), las peculiaridades de las "relaciones" con los
clientes y la organización especifica de la prostitución. Falck dividió
el desarrollo de la prostitución en la RDA en tres fases. La primera fase duró
desde 1945 hasta la década de 1950 y se caracterizó por las penurias materiales
de las mujeres. La segunda fase de los años 60, caracterizada por la libertad y
la relajación sexual, también habría beneficiado a la prostitución. La tercera
fase, a partir de los años 70, estuvo dominada por las llamadas prostitutas de
lujo, que no sufrieron consecuencias negativas. En su
trabajo sobre los "asociales" en la RDA, Sven Korzilius ya criticó la investigación de Falck por ignorar
importantes oportunidades de represión contra las prostitutas. El estudio de Korzilius ofrece un análisis
histórico-jurídico integral, que muestra tanto continuidades, particularmente
con la República de Weimar y el nacionalsocialismo, como referencias y
comparaciones con la situación en la República Federal. Demostró que al
perseguir la "asocialidad", el SED siguió tradiciones excluyentes que comenzaron con el Imperio
Alemán y se consolidaron legalmente por primera vez durante la era
nacionalsocialista mediante un decreto básico de 1937. El término "antisocial" se consideraba un término extranjero para
designar a las personas que se definían como "inferiores" y que posteriormente se convirtieron en
víctimas del régimen nacionalsocialista. Sin embargo, no existía una definición
concreta de "asocialidad" durante éste tiempo. Sólo la RDA la creó una definición uniforme, y con el
Código Penal de 1968, una ley que criminalizaba la "asocialidad". Fue Korzilius quien demostró que la "asocialidad" en la RDA era vista como un núcleo del crimen
en general y que, por lo tanto, las personas en cuestión deberían ser
registradas, controladas y reeducadas. En lo que respecta a los
estados socialistas, está claro que se implementaron políticas similares en
casi todas partes, la prostitución desapareció del ojo público y, sin embargo,
siguió existiendo. Las prostitutas ya no estaban simplemente al margen de la
sociedad, sino que se volvieron invisibles. Para la RDA hay que destacar la
conexión entre las prostitutas y la STASI, determinada fundamentalmente por la
Guerra Fría. Las prostitutas debían utilizar en la lucha contra el "enemigo"
occidental. Echemos un vistazo más de cerca de las acciones de las prostitutas.
Éso a su vez se aplica también por el trabajo de la STASI. Los empleados no oficiales eran el "arma
principal en la lucha contra el enemigo" de la
STASI. En 1989 había aproximadamente 174.000 empleados no oficiales (IM)
activos; las estimaciones dan un total de 600.000 IM que fueron contratados
durante todo el período de la RDA. La proporción de mujeres oscilaba entre el
10 y el 16 por ciento. Además de la STASI, el Grupo de Trabajo 1 del
Departamento de Investigación Criminal (K1) también desempeña un papel
importante en ésta investigación sobre el uso de prostitutas por parte de los
servicios secretos. El K1 era
estructuralmente propiedad de la Policía Popular y vinculado así al Ministerio
del Interior, pero trabajó estrechamente con la STASI. El personal de mando del K1 estaba formado
por empleados de la STASI que participaban activamente en conspiraciones, los "oficiales de operaciones especiales" (OibE). El K1 también utilizó para su trabajo práctico
a "empleados no oficiales de la policía criminal" (IKM) y trabajó con métodos del servicio secreto o policía secreta. En la
RDA, diversos comportamientos desviados podían llevar a ser etiquetada como
prostituta. Por ejemplo, el registro estatal como "persona HwG" afectó a las jóvenes que "salían" con jóvenes varones sin que se demuestre
sexo. Por el contario, las relaciones sexuales con alemanes occidentales podrían
rápidamente generar sospechas de prostitución en el entorno social.
Especialmente cuando los alemanes occidentales vinieron de visita con coloridos
bolsos de la República Federal. Cuando una mujer soltera bailaba con marineros
extranjeros en bares, los camareros y camareras se apresuraban a definirla como
la "chica fácil". Antes de la investigación casi no se conocían los nombres reales de las
prostitutas en Leipzig y Berlín. Al mismo tiempo, se llevaron a cabo
investigaciones sobre MI ya conocidos y mujeres que habían realizado espionaje sexual
para la STASI. También se investigaron,
a veces de forma aleatoria, prostitutas procesadas o registradas como "personas
HwG" en el sistema de salud. De éstas mujeres se encontraron fichas en las
que estaban registradas las medidas de control estatal. Sin embargo, sólo se
encontró un archivo IM. También se registró a una mujer en la Dirección General
de Inteligencia (HV-A), el Departamento de Asuntos Exteriores de la STASI. Sin
embargo, debido a la extensa destrucción llevada a cabo por el HV-A, los
archivos ya no están disponibles. En general, éste hallazgo apoya la tesis de
que de que los IM estaban bajo protección de la STASI, mientras que las mujeres
que no fueron reclutadas quedaron fuera bajo el control estatal más fácilmente. Se vieron documentos de la STASI de casi 400
personas, entre ellas mujeres y algunos participantes masculinos, por ejemplo,
taxistas: "Además, se pudieron consultar expedientes
fácticos que proporcionan información sobre el entorno, pero en general
proporcionan poca información sobre los métodos de trabajo específicos de la
STASI. Algunas de ellas clasificaron al K1 y a la STASI como prostitutas
después de que IM informara sobre ellas. Klara S., nacida en 1944, vivía con su madre
en Rostock. Ambas asumieron el papel de forasteras desde el principio. Klara
S., era una conocida prostituta a más tardar en 1969. Sin embargo, ella no se
describió así en la entrevista. Experimentó medidas
estatales, particularmente en materia de atención de la salud sexual. También
dirigió el K1 durante cuatro años como policía criminal no oficial. Cuando
finalmente se hizo cargo de su madre enferma a finales de los años 1980, se fue
alejando gradualmente de su entorno social. Magdalena N., nacida en 1947, vivió entre
otros lugares en Leipzig. Magdalena N., era políticamente leal al SED. Se
prostituyó durante la feria de Leipzig, en los países socialistas vecinos, a
veces a tiempo parcial y otras a tiempo completo. La STASI la utilizó desde
principios de los años 1970 como "trampa de
miel" después de que ella comenzara como empleada civil de la Policía Popular. A
principios de los años 1980 finalmente se negó a seguir trabajando para la
STASI. Luego perdió su trabajo, se prostituyó para mantenerse a sí misma y a su
hijo, empezó a beber grandes cantidades de alcohol con regularidad, habló de
intenciones suicidas y luego se casó con un hombre que era adicto. Después de
la reunificación logró retirarse. Ruth K., nacida en 1955, se mudó cerca de
Berlín para formarse. Ella proviene de una familia cercana a la iglesia y
describió la relación con sus padres como muy familiar. Se prostituyó
principalmente cuando hacía autostop desde sus padres hasta el lugar de
entrenamiento con hombres extranjeros. También se casó para evadir la STASI. A
partir de ése momento su oficio sexual cambió. Hasta el final de la RDA tuvo un
socio rico de la RDA que la apoyó a ella y en parte a su familia. Además, hasta
1989 rara vez se prostituía. Marita Z.,
nacida en 1965, también vivía cerca de Berlín. Ella habló de intentos de abuso
por parte de familiares. Luego se fue alejando cada vez más de la casa de sus
padres. Finalmente terminó en un taller para jóvenes. Ella describió su
estancia allí como la mejor época de su vida. A los 18 años fue condenada a
prisión por primera vez por lesiones corporales. Tras ésta pena de prisión,
cumplió dos condenas más de prisión con breves estancias en libertad. Entre sus
arrestos, se prostituyó porque no podía encontrar un trabajo regular y además
era adicta al alcohol. Vivía con
un grupo de 32 hombres y mujeres que se cuidaban unos a otros"
(Brüning, pp. 27, 28, 29).
Sugazy © |
La batalla cultural.
¸¸¸¸¸
En la RDA se consumía Vita Cola en lugar de
Coca Cola, la crema Nudossi por la crema Nutella, las salchichas de Turingia a
las de Baviera, el vino espumoso Rotkäppchen de Alemania Oriental a la champaña
de la RFA. Otros productos emblemáticos de Alemania Oriental incluían los
pepinillos de Spreewald, chocolates de Halloren, la harina Kathi, mostaza de
Erfurt, los cigarrillos Cabinet o Juwe, los productos de belleza de la marca
Florena (la Nivea de la RDA). El vehículo Trabant es otro icono de la RDA. Entre
1957 y 1991 se produjeron 3 millones de Trabants en la fábrica de Wickau. Era el
vehículo más accesible de la RDA, pero había que esperar entre 10 y 15 años
antes de poder tener uno. La política demográfica fallida estaba basada en
beneficios materiales y subsidios a las personas que tenían hijos en medio de
una escasez de productos. Las parejas buscaban casarse jóvenes, y con el primer hijo adquirían un
mejor trabajo; con el segundo, un mejor departamento; con el tercero, un auto.
Considerando que en el socialismo el amor judeocristiano no tiene cabida. En
muchos casos no había un fuerte lazo de identidad entre padres e hijos, porque
éstos habían sido un medio para adquirir bienes materiales. En los
días previos a la caída del Muro, muchas parejas jóvenes abandonaron a sus
bebés afuera de los supermercados o en las guarderías. Querían emigrar a
Occidente sin lo que consideraban una carga. La policía de la RDA se vio
obligada a filmar a los infantes y transmitir sus rostros por televisión para
que los reconocieran sus abuelos, tíos u otros parientes. Las experiencias
de Putin como agente de la KGB en Dresde se produjeron en el contexto de
cambios sísmicos que se estaban produciendo dentro de la URSS y que
destrozarían la hegemonía soviética en la RDA y en toda Europa del Este.
Mientras Gorbachev intentaba preservar la Unión Soviética mediante un programa
de reforma política y económica, Erich Honecker en la RDA adoptó una línea
dura. Desde su oficina en
Dresde, Putin pudo ver que el férreo control de Honecker estaba cediendo. Lenta
pero inexorablemente, las protestas comenzaron a estallar y la marea de
oposición aumentó en Alemania Oriental. El trabajo de Putin era mantenerse al
tanto de los acontecimientos políticos en el país, por lo que observó el
desarrollo de éstos acontecimientos de primera mano. Además de estudiar la
naturaleza de la oposición, Putin tuvo un asiento en primera fila mientras un
sistema totalitario luchaba y no lograba reformarse. En octubre de
1989, trenes en dirección Oeste atravesaron Dresde con estruendo, transportando
a alemanes orientales que habían solicitado asilo político en la embajada de
Alemania Occidental en Praga. Multitudes
de dresdeneros intentaron romper el cordón de seguridad alrededor de la
estación de tren con la esperanza de unirse a sus compatriotas. El 9 de
noviembre, la caída del Muro de Berlín había conmocionado a todo el mundo.
Multitudes envalentonadas de ciudadanos se reunieron en toda Alemania. Putin
observó con horror cómo una multitud de miles de personas se reunía frente a la
sede de la STASI, frente a su oficina. Abrumado por el tamaño de la multitud y
la rapidez de los acontecimientos, Horst Böhm, el jefe de la sección de la
STASI en Dresde que una vez había otorgado una medalla a Putin, ordenó que se abrieran
las puertas a los manifestaban. Menos de un año después, Böhm se quitó la vida.
En la sede de la KGB en Dresde se desató un caos. Putin y sus camaradas
comenzaron a meter documentos confidenciales en el horno. Además de los
documentos, todo aquello por lo que Putin había estado trabajando durante los
últimos años estaba ardiendo ante sus ojos. "Destruimos todo:
todas nuestras comunicaciones, nuestras listas de contactos y las redes de
nuestros agentes", recordó Putin. "Yo personalmente quemé una enorme cantidad de material. Quemamos tanto que
el horno explotó". A medida que se acercaba
la medianoche, algunos miembros de la multitud envalentonada desviaron su
atención de la sede de la STASI a la oficina de la KGB al otro lado de la
calle. Sorprendido, un guardia de seguridad se apresuró a informar a Putin y a
los otros cuatro que lo acompañaban que había gente reunida afuera. Putin, el
oficial a cargo, dio órdenes de prepararse para un asalto. Llamó al mando
militar soviético en Dresde y describió la situación, solicitando apoyo
inmediato. La respuesta que recibió de su homologo militar lo persiguió por el resto
de su vida: "No podemos hacer nada sin órdenes de Moscú. Y Moscú guarda silencio". Abandonado por
sus superiores, Putin tomó medidas decisivas. Vestido de uniforme, salió solo y se enfrentó a las pocas docenas
de manifestantes. Hablando alemán con fluidez, explicó que sus hombres estaban armados y
dispararían si entraban al complejo. La multitud, aturdida por el impactante
colapso de la STASI, se dispersó. Vladímir Putin se mantuvo firme, evitando la
humillación de que saquearan su sede, pero la experiencia fue traumática. "Entonces tuve la
sensación de que el país ya no existía. Que había desaparecido. Estaba claro que
la Unión estaba enferma. Y tenía una enfermedad terminal sin cura: una
parálisis del poder". Putin recordó: "Pensé que todo era
inevitable. Para ser honesto, sólo lamenté que la Unión Soviética hubiera
perdido su posición en Europa. Entendí que una posición construida sobre paredes y
divisorias no puede durar. Pero quería que surgiera algo diferente en su lugar.
Y no se propuso nada diferente. Éso es lo que duele. Simplemente dejaron todo y
se fueron". Gerd Horten en "Don´t Need No Thought Control: Western Culture in East Germany and the Fall
of the Berlin Wall" (Berghahn Books, 2022) analiza el impacto de la cultura occidental en
Alemania Oriental y en la caída del Muro de Berlín. La batalla cultural la
ganaron los jóvenes. Dado que eran
partes integrales de los medios y la cultura de Alemania del Este, no sorprende
que la música popular y la radiodifusión se desarrollaran siguiendo líneas
similares al cine y la televisión de la RDA en los años 1970 y 1980. De hecho,
existen numerosos paralelismos entre todos éstos medios de comunicación en las
últimas dos décadas antes de la caída del Muro de Berlín. Todos ellos lucharon
poderosamente en la tensión continua y, en última instancia, un conflicto
irreconciliable: entre su mandato político de educar a una nueva personalidad socialista
y las demandas de entretenimiento de la vasta mayoría del público de Alemania
del Este. Del mismo modo, los medios de comunicación de la RDA generalmente libraron
batallas reactivas contra canales y estaciones que cruzaban la frontera con más
recursos y que se multiplicaban rápidamente, especialmente desde Alemania
Occidental, que mantenían un ritmo implacable de competencia cultural e
innovación tecnológica. Finalmente, los funcionarios culturales de Alemania Oriental se enfrentaron
a una población para la cual los cruces de fronteras culturales se volvieron
cada vez más rutinarios en los años 1970 y 1980, en un medio híbrido y un
entorno donde la cultura capitalista occidental y las expresiones socialistas
de Alemania Oriental coexistían, competían y chocaban a diario en una tensión
incómoda y no resuelta. Y fue un conflicto en el que la balanza se inclinaba
cada vez más decisivamente a favor de los oponentes occidentales en la década
de 1980: de hecho, fue una lucha contra todo pronóstico. La radio de Alemania
Oriental, junto con la música popular que la acompañaba, estuvo particularmente
expuesta a ésta confrontación continua debido a su efecto tecnológico y a las
opciones que los alemanes orientales tenían a su alcance, que se multiplicaban
rápidamente. Con sólo girar el dial, podían sintonizar estaciones de
transmisión de la Guerra Fría como Voice
of America, Radio Free Europe, o
la popular radio berlinesa del sector americano (RIAS). Se pusieron a disposición más opciones gracias
a la proliferación de estaciones de radio de Alemania Occidental que estaban
muy cerca de la frontera y que eran una parte omnipresente de la dieta
mediática diaria de Alemania Oriental. A finales de la década de 1970 y
especialmente a mediados de la década de 1980, las estaciones de radio
occidentales comerciales y privadas agregaron sus canales a la ya abundante
mezcla que penetraba profundamente en la RDA, lo que hace cada vez más difícil
la tarea de los funcionarios de radio de Alemania Orientan que intentaban
retener a sus audiencias. La radio juvenil de la RDA, en particular,
estaba integralmente ligada a la música popular internacional y a los estilos
de vida relacionados de varias subculturas que florecieron también en Alemania
del Este en los años 1970 y 1980. La música rock y pop, los hippies, el pelo
largo y la moda provocativa, así como las exitosas olas del punk, la new wave y
el hip-hop dejaron profundas huellas en la juventud de la RDA y transformó su
sensibilidad e identidad cultural. La radio juvenil de la RDA fue el nexo con
la cultura oficialmente aprobada, lo que aseguró conflictos casi continuos
entre los responsables políticos del SED, los profesionales encargados de la
programación, y sus audiencias que exigían cambios a un ritmo más rápido. Todo
ésto aseguró que la radiodifusión juvenil representara un lugar particularmente
común para fricciones interminables y competencias culturales, así como un
reflejo intrigante de la naturaleza cambiante de las transformaciones
culturales de Alemania del Este en las dos últimas décadas de existencia. Y no
es coincidencia que los vientos en contra de las políticas culturales y
mediáticas de la RDA se hicieran especialmente fuertes en los años 1980, porque
ésta década vio la rápida aceleración de los cambios tecnológicos en el
panorama mediático internacional: "Como ha señalado Stig Hjarvard, la década de 1980 "fue testigo del inicio de una serie de cambios estructurales tanto en el
sector de los medios de comunicación y la sociedad en general" en gran parte de Europa y Estados Unidos. Entre ellos destacan el fin del
monopolio de "los servicios públicos de radio y televisión
(en Europa) y la expansión de los servicios de radiodifusión vía satélite y
cable, (que) crearon un clima más comercial y competitivo en la radio y la
televisión". Para Alemania Oriental, éstos desafíos
resultaron especialmente desconcertantes y, en última instancia, insuperables. De hecho, la
influencia de la música popular occidental y la profunda penetración de las
estaciones de radio occidentales plantearon desafíos más importantes y
difíciles para todos los países del bloque del Este en lo que respecta a la
difusión de los medios y la cultura occidentales. A partir del período
inmediato de posguerra, pero con una aceleración especial en la fase socialista
tardía, desde finales de los años 1960 hasta los años 1980, el rock, el pop y,
en última instancia, el punk, el hip hop y el new wave occidentales se
convirtieron en partes integrales de la cultura dominante de todos los países
socialistas. Fue visto en más canales de difusión internacionales como Radio Free Europe o Radio Luxemburgo, fue
cada vez más sancionado e incluido en la programación juvenil oficial de los
gobiernos comunistas, tolerado a través de conciertos de bandas occidentales en
países socialistas, accedido mediante transferencias culturales
transfronterizas entre países socialistas, o introducido de contrabando,
duplicado y difundido a través de intercambios clandestinos. Además, no existía
un enfoque uniforme o coordinado soviético o del bloque del Este hacia las
omnipresentes influencias de la música popular occidental. Los gobiernos
comunistas individuales de Europa del Este aplicaron un conjunto inconsistente
de políticas dependiendo de las crisis políticas y el estado de ánimo cultural
que enfrentaron en sus países en diferentes momentos. Éstos enfoques vacilaron entre período de
mayor liberalización y tolerancia seguidos de años de respuesta restrictiva,
interferencias y mayor censura. Éstos cambios de política se coordinaron en
todo el bloque del Este, el público joven siempre supo dónde encontrar el
acceso más prometedor a sus preciadas bandas y música, incluso si ésto
significaba caza furtiva transfronteriza o viajar a sociedades socialistas más
abiertas como Hungría" (Horten, pp. 124, 125). Ésto también
resalta que las culturas juveniles en cada país del bloque del Este se
desarrollaron de manera diferente y única, tal como fue el caso en otros
ámbitos culturales, entrelazando bandas y entornos locales con influencias
internacionales en culturas híbridas creativas y específicas a nivel nacional. La abierta lucha
política e ideológica por los corazones y las mentes de la población de
Alemania del Este, y particularmente de su juventud, fue una característica de
la confrontación cultural Este-Oeste y un componente central de la Guerra Fría
en general. Como sostuvieron perspicaces analistas del Instituto Central de
Investigación sobre la Juventud de Leipzig (Zentralinstitut für Jugendforschung
Leipzig), así como investigadores del Ministerio de Cultura a mediados de los
años 1980, los funcionarios de Alemania Oriental tenían que comprender
adecuadamente los desafíos que enfrentaba la RDA si querían tener incluso una
pequeña posibilidad de implementar parte de su visión cultural socialista para
la radiodifusión. Como confirmó su informe de 1984, la radio siguió siendo el
medio preferido, en particular para los jóvenes, aunque a menudo se utilizó
como medio de acompañamiento y no como único foco de atención. Cuando se
trataba de relajación, los jóvenes de Alemania del Este preferían la radio a la
televisión por un amplio margen, y casi todos los jóvenes escuchaban la radio
diariamente más tiempo del que miraban la televisión. El informe también diagnostica claramente los
crecientes obstáculos para los medios de comunicación de Alemania del Este en
relación con las "tendencias a la internacionalización" de los medios en general. Señaló que la RDA estaba irrevocablemente y
profundamente involucrada en un intercambio internacional y que se había
convertido en "país dependiente de las importaciones" en éste proceso cultural transnacional. Varios factores resaltaron ésta
tendencia de manera particularmente clara. Uno fue la facilidad y
normalidad con la que la población de Alemania Oriental elegía diariamente e
incluso cada hora entre una amplia gama de selecciones de medios
internacionales en la década de 1980 y el alto grado de presión competitiva que
ésto ejerció sobre las instituciones culturales de Alemania Oriental. El otro aspecto
que destacaron los investigadores fue menos visible pero igualmente poderoso.
Como señalaron los autores, ésta cultura internacional impuso ciertos estilos y
modos de expresión en los medios de comunicación de Alemania Oriental porque "la modificación de
estándares, expectativas y experiencias (de) las ofertas internacionales" eran difíciles de
eludir o escapar. En un análisis igualmente revelador de 1985, Peter Wicke, uno de los principales
expertos en música popular y juvenil de la RDA, analizó perspicazmente el
creciente déficit en términos de infraestructura cultural u energía creativa en
Alemania Oriental. Los vinculó de manera convincente con transformaciones culturales de los estilos
de vida, tanto sutiles como manifiestas, especialmente entre los jóvenes. Como
argumentó Wicke, el nuevo entorno mediático de la década de 1980 se estaba
transformando rápidamente, lo que afectó directamente las sensibilidades, el
estilo de vida y la identidad de la juventud de Alemania Oriental. Lo que todas las nuevas expresiones de la
música popular tenían en común era que eran emocionalmente atractivas y
honestas, además de estar definidas por una artesanía experta y una composición
artística. En cuanto a las perspectivas de la música popular producida en la
RDA, la perspectiva de Wicke no era alentadora: "Es difícil ignorar que en una comparación internacional la música rock y
pop de la RDA no alcanza los estándares mundiales ni en términos de nivel
tecnológico ni de originalidad y autenticidad de su música". Las sombrías evaluaciones de mediados de los años 1980 casi hacen olvidar
que Alemania del Este había tenido una escena rockera bastante exitosa y
próspera, especialmente a mediados y finales de los años 1970. De hecho, en
términos de música rock en lengua alemana, las bandas de Alemania Oriental
estuvieron entre las más exitosas de Europa durante una breve década en los
años 1970, cuando tocaron en el extranjero y vendieron decenas de miles de
álbumes en varios países de Europa occidental. Los principales ejemplos de éste
tipo de historias de éxito fueron bandas como City, Karat y Puhdys, todas ellas
populares entre la juventud de Alemania del Este y a nivel internacional. Éstos
grupos formaban parte de las bandas itinerantes de la RDA (Reisekader), que era
un grupo selecto de bandas cuidadosamente elegidas que representaban a la RDA
en el extranjero y gozaban de privilegios exclusivos. Un buen ejemplo de
ésto fue el grupo de folk-rock City, que desarrolló su atractivo internacional
con el éxito de 1978 "At the Window" ("Am Fenster"). La canción era una balada de rock, basada en un poema de un conocido
poeta de Alemania del Este, e interpretada con acompañamiento de un violín. Ésta mezcla
creativa se convirtió en una de las marcas registradas del sonido folk-rock de
la banda a finales de los 70 y principios de los 80, en una línea similar a la
banda de rock británica Jethro Tull. La canción y el álbum se lanzaron en 1978 y se convirtieron en un éxito
inmediato en Alemania del Este y más allá. Los lanzamientos en Alemania
Occidental y partes del sur de Europa pusieron a City en el mapa como una banda
de rock reconocida internacionalmente. Como argumentó su cantante Toni Krahl,
el uso de letras en alemán fue impuesto inicialmente por los funcionarios
culturales del SED, pero finalmente fue adoptado por las bandas de Alemania del
Este porque daba a sus canciones más autenticidad y una sensación de cercanía
para el público. Incluso antes que el City, los Puhdys se habían hecho un nombre en la
escena del rock alemán e internacional de principios de los años 1970. Su himno
de Rock de 1973, "When a Man Lives for a Long Time" ("Wenn nein Mensch
lange Zeit lebt"), con sus letras equívocas y existencialistas y su melodía fácil de
tararear, capturó de manera única el momento contracultural en Alemania del
Este, así como en toda Europa durante éste tiempo. El hecho de que
surgiera como parte de la banda sonora de la película de culto de la RDA The
Legend of Paul and Paula (Die Legende von Paul und Paula) no hizo más que
aumentar su atractivo cultural y su longevidad, similar a la película
estadounidense de 1969 The Graduate, que iba acompañada de canciones de Simon y
Garfunkel. Los Puhdy siguieron ésto con múltiples éxitos, el más significativo "Old as a Tree" ("Alt wie ein Baum") en 1976, que
alcanzó la lista de éxitos tanto en Alemania Oriental como Occidental, así como
en varios otros países europeos. El éxito también llevó a la primera gira extendida
de la banda, que llevó a los Puhdys a través de muchos países de Europa
occidental y hasta Cuba a finales de los años 1970. Un grupo de similar calibre
y éxito fue Karat, que surgió simultáneamente con City en la escena del rock
alemán a mediados y finales de los años 1970. Una de sus canciones más
exitosas, "You Must Cross Seven Bridges" ("Über sieben
Brücken must du gehen"), fue un éxito de soft
rock, que se lanzó como parte de un álbum en 1979 que se convirtió en el LP más
vendido tanto en Alemania Oriental como Occidental ése año. Similar al éxito de
City "At the Window", ésta canción de Karat se basó en una obra literaria que había sido
adaptada como obra de televisión en Alemania Oriental a mediados de los años
1970. La letra hablaba del amor perdido y del dolor de la separación, pero
también hablaba de esperanza y confianza en que la relación podría encontrar un
final feliz. Grupos como City y Karat fueron representativos del punto culminante de la
música rock de la RDA a mediados y finales de los años 1970 y se les concedió
una importante licencia y libertad dentro de la escena musical popular de
Alemania del Este. Después de sus primeros éxitos, a Karat se le permitió lanzar la canción de
1979 "Albatross", que describía la envidia de un marinero por el vuelo libre y la libertad
del pájaro, una alusión apenas velada al anhelo generalizado de Alemania
Oriental de cruzar el Muro de Berlín y viajar libremente. Asimismo, a
finales de la década de 1980, City lanzó canciones tan controvertidas como "Half and Half" ("Halb und Halb"), que lamentaba
el estado de un país y una ciudad (Berlín) en los que sólo se podía ser mitad
libre y mitad satisfecho y abordó los temas centrales de Alemania Oriental: el
aislamiento, las limitaciones y la sensación persistente de sentirse
abandonado. Lo que demuestran éstos breves ejemplos es que las bandas de rock de
Alemania Oriental tuvieron éxito y fueron genuinamente celebradas por sus
jóvenes audiencias de Alemania del Este. Como en otras áreas de la cultura
popular de la RDA, el pico de la vitalidad artística y aprobación popular se
extendió hasta finales de los años setenta. Y creó estilos de vida y
subculturas que pusieron profundamente nerviosos tanto a los funcionarios del
SED como a la STASI. El primer aspecto
que molestó mucho a los funcionarios de la RDA fue que éstas subculturas, al
igual que los géneros musicales que admiraban sus seguidores, estaban
inspiradas en gran medida en modelos culturales occidentales y, a menudo,
estadounidenses. Como atestigua Cristoph Dieckmann, que fue a la vez
participante y más tarde historiador cultural de los movimientos juveniles de
la RDA, muchos de sus impulsos se inspiraron en la "otra América" –los movimientos de protesta de los años
sesenta en Estados Unidos: películas del género del Nuevo Hollywood, grupos como
Crosby, Stills, Nash & Young, Woodstock y los hippies, melenas largas y
modas radicales. Todos éstos eran sinónimos de libertad, rebelión, autenticidad
y una "contrarrealidad simbólica", que podría, al menos parcial y
temporalmente, sacarlo a uno de la sombría y bastante rígida sociedad de
Alemania Oriental. Las batallas políticas, especialmente aquellas entre los
líderes políticos y la juventud inconformista, a menudo se libraban a través de
símbolos. Tres de los símbolos rebeldes más poderosos a finales de los años 1960 y
1970 fueron el pelo largo, los jeans y las parkas, especialmente si éstas
últimas también incluían un emblema estadounidense u occidental. Las luchas por
su presencia o ausencia en la vida pública en Alemania del Este crearon un tira
y afloja implacable, que las autoridades generalmente perdían. Los vaqueros,
por ejemplo, estuvieron oficialmente prohibidos en la RDA hasta finales de los
años 1960 y principios de los años 1970. Para sus usuarios, reflejaban un atractivo
sentido de liberación personal e inconformismo, así como la aceptación de una
cultura internacional juvenil y aventurera. En la segunda mitad de la década de
1970, la mayoría de los jóvenes de Alemania del Este poseían algún tipo de ropa
de mezclilla, pero, como mostraron las encuestas, todavía había una gran
demanda. Asimismo, la mayoría de los jóvenes de Alemania Oriental no se oponían
a llevar emblemas estadounidenses en la ropa; sólo un tercio lo consideró
objetable. La gran cantidad de quienes realmente portaban éstos símbolos dijeron
que lo hacían porque estaba de moda y no por razones políticas. Sin embargo,
más poderosa y conflictiva que la elección de la ropa fue la longitud del
cabello. Aquí también los
funcionarios culturales finalmente tuvieron que ceder, pero las líneas de
batalla se trazaron más profundamente y la confrontación se libró de manera más
enconada que la mayoría de los otros símbolos de oposición. Al igual que en
otras partes de Europa, el pelo largo era parte integral de la escena musical
de rock y blues que envolvió a la RDA durante la década de 1970, y las
autoridades políticas y culturales del SED se opusieron enérgicamente. Si
querían aparecer en programas de televisión juveniles de Alemania del Este, por
ejemplo, los músicos de rock de la RDA tenían que recogerse el pelo con
redecillas para poder subir al escenario" (Horten, pp. 129, 130).
Sugazy © |
Autor del texto: Armando Ossorio ©
※ XPOFERENS ※
"Pornografía videográfica (en cinta de vídeo). Durante los 80, la posibilidad de que el público tuviera a su alcance una cámara de vídeo creó un cambio tanto en la manera de producir como de narrar las historias en la pornografía. Las producciones caseras comenzaron a difundirse de manera importante, ya que las copias de material se hacían fácilmente, lo que incluso impactó en el presupuesto para producirlas: ésto da la posibilidad de que prácticamente cualquier persona pueda convertirse en director, actor, productor y distribuidor. Éste abaratamiento en la producción es evidente en la industria pornográfica ya que surgen películas de menor calidad, tanto técnica como narrativamente. Las películas llegan a grabarse en unos cuantos días (uno o dos, en lugar de tres o cuatro semanas), generalmente en locaciones que no requieren de una escenografía ni de una iluminación especial y con actores poco reconocidos. La posibilidad de proyectar éstas películas en la intimidad de los hogares a través de la videocasetera permitió que el público considerara la pornografía como un espectáculo privado, por lo que las proyecciones públicas gradualmente disminuyen hasta prácticamente desaparecer. Es también cuando las temáticas de las películas empiezan a diversificarse, pues los gustos particulares del público se dan a conocer, creando entonces producciones especializadas, lo que da pie al coleccionismo y el alto valor que se la da a ciertos proyectos. La posibilidad que daba el vídeo de controlar el ritmo de la proyección, ya sea adelantándola o retrasándola para repetir las partes favoritas: es el inicio de lo que posteriormente se convertirá en las recopilaciones, pues el espectador prefiere las partes más interesantes de la película (generalmente las prácticas sexuales, la penetración y la eyaculación). Se debe resaltar que a partir de éste momento, aunque el soporte de registro ya no es la película cinematográfica, sino el vídeo, a las producciones de la industria pornográfica se les continúa llamando películas".
Lolirij © |
"La pornografía digital (disco DVD). En los 90 la calidad de la imagen
mejora a comparación de la cinta de vídeo y se mantiene la posibilidad de que
el espectador continúe controlándola, incluso con el menú de cambio de ángulo
que tenían las películas al grabarse en multicámara. El coleccionismo se
mantiene, la narrativa se sigue diversificando con recopilaciones y mediometrajes,
aumenta la producción de contenidos especializados, como las parafilias y
prácticamente no existen las estrellas porno: sino gran cantidad de actores
novel que buscan una oportunidad en el medio de contenidos especializados, como
las parafilias. Pornografía en la red (Internet). Al surgir la red, igualando
lo sucedido al inventarse el cine, de inmediato se inició la conversión de
producciones análogas y las producciones de películas específicas para éste
medio de distribución, generalmente en formato de vídeo. Ésto abrió la
posibilidad de que cualquier persona, en cualquier lugar del mundo, en la
privacía de su hogar, conectado con un módem, pudiera descargar a su
computadora (en la mayoría de los casos con pago previo) éstas imágenes para
poder disfrutarlas en cualquier momento. La cantidad de producciones se
incrementó de manera muy importante y el espectador tenía a su disposición una
gran variedad de actores, géneros, prácticas sexuales, calidades de producción
y narrativa, directores, casas productoras, etc., de donde escoger. El hecho de
coleccionar físicamente las películas se convirtió en una actividad
extravagante. Aumenta la producción amateur, exponiendo las actividades
sexuales de personas reales, que marcan una diferencia con las de la industria. El poder apreciar producciones de
cualquier parte del mundo también difundió los gustos sexuales, desde los
tradicionales o moralmente correctos hasta los más extraños y en ocasiones
aberrantes, lo que creó la idea de que la pornografía puede pervertir a quien
la disfruta".
Lolirij © |
"Pornografía mainstream (en directo). Con el desarrollo de la tecnología en
cómputo, donde las velocidades de transmisión de datos se han acelerado
vertiginosamente, surge la posibilidad de disfrutar producciones de manera
diferida (que se han producido con anterioridad pero que se encuentran
disponibles en diversas páginas especializadas) o directa (con transmisiones en
tiempo real que permiten interactuar con quien se encuentre frente a la otra
computadora). La creación de las páginas en la red, con catálogos de películas
que constantemente aumentan, permite que el espectador ya no necesite
descargarlas a su computadora, sino que en cualquier momento puede accesar al
archivo en línea y visualizarlo las veces que quiera de manera gratuita. Ésta
gratuidad es lo que ha provocado que actualmente el número de páginas que
presentan pornografía sea enorme y que también se pueda encontrar prácticamente
todo lo que uno se imagine relacionado con el sexo. Por el público asistente.
Desde el inicio del cine y hasta la década de los 50, las producciones
pornográficas eran vistas exclusivamente por público masculino en burdeles o
salas improvisadas donde se proyectaban las películas, pues se consideraba que
el público femenino debía ser "protegido" de éstas
imágenes para evitar desvirtuar su calidad moral. Público mixto adulto. En la
década de los 60 grupos reducidos de mujeres empiezan a ver producciones de la
época, generalmente por invitación de sus parejas. La exhibición de las
películas continúa siendo en lugares marginales y sin la aprobación de la
autoridad. Gracias al éxito obtenido por la película Mona, the virgin nymph (dirigida por Bill Osco en 1970; la primera
en ser proyectada en un cine comercial) y en especial a Garganta Profunda, la pornografía, aunque no obtiene la aceptación
oficial, accede a las proyecciones comerciales, lo que permitirá que de manera
pública, tanto hombres como mujeres, puedan presenciar ésas producciones.
Público mixto, adolescente y adulto. A partir de la década de 1980, con la
entrada del video cassette como medio de registro, el público que consume la
pornografía amplía su rango de edad, pues el hecho de visualizar las películas
en la privacidad del hogar y la facilidad de la distribución permite que los
adolescentes tengan acceso a ellas, con o sin el permiso de sus padres. Ésto
continuará en la década de los 90 con la aparición del DVD. Público mixto de
todas las edades. Con el desarrollo y cobertura del Internet, especialmente a
finales de los 90 e inicios del siglo XXI, prácticamente cualquier persona
puede disfrutar de las producciones pornográficas que circulan en la red,
incluyendo a los niños".
Sandra Soltero Leal.
Las
delicias del cine porno.
Propuesta
para un modelo de análisis audiovisual.
UNAM (2015).
"Non nobis
Domine, non nobis, sed nomini tuo da gloriam".
Lolirij © |
Bibliografía.
Guicciardini,
Francesco. (2006) Historia de Florencia, 1378-1509. México:
Fondo de Cultura Económica.
Billings, Lee.
(2014) Cinco mil millones de años de soledad. La búsqueda de vida entre
las estrellas. México: Ediciones Crítica.
Biedermann, Hans.
(2013) Diccionario de símbolos. Barcelona: Ediciones Paidós.
Calvet Louis-Jean.
(2001) Historia de la escritura. De Mesopotamia hasta nuestros
días. Barcelona: Ediciones: Paidós.
Stewart, Ian.
(2008) Historia de las matemáticas. Barcelona: Ediciones
Crítica.
Eliade, Mircea.
(2012) Tratado de la historia de las religiones: morfología y
dialéctica de lo sagrado. España: Ediciones Cristiandad.
Eliade, Mircea.
(2018) Lo sagrado y lo profano. Barcelona: Editorial Planeta.
Eliade, Mircea.
(2010) Historia de las creencias y las ideas religiosas I: De la edad
de piedra a los misterios de Eleusis. México: Editorial Paidós.
Eliade, Mircea.
(2011) Historia de las creencias y las ideas religiosas II. México:
Editorial Paidós.
Eliade, Mircea.
(2011) Historia de las creencias y las ideas religiosas III: De Mahoma
a la era de las reformas. España: Editorial Paidós.
Robles, Martha.
(2000) Mujeres, mitos y diosas. México: Fondo de Cultura
Económica.
Cotterell, Arthur.
(2008) Mitos, diccionario de mitología universal. Barcelona:
Editorial Ariel.
Armstrong, Karen.
(2015) Campos de sangre. La religión y la historia de la violencia. España:
Ediciones Paidós.
Kriwaczek, Paul.
(2011) Babilonia. Mesopotamia: la mitad de la historia humana. Barcelona:
Editorial Ariel.
Cline, Eric.
(2016) 1177 a.C. El año en que la civilización se derrumbó.
Barcelona: Ediciones Crítica.
Vernant,
Jean-Pierre. (2011) Los orígenes del pensamiento griego. Madrid:
Editorial Paidós Orígenes.
Harrison, Jane
Ellen. (2013) Arte y ritual antiguos. México: Ediciones del
Museo Nacional de Antropología.
Eco, Umberto.
(2010) Historia de la belleza. Barcelona: Ediciones: Random
House Mondadori, S. A.
Heather, Peter.
(2011) La caída del imperio romano. Barcelona: Ediciones
Crítica.
Toner, Jerry.
(2012) Setenta millones de romanos. La cultura del pueblo en la antigua
Roma. Barcelona: Editorial Crítica.
B. Krebs,
Christopher. (2011) El libro más peligroso. La Germania de Tácito, del
Imperio Romano al Tercer Reich. Barcelona: Editorial Crítica.
Pirenne, Henry. (2012) Historia
de Europa. Desde las invasiones hasta el siglo XV. México: Ediciones
Fondo de Cultura Económica.
Manacorda, Mario.
(2003) Historia de la Educación 2. De la antigüedad al
1500. México: Ediciones Siglo Veintiuno Editores.
McGlynn, Sean.
(2009) A hierro y fuego. Las Atrocidades de la Guerra en la Edad Media. Barcelona:
Editorial Crítica.
Tyerman,
Christopher. (2007) Las guerras de Dios: Una nueva historia de las
cruzadas. Barcelona: Editorial Crítica.
Maalouf, Amin.
(2012) La cruzada vista por los árabes. Madrid: Ediciones
Alianza Editorial.
Bartlett W.C.
(2006) Los asesinos. Barcelona: Editorial Crítica.
Hoge, Jr, James F;
Rose, Gideon. (2002) ¿Por qué sucedió? El terrorismo y la nueva guerra. Barcelona:
Ediciones Paidós.
Meiksins Wood,
Ellen. (2011) De ciudadanos a señores feudales. Historia
social del pensamiento político desde la Antigüedad a la Edad Media. Madrid:
Editorial Paidós.
Herrin, Judith.
(2000) Miscelánea medieval. Barcelona: Ediciones Grijalbo
Mondadori, S. A.
Varios.
(2005) Las órdenes militares en la Europa medieval. España:
Lunwerg Editores.
Castelfranchi,
Liana. (2005) Esplendor oculto de la Edad Media. Italia: Lunwerg
Editores.
Augias, Corrado.
(2011) Los secretos del vaticano. Luces y sombras de la historia de la
Iglesia. Barcelona: Editorial Crítica.
Gray, John.
(2008) Misa negra. La religión apocalíptica y la muerte de la utopía. Barcelona:
Ediciones Paidós.
Cohen, Esther.
(2013) Con el diablo en el cuerpo. Filósofos y brujas en el
renacimiento. México: Editorial Taurus.
Cotterell, Arthur.
(1984) Historia de las civilizaciones antiguas. Europa, América, China,
India. Barcelona: Editorial Crítica.
Postgate, Nicholas.
(1999) La Mesopotamia arcaica. Madrid: Editorial AKAL.
Johnson Paul.
(1999) La historia de Egipto. Argentina: Ediciones B
Argentina, S.A.
Molina, Manuel.
(2000) La ley más antigua: textos legales sumerios. España:
Editorial Trotta.
David, Rosalie.
(2004) Religión y magia en el Antiguo Egipto. Barcelona:
Editorial Crítica.
Marino, Ruggero.
(2005) Cristóbal Colón. El último de los templarios. Barcelona:
Ediciones Obelisco.
Frau Abrines,
Lorenzo. (2010) Diccionario enciclopédico abreviado de la masonería. México:
Editorial Herbasa.
Blaschke Jorge; Río
Santiago. (2010) La verdadera historia de los masones. México:
Editorial Planeta Mexicana, S.A. de C.V.
Ferrer Benimeli,
José Antonio. (1996) La masonería en la España del Siglo XX. España:
Ediciones Universidad de Castilla la Mancha.
Johnson, Paul.
(2010) La historia del cristianismo. Barcelona: Ediciones
B.S.A.
Harris, Marvin.
(2011) Caníbales y reyes. Los orígenes de las culturas. Madrid:
Alianza Editorial.
Harris, Marvin.
(2011) Vacas, cerdos, guerras y brujas: los enigmas de la cultura. Madrid:
Alianza Editorial.
Tiramonti,
Guillermina; Ziegler, Sandra. (2008) La educación de las elites.
Aspiraciones, estrategias y oportunidades. Buenos Aires: Editorial
Paidós.
Varios.
(1768) Retrato de los jesuitas, formado al natural, por los más sabios,
y más ilustres católicos. Juicio hecho de los jesuitas. Autorizado con auténticos
e innegables testimonios, por los mayores y más esclarecidos hombres de la
iglesia y del estado: desde el año de 1540, en que fue su fundación, hasta el
de 1650. Madrid.
Aguaviva, Claudio. (1845) Mónita secreta de
los jesuitas o instrucciones reservadas de los padres de la Compañía de Jesús. Madrid.
Imprenta de la gaceta mercantil.
Katz, Friedrich. (1981) La guerra secreta en
México. Europa, Estados Unidos y la Revolución mexicana. México:
Ediciones Era.
Ricard, Robert. (1986) La conquista espiritual
de México. Ensayo sobre el apostolado y los métodos misioneros de las órdenes
mendicantes en la Nueva España de 1523-1524 a 1572. México: Ediciones
Fondo de Cultura Económica.
Díaz del Castillo, Bernal. (1987) La historia
verdadera de la conquista de la Nueva España. México: Editorial
OCÉANO.
Ferrer Benimeli, José Antonio (1996) La
masonería en la España del Siglo XX. España: Ediciones Universidad de
Castilla la Mancha.
Touraine, Alain. (1997) ¿Podremos vivir
juntos? México: Ediciones Fondo de Cultura Económica.
Lafaye, Jacques. (1997) Mesías, cruzadas,
utopías. El judeo-cristianismo en las sociedades iberoamericanas. México:
Ediciones Fondo de Cultura Económica.
Boorstin, Daniel J. (1997) Compendio histórico
de los Estados Unidos. Un recorrido por sus documentos fundamentales. México:
Ediciones Fondo de Cultura Económica.
Bales, Kevin. (2000) La nueva esclavitud en la
economía global. Madrid: Siglo Veintiuno Editores.
Ferro, Marc. (2000) La colonización. Una
historia global. Madrid: Siglo Veintiuno Editores.
Klein, Naomi. (2000) No Logo. Barcelona:
Editorial Paidós.
Foucault, Michel.
(2000) Los anormales. México: Ediciones Fondo de Cultura
Económica.
Torres, Jurjo. (2001) Educación en tiempos de
neoliberalismo. Madrid: Ediciones Morata.
O´Neil, Charles E.; Domínguez, Joaquín María.
(2001) Diccionario histórico de la Compañía de Jesús. Madrid:
Editorial Universidad Pontifica Comillas.
Goñi, Uki. (2002) La auténtica Odessa. La fuga
nazi a la Argentina de Perón. España: Ediciones Paidós.
González Ruiz. (2002) Los Abascal,
conservadores a ultranza. México: Editorial Grijalbo.
Giroux, Henry. (2003) La inocencia robada.
Juventud, multinacionales y política cultural. Madrid: Ediciones
Morata.
Giroux, Henry. (2003) La escuela y la lucha
por la ciudadanía. México: Ediciones Siglo Veintiuno Editores.
Gellately, Robert. (2004) La Gestapo y la sociedad
alemana. La política racial nazi (1933-1945) España: Ediciones Paidós.
Marino, Ruggero. (2005) Cristóbal Colón. El
último de los templarios. Barcelona: Ediciones Obelisco.
Washington Valdez, Diana. (2005) Cosecha de
mujeres. Safari en el desierto mexicano. México: Editorial
OCEANO.
Hoyo, Eugenio. (2005) Historia del Nuevo Reino
de León (1577-1723). Monterrey: Fondo Editorial Nuevo León.
Ciccotti Ettore. (2005) La esclavitud en
Grecia, Roma y el mundo cristiano. Barcelona: Editorial
Reditar libros.
Koonz, Claudia. (2005) La conciencia nazi, la
formación del fundamentalismo étnico del Tercer Reich. España:
Ediciones Paidós.
Varela, Consuelo (2005). Cristóbal Colón. De
corsario a almirante. España: Lunwerg Editores.
Wright, Jonathan. (2005) Los jesuitas. Una
historia de los "soldados" de Dios. México: Editorial
Debate.
Torres, Jurjo. (2005) El curriculum oculto. Madrid:
Ediciones Morata.
Rodríguez, Esteban David. (2005) Derecho de
sangre. Historias familiares del poder público en México. México:
Editorial Random House Mondadori.
Garrido Genovés, Vicente; López Lucio, Patricia.
(2006) El rastro del asesino. El perfil psicológico de los criminales en la
investigación policial. Barcelona:
Editorial Planeta, S.A.
Wachtel, Nathan. (2007) La fe del recuerdo.
Laberintos marranos. México: Ediciones Fondo de Cultura Económica.
Flavio Josefo. (2008) La guerra de los judíos. España:
Editorial GREDOS.
Babeuf, Gracchus. (2008) El sistema de
despoblación: genocidio y revolución francesa. Madrid: Ediciones de la
Torre.
Meyer, Jean. (2008) La cruzada por México. Los
católicos de Estados Unidos y la cuestión religiosa en México. México:
Tusquets Editores.
Kenneth Turner,
John. (2008) México Bárbaro. México: Ediciones Colofón, S.A.
Aryeh Coffman (2009) En Yaacob. Las enseñanzas
del Talmud. México: Editorial Jerusalem de México.
Paredes, Luis. (2009) Los secretos del Yunque.
Historia de una conspiración contra el estado mexicano. México:
Editorial Grijalbo.
Frau Abrines, Lorenzo (2010) Diccionario
enciclopédico abreviado de la masonería. México: Editorial Herbasa.
Blaschke Jorge; Río Santiago (2010) La
verdadera historia de los masones. México: Editorial Planeta Mexicana,
S.A. de C.V.
Alsina, Claudi (2010) Asesinos matemáticos:
una colección de errores que serían divertidos sino fuesen tan frecuentes. Barcelona: Editorial Ariel.
Johnson, Paul. (2010) La historia de los
judíos. Barcelona: Ediciones B.S.A.
Johnson, Paul. (2010) La historia del
cristianismo. Barcelona: Ediciones B.S.A.
De la Corte Ibáñez, Luis; Giménez-Salinas Framis,
Andrea. (2010) Crimen
org. Evolución y claves de la delincuencia
organizada. Bacerlona: Editorial
Planeta, S.A.
Cedillo, Juan Alberto. (2010) Los nazis en México.
La operación pastorius y nuevas revelaciones de la infiltración al sistema
político mexicano. México: Ediciones Random House Mondadori.
Cacho, Lydia. (2010) Esclavas del poder. Un
viaje al corazón de la trata de mujeres y niñas en el mundo. México: Editorial
Grijalbo.
Yoshiaki, Yoshimi. (2010) Esclavas sexuales.
La esclavitud sexual durante el imperio japonés. Barcelona: Ediciones
B.
Vernant, Jean-Pierre (2011) Los orígenes del
pensamiento griego. Madrid: Editorial Paidós Orígenes.
Harris, Marvin. (2011) Vacas, cerdos, guerras
y brujas: los enigmas de la cultura. Madrid: Alianza Editorial.
Ramos Soriano, José Abel. (2011) Los
delincuentes de papel. Inquisición y libros en la Nueva España. México:
Ediciones Fondo de Cultura Económica.
Malló, Oriol. (2011) El cártel español.
Historia crítica de la reconquista económica de México y América Latina. Madrid:
Ediciones Akal.
Vernant, Jean-Pierre (2011) Los orígenes del
pensamiento griego. Madrid: Editorial Paidós Orígenes.
Sand, Shlomo. (2011) La invención del pueblo
judío. Madrid: Editorial AKAL.
León-Portilla, Miguel; Silva Galeana, Librado.
(2011) Huehuetlahtolli. Testimonios de la antigua palabra, Recogidos
por fray Andrés de Olmos. México: Ediciones Fondo de Cultura
Económica.
Stiglitz, Joseph. (2012) El precio de la
desigualdad. El 1% de la población tiene lo que el 99% necesita. Madrid:
Editorial Taurus.
Meyer, Jean. (2012) La fábula del crimen
ritual. El antisemitismo europeo (1880-1914) México: Editorial
Tusquets.
Suárez, Luis. (2012) La expulsión de los
judíos. Un problema europeo. Barcelona: Editorial Ariel.
Duverger, Christian. (2012) Crónica de la
eternidad. ¿Quién escribió la historia verdadera de la conquista de la Nueva
España? México: Ediciones Taurus.
Garrido, Vicente. (2012) Perfiles criminales.
Un recorrido por el lado oscuro del ser humano. Barcelona: Editorial
Planeta S.A.
Florescano, Enrique. (2012) Quetzalcóatl y los
mitos fundadores de Mesoamérica. México: Ediciones Taurus.
Cohen, Esther. (2013) Con el diablo en el
cuerpo. Filósofos y brujas en el renacimiento. México: Editorial
Taurus.
Sand, Shlomo. (2013) La invención de la tierra
de Israel. Madrid: Editorial AKAL.
Camarasa, Jorge; Basso Prieto, Carlos. (2014) América
nazi. México: Ediciones Prisa.
Darnton, Robert (2014) El diablo en el agua
bendita o el arte de la calumnia, de Luis XIV a Napoleón. México:
Ediciones Fondo de Cultura Económica.
Darnton, Robert (2014) Los best sellers
prohibidos en Francia antes de la revolución. México: Ediciones Fondo de Cultura Económica.
Asín Fernández, Enrique (1998): La política en las olimpiadas de Berlín 1936 (artículo en linea). Centre dÉstudis Olímpics UAB
(Consultado el 18 de mayo de 2020) http://olympicstudies.uab.es/pdf/wp080_spa.pdf
Norio, E. (2021), “Why are tourist resorts attractive for transnational crime? The case of the Mayan Riviera”, Tourism Critiques, Vol. 2 No. 1, pp. 38-73. https://doi.org/10.1108/TRC-10-2020-0019
Comentarios
Publicar un comentario