Ir al contenido principal

Hispanomics.

 

Leonor de Toledo Osorio.

Franquismo & Alfonso Osorio.

 El franquismo en la Guerra Civil (1936-1939) y la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) era caudillista, contrarrevolucionario, antimoderno, ultracatólico y de extrema derecha: antimasónico, antimarxista, anticomunista, antiseparatista y antiprogresista.  Jordi Gracia y Domingo Ródenas en "Historia de la literatura española. 7. Derrota y restitución de la modernidad. 1939-2010" (CRÍTICA, 2011), ubican la construcción mítica de Francisco Franco como salvador de la quiebra de España a manos de una República entregada a la horda comunista teledirigida por Moscú y sometida a la secularización atea, además de rota por las tensiones separatistas que animaron los tres estatutos de autonomía que la República sancionó, primero para Cataluña en 1932 y después, con la guerra empezada, para el País Vasco y Galicia. Los lemas en las monedas restituyeron los patrones morales del viejo tradicionalismo ligado a la Iglesia católica y una idea dogmática de la Hispanidad: "Caudillo por la gracia de Dios", "Por el imperio hacia Dios". Afectando a intelectuales como Miguel de Unamuno, Ortega y Gasset, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Valle Inclán, Pío Baroja y Azorín. El médico y ensayista Gregorio Marañón y Ramón Menéndez Pidal, fundador del Centro de Estudios Históricos y presidente de la Real Academia Española, decidieron en los últimos días de 1936 la incorporación al bando franquista a través de la salida de España. Lo mismo habían hecho algunos otros, refugiados en París, como Baroja y Azorín, o en Buenos Aires, como Ortega y Gasset. Mientras intelectuales prototípicamente liberales, pero de escasa sensibilidad democrática, como Baroja, Azorín, Ortega, Pérez de Ayala o Marañón identificaron en el franquismo la garantía de continuidad del orden burgués frente al temor a una revolución anarquista o comunista. Otros liberales como Clara Campoamor, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Américo Castro y Pedro Salinas, se exiliaron tempranamente o permanecieron en tareas de apoyo a la República a través de algunas revistas para la agitación de la propaganda republicana. El Mono Azul fue fundada por la Agrupación de intelectuales Antifascistas, con José Bergamín y la pareja Rafael Alberti y María Teresa León al frente. Hora de España, fundada por los jóvenes Ramón Gaya, Rafael Dieste, María Zambrano, Juan Gil-Albert o Antonio Sánchez Barbudo, pero sostenida por el aval de una nómina de creadores, ensayistas, novelistas y poetas: Antonio Machado, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, José Bergamín, Benjamín Jarnés, Juan David García Bacca, José Gaos. En el periódico La Vanguardia de Barcelona aparecieron los artículos de Corpus Barga, Mario Verdaguer o Benjamín Jarnés, hasta que hubieron de exiliarse tras la caída de Barcelona el 26 de enero de 1939. Los franquistas tuvieron de su parte a fascistas italianos notorios como Curzio Malaparte o el poeta católico francés Paul Claudel o los fascistas Robert Brasillach, Drieu de la Rochelle, el poeta irlandés Roy Campbell, el novelista británico Chesterton y George Bernanos, que se movió en círculos de la extrema derecha. En París funcionó una oficina del bando franquista financiada por Francesc Cambó destinada a las tareas de propaganda a través de la editorial y los cuarenta números de la revista Occident entre 1937 y 1939. Los republicanos tuvieron el apoyo de George Orwell, Ernest Hemingway, Robert Capa, César Vallejo, Stephen Spender, W. H. Auden, André Malraux, Max Aub, Octavio Paz, Pablo Neruda, Tristan Tzara. La Iglesia católica apoyó desde el primer momento el franquismo y fue el bastión más importante del control cultural y educativo de la prensa, el teatro, el cine, la literatura, etc. Las fuerzas vinculadas a las asociaciones políticas de carácter católico, Acción Española, la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACNdP) y después el Opus Dei, invadieron la universidad con el fin de recuperarla. El objetivo básico fue erradicar la herencia de la Institución Libre de Enseñanza y el laicismo como lacras de la sociedad. La construcción del discurso nacionalcatólico necesitó demonizar el pensamiento contemporáneo (Ortega, Machado, Unamuno) con la acusación de anti-España que recibieron los profesores exiliados y de aquellos que fueron depurados o apartados de sus cátedras por tiempo indefinido. La enseñanza en todos sus niveles y la investigación estuvieron bajo el integrismo de la Acción Española y el Opus Dei, bajo cuya inspiración nació el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Las incautaciones de los talleres y las redacciones, las radios y las instituciones pasaron a manos de la Falange, de quien dependió la Cadena de Prensa del Movimiento con medio centenar de diarios en toda España. Desde diciembre de 1936 estaban prohibidos por ley los libros "pornográficos" y la literatura "socialista, comunista, libertaria y, en general disolvente". El programa de limpieza incluía la depuración de las bibliotecas, a menudo mediante incendios, para impedir la "exposición de ideas disolventes, conceptos inmorales, propaganda de doctrinas marxistas y todo cuanto signifique falta de respeto a la dignidad de nuestro glorioso Ejército, atentados a la unidad de la Patria, menosprecio de la Religión Católica y de cuanto se oponga al significado y fines de nuestra gran Cruzada Nacional", de acuerdo con una orden aparecida en Boletín Oficial del Estado del bando sublevado el 16 de septiembre de 1937: "Las facilidades que dio México bajo el gobierno de Lázaro Cárdenas a los intelectuales españoles no las dio ningún otro país. Ése fue el destino mayoritario de la emigración intelectual y también el que ha capitalizado de manera más compacta la imagen colectiva del exilio literario. México no restablecería relaciones diplomáticas oficiales con España hasta la muerte de Franco pero sobre todo concibió desde 1937 un organismo de protección de refugiados que se convertiría enseguida en un centro capital de la vida intelectual española. Incluso en alguna medida valió como resurrección del abolido Centro de Estudios Históricos de Madrid... Se llamó desde 1938 La Casa de España en México, y fue rebautizada en 1940 como El Colegio de México, siempre bajo la dirección y el aval de Alfonso Reyes, que fue su inventor, y de Daniel Cossío Villegas, estrechamente relacionado también con la editorial que iba a incorporar entre sus colaboradores a un significado grupo de exiliados, Fondo de Cultura Económica. Fueron asesores y traductores en esa editorial perfiles tan dispares como José Gaos o Wenceslao Roces, el crítico musical Adolfo Salazar o el poeta León Felipe, Max Aub o Ernestina de Champourcín y Juan José Domenchina. Las ediciones de El Colegio de México, cuidadas por Ramón Gaya -otro de los fundadores de Hora de España-, fueron eficientes y constantes con quienes figuraban entre sus profesores- y muchos de los nombrados lo serían también de la Universidad Nacional Autónoma de México- como el propio Alfonso Reyes, José Gaos o Eugenio Ímaz, Moreno Villa o Enrique Díez Canedo... La primera editorial de Juan Grijalbo, Atlante, estuvo en México y también acudió al pasado inmediato para editar una antología cuidada por Domenchina sobre la poesía española entre 1900 a 1936, con epílogo de Enrique Díez Canedo, pero también la primera edición del Diccionario de filosofía, de Ferrater Mora, algún texto de Pere Calders o la autobiografía de Constancia de la Mora, Doble esplendor en 1944. El mismo Grijalbo fue el fundador a principios de los años cincuenta de la editorial que lleva su nombre, y con una orientación distinta y militantemente comunista, porque en el interior se leyeron (o difundieron) libros de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética que editaba Grijalbo, como el Manual de Economía Política, El Materialismo Histórico de Konstantinov, la correspondencia secreta de Stalin o La Sagrada Familia y otros escritos, de Marx y Engels, varios de ellos en traducciones de Wenceslao Roces o Adolfo Sánchez Vázquez" (Gracia & Ródenas, pp. 31, 32, 33). Alfonso Osorio García (Santander, 13 de diciembre de 1923) nació tres meses después del golpe de Estado encabezado por Miguel Primo de Rivera. Con apenas trece años vivió el inicio de la Guerra Civil, que duraría hasta 1939, cuando comenzó la época de Francisco Franco. Los dos momentos que mayor impresión le causaron fue la entrada de las tropas nacionales en Santander el 26 de agosto de 1937, y las palabras del príncipe don Juan Carlos Bourbon el 22 de julio de 1969 aceptando la sucesión como rey de España. Después de estudiar derecho en la Universidad de Oviedo se incorporó al servicio militar. Los primeros años del franquismo estuvieron marcados a nivel interno por el final de la Guerra Civil y las consecuencias derivadas del conflicto, y a nivel internacional por el inicio de la Segunda Guerra Mundial y la división entre los Aliados y los del Eje. El bando nacional que ganó la Guerra Civil se apoyó en tres pilares: la Iglesia, el Ejército y una serie de familias políticas derechistas. En este conglomerado destacó la unificación forzada de varios partidos en un partido único, fundado en 1937, Falange Española Tradicionalista y de las JONS. Después de la caída de las potencias del Eje, la situación de Franco a nivel internacional se encontraba en una fase complicada y resolver sus diferencias con el Vaticano se convirtió en un asunto de importancia. Se fueron sucediendo distintos acuerdos para limar diferencias hasta la firma definitiva del concordato, con fecha del 27 de abril de 1953. Franco otorgó a la Iglesia un papel protagonista en la labor de reconstrucción de España, donde desarrolló un nacional-catolicismo que identificaba la patria y el Ejército con la Iglesia. El abogado Ángel Herrera Oria fue el primer presidente de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACNdP), fundada por el jesuita Ángel Ayala en 1909. La finalidad de la asociación era formar a minorías selectas de católicos que pudieran influir en la sociedad a través de puestos de responsabilidad en la vida pública española: el derecho público cristiano, la doctrina social de la Iglesia y la dialéctica política. Alfonso Osorio se trasladó a Madrid en 1946 para ingresar en el Cuerpo Jurídico del Aire siendo el número uno de su promoción. También era miembro de la ACNdP en Santander con el sacerdote Herrera Oria y en Madrid con José Larraz, jurista católico y ex ministro de Hacienda. Alfonso Osorio hizo tres meses de prácticas en San Javier y un año más tarde fue promovido a teniente. En 1953 contrajo matrimonio con María Teresa Iturmendi, hija de Antonio Iturmendi, Subsecretario de Gobernación y años más tarde ministro de Justicia y en 1965 presidente de las Cortes Españolas y del Consejo del Reino. En 1953 logró entrar en el Cuerpo de Abogados del Estado, siendo de nuevo el número uno de su promoción, coincidiendo con Federico Silva y Luis Coronel de Palma, sus compañeros en la ACNdP. En Madrid se unió a figuras como Leopoldo Calvo-Sotelo, Federico Silva, Juan Durán, José Luis Ruiz Navarro, Fernando Álvarez de Miranda, Rafael Márquez y José María Gallardón. El matiz era el interés monárquico en un contexto antimonárquico, ya que Juan Carlos continuaba en el exilio y a Francisco Franco no le interesaba la sucesión monárquica. Alfonso Osorio García también se adscribió a la Asociación de Amigos de Maeztu, una agrupación de personalidades monárquicas de distintas características y distintas posiciones: los defensores de la Monarquía tradicional y los defensores de una Monarquía constitucionalista, pero todos convencidos de los principios de la causa monárquica. Dirigida y organizada por el conde de Ruiseñada, quien trató de resolver los problemas entre Juan Carlos y Francisco Franco. Con miembros de este grupo, Alfonso fundó la Asociación Española de Cooperación Europea para defender los tres principios que les unían: monarquía, democracia y Europa. La restauración de la monarquía conllevaba un cambio político que podría desembocar en una democracia, un sistema político imprescindible para encajar en el panorama europeo. En 1956 el grupo se disolvió y Osorio continuó desarrollando actividades políticas. Entre ellas las conferencias y reuniones en la ACNdP, en el Colegio Mayor San Pablo y en la Escuela de Ciudadanía Cristiana con el cardenal Ángel Herrera Oria, y las "cenas de los nueve", reuniones organizadas por Alfonso Osorio y Federico Silva en las que se trataban temas de actualidad política: Florentino Pérez Embid, Jesús Fueyo, Torcuato Luca de Tena, Leopoldo Calvo-Sotelo, Gonzalo Fernández de la Mora, José María Ruiz Gallardón y Manuel Alonso, después sustituido por Fermín Zelada. En 1953 el pacto de ayuda con Estados Unidos motivado por la postura anti Rusia del régimen de Franco. Las buenas relaciones con Estados Unidos, además del apoyo de la Iglesia a nivel internacional, ratificado en el concordato de 1953, propiciaron el reconocimiento de España en el extranjero. Entró en la FAO en 1950, un año más tarde en la Organización Internacional de la Aviación Civil y en 1952 en la UNESCO. El paso definitivo fue la entrada en la ONU en 1955, apoyada por Estados Unidos. El ministerio de Economía fue encomendado desde 1957 a los tecnócratas. La oposición vivió durante el apogeo del franquismo los peores momentos de su historia. En 1956 Alfonso Osorio fue destinado como abogado del Estado a la Secretaría Técnica de la Presidencia del Gobierno y se le designó Jefe de Sección de Procedimiento Administrativo. Además, intervino en la elaboración de la Ley de Régimen Jurídico de la Administración del Estado y en la Ley de Procedimiento Administrativo. En 1965 ocupó su primer cargo público, como subsecretario de Comercio, de la mano de Faustino García Moncó, abogado que después ocuparía el ministerio de Comercio. Incluso la situación de Juan Carlos de Bourbon era diferente. En 1963 el príncipe de Asturias y su esposa, Sofía de Grecia, se instalaron en el Palacio de la Zarzuela. Francisco Franco debía fijar antes de morir cómo quería que fuera el futuro de España, porque no contemplaba la posibilidad de que le sucediera un general. Le resultaba más atractiva la idea de instaurar una monarquía y la fundación de una nueva dinastía que nada le debiera al pasado. En abril de 1967 Alfonso Osorio tuvo su encuentro con la reina Victoria Eugenia de Battenberg, esposa de Alfonso XIII y madre de don Juan de Bourbon, y por tanto reina consorte de España. Marchó al exilio con su esposo el 15 de abril de 1931, primero a Francia y luego a Italia. Al separarse del rey, se estableció en Inglaterra hasta 1939, cuando fue invitada a dejar el país, por lo que fijó su residencia en Suiza. Fue madrina en Roma de Juan Carlos I y en 1969 del príncipe Felipe, única vez que volvió a España. Las palabras que de ella recoge en sus memorias son indicativas de la influencia que en Alfonso Osorio tuvieron y del papel monárquico y a favor de don Juan Carlos que defendió durante el franquismo: "Lo primero es España, después la Monarquía, después la dinastía y después la persona. Nos estamos haciendo viejos y nada se resuelve. Por eso, aunque para mí el rey es mi hijo don Juan, si tiene dudas, no olvide que el príncipe de Asturias, don Juan Carlos, ya está maduro" (Osorio, p. 18). Alfonso hizo llegar el mensaje a Francisco Franco y no lo hizo público hasta después de la muerte de don Juan de Bourbon, acaecida en Pamplona en 1993, y con el permiso del rey Juan Carlos I. El 22 de julio de 1969, don Juan Carlos de Bourbon juró el cargo como sucesor a título de rey y príncipe de España. En aquella ocasión Alfonso fue secretario y persona de confianza de su suegro Antonio Iturmendi, que fue quien redactó la Ley: "En su pequeña casa del barrio de Peñagrande, no lejos de El Pardo, al que se podía ir con máxima discreción, trabajamos muchas tardes. Escritos con mi letra, que procuraba cuidar para hacerla inteligible, pasaron a manos de Franco bastantes folios en los que se analizaban los distintos supuestos y condicionantes posibles. Hoy estoy seguro de que, por aquellas fechas, aún lejano julio, nadie sabía la decisión de Franco, salvo don Juan Carlos" (Osorio, p. 19). Alfonso fue presidente de RENFE (1968-1971), sucesor en el cargo de Leopoldo Calvo-Sotelo. Dimitió por solidaridad con Federico Silva, que había tomado la decisión de renunciar al Ministerio de Obras Públicas por discrepancias políticas con el Gobierno. También fue consejero del Reino (1969-1971), puesto disputado con Fernando Suárez, a quien apoyaba Torcuato Fernández Miranda. Con la aprobación de la Ley Orgánica de 1967, Francisco Franco había dispuesto la separación entre el jefe de Estado y el jefe de Gobierno. De esta forma, Carrero Blanco fue nombrado presidente del gobierno en junio de 1973. Durante la corta etapa de presidencia de Carrero se mostró el desgaste del franquismo, los primeros atentados de ETA y las tensiones con la Iglesia. Con un Franco avejentado y un presidente de 69 años, tuvo lugar la "Operación Ogro" en diciembre de 1973, en la que Carrera Blanco fue asesinado por ETA con varias cargas de explosivos colocadas en el subsuelo de la calle Claudio Coello. Carlos Arias Navarro fue nombrado jefe de Gobierno en enero de 1974 y Francisco Franco murió en noviembre de 1975. Carlos Arias Navarro tomó el relevo de Carrera Blanco con una promesa de reforma política: la reforma de la Ley Sindical y la aprobación de una Ley de Régimen Local, otra de Asociaciones y de un sistema de incompatibilidades. Pero en marzo de 1974 ocurrió el enfrentamiento más grave entre la Iglesia y el régimen franquista. El obispo de Bilbao, Añoveros, suscribió un documento sobre la identidad del pueblo vasco que llevó, por una parte al gobierno a querer expulsarlo de España y, por otra parte, al cardenal Tarancón, a tener preparada la excomunión para quien echara de su diócesis a Añoveros. El 20 de noviembre de 1975 moría Franco y con él el franquismo. En este proceso tuvo un papel protagonista la monarquía, pues Juan Carlos I no dejaba de ser el sucesor de Franco. El 22 de noviembre de 1975 fue proclamado rey y mantuvo como presidente del gobierno a Arias Navarro y nombró a Torcuato Fernández Miranda para la presidencia del Consejo del Reino. Juan Carlos Bourbon I le impuso al presidente Carlos Arias Navarro una serie de ministros. Junto a ellos se sentaron los hombres más centristas del panorama español: Manuel Fraga, vicepresidente para Asuntos Políticos y ministro de Gobernación; José María de Areilza, que reclamaba derechos de primogenitura sobre el rótulo del centrismo, en Exteriores; Antonio Garrigues, un monárquico liberal, en Justicia; Alfonso Osorio, en Presidencia, de la ACNdP. Adolfo Suárez y Rodolfo Martín Villa, en el Movimiento y Sindicatos, representaban a la tercera generación azul: "Así las cosas, Alfonso Osorio juró el cargo de Ministro de la Presidencia el día que cumplía 52 años, el 13 de diciembre de 1975. El plan que quiso poner en marcha el primer gobierno fue el cambio de las Leyes Fundamentales referidas a las Cortes, a la Sucesión y la de la Ley Orgánica del Estado. En mayo se aprobó holgadamente la nueva Ley de Reunión, pero no ocurrió lo mismo con la ley de asociaciones. Fue la demostración de que no era factible mantener una postura continuista con el régimen. El proyecto fue aprobado en las Cortes, pero para ponerse en práctica debía modificarse también el Código Penal para que dejara de ser delito la afiliación a partidos. El proyecto fue devuelto y no salió adelante. En realidad, el decisivo fin del franquismo llegó con el término del gobierno de Arias Navarro. La tensión y las discusiones políticas eran insalvables ante un régimen que quería mantenerse fiel a lo anterior sin solución de continuidad y, sobre todo, sin ofrecer la demanda democrática que pedían la sociedad y el momento histórico. En junio de 1976, don Juan Carlos de Bourbon I dio un discurso en Washington decisivo para marcar su trayectoria de reinado, pues dejó clara su postura con respecto a la implantación de la democracia en España... A su vuelta Arias Navarro dimitió, era el 1 de julio de 1976. Contra todo pronóstico, el nuevo jefe de Gobierno fue Adolfo Suárez, un candidato desconcertante. En esta nueva etapa, Alfonso Osorio ocupó el cargo de vicepresidente segundo y junto a él estuvieron otros ministros también procedentes de Tácito, de UDE o de ACNdP. La Ley para la Reforma Política fue el proyecto del momento y la vía escogida para, en definitiva, dar por finalizadas las Leyes Fundamentales del régimen de Franco. Alfonso Osorio, junto a Landelino Lavilla, fue autor del prólogo de esta Ley, aprobada en noviembre, sometida a referéndum el 15 de diciembre de 1976 y promulgada el 4 de enero de 1977. Incluía la celebración de unas elecciones, las primeras de la era democrática después de la Guerra Civil, que fueron el 15 de junio de 1977. Ganó la UCD y Adolfo Suárez se convirtió en el primer presidente de la democracia, encargado de formar gobierno y con la misión clara de redactar una nueva constitución para España. El 6 de diciembre de 1978 fue sometida a referéndum y aprobada, por lo que entró en vigor el 29 de diciembre de ese mismo año. Mientras Suárez buscaba el contacto con la izquierda, Osorio se centraba en el apoyo de la derecha de corte moderada, convencido de que la solución para España era una opción de centro derecha" (Escauriaza Escudero, pp. 24, 25, 26).

Bronzino.

Los Calvo-Sotelo.

 El abogado José Calvo Sotelo (1893-1936) era primogénito del juez Pedro Calvo Camina (1855-1937) y Elisa Sotelo Lafuente (1865-1948), hermano mayor del dramaturgo Joaquín Calvo-Sotelo (1905-1993) y tío de Leopoldo Calvo-Sotelo (1926-2008). Alcanzó popularidad en la Facultad de Derecho de Zaragoza al fundar una revista de humor y obtener la Matrícula de Honor en Derecho Romano. Fue también número uno de su promoción de abogados del Estado, estrenándose en política con el partido conservador de Antonio Maura, con el que llegó a ser gobernador civil de Orense y de Valencia. Su cargo como secretario de Ciencias Políticas y Morales del Ateneo, le permitió contactar con la intelectualidad del momento, imbuida de la línea krausista de regeneración a través de la educación de masas y aquí mantuvo sus primeros enfrentamientos con Manuel Azaña, futuro presidente de la II República. A partir de 1923, decepcionado del liberalismo y la ausencia de reformas del régimen parlamentario de la restauración, decidió apoyar la dictadura del General Primo de Rivera, quien le nombró ministro de Hacienda. Entre sus medidas destaca la creación del monopolio estatal del petróleo (CAMPSA) y de los bancos Exterior e Hipotecario. Su intento de reforzar la inspección tributaria, su batalla contra el caciquismo y su política intervencionista le granjearon bastantes antipatías en las clases oligárquicas. El advenimiento de la II República en 1931 le empujó al exilio en Lisboa y luego en París, donde contactó con ideólogos del autoritarismo monárquico, y evolucionó hacia posiciones ideológicas más radicales. En las elecciones de 1933, salió diputado y un año después, durante el bienio derechista, regresó del exilio gracias a la amnistía concedida por los republicanos conservadores de Lerroux y Gil Robles en el poder, reanudando su actividad política tras fundar el "bloque nacional". Era partidario de una monarquía con plenos poderes para superar el liberalismo corrupto y propiciar la creación de un ejecutivo fuerte. Brillante orador, tuvo encendidas polémicas en la tribuna con Casares Quiroga y Manuel Azaña, con quien se había enfrentado en su etapa del Ateneo. En 1936, tras el triunfo del frente popular, ya no vaciló en señalarse como enemigo público número uno de la coalición izquierdista en el gobierno, mostrándose partidario del enfrentamiento directo con las instituciones. Desde su escaño en el Parlamento republicano, Calvo-Sotelo combinaba eruditos análisis técnicos sobre Economía o Derecho con llamamientos al uso del Ejército contra las "hordas rojas": "Prefiero ser militarista a ser masón, a ser marxista, a ser separatista e incluso a ser progresista". Ante las elecciones de febrero de 1936, en las que vaticinó una victoria de las izquierdas, trató de convencer al General Francisco Franco para adelantar el golpe. Antes de su asesinato pronunció ante la diputada comunista Dolores Ibarruri: "Es preferible morir con gloria a vivir con vilipendio". José Calvo-Sotelo era un hombre ultracatólico, defensor de las tradiciones y apasionado de la música. Tocaba el violín, la bandurria y una pianola con la que cada Noche Vieja interpretaba la marcha real mientras sonaban las campanas en la Puerta del Sol. Contrajo matrimonio con Enriqueta Grondona Bandrés en la Iglesia del Buen Suceso de Madrid el 28 de junio de 1917. De la unión nacieron Enriqueta, Concepción, Luis Emilio y José Pedro, quien heredaría el marquesado que Francisco Franco otorgó a su padre a título póstumo. El domingo 12 de julio, antes de dormir, el político y su esposa fueron al cuarto de sus hijas para darles las buenas noches y allí Calvo-Sotelo conectó la radio para escuchar el concierto de la orquesta municipal de Madrid que transmitían los domingos. A las tres de la madrugada del 13 de julio de 1936 fue sacado de su domicilio por unos policías y se despidió de su esposa: "Te llamaré desde la DGS a no ser que estos señores me lleven para pegarme cuatro tiros". A la mañana siguiente apareció baleado su cuerpo en el depósito de cadáveres. El presidente del Congreso impidió que el féretro fuera expuesto en las Cortes. Su asesinato forzó la participación en el levantamiento militar del 18 de julio, el inicio de la Guerra Civil Española: "Entre los dramaturgos que trataron de hacer un teatro de actualidad figura Joaquín Calvo-Sotelo (1905-1993). Pese a proceder de una familia de juristas y políticos (su hermano José fue asesinado en julio de 1936) y haber ingresado él mismo en 1926 en el cuerpo de abogados del Estado, Calvo-Sotelo se dedicó a la escritura teatral desde 1932, año del estreno a "A la tierra: kilómetros 500.000"... Su producción viene a complacer el gusto del público burgués, al que le brinda un retrato amablemente reprensivo sin cargas de profundidad contra sus costumbres y valores sin violencias verbales o argumentales... Esto se hace evidente en sus numerosas comedias, donde la mezcla de jocosidad, ternura, sátira suave, y elementos del sainete y el vodevil no consigue elevarlas por encima de la mediocridad. En su teatro hay una inequívoca intención didáctica que resulta muy visible en sus dramas de tesis. En éstos la necesidad estructural de distribuir maniqueamente a sus personajes no le llevó, sin embargo, a mostrarse doctrinario en general, hecha salvedad de piezas como La cárcel infinita (1945), donde recurrió a sus vivencias en el Madrid en guerra. De su limitación para ahondar en los temas de índole ética es prueba Criminal de guerra (1951), un drama sobre el juicio a los criminales nazis que se resuelve con un acto de caridad cristiana, e incluso El Jefe (1952), sobre unos presidiarios fugados cuyas desavenencias acabarán por descubrirles la importancia del liderazgo y la autoridad... Su mayor acierto fue La Muralla (1954), el primero de los tres dramas sobre la Guerra Civil (los otros dos son Historia de un resentido, de 1956, y La herencia, de 1957), con el que el autor alcanzó un éxito gigantesco... Aquí se centra en el problema de la expropiación y el robo que durante la guerra sufrieron muchos ciudadanos e instituciones por parte de los vencedores. El botín de guerra, era en 1954, tabú absoluto, pero Calvo no lo va a tratar como un grave problema político sino como una cuestión de conciencia en términos católicos: el cacique extremeño Jorge Hontanar, que usurpó la finca de "El Tomillar" siendo capitán del ejército franquista, cae enfermo y, al verse en las puertas de la muerte y condenado al infierno, desea restituir la hacienda a su legítimo dueño para salvar su alma, pero sus herederos se oponen, formando una "muralla" a su alrededor para impedir la restitución. El expediente de hacer morir al protagonista antes de que pueda vencer la resistencia de sus deudos y hacer efectiva la devolución evita a Calvo-Sotelo el compromiso de un desenlace más valiente y traslada la inquietud de la obra a un terreno de la angosta moralidad católica: la familia ha elegido la riqueza y la honra al precio del infierno para el patriarca" (Gracia & Ródenas, pp. 397, 398). Leopoldo Calvo-Sotelo y Bustelo (1926-2008) era hijo de Leopoldo Calvo Sotelo (1894-1933) y de Mercedes Bustelo Vásquez (1899-1990), hermano de Ana María Calvo-Sotelo (1929-2022) y sobrino de José Calvo-Sotelo (1893-1936). Ingresó en la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Madrid, donde terminó en 1951 con el número uno de su promoción. Debido a la dependencia orgánica de la Escuela de Ingenieros del Ministerio de Obras Públicas los ingenieros se incorporaban automáticamente como funcionarios, recibiendo su nombramiento como ingeniero segundo del Cuerpo en noviembre de 1952 y su primer puesto en la Administración un mes después, como ingeniero subalterno en los Servicios Hidráulicos del Guadiana. El 24 de enero de 1941 fue creada por la Ley de Bases de la Ordenación Ferroviaria, la Red Nacional de los Ferrocarriles Españoles (RENFE), cuya finalidad era nacionalizar las compañías ferroviarias privadas y formar con ella una nueva empresa pública. Rafael del Pino Moreno, su primo José María López de Letona, su cuñado Leopoldo Calvo-Sotelo y su amigo Claudio Boada fundaron la empresa constructora FERROVIAL (1952). Una de las primeras tareas fue la de suministrador de RENFE, después siguieron obras de ampliación de los metros de Madrid y Barcelona. Contrajo matrimonio en abril de 1954 con Pilar Ibáñez Martín, hija de José Ibáñez Martín, exministro de Educación y presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), con la que tuvo ocho hijos: Leopoldo, Juan, Pilar, Pedro, Víctor, José María y Pablo. Leopoldo fue miembro de las Juventudes Monárquicas y de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACNdP). Uno de los fundadores de la Unión Española en 1957, de carácter monárquico posibilista. En Madrid se unió a figuras como Alfonso Osorio, Federico Silva, Juan Durán, José Luis Ruiz Navarro, Fernando Álvarez de Miranda, Rafael Márquez y José María Gallardón. En 1956 participó en las "cenas de los nueve", organizadas por Alfonso Osorio y Federico Silva: Florentino Pérez Embid, Jesús Fueyo, Torcuato Luca de Tena, Gonzalo Fernández de la Mora, José María Ruiz Gallardón y Manuel Alonso, después sustituido por Fermín Zelada. Entre 1954 y 1968 desempeñó cargos en la empresa privada y pública, entre ellos Consejero del Banco Urquijo, Consejero Delegado de la Unión de Explosivos Río Tinto o presidente del Consejo de Administración de RENFE (1967-1968). Renunció a RENFE por sus diferencias con el ministro Federico Silva, pese a su amistad en la ANCdP. Fue relevado por Alfonso Osorio (1968-1971), quien dimitió por solidaridad con Federico Silva, que había tomado la decisión de renunciar al Ministerio de Obras Públicas por discrepancias con el Gobierno. En 1971 fue nombrado procurador en Cortes en representación de los empresarios de industrias químicas. Ocupó desde el 11 de diciembre de 1975 hasta el 7 de julio de 1976, el Ministerio de Comercio, dentro del primer Gobierno de la Monarquía, presidido por Arias Navarro. Posteriormente fue titular del Departamento de Obras Públicas en el Gabinete de Adolfo Suárez (1976-77), aunque renunció al cargo para presentarse como candidato a las elecciones generales del 15 de junio de 1977. El 10 de febrero de 1981 el rey acepta la candidatura de Leopoldo Calvo-Sotelo con la condición de ingresar a España en la OTAN para sustituir a Suárez de forma constitucional y abandona la Operación Armada. Se presenta a la Cámara como jefe de un gobierno monocolor de UCD. Nada más conocerse la candidatura de Calvo-Sotelo, líderes del PSOE, AP y PCE declaran públicamente su rechazo al sucesor de Adolfo Suárez y al ejecutivo de UCD. El 20 de febrero se celebró la sesión de investidura de Leopoldo Calvo-Sotelo, que necesitó de dos votaciones. Tras la presentación del programa de Gobierno, el resultado de la primera votación: 169 votos a favor (UCD, 165; Coalición Democrática, 3; y 1 UPN); 158 en contra, 17 abstenciones y 6 ausencias. El 23 de febrero, durante la segunda votación, el Teniente Coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero Molina entró a balazos en el Congreso de los Diputados al grito de "¡Paso, en nombre del rey!". El plan del 23-F constaba de cuatro puntos esenciales: el asalto al Congreso del Teniente Coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero Molina como desencadenante de la operación, la toma de Valencia por los tanques de Jaime Milans del Bochs, el control de Madrid por la División Acorazada Brunete y el traslado del General de División del Ejército de Tierra Alfonso Armada a La Zarzuela para presionar directamente al rey con el fin de que accediera a un Gobierno de concentración presidido por su antiguo secretario. El objetivo del golpe era crear un Supuesto Anticonstitucional Máximo sin disparar un sólo tiro, pero que escenificara el profundo malestar del Ejército para justificar un acuerdo entre la clase política que arrojaría el Gobierno de Salvación Nacional presidido por Armada. El vicepresidente Alfonso Osorio, le dijo a Manuel Fraga: "Manolo, baja y dile a Tejero que llame a Armada". De los siete padres de la Constitución, cinco conocían la Operación Armada, estaban en la lista de Gobierno de Armada y durante los acontecimientos del 28-F en el Congreso permanecieron tranquilos en sus escaños: Gregorio Peces-Barba, Miguel Herrero, Gabi Cisneros, Jordi Solé Tura y Manuel Fraga. También Adolfo Suárez permaneció tranquilo, ya estaba al tanto del golpe militar. A las 12 de la noche Alfonso Armada logró la autorización del Jefe del Estado Mayor del Ejército y el visto bueno de Zarzuela para acceder al hemiciclo y cometió el error de enseñar a Tejero la lista de Gobierno: Alfonso Armada (Presidente), Felipe González (Vicepresidente para Asuntos Políticos), José María López de Letona (Vicepresidente para Asuntos Económicos). Como ministros, los socialistas (PSOE) Enrique Múgica (Ministro de Sanidad), Javier Solana (Ministro de Transporte y Comunicación) y Gregorio Peces Barba (Ministro de Justicia). Los comunistas (PCE) Jordi Solé Tura (Ministro de Trabajo) y Ramón Tamames (Ministro de Economía). Los ucedistas (UCDE) Pío Cabanillas (Ministro de Hacienda), José Luis Álvarez (Ministro de Obras Públicas), Miguel Herrero y de Miñón (Ministro de Educación y Ciencia), Agustín Rodríguez Sahagún (Ministro de Industria). Otros partidos e instancias: Manuel Fraga de Alianza Popular (Ministro de Defensa), José María Areilza de la Coalición Democrática (Ministro de Asuntos Exteriores), Carlos Ferrer Salat del CEOE (Ministro de Comercio), el liberal Antonio Garrigues Walker (Ministro de Cultura), Luis María Anson (Ministro de Información). General Sáinz de Santamaría (Autonomía y Regiones). Tejero quería una junta militar presidida por Jaime Milans del Bosch, indignado contesta que no ha hecho un golpe para que los socialistas (UCD, AP) y comunistas (PCE) entren al gobierno, impide que Armada pueda dirigirse a los diputados para proponer su Gobierno de Salvación con Felipe González como vicepresidente. Oficialmente, el 28-F y la Operación Armada han concluido. A la 1:00 de la madrugada del 24 de febrero, salió en TVE Juan Carlos Bourbon I, con el uniforme de Capitán General de los Ejércitos, para decir que no aprobaba el golpe de Estado. El 25 de febrero, a las seis de la tarde, continuó la sesión de investidura y Leopoldo Calvo Sotelo obtuvo la mayoría absoluta, nombrado presidente del Gobierno: 186 votos a favor (UCD, Coalición Democrática, CiU y los diputados del grupo mixto Manuel Clavero Arévalo, Jesús Aizpún e Hipólito Gómez de las Roces), 158 votos en contra (PSOE, PCE, PNV, PSA y 7 de los restantes diputados del mixto), ninguna abstención y 6 ausencias. La democracia española se puede definir en los mismos términos de Alfonso Osorio: "Nunca se puede pedir a un Presidente del Gobierno una garantía total, Adolfo Suárez sabía perfectamente cuál era mi planteamiento: una Ley para la reforma política, unas nuevas Cortes que permitiesen hacer esa reforma en profundidad y, en todo caso, creía que en nuestras manos estaba la gran operación política de que la derecha española que aceptaba el juego democrático tendiese la mano a la izquierda para que, superando la Guerra Civil y muerto Franco, se pudiese llegar a una etapa de convivencia y de paz; pero sin arriar ninguna bandera y sin dejar de mantener nuestra posición... Lo que ocurrió desde el primer momento es que Adolfo Suárez no trató de hacer un partido con ideología coherente y definida, sino sumar una serie de ideologías diferentes. Dije entonces, porque la frase fue mía y luego se repitió hasta la saciedad, que en UCD cabía todo el Parlamento alemán. En UCD había socialdemócratas, demócratas-cristianos, liberales, conservadores, viejos jóvenes del Movimiento Nacional y antiguos militantes de la burguesía izquierdista. Allí cabía todo. Y yo entendía, y sigo entendiendo, que cuando se produce esa confluencia se puede gobernar en coalición, pero no se puede estar en un único partido (...). Aquello estalló por la propia fuerza de las cosas" (Van Halen, pp. 110, 192): "La tarea prioritaria de Calvo Sotelo a su llegada a la presidencia fue, lógicamente, la superación de la crisis provocada por el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. El mismo 24 de febrero, al reunirse con los dirigentes políticos liberados pocas horas antes, el rey Don Juan Carlos se había mostrado contrario a "una abierta y dura reacción de las fuerzas políticas contra los que cometieron los actos de subversión", advirtiéndoles que no deberían caer en la tentación de "extender dicha reacción, con carácter de generalidad, a las Fuerzas Armadas y a las de seguridad". En plena sintonía con esta filosofía, el nuevo gobierno quiso distinguir entre los responsables del golpe y los soldados y guardias de menor graduación a quienes se había embarcado en la intentona, a la vez que renunciaba a investigar la llamada "trama civil", por temor a que ello pudiera desestabilizar aún más la situación. Calvo-Sotelo tomó esta decisión tras concluir que la inmensa mayoría del Ejército se había mantenido al margen del golpe, y que en todo caso el fracaso del mismo sería la mejor vacuna contra futuras veleidades involucionistas. Su gobierno también acordó que el juicio por rebelión militar iniciado en febrero de 1982 contra 32 militares y un civil fuese público, decisión que resultó plenamente acertada dado el comportamiento escasamente gallardo de los encausados, que contribuyeron con entusiasmo a su propio desprestigio. Sin embargo, la medida gubernamental que más contribuyó a restablecer la supremacía del poder civil fue sin duda la decisión de recurrir la sentencia del Consejo Superior de Justicia Militar emitida el 3 de junio de 1982. Ésta no solo condenaba a 22 de los acusados a penas menores de tres años, lo cual les hubiera permitido permanecer en el Ejército (a diferencia, por ejemplo, de lo ocurrido años antes con los miembros de la Unión Militar Democrática), sino que además consideraba que lo sucedido era una mera rebelión militar ideada por Jaime Milans del Bosch y ejecutada por Antonio Tejero, quienes recibían penas de treinta años de prisión, mientras que Alfonso Armada era castigado a tan solo seis años de reclusión. El Tribunal Supremo aumentó posteriormente algunas de estas condenas, y muy especialmente la de Armada, que fue considerado el cerebro de la operación, y cuya pena fue equiparable a las de Milans y Tejero... A esta misma lógica obedeció también su decisión de excluir por completo a los militares de su gobierno, por vez primera en democracia. El auge del involucionismo que finalmente provocó la intentona golpista estuvo íntimamente ligado al incremento de la actividad terrorista desplegada por ETA a lo largo de 1980, año en el que asesinó a 92 personas, la cifra más elevada de su macabra historia, fenómeno al que aludieron frecuentemente los golpistas a lo largo del juicio para justificar su acción" (Powell, pp. 42, 43).

Bronzino.

FORBES España 2023.

 La Real Academia Española (RAE) define la palabra pijo (de pija, miembro viril) como un adjetivo despectivo coloquial de España: "Dicho de una persona: Que en su vestuario, modales, lenguaje, etc., manifiesta afectadamente gustos propios de una clase social adinerada". La definición es genérica y el habitus de las clases sociales adineradas refleja diferentes gustos y criterios estéticos. Los 5 distritos y barrios con mayores niveles de renta bruta de toda España son La Moraleja (Alcobendas, Madrid) con una renta bruta de €181.990, Ciudad Vieja-Centro (La Coruña) con €113.461, Salamanca-Goya (Madrid) con €96.454, Vallvidrera-Tibidabo y Les Planes (Barcelona) con €95.299, Somosaguas (Madrid) con €93.063. El origen del barrio de La Moraleja se remonta a 1946, momento en que comenzó el primer plan de ordenación de la antigua finca de caza del siglo XVIII, que Carlos Pío de Habsburg-Bourbon denominó "La Dehesa de La Moraleja". En aquella época se diseñó el núcleo principal de la urbanización, alcanzando en los años 80 y 90 su mayor esplendor. Han vivido en La Moraleja el General de División Jaime Milans del Bosch, que hubiera sido presidente de España en caso de instalarse la junta militar del 28-F. Otro de sus habitantes polémicos fue el dictador venezolano Marco Pérez Jiménez (1952-1958), quien mandó a construir un refugio antinuclear. Tampoco debe extrañar que varios miembros de la familia del Caudillo de España tengan residencia: los Franco. Aunque ninguno del Top 5 de la lista FORBES 2023 de 100 españoles más ricos vive en La Moraleja. La Nº 13 y 24: la marquesa Alicia Koplowitz y la baronesa Carmen Thyssen Bornemisza. El padre y tío del Nº 54, 63, 79, 89: José María Entrecanales. Luis de Guindos (ex ministro de Economía, vicepresidente del Banco Central Europeo), José María Aznar López (presidente de España), José María Álvarez Pallete (presidente ejecutivo de Telefónica), Rosauro Varo (presidente de GAT Inversiones, vicepresidente del Consejo de Administración de Movistar Plus+, miembro del Consejo de Administración de Acciona Energía, del Consejo Asesor de Telefónica), Isaac Siboni (presidente del Instituto de Estudios Sefardíes y del Centro Peres para la Paz-España). Pero también personajes mediáticos como Telma Ortiz Rocasolano, hermana de Letizia Ortiz. O actrices y cantantes como Amaia Salamanca, Rocío Jurado, Isabel Pantoja, Lola Flores, Lolita Flores, Rosario Flores, Rocío Carrasco, Ana Obregón. Los futbolistas y directores nacionales y extranjeros (Mijatovic, Panucci, McManaman, Baptista, Guss Hiddink, David Beckham, Anelka, Ozil, Roberto Carlos, Ronaldo Nazario, Karim Benzema, Luka Modric, Raphael Varane, Sergio Ramos, Marcelo Vieira, Santiago Solari). Pero incluso La Finca de Pozuelo de Alarcón le disputa el título del barrio de los futbolistas (Cristiano Ronaldo, Raúl, Iker Casillas, Karim Benzema, Sergio Ramos, Ángel Di María, Zinedine Zidane, Gareth Bale, Toni Kroos, Fernando Torres, David Villa, Juanfran, Arda Turan, Diego Simeone, Jesse Lingard, Arbeloa, Coentrao, Guti). El Top 5 de la lista FORBES 2023 de los 100 españoles más ricos está dominado por Amancio Ortega Gaona (INDITEX & PONTEGADEA, €81.800 millones), Sandra Ortega Mera (INDITEX, €7.100 millones), Rafael del Pino Calvo-Sotelo (FERROVIAL, €5.900 millones), Juan Carlos Escotet (ABANCA, €4.000 millones) y Juan Roig Alfonso (MERCADONA, €3.900 millones). Entre los 5 concentran el 48% de total de la riqueza: €102.700 millones. Amancio y Rosalía Mera Goyenechea se conocieron como empleados en la tienda de confección y camisería "La Maja" (calle de San Andrés, La Coruña) de la familia Castro Quintás. En 1966 contrajeron matrimonio en la parroquia de San José. El primer domicilio del matrimonio fue en la calle Forcarey Nº 25 en el barrio de Monte Alto. La pareja abandonó "La Maja" y abrió un taller de costura en la calle de San Rosendo. Pronto se cambió al local Nº 61 de la calle Noya en el barrio de Os Mallos. La plantilla formada principalmente por los hermanos Amancio, Antonio y Josefa Ortega, su madre Josefa Gaona, su cuñada Primitiva Renedo Oliveros y su esposa Rosalía de Mera. En 1963 crean la sociedad Goa Confecciones y diseñan una bata con la marca "Goa", las iniciales de Amancio al revés. El matrimonio se muda a vivir con toda la familia al Paseo de la Ronda, Antonio vivía en el séptimo piso, los padres en el décimo y el matrimonio en los dos pisos de las últimas plantas. En mayo de 1975 abren la primera tienda de Zara España S.A en la calle Juan Flórez de A Coruña, el Registro de Patentes y Marcas les vetó el primer nombre elegido: ZORBA. En junio de 1985 crean Industria de Diseño Textil S.A. (INDITEX) para aglutinar las distintas actividades mercantiles (Zara, Pull&Bear, Massimo Dutti, Bershka, Stradivarius, Oysho). Amancio también ha vivido en la Plaza de Orense (nª 7-8), el Pazo de Anceis (Cambre) y el Barrio de Zalaeta, frente a la playa del Orzán de La Coruña. Con Rosalía Mera Goyenechea tuvo a Sandra y Marcos Ortega Mera. Con Flora Pérez Marcote, trabajadora de Inditex, a Marta Ortega Pérez. El 28 de marzo de 2016 fue filmado uno de los vídeos más emotivos en su cumpleaños Nº 80, organizado por Marta Ortega Pérez. Un conmovido Amancio Ortega llora de emoción al ser festejado por sus empleados: Tienda Uterqüe (Madrid), Oficinas Uterqüe (Tordera), Tienda Lefties (Barcelona), Oficinas Lefties (Tordera), Oficinas Oysho (Tordera), Tienda Oysho (Barcelona), Oficinas Zara Home (Arteixo), Tienda Zara Home (Milán), Tienda Stradivarius (Sabadell), Oficinas Stradivarius (Tordera), Oficinas Pull&Bear (El Ferrol), Tienda Pull&Bear (Madrid), Oficinas Massimo Dutti (Tordera), Tienda Massimo Dutti (Madrid), Tienda Bershka (Barcelona), Oficinas Bershka (Tordera), Tienda Zara (Juan Florez), Tienda Zara (Hong Kong), Tienda Zara (San Sebastián), Tienda Zara (Milán), Tienda Zara (Madrid), Tienda Zara (Londres), Tienda Zara (París, Campos Elíseos), Tienda Zara (Nueva York), Fábrica (Denllo), Logística (Meco), IndiPunt (El Ferrol), Logística (León), Logística (Zaragoza), Patronaje (Arteixo), Zara Caballero (Arteixo), Zara Kids (Arteixo), Inditex (Arteixo), .com (Arteixo). Rafael del Pino Calvo-Sotelo tiene su propio helipuerto en la finca "Los Estaquillos" de Berzocana (750 hectáreas) en Las Villuercas (Cáceres) y engorda jabalíes, corzos y ciervos porque es un gran aficionado de la caza. Tiene de vecinos a 30 kilómetros a la redonda las fincas de Juan Abelló Gallo (Torreal), Alberto Alcocer Torra (Alcor Holding), Jaime Bergel Sáinz de Baranda (Scalpers, Harvard Investment Group Capital), Claudio Aguirre (primo de Esperanza Aguirre, CEO de Altamar Capital Partners), Leandro Sigman (hijo del magnate judeoargentino Hugo Sigman) y Felipe González (expresidente de España). En el Nº 3, 9, 12 y 27 de la lista FORBES España 2023, los hijos del fundador de FERROVIAL Rafael del Pino Moreno y Ana María Calvo-Sotelo Bustelo, hermana del segundo ministro Leopoldo Calvo Sotelo y Bustelo: Rafael del Pino Calvo-Sotelo (€5.900 millones), Leopoldo del Pino Calvo-Sotelo (€2.700 millones), María del Pino Calvo-Sotelo (€2.500 millones), Joaquín del Pino Calvo-Sotelo (€1.300 millones). Rafael del Pino Calvo-Sotelo contrajo primeras nupcias en 1984 con Cristina Fernández Fontecha. En segundas nupcias con Astrid Gil Cásares en 2006 en la Iglesia de la Asunción de Chinchón. La hija del ingeniero naval Santiago Gil-Casares Armada y la francesa Astrid Marie Marlier; nieta paterna del médico José María Gil-Casares y Carmen Rafaela Armada Comyn. La abuela de Astrid era hermana del General de División del Ejército de Tierra Alfonso Armada, oficial en la Guerra Civil Española (frentes de Madrid, Andalucía, Guadalajara, Teruel y Valencia), instructor militar del príncipe Juan Carlos Bourbon (1954), jefe de la Secretaría del Príncipe (1965), secretario general de la Casa del Rey (1975), segundo jefe del Estado Mayor del Ejército (1981), implicado en el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. También formó parte de la División Española de Voluntarios en Rusia, conociendo en Leningrado a Milans del Bosch, otro de los implicados en el 23-F. Francisco Roig Ballester "el porquero" y Trinidad Alfonso Mocholí crearon una cadena de ocho carnicerías en La Pobla de Farnals, en 1977 fundaron MERCADONA dentro del grupo Industrias Cárnicas Roig. El 20 de octubre de 1973 su hijo Juan Roig Alfonso contrajo matrimonio con Hortensia María Herrero en la Iglesia castrense de Santo Domingo, frente a la Capitanía. La hija de Teodosio Herrero Manso, Teniente Coronel del Ejército de Tierra, y Carolina Chacón Lozano. El matrimonio se instaló en un piso de la Avenida de Cataluña. En 1981 los seis hermanos Roig Alfonso compraron la empresa. En 1991, Juan compró la mayoría de las acciones a sus hermanos. En el Nº 15 y 28 la esposa y el hermano de Juan Roig Alfonso: Hortensia María Herrera Chacón (€2.200 millones) y Fernando Roig Alfonso (€1.300 millones). Actualmente instalados en El Puig de Valencia y una hacienda en Poble Nou. En el Nº 6, 7 y 8 Tomás Olivo López (General de Galerías Comerciales & Unicaja Banco, €3.500 millones), Daniel Maté Badenes (Glencore, €2.900 millones) y Juan Abelló Gallo (Torreal, €2.900 millones). En el Nº 10 el judío sefardí Isak Andic Ermay (Mango, €2.700 millones). Coca & Cola no comenzó a fabricarse en España hasta 1951. El reparto de las licencias corrió a cargo del vasco Juan Manuel Sáinz de Vicuña, nieto político del general Miguel Primo de Rivera y sobrino político de José Antonio. Sainz de Vicuña y Gregorio Marañón fueron los dos primeros Presidentes de Coca & Cola en España. Las franquicias recayeron por regiones entre empresarios y aristócratas cercanos al poder: los valencianos Gómez Trénor, los vascos Urrutia en Madrid, los jerezanos Mora-Figueroa Domecq y los Líbano en Vascongadas. Francisco Franco y sus ministros decidieron que la primera fábrica de Coca & Cola estuviera en Cataluña y la primera franquicia fue asignada a los catalanes Daurella tras ser rechazada por Rafael Massó. El Senador Real e industrial José Daurella regenteaba una empresa de salazón de Bacalao de Islandia fundada por su padre en 1853. Su hijo Santiago Daurella de Rull construyó en 1943 una fábrica de bebidas carbónicas que embotellaba y distribuía gaseosas por toda España. Al recibir la franquicia, Daurella creó COBEGA en Barcelona y puso a sus hijos José y Francisco Daurella Franco al frente del negocio desde 1954. Sus dos hijas, Mercedes y Victoria, casadas en los años 50 con los vizcaínos Líbano Pérez-Ulibarri (primeros embotelladores del País Vasco) y los financieros catalanes Figueras-Dotti Cabot. El 12 de diciembre de 1968 Francisco Franco le entregó a Santiago Daurella de Rull la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, por medio del Ministro de Trabajo en su propia fábrica. Daurella se trasladó a El Pardo para agradecer en persona al Caudillo la distinción otorgada. En el Nº 16, 37, 77, 86 los primos de Coca-Cola Europacific Partners (CCEP): Sol Daurella Comadrán (Sabadell, Acciona, Ebro Foods, €2.000 millones), Carmen Daurella Aguilera (€1.100 millones), Alfonso Líbano Daurella (€450 millones), Mercedes Daurella Aguilera (€385 millones): "Siguiendo esta corriente, ya en el caso español, se ha solido llamar adalid de la tecnocracia a Gonzalo Fernández de la Mora, algo que sin embargo requiere ulteriores puntualizaciones... Se puede afirmar que Fernández de la Mora obtuvo más influencia teórica del francés Jean Meynaud que de Bell, al menos en la consideración de sus escritos sobre las formas políticas que debía adoptar el franquismo. Meynaud (1964) sí teorizó específicamente sobre las ideologías en su relación con la tecnocracia, y se podría decir que de una manera más neutral. Si bien su obra no ha alcanzado una repercusión similar a la de Bell o Fukuyama, sus textos sobre el supuesto agotamiento de las ideologías durante los años 50 y 60 fueron ampliamente conocidos. Las tesis de Meynaud se dieron a conocer al gran público concretamente a través de dos textos que pueden verse como complementarios: "El destino de las ideologías" y "Tecnocracia política". La obra del ideólogo español, en este sentido, se puede llegar a entender perfectamente sobre las coordenadas de dos importantes conceptos en la obra de Meynaud: opulencia y apaciguamiento. Sobre el primer concepto opera una idea clave para el período desarrollista del franquismo que, de nuevo, fue compartido por la gestión económica occidental: lograr unas cotas de desarrollo económico cuyo éxito permeara hacia la situación social de la población, incrementando la renta individual y avalando mejoras en las políticas de bienestar material, con el objetivo final de reducir las posibilidades revolucionarias de la ideología soviética. La explicación a esto no deja de ofrecerse en una cándida sencillez, que reside en el balance entre economía y demandas políticas... Por el otro lado tenemos el concepto de "apaciguamiento", que sin duda se sincroniza perfectamente con el anterior. Este se encuentra todavía más presente si cabe en las obras de Fernández de la Mora, básicamente porque desarrolla, a partir de esa noción, toda una justificación política de por qué es erróneo buscar alternativas de democracia (real) para el organicismo franquista. La tesis principal adjunta a este concepto radica en la desaparición de las ideologías fuertes que imperaron durante los años 20 y 30 del siglo XX y que condujeron a climas insosteniblemente violentos. El problema era, precisamente, que éstas ideologías (y sus derivaciones aisladas) fueron dictadas y conducidas por políticos demagogos que respaldaban su discurso en las emociones humanas. El giro "apaciguador" consistiría en ahogar tales pasiones políticas en las aguas neutras de la eficacia política" (Sales, pp. 243, 244). De entre las 70 transnacionales hoteleras más grandes, ocho son de capital español y de ella, cinco son originarias de las Islas Baleares: Barceló (1931, Mallorca), Riu (1953, Mallorca), Melía (1955, Mallorca), Iberostar (1956, Mallorca), Fiesta (1970, Ibiza). En el Nº 11, 20, 38, 52 los hoteleros: Miguel Fluxà Roselló (IBEROSTAR, €2.500 millones), Simón Pedro Barceló Vadell y familia (BARCELÓ, €1.600 millones), Carmen y Luis Riu Güell (RIU, €960 millones) y Gabriel Escarrer Juliá y familia (MELÍA, €720 millones). Existe un oligopolio de obras públicas forjado en tiempos franquistas: Sociedad General de Obras y Construcciones Obrascón, S.A. (1911: OHL), Construcciones y Contratas (1944: FCC), Abengoa, S.A. (1941). La fusión de OCP Construcciones S.A. (1930), Ginés Navarro Construcciones S.A. (1930) y Auxini S.A. (1945): Actividades de Construcción y Servicios, S.A. (1997, ACS). Ernst Koplowitz Sternberg, empresario polaco de origen judío (Construcciones y Reparaciones), contrajo matrimonio con Esther Romero de Juseu y Armenteros, hija de los marqueses de Cárdenas, íntima amiga de Carmen Polo. Ernst Koplowitz puso en el Consejo de Administración de FCC al conde de Argillo y a su hijo, el marqués de Villaverde, yerno de Francisco Franco. Al fallecer Ernst, Ramón Areces, presidente de El Corte Inglés, se hizo cargo de la viuda y de las niñas Esther y Alicia. En el Nº 13 Alicia Koplowitz y Romero de Juseu (FCC, Omega Capital, €2.500 millones). En el Nª 17 Florentino Pérez Rodríguez (ACS, Real Madrid, €1.900 millones). En el Nº 19 y 21 los hermanos Juan María Riberas Mera (Gestamp, €1.600 millones) y Francisco Riberas Mera (Gestamp, €1.500 millones). En el Nª 24 la baronesa Carmen Thyssen Bornemisza (€1.400 millones). En el Nª 25 y 26 los primos Alberto Cortina Alcocer (ACS, €1.400 millones) y Alberto Alcocer Torra (ACS, €1.400 millones), ex esposos de la marquesa del Real Socorro, Alicia Koplowitz, y la marquesa de Casa Peñalver, Esther Koplowitz. La aseguradora El Ocaso, S.A. (1920) fue fundada por Ramón d´Ortega Hervella y Abelardo Argüelles, en manos de su yerno Santiago Castelo Cortés, su nieta Isabel Castelo d´Ortega y Cortés, y bisnieta Isabel Elena de Mandaluniz. En el Nª 29 Isabel Castelo d´ Ortega y Cortés e Isabel Elena de Mandaluniz (€1.200 millones). La bisnieta y vicepresidente de Seguros Ocaso contrajo matrimonio con el duque de Veragua Cristóbal Colón de Carvajal Gorosábel, hijo del vicealmirante de la armada Cristóbal Colón de Carvajal y Maroto, asesinado por ETA en 1986 y descendiente directo del almirante Cristóbal Colón. Producto del matrimonio tuvieron a Cristóbal y Ángel Santiago Colón de Mandalúniz y Castelo D´Ortega. El banquero de Francisco Franco fue el mallorquín Juan March Ordinas, casado con Carmen Delgado Roses, sus nietos presentes en la lista. En el Nº 39 y 40 los hermanos Juan March Delgado (€950 millones) y Carlos March Delgado (€930 millones). En el Nº 49 el único cantante, Julio Iglesias (€750 millones). La fusión de Cubiertas y Tejados S.A. (1916) y la Compañía de los Ferrocarriles de Medina del Campo a Zamora y de Orense a Vigo (MZOV, 1860): Cubiertas y Mzov, S.A. (1978). La fusión de Entrecanales y Tavora S.A. (1931) y Cubiertas y Mzov, S.A. (1978): Grupo Acciona (1997). En el Nº 50 y 62 la sobrina y la cuñada de Amancio Ortega Gaona: Dolores Ortega (€750 millones) y Primitiva Renedo Oliveros (€625 millones). En el Nº 54, 63, 79 y 89 las ramas de José Entrecanales Ibarra, uno de los fundadores de Entrecanales y Tavora S.A., a quien Francisco Franco concedió la Gran Cruz de la Orden Imperial del Yugo y las Flechas el 18 de julio de 1969. Las ramas de los hermanos José María y Juan Entrecanales de Azcárate, los primos de Grupo Acciona: Javier y Mercedes Entrecanales Franco (€700 millones), Juan Ignacio e Inés Entrecanales Franco (€620 millones), Álvaro Entrecanales Domecq (€400 millones), Nieves y Daniel Entrecanales Domecq (€370 millones): "La asunción del liberalismo de posguerra se importó también a España desde unos postulados capitalistas muy concretos, ligados a la planificación de la economía, a través del capitalismo ordoliberal. El ordoliberalismo nació en el círculo de la intelectualidad económica alemana conocida como la Escuela de Friburgo, y que ya antes de la guerra -concretamente, en pleno auge de los movimientos fascistas- preveían un necesario cambio en el modo de entender la relación entre Estado y economía... Esa denominación de "orden" hace referencia a la específica relación entre las regulaciones constitucionales y estatales de la sociedad y la implantación de una política económica adherida a esos valores. En él primará la libertad económica y el capitalismo industrial y de emprendimiento, pero en el horizonte siempre se mantendrá una meta de "libertad" arraigada en preceptos de la filosofía nacional. Fuera de dudas queda que la libertad concreta solo puede realizarse en la realidad social a través de ese sistema económico-político, y sin embargo la pieza central que asegura y a la vez regula la correcta aplicación de la economía liberal le corresponde al Estado constitucional y democrático. Así, aunque la piedra pivotante de la teoría ordoliberal es el mercado capitalista, la regulación de sus condiciones ha de provenir necesariamente de un actor institucional. Dicho de otro modo: el capitalismo debe quedar sometido a las leyes propias de la estructura jurídica, que le otorga precisamente ese "orden" que lo regula... Es por ello que este sistema se contrapone al conocido neoliberalismo, o liberalismo de raíz austriaca, al menos en cuanto a la negación de las realidades naturales que para el neoliberalismo autorregulan los mecanismos sociales. por el contrario, se hace necesaria la ordenación estatal desde la política misma, encargada de mediar entre los dos espacios... El franquismo logró adaptar su peculiar ordoliberalismo para la política económica. El Régimen continuó cimentando su ideología ultranacionalista y alargando sus principios básicos reaccionarios, aunque adquiriera premisas de ese movimiento para su economía política, resumido aquí bajo la fórmula de "nacional-liberalismo". Sólo así logró colocarse en el vagón de cola de los países liberales occidentales, lo que le permitió una supervivencia estable aunque por momentos agónica, y definitivamente legitimada ya por el discurso hegemónico liberal" (Sales, pp. 247, 248, 251).

Bronzino.

Guerra Medieval.

 Los títulos nobiliarios no eran adornos, se ganaban en el campo de batalla. Sean McGlynn en "A hierro y fuego. Las atrocidades de la guerra en la Edad Media" (CRÍTICA, 2009) rescata tres hechos bélicos de los borbones. En la Edad Media se admitía la existencia de cuatro tipos de contienda: la guerre mortelle, u ofensiva a muerte, en la que el destino de los enemigos apresados era la esclavitud o la tumba; el bellum hostile, la guerra abierta o pública, en la que los príncipes cristianos se enfrentaban unos a otros y los caballeros tenían derecho a saquear las plazas conquistadas y a esperar a que se les devolviese a su campo tras el pago de un rescate; la guerre couverte, la pugna feudal o larvada, en la que se aceptaba matar o herir al adversario, pero no el incendio de las propiedades ni la toma de prisioneros ni despojos; y la tregua, o suspensión momentánea de las acometidas. El código de caballería surgió como una póliza de garantía de las clases dominantes, podían hacer la guerra y esperar su protección y rescate, el destino de los demás era la muerte. Ricardo Corazón de León fue apresado por Leopoldo V de Austria y entregado a Henri VI de Alemania, su liberación costó a Inglaterra 150.000 marcos y el vasallaje del rey inglés al emperador alemán. Durante la Guerra de los Cien años, Eduardo III de Inglaterra y su hijo Eduardo Woodstock, el Príncipe Negro, lograron capturar a Juan II de Francia en la batalla de Poitiers del año 1356, liberado por 3 millones de escudos de oro, la reducción de una cuarta parte de lo solicitado, que incluía la entrega de 16 prisioneros franceses de elevada posición social. A fin de sufragar las guerras que libraba en España, el Príncipe Negro impuso gravosas cargas tributarias a los principales de Aquitania, provocando que los señores de la región se rebelaran. La casa francesa de Valois apoyó a los aristócratas con tropas y dinero y la rebelión se convirtió en una guerra total. Durante la Guerra de los Cien Años, el rescate no garantizaba el bienestar del cautivo. Jean le Gastelier propinaba palizas a los prisioneros para obtener la promesa del más elevado rescate posible. Francisco de la Palu encerró a Henriet Gentian en una mazmorra con 18 serpientes y reptiles y envió cartas al duque de Bourbon y otros personajes con los que Henriet tenía relación, advirtiendo de que, si no pagaban rápidamente el rescate, dejaría a Henriet sin dientes. Al no obtener respuesta, le arrancó varios dientes con un martillo y los distribuyó para enviar el mensaje. En 1381 el duque Luis II de Bourbon se plantó frente a las murallas de la ciudad de Moleón, en el Poitevin, y ofreció a la fortaleza la oportunidad de rendirse. De no hacerlo inmediatamente, todos cuantos se hallaran dentro serían ahorcados para dar el ejemplo a otros. La guarnición no dudó en aceptar el pacto. El 25 de octubre de 1415 la batalla de Agincourt entre Henri V de Inglaterra contra Charles VI de Francia, el ejército inglés tenía entre 8.000 y 9.000 efectivos, y el francés entre 12.000 y 14.000. Los ingleses desplegaron las tres secciones de infantería, los arqueros en los flancos para disparar contra el avance francés, agazapados tras unos postes que los protegían de la caballería, otros tomaron posiciones en los bosques que rodeaban el campo por ambos lados. Los franceses tenían una formación lineal, la vanguardia integrada por caballeros sin montura y por arqueros, entre quienes se encontraban los ballesteros. La caballería protegía los dos flancos de la formación de primera línea, el centro organizado de manera similar, pero sin la protección de la caballería. En la retaguardia la caballería pesada. Henri V hace avanzar a su ejército por un camino estrecho para quitar la posibilidad de ataque a su flanco y sitúa a sus arqueros a 225 metros de los franceses, quienes rompen las filas del ejército con la huida de la caballería. El caos hace que los franceses penetren las líneas inglesas a golpes de hacha. El duque Juan I de Bourbon y el duque Carlos I de Orleans salvaron la vida, muriendo el conde de Suffolk y el duque de York. De un pelotón formado por dieciocho caballeros francos, el duque de Alenzón golpeó en la cabeza a Henri V y dejó maltrecha la Corona inglesa. Los caballeros franceses fueron capturados y asesinados. Los arqueros ingleses abandonaron sus armas para unirse a la refriega, los franceses amontonados por superioridad numérica en un espacio reducido, empezaron a rendirse y otros fueron tomados prisioneros: entre 1.400 y 2.000. Henri V ordena degollar a todos los prisioneros, salvo los más importantes. Los nobles ingleses se negaron porque representaban una inmensa fortuna en rescates, la misma garantía de su protección en caso de caer prisioneros. Henri V ordena a los arqueros la matanza, quienes no tenían protección de casta y lo único que podían esperar era la muerte. La caballería pesada franca formada por 600 hombres de armas no había sufrido bajas ni había entrado en acción, y se disponía a embestir a los fatigados ingleses. Henri V dio la orden de iniciar la degollina para que la observaran. Los duques de Orleáns y Borbón salvaron la vida, al igual que unos cuantos elegidos por el miedo a una respuesta incontrolable. La retirada franca se explica por la violación del código de caballería que perdonaba la vida a los que se habían rendido: "De este modo, la primera y desorganizada carga, junto con la posterior huida de la caballería francesa acabó provocando la desorganización del ejército entero. En su avance, el grueso de las tropas francesas se vio obligada atropellar a sus propios compatriotas, situados delante de ellos. Revestidos de toda su armadura y provistos de lanzas cortas para luchar a pie, quedaron exhaustos por el solo hecho de intentar repeler a los ingleses en el embarrado campo de batalla. Mientras tanto, las aguzadas saetas inglesas traspasaban la coraza de los franceses y causaban un tremendo número de bajas. Sin embargo, el impulso que traían, unido a la pura superioridad numérica, permitió que los franceses penetraran en el interior de las líneas inglesas, donde se libraba un feroz combate. En el subsiguiente tumulto murieron el conde de Suffolk y el aristócrata más destacado, el duque de York, éste último probablemente a causa de un impacto que le aplastó el cráneo pese a la protección del casco. Hasta el propio Enrique se vio amenazado. Un pelotón de choque integrado por dieciocho caballeros había jurado matar o apresar al rey: todos murieron en el intento. No obstante, el duque de Alenzón consiguió llegar hasta Enrique, golpeándole en la cabeza y arrancándole uno de los florones de la corona. El duque pidió cuartel, pero fue partido en dos por el hacha de un caballero… En esta situación crucial en el que los ingleses corrían grave riesgo, Enrique ordenó degollar a todos los prisioneros, salvo a los más importantes. Sus caballeros se negaron a cumplir la orden. Esto se debió en parte al código caballeresco y a los escrúpulos morales, pero sobre todo a razones de egoísmo personal: los prisioneros representaban una inmensa fortuna en rescates, y por consiguiente constituían la oportunidad de obtener un enorme beneficio económico. Enrique no estaba dispuesto a dejarse disuadir por este acto de insubordinación. En lugar de arredrarse trasladó sus urgentes instrucciones a un escudero y a doscientos arqueros: todo aquel que se negara a cumplir la orden sería inmediatamente ejecutado junto con los demás prisioneros… Exterminaron a los hombres de armas pese a que se habían rendido a sus captores tras haber recibido garantías de que se velaría por su seguridad personal. La mayoría de las víctimas murieron degolladas; otras fueron conducidas a un granero y quemadas vivas" (McGlynn, pp. 202, 203, 206, 207). El reino de León y Castilla tuvo que lidiar con las acometidas del ejército inglés. En 1379 muere Enrique II de Trastámara y su hijo Juan es proclamado rey de Castilla y León, coronado junto con su esposa Leonor de Aragón en el monasterio de las Huelgas de Burgos. En esa época había dos papas, Juan I reconoció a Clemente VII de Aviñón y Ricardo II de Inglaterra a Urbano VI de Roma, quien excomulga a Juan y a todos sus súbditos, y nombra al duque de Lancaster, Juan de Gante, hijo de Eduardo Woodstock, como Capitán General del Ejército Sagrado contra los reinos de Castilla y León. En 1381 estalla la revuelta campesina en Inglaterra con elementos dispares de la clase media baja, estamentos inferiores y algunos ricos habitantes de Londres que hicieron alianza para exigir la abolición de la servidumbre y reivindicaciones políticas. El grupo inició la revolución decapitando personajes importantes: en Londres pierde la cabeza el jefe de la administración de justicia, el arzobispo Simón de Sudbury, y el ministro de Hacienda, Roberto Hales; en Suffolk sir Juan Canvendish, rector honorario de la Universidad de Cambridge, el presidente del Tribunal Supremo del rey y Juan de Cambridge, prior de Bury Saint Edmunds. Los revolucionarios empalaban las cabezas cercenadas en lanzas para simular que se besaban. Ricardo II recupera el control de la situación y ordena sustituir las cabezas de sus ministros por la de los cabecillas rebeldes dirigidos por Wat Tyler, John Ball y Jack Straw, en los sitios donde los sublevados habían sido sepultados. Los cadáveres fueron exhumados para volver a ser colgados en el cadalso. Fernando de Portugal casa a su hija Beatriz con Juan I de Castilla el 17 de mayo de 1383, al fallecer Juan entra a Portugal para asegurar el gobierno de su esposa, pero la masa popular apoyaba al maestre Juan de Avís de la Orden del Císter. En la batalla de Aljubarrota del 14 de agosto de 1385, Juan I es derrotado por Juan de Avís con la ayuda de un gran número de arqueros ingleses. Charles V de Francia envía a Juan dos mil lanzas pagadas al mando de su tío el duque de Bourbon. Juan de Avís comunica el triunfo al duque de Lancaster, animándolo a tomar posesión del reino de Castilla y enviando emisarios a la Corte de Ricardo II. El Parlamento de Londres otorgó un servicio de 1.500 lanzas y toda la flota inglesa al duque de Lancaster. En abril Ricardo II publica una bula de Urbano IV en favor de "Juan, rey de Castilla y León, duque de Lancaster". Juan de Gante era tratado por Ricardo II como el rey de Castilla y antes de la expedición se firmaron tres acuerdos. El Tratado de Westminster del 7 de febrero lo obligaba a no firmar paz ni tregua sin permiso del rey de Inglaterra. El Tratado de Kingston Lacy del 8 de abril, constituye una alianza entre el reino de Inglaterra y Portugal. El Tratado de Windsor del 9 de mayo, especificaba el envío de diez galeras portuguesas bien armadas, en socorro del soberano inglés en el verano inmediato. La situación no era comparable al apoyo de Eduardo Woodstock a Pedro I de Castilla, el reino de Inglaterra apoyaba a Juan de Gante como rey de Castilla. Juan de Gante de sesenta años se embarca en el puerto de Bristol con su esposa Constanza, hija de Pedro I de Castilla, su hija Catalina de Lancaster y el séquito de damas y doncellas. El 20 de junio hizo a la mar desde el puerto de Plymouth, el 8 de julio con rumbo a Galicia, donde esperaba hallar partidarios de Pedro I. En Galicia envía un aviso a Juan de Avís, en la Coruña Fernando Pérez de Andrade impide que tomen la plaza, Santiago cae en poder de los ingleses y se convierte en la sede improvisada del duque de Lancaster. El 1 de noviembre de 1386 Juan de Gante y Juan de Avís se reúnen en Ponte-de-Mor, en la comarca de Oporto, para tratar los detalles de la guerra contra Castilla: el acuerdo de matrimonio de Juan de Avís con Phillipa, la hija del duque de Lancaster en su primer matrimonio con Blanca de Lancaster; la obligación del rey de Portugal de entrar con el duque de Lancaster en Castilla para recobrar el reino, recibiendo villas y lugares. Mientras las tropas inglesas eran víctimas de la peste negra. Juan I de Castilla se dedicaba a fortificar León, Zamora y Benavente. También dio la orden de despoblar y destruir los lugares llanos y descercados, y esperaba recibir la ayuda francesa. A fin de año Juan de Gante comunica a Juan de Trastámara el derecho a reinar por vía de Constanza o entenderse en batalla. El 25 de marzo de 1387 Juan de Gante y Juan de Avís entran a Castilla, cruzan la sierra de la Culebra y entran en Alcañices, camino de Benavente. La guerra tuvo una larga preparación, la intervención de Inglaterra y Portugal, dos bulas papales y tres tratados, pero sólo duró dos meses, los ingleses fueron contenidos por Alvar Pérez Osorio y el francés Rubín de Bracamonte: "El ataque a Benavente, defendido por Alvar Pérez Osorio y un fantástico francés a quien los castellanos llamaban Rubín de Bracamonte, es la única operación militar de esta campaña. Los asaltantes angloportugueses fueron empeñados y la defensa de la guarnición no menos; para los sitiadores, el problema de los aprovisionamientos llegó a hacerse verdaderamente grave por cuanto que los batidores castellanos, operando muy de cerca, impedían los movimientos… El ejército de don Juan I, muy reorganizado, estaba dividido en pequeños grupos a lo largo de una extensa línea con tres bases: Valencia de don Juan, Villalpando y Castroverde, cerrando los accesos a la tierra de Campos. La acción continua de las guerrillas estaban gastando la fuerza del duque, para quien llegó a hacerse un problema vital encontrar víveres con urgencia… esta necesidad explica la incursión contra Valderas, un lugarejo de las inmediaciones rodeado por una débil cerca, sin condiciones para resistir, aunque no obstante se defendiera durante algún tiempo hasta que le fue otorgada rendición; una de las condiciones impuestas, la entrega de víveres, no se cumplió porque los vecinos derramaron el vino, quemaron el trigo y huyeron con sus enseres. Los lancasterianos, defraudados, entregaron el pueblo a las llamas. A causa de las dificultades, los ingleses y los portugueses tenían desacuerdos. Algunos otros lugares sufrieron pérdidas, incluso pueblos pequeños como Villalobos, tenían fuerzas suficientes para resistir a los soldados del duque. Por más que se temiera un ataque a León donde se encontraba preparando su defensa el arzobispo de Santiago, Juan García Manrique, y donde las murallas habían sido reparadas y todas las torres surtidas con armas, la ofensiva estaba fracasada… Cuando los ingleses tuvieron noticia de que las dos mil lanzas que el rey de Francia enviaba en ayuda del monarca castellano estaban ya en Logroño, levantaron el cerco de Benavente, intentaron un infructuoso ataque contra Villalpando y luego seguidos de cerca, marcharon hacia el Duero para atravesarle por un vado entre Toro y Zamora. Por Ciudad Rodrigo llegaron a Almeida. La guerra había terminado" (Pérez Rodríguez, pp. 473, 474). El duque de Lancaster buscó asilo en un lugar de Portugal llamado Troncoso. Juan I Trastámara envía sus embajadores al duque de Lancaster con el propósito de firmar la paz en el Tratado de Troncoso. Sobre la base de un matrimonio entre el primogénito del rey de Castilla don Enrique, de nueve años de edad, con doña Catalina, hija del duque de Lancaster y doña Constanza que contaba con catorce años. Los duques estaban dispuestos a hacer renuncia de sus derechos a cambio de una fuerte suma de dinero y de una renta vitalicia: a) si don Enrique moría antes de consumar el matrimonio, su hermano don Fernando debería casarse con la hija del inglés; b) que ésta llevaría en dote las villas de Soria, Almazán, Atienza, Daza y Molina; c) que el rey de Castilla pagaría al duque y a la duquesa de Lancaster seiscientos mil francos en ciertos términos y cuarenta cada año, cien mil al contado y para los restantes se daría en rehén al duque de Benavente; d) que la duquesa de Lancaster tendría por su vida las rentas de Guadalajara, Medina del Campo y Olmedo; e) que se daría perdón general a todos los que habían seguido al duque de Lancaster; f) que el duque y la duquesa renunciarían para siempre a toda pretensión sobre los reinos de León y Castilla; g) que en un plazo de dos años se deliberaría acerca de la suerte de los hijos de don Pedro que el rey don Juan tenía en su poder; h) que los duques de Lancaster saldrían de Portugal hacia Bayona donde irían procuradores de Castilla para formalizar y ratificar el convenio. Pronto surgieron roces entre el duque de Lancaster y Juan de Avís por los acuerdos de Troncoso, tomados sin su intervención y a escondidas. Ahora el rey portugués reclamaba al príncipe inglés la dote de su hija Phillipa con quien ya se había casado, así como los sueldos de sus tropas y demás gastos hechos en campaña contra Castilla. Una vez que el duque de Lancaster abandonó Portugal, las ciudades de Galicia, Santiago, Orense y otros pueblos que lo habían apoyado, se acogieron al perdón real, se sometieron a Juan I de Castilla y León: "Mientras tanto, los embajadores castellanos habían ido ya a Bayona a ratificar y solemnizar los acuerdos tomados en Troncoso. Allí con prolija minuciosidad se reprodujeron todas las condiciones tratadas anteriormente, sobre todo las relativas al matrimonio de los príncipes y a que don Fernando no podría casarse hasta que su hermano don Enrique no cumpliera los catorce años, a fin de que si moría antes de esa edad pudiera don Fernando casarse con doña Catalina. Todo ello se repitió por tres veces y se juró sobre los Santos Evangelios, la renuncia solemne del duque y de la duquesa a todos sus títulos, pretensiones y derechos que creyeran tener a los reinos de Castilla y León, pero a condición de que, si las sumas estipuladas no se les pagaban en los plazos convenidos, la renuncia se tendría por nula y volverían a reclamar sus derechos como antes. Con toda seguridad Juan de Gante tendría bien presente en su memoria, lo que años antes le habría ocurrido a su hermano mayor el Príncipe Negro en sus relaciones con Pedro I. Se designaron las personas que habían de servir como rehenes para la seguridad de la ejecución del tratado en todas sus partes y se puso el límite de dos meses que don Juan hiciera jurar en las Cortes a don Enrique y a doña Catalina como herederos suyos en el reino; se fijó la ley de sucesión, primeramente en los hijos que nacieren del matrimonio que se trataba y a falta de ellos en los del infante don Fernando… Tal vez la circunstancia de darse en Inglaterra al primogénito y al presunto heredero de la corona el título de Príncipe de Gales, inspiró a don Juan la idea de dar a don Enrique y a doña Catalina el título de Príncipe y Princesa de Asturias que desde entonces han conservado los primogénitos de los monarcas españoles… Firmadas las capitulaciones por el duque de Lancaster y los embajadores de Castilla en Bayona, Catalina de Lancaster juró el 5 de agosto de 1388, cumplir el pacto en cuanto de ella dependiese, y cruzó el Bidasoa para ser recibida en la orilla española por un brillante cortejo de obispos, señores, caballeros y damas, que iban a dar la bienvenida a la Princesa de Asturias y futura reina de Castilla" (Pérez Rodríguez, pp. 476, 477).

Bronzino.

Ponferrada Templaria.

 Almudena Bouzón Custodio en la tesis doctoral "La Orden del Temple en el reino de Galicia en la Edad Media" (Universidad de Santiago de Compostela, 2021), sigue la pista de los enclaves templarios hispánicos. En 1308 Fernando IV ordenó al maestre provincial de Castilla, León y Portugal, Rodrigo Yáñez, que entregase los castillos que la Orden del Temple poseía en su territorio. Inicialmente, el dirigente solicitó transferírselos a la reina madre María de Molina, condición aceptada por el monarca. Rodrigo Yáñez cambió de parecer y cedió al infante don Felipe, hermano del rey, las fortificaciones de Ponferrada, Alcañices, San Pedro de Latarce y Faro, a cambio de que consiguiese que el monarca y los prelados del reino accediesen a reunirse con los Templarios, para defenderse de todos los cargos que se les imputaban. Si el soberano aceptaba el acuerdo, en un plazo de quince días le serían traspasados al infante todos los castillos del Temple en Castilla y León, pero en el caso contrario, don Felipe se convertiría en el defensor de la institución jerosolimitana en la corona castellano-leonesa. Las condiciones fueron consideradas una provocación para Fernando VI y le generó un conflicto con su tío el infante don Juan a causa del castillo de Ponferrada. La reina María de Molina intervino para solucionar el problema, y tras enseñarle las litterae remitidas por Clemente V sobre el proceso contra el Temple convenció a su hijo Felipe para que escribiese al maestre provincial solicitándole que acudiese a la corte. Cuando Rodrigo Yáñez se encontró con el monarca en León instó al infante don Felipe a que le cediese al rey las cuatro fortalezas de la Orden que estaba en su poder y él se comprometía a entregarle los castillos de Montalbán de Toledo, Jerez de los Caballeros, Badajoz, Burguillos del Cerro, Alconchel y Frenegal de la Sierra. El rey comenzaba a apoderarse y a gestionar en su propio beneficio las posesiones más importantes de la Orden del Temple en su territorio. El 22 de septiembre de 1309 concedió el castillo templario de Frenegal de la Sierra al caballero Gonzalo Sánchez Troncones. Clemente V, consciente de la situación, envió una carta el 25 de octubre solicitando que entregara los bienes del Temple a los administradores que había nombrado. Felipe IV de Francia desatendió las disposiciones pontificias y antes de la disolución del Temple ya había otorgado otras donaciones en las que se incluían algunas de sus antiguas propiedades. El 21 de enero de 1310 en Algeciras, Fernando IV firmó una concordia con el rey de Portugal Dinis I por la cual ambos se obligaban a amparar y proteger el patrimonio de la Orden del Temple en sus respectivos reinos e impedir que el papa se los arrebatase. Fernando IV también desobedeció la orden de encarcelar a los Templarios en sus dominios. Las misivas que el papado envió a la monarquía castellanoleonesa para resolver la cuestión del futuro de los bienes de la Orden del Temple nunca fueron contestadas. El 7 de septiembre de 1312 Fernando IV falleció, dejando como heredero un niño de un año, Alfonso XI. El 14 de marzo de 1319 Juan XXII expidió la bula Inter cetera mundi en la que cede el patrimonio templario ubicado en la Corona de Castilla y León a la Orden de San Juan de Jerusalén. Rápidamente, los dirigentes hospitalarios solicitaron que cumpliera el mandato pontificio y Alfonso XI dispuso la entrega de las antiguas posesiones del Temple a los nuevos dueños, pero manteniendo la monarquía en su poder el señorío real, la jurisdicción, la justicia y los derechos que había tenido la Orden del Temple. En el reinado de Alfonso XI, Pedro Fernández de Castro se convirtió en uno de los nobles más destacados. Hijo de Fernando Ruiz de Castro y Violante de Castilla, descendiente del rey Sancho IV, emparentado con la familia real, aunque por vía bastarda. Tras la muerte de su padre en 1304, su madre lo dejó con el noble portugués Lorenzo Suárez de Valladares, que lo envió a la corte de Lisboa para que fuera educado con los hijos legítimos e ilegítimos de Dinis I y Alfonso IV. Tuvo un papel relevante en Galicia y la corte castellanoleonesa, convirtiéndose en uno de los personajes más próximos a Alfonso XI, a quien apoyó en las contiendas bélicas contra los musulmanes en el sur de la península, y ocasionalmente en las campañas contra los portugueses. Su papel en los conflictos armados lo llevó a recibir el sobrenombre de O da Guerra y destacados cargos como el de Pertiguero Mayor de la Tierra de Santiago, Mayordomo Mayor y Adelantado Mayor de la Frontera. En el período de Alfonso XI la corona castellanoleonesa y Portugal no mantenían una buena relación, llegando a enfrentarse bélicamente. El motivo era la situación en la que vivía la reina María de Portugal, hija del monarca luso, desplazada de la corte y de su papel como consorte, en favor de Leonor de Guzmán, la amante del rey Alfonso XI. En 1336 Alfonso IV de Portugal, y una serie de nobles, como Juan Alfonso de Alburquerque, Juan Manuel y Pedro Fernández de Castro, organizaron una conjura para que Alfonso XI abandonara a Leonor de Guzmán y permitiera el matrimonio de Constanza Manuel, hija de Juan Manuel, con el príncipe Pedro de Portugal. Alfonso XI se enteró, llamó a Pedro Fernández de Castro a Valladolid, donde le recordó las mercedes concedidas, Pedro se comprometió a traer a su servicio a don Juan Alfonso de Alburquerque, y que partiría para que no ayudara al rey de Portugal ni a don Juan Manuel ni a don Joan Núñez. Pedro cumplió su palabra y tanto él como el de Alburquerque sirvieron a Alfonso XI contra los principales conjurados. La Crónica de Alfonso XI de 1336 es la primera referencia documental que vincula las antiguas propiedades gallegas de la Orden del Temple con Pedro Fernández de Castro, el documento habla del casamiento de su hijo Enrique II de Trastámara con Juana de Castro, hija de Pedro. Otorgando Alfonso XI a Pedro en heredad el Burgo del Faro de Galicia. La vinculación de Pedro Fernández de Castro con el patrimonio templario se ve confirmada en una noticia localizada en el Tumbo I de tenencias del Cabildo Compostelano, redactado entre los años 1377 y 1379, antes de la muerte de Enrique II Trastámara: "El rrey dom afonso (Alfonso XI) padre del rrey dom pedro (Pedro I de Castilla) et del rrey dom Enrrique (Enrique II de Castilla) dou por jur de heredade a dom pedro de castro (Pedro de Castro) todas las heredades et bess que a ordden do Tenple (Orden del Temple) eños rreynos de Leon et de Galliza (reinos de León y Galicia) ontre los quaes bees et heredades le dou ponferrada (Ponferrada) et o rrauanal et a aldea de pyeyros". Tras el fallecimiento de Pedro Fernández de Castro en el sitio de Gibraltar del año 1343, las antiguas posesiones de la Orden del Temple fueron heredadas por su hijo Fernán Ruiz de Castro, el conde de Lemos. En 1350 Alfonso XI falleció en el sitio de Gibraltar, víctima de la peste negra. Le sucedió su hijo Pedro I de Castilla, habido con la reina María de Portugal, reina regente de Castilla y apoyada en Juan Alfonso de Alburquerque. Desplazando a la amante Leonor de Guzmán y los diez hijos ilegítimos, a quien Alfonso XI había otorgado títulos y propiedades. A Enrique II le entregó siendo niño las villas de Cabrera y Ribera, el condado de Trastámara y los señoríos de Lemos y Sarria, conformando un importante patrimonio en Galicia. En 1350, en un movimiento estratégico, Enrique II de Trastámara contrajo matrimonio con Juana Manuel de Villena, hija de don Juan Manuel y bisnieta de Fernando III el Santo, emparentado con una rama legítima de la monarquía castellanoleonesa. Juana de Castro ya no se casó con Enrique II de Trastámara, sino con el rey Pedro I de Castilla. En 1356 estalló la revolución Trastámara que pretendía devolver a la Corona su unidad católica, su legitimidad y su contenido nobiliario haciendo que el monarca compartiera con las Cortes y con la nobleza, que ya no era feudal sino señorial, su poder político. Enrique de Trastámara se alzó en contra de su medio hermano Pedro I. Enrique era apoyado por Carlos V de Francia, el Pontífice y la Corona de Aragón. Pedro I apoyado por Eduardo III de Inglaterra y Juan de Avís de Portugal. En 1366 Enrique entra en la Corona de Castilla y León auxiliado por las Compañías Blancas y consigue hacerse con el control del reino. Pedro I se refugia en Galicia y durante su estancia concede a Fernán Ruiz de Castro la villa de Castrojeriz y el triple título condal de Trastámara, Lemos y Sarria, propiedad de Enrique. Pedro I se reúne en Bayona con el heredero de la Corona de Inglaterra, Eduardo Woodstock, el Príncipe Negro, con quien acordó que a cambio de su ayuda en el conflicto le cedería a Inglaterra el señorío de Vizcaya y la villa de Castro Urdiales. Enrique llegó a Galicia para someter a Fernán Ruiz de Castro, a quien cercó durante dos meses en Lugo. En octubre de 1366, tras las noticias de la alianza entre Pedro I y los ingleses, Fernán Ruiz de Castro y Enrique llegaron a un acuerdo. Si Pedro I no le asistía en cinco meses le entregaría el reino de Galicia con todas las fortalezas que tenía y le rendiría obediencia como rey, a cambio Enrique le ofrecía conservar Castrojeriz, y el condado de Trastámara, Lemos y Sarria, si se sometía a su autoridad. En 1367 Pedro I con los ingleses derrotó a Enrique el 3 de abril en la batalla de Nájera, pero al incumplir su promesa, el ejército inglés abandonó la península ibérica. Apoyado en un pequeño grupo de leales compuesto por Sueño Yáñez de Parada, Fernán Ruiz de Castro y el arzobispo de Compostela, Rodrigo de Moscoso. La noche del 22 al 23 de marzo de 1369 Pedro I es asesinado por Enrique frente al castillo de Montiel. Enrique II en Galicia hizo frente a varias ciudades que reconocían como sucesor de Pedro I a Fernando I de Portugal, quien contaba con el respaldo de Suero Yáñez de Parada y Fernán Ruiz de Castro. En 1370 Enrique derrota a las tropas de Ruiz de Castro en la batalla de Porto Bois. En 1372 el rey entró en la ciudad de Tui, el último bastión de la resistencia. En 1373 se ratificó el fin de la guerra con Portugal en el Tratado de Alcoutim, estableciendo que Fernán Ruiz de Castro debía de exiliarse en la Bayona francesa, en manos inglesas, perdiendo todo su patrimonio, títulos y derechos nobiliarios, falleciendo exiliado en 1377: "Una de las consecuencias de la guerra civil castellano-leonesa entre Pedro I y Enrique II en Galicia fue el cambio de sus familias nobiliarias más importantes. El haber apoyado fuertemente la causa legitimista perjudicó su posición social y en algunos casos conllevó la pérdida de sus títulos y patrimonio… El nuevo monarca también concedió toda una serie de mercedes a la nobleza en las que igualmente vamos a localizar diversas propiedades que fueron de la Orden del Temple en este reino. Uno de los nobles que más concesiones recibió en Galicia durante los primeros años del mandato de Enrique III fue su sobrino Pedro Enríquez de Castilla, hijo de su hermano gemelo Fadrique. El rey otorgó a su pariente el título condal de Trastámara y Lemos, así como gran parte de patrimonio que había pertenecido a Fernán Ruiz de Castro… Posteriormente, en 1372 el arzobispo Rodrigo de Moscoso le entregó la pertiguería mayor de Santiago, y en 1376 Enrique II le cedió la villa de Sarria, entre otras mercedes. Tras esta acumulación de bienes y privilegios, el ya conde don Pedro se convirtió en uno de los nobles más importantes del territorio gallego. Además, el soberano le concedió a Pedro Enríquez la mayor parte de las propiedades que la Orden del Temple había tenido en Galicia… Teniendo en cuenta los datos estudiados en este apartado, el rey Enrique II entregó las propiedades de la extinta Orden del Temple en este reino a importantes pilares de la nobleza gallega del siglo XIV, que le ayudaron a controlar un territorio contrario a su causa hasta el año 1372. Al analizar conjuntamente toda la documentación sobre este tema hemos advertido que el conde Pedro Enríquez no debió de llegar a poseer todo este patrimonio de la institución jerosolimitana, aunque sí la parte integra que se conservarse en ese momento, pese a que él defiende lo contrario en el texto del 11 de abril de 1375. Sostenemos esto porque en ese mismo escrito el conde de Lemos dice que O Burgo de Faro le pertenecía a Gosnini, a quien se ha identificado con Pedro Ruiz Sarmiento. Además, Fernán Pérez de Andrade también poseía bienes templarios en la Comarca de Betanzos, ya fuese por concesión real o condal; y no debemos olvidar que en el año 1371 el monarca le había otorgado por donación las catedrales de Tui y Santiago de Compostela las propiedades que la Orden militar había tenido en diferentes lugares de la actual provincia de Pontevedra. Vinculado a esto, cabe destacar que Pedro Enríquez no debió considerar legitima esa repartición de bienes que él consideraba suyos…" (Bouzón Custodio, pp. 292, 296, 301). José García Oro y María José Portela Silva en "Galicia y el Bierzo en el siglo XV: de puentes a fronteras. Las luchas de los condes de Lemos por el dominio de El Bierzo" (Universidad de Santiago de Compostela, 2006), hacen un estudio de los enfrentamientos nobiliarios de los condes de Lemos, los marqueses de Astorga y los condes de Benavente. El conde de Lemos Pedro Álvarez Osorio (1457-1483) contrajo matrimonio con Beatriz Enríquez de Castro, bisnieta de Alfonso XI, hija de Pedro Enríquez de Castro (sobrino de Enrique de Trastámara, nieto de Alfonso XI y Leonor de Guzmán) e Isabel de Castro (hija del conde Alvar Pérez de Castro y tataranieta de Sancho IV). Un segundo matrimonio con María de Bazán, hija de Pedro de Bazán, vizconde de Balduerna y señor de la Bañeza y de Mencía de Quiñones. Pedro no tenía claro el futuro de su señorío, su hijo Don Alonso murió de forma inesperada en 1467, dejando viuda a Leonor Pimentel, que no le había dado descendencia, y un hijo bastardo, Rodrigo. Don Pedro planteó dos soluciones: a) en caso de que él mismo careciese de hijos varones, dar la sucesión a su hija Juana Osorio Bazán, casada con Luis Pimentel, hijo del conde de Benavente, un compromiso que suscribió el 3 de enero de 1472; b) legitimar a su nieto bastardo y brindar la misma titularidad, asegurando la sucesión masculina. Al fallecer todo salió a la luz. Rodrigo Osorio, dispuesto a ser el nuevo conde de Lemos, buscó aliados en la casa de sus parientes los marqueses de Astorga y haciendo frente a los enemigos tradicionales, los Pimentel de Benavente, que reivindicaban los derechos de Juana Osorio Bazán, esposa de Luis Pimentel. Rodrigo cercó Cornatel con el propósito de apoderarse de Doña María Bazán y de sus hijas María, Mencía y Constancia. Se apoderó de varias fortalezas del condado, el conde de Benavente entró en armas y la Corte intervino. Los reyes enviaron con amplios poderes a Luis de Velasco, el obispo de León, con el objetivo de pacificar las villas y fortalezas del condado de Lemos. Luis de Velasco liberó a María de Bazán y a sus hijas. Colocó bajo seguro real a varias fortalezas y villas, incluyendo Ponferrada. Rodrigo estaba temeroso de la respuesta del conde de Benavente, quien a su vez intentaba asegurar Ponferrada para su nuera Juana Osorio Bazán. En marzo de 1483 Fernando el Católico se desplazó a Astorga para ponerse en contacto directo. El mayordomo mayor Enrique Enríquez fue destacado a Ponferrada para evitar otro conflicto. Rodrigo Osorio acudió ante el rey respondiendo a una orden, no consiguió un reconocimiento de sus pretensiones de heredero universal del condado de Lemos, pero obtuvo una sanción temporal. Obtuvo el reconocimiento de heredero legítimo de su abuelo Pedro Álvarez Osorio, se le confirmó el título de conde de Lemos, pero debía permanecer en la Corte hasta que se resolviera el problema sucesorio en el condado de Lemos y avenirse a una concordia sobre la situación de la villa de Ponferrada con su castillo. Sometido al arbitraje real, Rodrigo Osorio se vio obligado a pactar con sus contrincantes: reconocía que sus familiares Juana Osorio Bazán y María Osorio Pimentel tenían derechos y que, en consecuencia, la partición del condado de Lemos era inevitable. En marzo de 1483 aceptaba la medición de los Reyes Católicos, que le imponían entregar por dos años la fortaleza de Ponferrada, y colocarla en manos del Almirante de Castilla, Enrique Enríquez, que administraría las villas y fortalezas en nombre de Rodrigo Osorio y le haría cobrar sus rentas, evitando la merma de los posibles derechos de Rodrigo. Los Reyes Católicos proponían como jueces árbitros al marqués de Astorga, con el cual había concertado ya su matrimonio dinástico el 1 de marzo de 1483, y el Almirante, Enrique Enríquez, a quien consideraba deudo y familiar. Su voluntad de pacto estuvo suscrita los últimos días de junio de 1483: acreditaciones de su tutor, Luis de Turienzo, y de su procurador, Francisco de Valladolid (27-VI-1483); petición de licencia para formalizar el compromiso, demanda por su tutor, Luis de Turienzo, a los alcaldes mayores de Galicia (27-VI-1483); carta de compromiso de Rodrigo por la que se obliga a aceptar la decisión de los jueces árbitros (30-VI-1483); juramento de atenerse a las decisiones de los mismos (30-VI-1483). Juana Osorio representada por su madre, María de Bazán, acreditando su condición de curadora (15-VII-1483); sus procuradores con sus cartas de poder; las licencias del alcalde mayor del reino de Galicia, Fernando Ibáñez de Belmonte (15 y 16-VII-1483) y finalmente la carta compromiso de aceptación de los jueces árbitros y su veredicto (16-VII-1483). El 5 de junio de 1484 llega la sentencia compromisoria en San Benito de Valladolid. Entraría en la tasación todos los bienes muebles e inmuebles provenientes de Pedro Álvarez Osorio y su primera mujer Beatriz Enríquez de Castro, y de sus hijos Álvaro y María, todos ellos difuntos. Con ellos se harían dos lotes iguales, asignados respectivamente a Rodrigo Osorio, el primero, y el segundo a María de Bazán, segunda mujer del difunto conde, junto con sus hijas Juana, María, Mencía y Constancia. La repartición concreta se hará según las siguientes normas: cada parte hará suyos automáticamente los bienes muebles, que en el momento tenga; la partición del señorío se hará tomando por línea divisoria el puerto del Cebreiro. Las tierras, villas y lugares desde el Cebreiro hacia León y Castilla pasarán a ser de María de Bazán y sus hijas. La parte del condado sita en Galicia quedará asignada a Rodrigo. Quedan pues asignadas a Rodrigo Osorio las villas de Monforte, Lemos, Sarria, Caldelas y Cedeira, y a María Bazán con sus hijas Ponferrada, Villafranca, Ribera y Cabrera.

Bronzino.

Venganza de Rodrigo.

 Rodrigo Osorio no estaba dispuesto a ser un simple conde gallego, perdiendo la muralla montañosa del Cebreiro. Ponferrada, el fortín templario conquistado por los Osorio, y las tierras de Ribera y Cabrera, solar primitivo. El puente entre las tierras leonesas y gallegas. Rodrigo, incumpliendo el trato con los Reyes Católicos, abandona la Corte y se refugia en la tierra del Bierzo, provocando la ira de los reyes. En 1485 María de Bazán reclama al conde Rodrigo la entrega de la parte del condado de Lemos asignada. Rodrigo se niega con el argumento jurídico de que tenía interpuestas reclamaciones contra la sentencia compromisoria. Los Reyes Católicos previendo que Rodrigo iniciara la guerra en todo el Noroeste, el 16 de junio de 1485 escribieron circulares a las villas, tierras y fortalezas pertenecientes al condado en Galicia y en el Bierzo, notificando el proceso del pleito hereditario del condado, la sentencia compromisoria y la huida de Rodrigo Osorio de la Corte con el fin de impedir el acuerdo y partición establecidos. Cursaron órdenes a los corregidores y oficiales de Ponferrada, Villafranca, Cascabelos y demás villas y tierras en el Bierzo. En el verano de 1484 Rodrigo hizo su irrupción en el condado de Lemos, y María de Bazán y sus hijas María y Mencía recurrieron a su propia familia y consiguieron que el conde de Benavente alertara a la Corte, consiguiendo de los Reyes Católicos un seguro para las señoras de Bazán, el 14 de abril de 1485 y que interviniese en el Bierzo y constituyera dos pequeños fortines en los pueblos de Barrios de Salas y Molina Herrera. La protección del conde de Benavente se elevó a 1.047.000 maravedís. La Corte nombró a un delegado con amplios poderes para hacer respetar la sentencia compromisoria: el capitán Jorge de Avendaño. Rodrigo rechazaba el proceder del Consejo Real y de la Corona, denunciando el 25 de junio de 1484, en un alegato firmado en Valladolid y presentado y publicado por su procurador Pedro de Betanzos, la sentencia: a) no hubo uniformidad en los votos de los jueces, condición que se había estipulado previamente para la validez de la sentencia; b) el marqués de Astorga no quiso firmar la sentencia; c) se había interpuesto una apelación contra la sentencia, para sobreseer su ejecución; d) varias circunstancias hacían sospechosos de parcialidad en contra del conde a los jueces y ejecutores de la sentencia; e) la sentencia contiene graves errores y falsedades. La partición estipulada se llevó a efecto y las hijas del conde de Lemos entraron en posesión de su herencia. Juana Osorio, esposa de Luis Pimentel, hijo del conde de Benavente Rodrigo Alonso Pimentel, recurrió de nuevo a los Reyes Católicos para entrar en posesión de las fortalezas de Muriel y Peña Ramiro, la primera por su padre, la segunda mediante una capitulación con sus hermanas. El enclave templario de Ponferrada y el castillo era objeto de disputa entre los condes de Lemos, los marqueses de Astorga, los condes de Benavente y los condes de Treviño y duques de Nájera. Los acuerdos de Ponferrada con Rodrigo Osorio establecían lo siguiente: a) Ponferrada, que había sido ya previamente puesta en manos de la Corona por el término de dos años por orden del rey, será entregada por Rodrigo en manos del mayordomo mayor Enrique Enríquez, quien hará pleito homenaje por el conde de Lemos y devolverla al término de los dos años estipulados; b) el rey promete bajo su real palabra mantener en su pleno vigor este pleito-homenaje, exigiendo a Enrique Enríquez su cumplimiento; c) el conde de Lemos conservará su jurisdicción y señorío en la villa, percibiendo las correspondientes rentas y manteniendo sus oficiales de justicia; d) durante los dos años estipulados no será hecha libranza alguna ni otro arrendamiento en las rentas de los lugares que el dicho conde Rodrigo hoy tiene y posee por suyos y como suyos; e) este contrato no deberá mermar en manera alguna los eventuales derechos que el conde de Lemos tuviera a la posesión de Ponferrada. La sentencia compromisoria del 5 de junio de 1484 invalidaba sus derechos jurídicos sobre Ponferrada. En abril de 1485 el conde de Lemos estaba invadiendo Ponferrada. Los Reyes Católicos organizaron una campaña de castigo. Ordenaron a las ciudades, villas y fortalezas y a todos los nobles y caballeros de los obispados de León y Astorga, que concurrieran con las gentes de armas disponibles al mando del capitán Fernando de Acuña con el objeto de forzar al conde a levantar inmediatamente el cerco del castillo de Ponferrada. Al mismo tiempo se ordenaba a los vasallos del condado de Lemos sitios en el Bierzo, que se pusieran a las órdenes de Acuña, a quien deberían proveer de los mantenimientos y ayuda que solicitase. Los Reyes Católicos estaban ocupados en la campaña de Granada y confiaron el problema de Ponferrada al Almirante de Castilla, Alfonso Enrique de Quiñones. El Almirante recibió de los Reyes un memorial con las instrucciones a impartir a los dos capitanes de la expedición en Galicia y en el Bierzo: Diego López de Haro y Fernando de Acuña. Otros tres capitales se pondrían al lado del Almirante: Miguel de Ansa, Rodrigo de Torres y Mossen Mudarra. El 11 de abril Rodrigo Osorio toma el castillo de Ponferrada, el 15 de abril se informaba a las ciudades, villas y fortalezas, y los nobles y caballeros de Galicia, Asturias, El Bierzo y Tierra de Campos los atropellos del conde de Lemos en Ponferrada: toma del castillo, la captura del capitán Jorge de Avendaño y numerosos heridos y muertos. La misiva anunciaba las medidas tomadas en contra de Rodrigo Osorio: confiscación de los bienes y derribo de las casas del conde y de sus secuaces, en el caso de que sigan reconociéndolo como su señor; prohibición de acudir con las armas y con las rentas a Rodrigo o de recibirlo en las fortalezas y villas; orden de entregar las casas, fuertes y castillos del condado de Lemos al capitán Fernando de Acuña y Alonso de Quintanilla, que las tendrán por la Corona; disolución y retorno a su procedencia de todas las gentes de armas que en el momento estén al servicio del conde, bajo pena de confiscación de sus bienes y derribo de sus casas; secuestro y venta en pública almoneda de los bienes muebles y raíces del conde, cubriendo con su producto los gastos ocasionados durante la rebelión; orden a las villas y lugares del condado de Lemos de acudir al requerimiento de Quintanilla y Acuña con todos pertrechos, vituallas y ayuda que se les exija. Acuña y Quintanilla entraron en tratos con los nobles de la expedición. Uno de ellos era el conde de Benavente Rodrigo Alonso Pimentel, contrincante del conde de Lemos sobre el señorío de Ponferrada. Acuña y Quintanilla convinieron con Alonso Pimentel que aportara quinientos o seiscientos peones, ciento cincuenta lanzas, un equipo de artillería carretado por cinco yuntas de bueyes, mil docenas de almacén, seiscientas madejas de bramante, cuatro ballestas con sus respectivos ballesteros, espingarderos con moldes para hacer bolas de plomo, canteros para hacer piedra de lombarda: guindaletas y maromas. El conde de Lemos estaba bien parapetado en Ponferrada y no era posible desalojarlo sin grandes riesgos. En consecuencia, fue preciso acercarse a él y pactar un armisticio. Son las treguas de cuarenta días, del 31 de julio de 1486, suscritas por el conde de Lemos y los representantes de la Corona, el gobernador, Alonso de Valderrábano y Alonso de Quintanilla. En ellas se estipula: a) paro de las hostilidades entre las tropas reales y las milicias del conde de Lemos por un período indefinido, hasta tanto que los Reyes Católicos dispongan de otra cosa, cambio que no se espera; b) garantías a la población para seguir sus actividades y tratos libremente; c) se mantendrán los pleito-homenajes y vasallajes correspondientes a cada parte beligerante, sin admitir tránsfugas de la parte contraria; d) se fijará una línea de separación de los contendientes que estará marcada por el río Boeza, no pudiendo traspasarla, sin la licencia del conde o del gobernador Valderrábano, desde el citado río hacia Ponferrada ni hacia Campo y Barrios de Salas; e) se constituirán jueces árbitros de los conflictos surgidos durante la tregua, especialmente respecto a los aprovisionamientos de las poblaciones y más en particular a Ponferrada, a dos caballeros de la tierra; f) garantía de los pactantes de mantener los compromisos: por parte de la Corona, de no intervenir contra el conde de Lemos; por parte de éste, de guardar la fidelidad a la Corona. El conde de Lemos estaba imbatido y fuerte en los castillos de Ponferrada y fue necesario cambiar de estrategia: dividir las fuerzas del conde rebelde y atacarlo en varios frentes. Al frente de la expedición que cerca el castillo de Ponferrada, ahora estaba el conde de Benavente. Fernando de Acuña acosa a los seguidores de Lemos en Villafranca. Se reclutan nuevas tropas en las ciudades y villas de Zamora, Toro, Carrión de los Condes y Sahagún. En el verano de 1486 el conde de Lemos seguía en posesión de Ponferrada. Los Reyes Católicos volvieron a tomar en sus manos la insurrección del conde Rodrigo Osorio: "Llegó la hora de rendición para el bizarro conde de Lemos. Ya no podría abrigar esperanzas sobre la codiciada Ponferrada, que acababa de pasar a la Corona. Hubo de presentar sus humildes disculpas que fueron admitidas con tacto y moderación por los Reyes que necesitaban más de la paz en la zona que de las justicias resonantes. Tenía por otra parte sus valedores en la Corte. Se excusó de todo lo acontecido afirmando que no había tenido otro móvil que el de hacer frente a las desmesuradas ambiciones de su contrincante el conde de Benavente… Los Reyes aceptaron las excusas. Pero querían hablar desde el primer momento el lenguaje del fuerte. Don Rodrigo recibiría su venia previas estas duras condiciones: a) dejaría las fortalezas de Ponferrada, Valboa y Sarria en poder de García Osorio, tesorero de la iglesia de Astorga; b) comparecería en la Corte en el término de 50 días; c) vendería Ponferrada a los Reyes, en el caso de que le fuese adjudicada, y los Soberanos la quisieran recuperar; d) permanecería retenido en la Corte año y medio; e) tan pronto entregase Ponferrada, cesaría la pesquisa judicial contra él; f) percibiría las rentas correspondientes al tiempo que poseyó la villa y tierra de Ponferrada; g) sería dispensado de pagar las costas de la guerra en que fue condenado, si aceptaba las treguas propuestas; h) los reyes le darían cédula de finiquito de las alcabalas reales y de que éstas no le serán demandadas; i) de no aceptar los Reyes estas cláusulas, le serían devueltas las fortalezas arriba citadas. Esta concordia se firmaba el 31 de julio de 1486 en Ponferrada. El 3 de agosto Rodrigo cumplía ya con el compromiso de entregar las fortalezas… Deciden perdonar al conde su reato, "usando de clemencia e piedad con él, de que los reyes, propiamente pertenece usar con sus súbditos y naturales". Pero no de tal manera que Don Rodrigo no recibiese castigo por "alguno de los dichos crímenes y delictos". Había además otra cuenta pendiente: "las costas y gastos que sobrello feçimos". Los Reyes estaban dispuestos a hacerse pagar ejemplarmente. La factura no pudo menos de estremecer al conde: Sarria, Castro de Rey, y sobre todo Ponferrada, ya previamente comprada por los soberanos a Juana. Además, continuarían en secuestro otras villas y fortalezas del conde, actualmente en poder de Enrique Enríquez. Finalmente quedaban anulados todos los procesos y sentencias discernidos contra el conde por iniciativa de la Corona; no en cambio las responsabilidades y resarcimientos contraídos respecto a bienes y personas particulares" (García Oro & Portela Silva, pp. 117, 118). Durante el pleito, Rodrigo Osorio sospechaba que los Reyes Católicos tenían importantes intereses en disputa. El 25 de noviembre de 1485 se estipulaba en Valladolid un nuevo contrato por el que se formaba el lote de herencia de Juana Osorio con la villa de Ponferrada y su fortaleza y la villa de Cacabelos, debiendo dar en compensación a sus hermanas diez cuentos de maravedíes. En apariencia favorecían descaradamente a los contrincantes Pimentel. Pero el acuerdo no era más que una pantalla de disimulo de otra operación hecha en interés de la Corona. Esta se disponía ahora a comprar por entero la mitad del condado de Lemos, asignada a María de Bazán y a sus hijas. Se trataba en concreto de Ponferrada, Cacabelos, la tierra de Valcárcel, la tierra de Aguiar, el coto de Balboa, las fortalezas de Sarrasin, Balboa, Losio, la tierra de Arganza y los lugares de Valdemora y Palazuelo. Los Reyes Católicos asumían la responsabilidad de pagar en el término de tres años, trece cuentos de maravedíes, diez a las hijas del conde de Lemos y dos a su madre, y de satisfacer a las primeras el valor de las tierras, cotos y fortalezas antes citadas. Se harían además cargo de las deudas de la familia, las cuales, según un examen hecho por técnicos, montaban tres cuentos de maravedíes. Al propio tiempo, se hacían los Reyes Católicos proveer de todas las escrituras relativas a las nuevas adquisiciones. Tan importante transacción exigió varias operaciones sucesivas. La primera, de carácter financiero, fue encargada por los Reyes a su perito y hombre de confianza, fray Fernando de Talavera, obispo de Ávila, suscrita el 25 de enero de 1486 por el obispo y Mencía de Quiñones, madre de María de Bazán. La segunda, suscrita el 5 de abril de 1486 en Medina del Campo, establecía la renuncia a la villa de Ponferrada en favor de los Reyes Católicos por la condesa Juana Osorio, esposa de Luis Pimentel. La tercera, datada el 13 de abril de 1486, estipula la adquisición por los Reyes Católicos de la parte del condado de Lemos asignada a Mencía de Quiñones y a sus hijas, cuyo importe será satisfecho por los mismos en el término de tres años, a contar desde la recuperación de Ponferrada, todavía en poder de Rodrigo Enríquez Osorio. Pronto surgieron reclamaciones contra Rodrigo Osorio y el fallecido Pedro Álvarez Osorio. Los primeros en exigir fueron los propios familiares. Juana Osorio, esposa de Luis Pimentel, logra el apoyo de los Reyes Católicos para que los alcaides de Peña-Ramiro, Peña Velosa, Matilla, Corullón y Cornatelo le hagan pleito-homenaje, pues todas estas fortalezas pasan ahora a su propiedad. Con la muerte de María de Bazán, tutora de las hijas del conde Pedro Álvarez Osorio, en la primavera de 1486, y el sucesivo fallecimiento de la madre de aquella, Mencía de Quiñones, a mediados de 1488, fue preciso buscar otro tutor para las indefensas damas y el designado fue el obispo de Ávila, fray Fernando de Talavera. Mencía ya era conocida por sus relaciones amorosas con el cardenal de España, Pedro González de Mendoza, al cual le había dado dos hijos, Rodrigo y Diego, legitimados por Isabel de Castilla el 3 de marzo de 1487. El cardenal dotó a sus hijos en mayo de 1487 con mayorazgos. María de Castro, esposa de Alonso de Lanzós, presentó una lista abultada de reclamaciones contra Rodrigo Osorio: los lugares de Pacón, Canaval y Chao y las iglesias de Melón y Ribela. De estos bienes había sido despojada, según las denunciantes, por su abuelo Pedro Álvarez Osorio. El vecino de Rioseco, Pedro Enríquez, exigía una elevada cantidad de dinero. El notario apostólico, Alonso Rodríguez, denunciaba algunos robos y violencias sufridas de los criados del conde. En otros casos, eran poblaciones como el coto lucense de Somoza de Villausán que acusaban al conde de intromisiones y extorsiones en su daño. Las acusaciones contra Rodrigo tenían origen en su rebelión. En Ponferrada era alcaide por la Corona, Juan de Torres, que exigía resarcimiento por los ganados que le habían robado los hombres del conde en la batalla por el Castillo Viejo. Los clérigos de Santa María de Villanueva de Valdueza, Alonso García Velver y Gonzalo Velver, presentaban su lista de robos y violencias cometidas contra ellos por los agentes de Rodrigo. En 1486 la villa de Ponferrada pasará ser realenga mediante una compra artificial de la Corona a su titular María de Bazán. Rodrigo Osorio atravesó el decenio de 1490 aceptando de mala gana los gestos de benevolencia de los Reyes Católicos: fenecimiento de sus pleitos y demandas judiciales; encomiendas de confianza como la comprobación en la primavera de 1500 de si "La Beltraneja" intentaba fugarse a Galicia o si tenía valedores en esas tierras; el arreglo matrimonial con la casa portuguesa de Braganza de Beatriz de Castro, hija de Rodrigo Osorio, con Dinis de Portugal, apartando otras opciones con los Pimentel de Benavente o con los Velasco, condestables de Castilla. Rodrigo Osorio nunca perdonó a los Reyes Católicos y aprovechó la muerte de Isabel de Castilla en 1504 y la elección de Juana la Loca. Rodrigo se acercó al grupo del archiduque de Austria, Felipe el Hermoso Habsburg, y comprobó que el grupo crecía con los personajes más cercamos a la Corte, como el arzobispo de Toledo, Francisco Jiménez de Cisneros. Rodrigo consiguió que Felipe y Juana viajaran al reino de Castilla por Galicia en lugar de los puertos del Cantábrico, para evitar a los agentes de Fernando. Felipe siguiendo su consejo envió al caballero Álvaro Osorio. Rodrigo por medio de Fernando de Andrade recibió a Felipe de Austria en A Coruña el 28 de abril de 1506. En Tudela de Duero en agosto de 1506, Rodrigo obtuvo de Felipe la promesa de la restitución de todas las concesiones y mercedes reales que disfrutaba la Casa de Lemos desde Pedro Álvarez Osorio; se le devolverían las piezas del patrimonio que estaban afectadas por recientes disposiciones reales, excepto Ponferrada que se consideraba definitivamente incorporada a la Corona; se decidiría sobre las parcelas de su mayorazgo que ahora detentaba María Osorio Pimentel, el nuevo mayorazgo de Villafranca del Bierzo. Un mes más tarde fallecía Felipe el Hermoso en Burgos con el regreso del aragonés Fernando: "No estaba el conde de Lemos para esperas y adivinaciones del futuro. Concibió de inmediato una operación señorial y militar que le permitiera hacerse fuerte en el Noroeste y recuperar su patrimonio: dos pactos con sus mejores valedores: el marqués de Astorga, Don Álvar Pérez Osorio, su cuñado, (16 de febrero de 1507) y Don Fernando de Andrade (9 de abril de 1507); invasión de Ponferrada, en mayo de 1507, contradiciendo los consejos de sus mejores amigos, como el Almirante de Castilla, que fue su pararrayos en los arreglos subsiguientes… El asalto de Don Rodrigo a Ponferrada tuvo gran resonancia, no tanto por la audacia sino por la reacción que despertó en el Consejo Real y en los gobernadores del reino. Son momentos en que el regente, Francisco Jiménez de Cisneros, bien respaldado por milicias urbanas a sus órdenes, hace visibles sus "poderes" para escarmiento de los alborotadores… El aparato disuasorio pudo mucho. Pero probablemente pudieron más los consejos de los amigos, en este caso el Almirante de Castilla que se empleó a fondo, primero para desviar a Don Rodrigo de su osado gesto que sólo venía a engrandecer los méritos de sus enemigos el duque de Alba y el conde de Benavente; luego, para presentar ante el gobernador Jiménez de Cisneros y el Consejo Real la "buena fe" y las excusas del conde de Lemos. De hecho, el lance tuvo el fin temprano y manso que cabía desear. Don Rodrigo entregó Ponferrada en manos de su pariente el marqués de Astorga, el 30 de julio de 1507, y recibió inmediatamente documentos reales del 10 de agosto y 20 de diciembre de 1507 que certificaban la aceptación de las disculpas y la concesión del perdón. Esta pequeña historia de un asalto tormentoso, apenas una típica fiebre de verano, revela cuál era el talante político del noble gallego. Se cifraba en un rechazo visceral de Fernando el Católico y en una apuesta arriesgada por el futuro rey Don Carlos. Esta opción vino a costar en 1508 un desafío mayor que el incidente de Ponferrada. Comprobada por los agentes del rey, la fervorosa afiliación flamenca de Don Rodrigo, se encendía la cólera política del soberano y señalaba al conde gallego como conspirador" (García Oro & Portela Silva, pp. 122, 123, 124).

Bronzino.

Los Álvarez de Toledo.

 La inseguridad militar y jurídica lleva a las titulares del señorío de Villafranca a someterse a la tutela de los Pimentel de Benavente. La peligrosa dependencia se formaliza el 29 de enero de 1488, cuando Juana Osorio realiza con todas las solemnidades la cesión de sus atribuciones hereditarias de marquesa heredera del señorío de Villafranca a favor de su marido, Luis Pimentel, marqués consorte de Villafranca. Ambos titulares del marquesado son menores de edad y están sometidos a la tutela del conde de Benavente, Rodrigo Alfonso Pimentel, que autoriza la cesión. En el documento se enfatiza la deuda de los marqueses, en particular de Juana Osorio hacia el conde de Benavente, que ha combatido al nieto bastardo de Lemos y ha recobrado las parcelas asignadas al nuevo estado de Villafranca, con graves riesgos y grandes expensas, que Juana Osorio no podría al presente realizar. En la nómina figuran Villafranca y su cortijo: Cacabelos, Valcárcel, Balboa, Corullón, Cornatelo, Ribera de Umia, Araganza, Unamio, Posada del Río; las tierras de Ribera y Cabrera, Besada y los lugares de Andanzas, Pobladura de Pelayo García, Mosas, Palazuelo del Río; y más específicamente las fortalezas de Villafranca, Villaboa, Lucio, Corullón y Cornatelo. Se exceptuaba la tierra de Aguilar con sus lugares y herrerías; Pobladura del Valle y Val de Mora. Esta entrega, voluntaria o forzosa, trae consecuencias graves. Se ponían sobre la mesa en 1503, por María Osorio Pimentel, la nueva titular de Villafranca, que quería romper esta tutela y poner las cuentas en limpio, aconsejada por su familiar el duque de Alba, Fadrique de Toledo. El conde de Benavente se hizo pagar. Se embolsó los cinco millones de maravedíes, abonados por los Reyes Católicos por la adquisición de Ponferrada; debía las arras en su día prometidas a la difunta María Osorio marquesa de Villafranca; estaban pendientes cinco millones de maravedíes, que el conde Rodrigo había asignado en su testamento a la titular de Villafranca, María Osorio Pimentel, su nieta; había cobrado y dispuesto de las rentas del estado de Villafranca. Lo afirmaba María Osorio Pimentel, hija y heredera de Juana. Lo negaba el nuevo conde de Benavente, Alonso Pimentel, hijo de Rodrigo Alfonso Pimentel y tío de Juana Osorio, que amenazaba a su vez con pasar en detalle las cuentas de su padre, Rodrigo Pimentel, en sus campañas contra el conde de Lemos para asegurar el nuevo señorío de Villafranca, arrancado a golpes del condado de Lemos. Se abría así un pleito familiar con todas las consecuencias. La primera era la necesidad de dotar de curador a la nueva marquesa. El duque de Alba, Don Fadrique de Toledo comprometió a su segundo hijo Pedro Álvarez de Toledo con María Osorio Pimentel y asumió su defensa en 1503. Fue designado el 13 de julio de 1503. Aceptó la encomienda y promovió la pesquisa que debía llevar a sostener la causa. El marquesado de Villafranca tenía dos vecinos peligrosos: con el conde de Benavente reñía por la herencia; con el conde de Lemos sufría un acoso permanente. El 6 de septiembre de 1513 llegó la conclusión de los litigios, reiterando las disposiciones de 1484. Desglosado en tres sentencias: la primera, denegaba al conde de Lemos sus pretendidos derechos sobre el marquesado de Villafranca; la segunda, en apariencia de complacencia hacia el conde, lo absolvía de las inculpaciones de violencia y agresión a la marquesa de Villafranca, María Osorio Pimentel; la tercera, negaba al conde de Lemos y a la marquesa de Villafranca sus pretendidos derechos a los mayorazgos de ambos estados o a parte de ellos, caso del conde de Lemos que ahora reclamaba las jurisdicciones y rentas de Andanzas, Pobladura, Palazuelo del Río y Valdemora. Ninguno de los contrincantes quería ceder oficialmente en este litigio. Se abría la etapa de apelaciones que culminarían con nuevas sentencias de revista. A este desenlace se encaminaba la causa, en marzo de 1515, cuando la marquesa de Villafranca, con una cédula real en la mano, urgía a la Chancillería de Valladolid la inmediata sentencia, ya convenida, y la carta ejecutoria que debería sancionarla definitivamente. Del matrimonio de María Osorio Pimentel y don Pedro Álvarez de Toledo nacieron Fadrique Álvarez de Toledo Osorio, III marqués de Villafranca del Bierzo; García Álvarez de Toledo Osorio, IV marqués del Villafranca del Bierzo; Leonor Álvarez de Toledo Osorio, duquesa de Florencia; Ana Álvarez de Toledo Osorio, Juana de Toledo Osorio, Isabel Álvarez de Toledo Osorio, Luis Álvarez de Toledo Osorio. Leonor Álvarez de Toledo Osorio es probable que naciera en la propiedad ancestral de su madre de Villafranca del Bierzo. María Osorio Pimentel defendió sus derechos sobre esta propiedad y al título nobiliario, conferida a través de un decreto especial sobre su marido, Pedro Álvarez de Toledo. Como cadete de la Casa de Alba, Pedro no estaba destinado a heredar un título que sólo adquirió gracias a este matrimonio estratégico. Así, desde una temprana edad, Leonor habría reconocido la diferencia de estatus entre sus padres. Como su madre, Leonor también era una novia más prestigiosa que Cosimo de Médicis, llevando al matrimonio una comprensión del protocolo de Borgoña en uso de todas las cortes de los Habsburg y un gusto por el lujo que era distinto del de su marido. El marqués de Villafranca don Pedro Álvarez de Toledo fue nombrado por Carlos V como virrey de Nápoles. Acompañado por el poeta Garcilaso de la Vega, los nobles napolitanos Ferrante Bisbal, conde de Briático y Colantonio Caracciolo, marqués de Vico, junto a sus criados, el jurista Juan de Figueroa y su secretario personal Antonio de Aponte, el nuevo virrey viajó en 1532 desde Ratisbona hasta Nápoles, donde haría su solemne entrada el 4 de septiembre. Tras pasar por Venecia, Mantua, Florencia y Siena, el pequeño cortejo se detuvo en Roma. Allí el virrey visitó a los principales cardenales de la facción imperial, uno de los cuales -el antiguo confesor del emperador, García de Loaysa, supervisor de la situación napolitana y artífice junto a Cobos de su nombramiento- le entregó unas instrucciones privadas. En ellas aconsejaba sobre el comportamiento con todos los sectores del reino y, muy especialmente, con su nobleza, a partir del dominio del lenguaje ceremonial y simbólico de la corte. Las tensiones sociales y faccionales llevaron al cardenal a recomendar al nuevo virrey "que muestre buena cara y alegre a todos", si bien encarecía que "siempre que saliere sea con gran gravedad, porque esto es causa de non poner desacatamiento en ninguno", señalando asimismo que "para su conversación y en su casa tenga personas virtuosas y de buena vida y costumbres y con tales platique (...) porque en esto se mira más en Italia que en ninguna parte del mundo...". Loaysa aconsejaba también sobre la etiqueta de las comidas o las audiencias, la forma de vestir o el culto religioso y la protección de los conventos y hospitales de la capital: todo un programa que el virrey cumpliría a través del reforzamiento del ceremonial, la corte y el mecenazgo. El distanciamiento de don Pedro respecto a la nobleza local se expresaría tanto por medio de los gestos como de la ampliación de los oficios, espacios y funciones de la corte virreinal. La existencia registrada de Leonor comienza sólo con su llegada a Nápoles, junto con su madre y dos de sus hermanos, dos años después de que su padre fuera enviado por Carlos V para servir como su virrey. Desde aproximadamente los 12 años hasta los 17 años, su gusto se formó, basado en parte en modelos españoles, pero también en los de las élites napolitanas que frecuentaban su corte. Nápoles era la tercera ciudad más grande en Europa en ese momento, mayor que cualquier ciudad española, y se caracterizaba por su pequeña cultura cosmopolita. Más de un año después de su llegada, la ciudad se convirtió temporalmente en la capital del imperio de los Habsburg, como Carlos V, que regresó triunfante de la batalla de Túnez, eligió pasar el invierno allá. Se realizaron decoraciones espectaculares permanentes, se ofrecieron banquetes y representaciones teatrales, llegaron embajadas extranjeras. Los invitados aparecieron vestidos con sus mejores ropas y joyas. En 1537 Cosimo de Médicis era el duque de Florencia después del asesinato de su primo Alessandro y quedar viuda Margarita de Austria, entre las opciones matrimoniales estaban Cristina de Dinamarca (sobrina de Carlos V), una princesa Tudor, la hermana del duque de Alba y una sobrina del papa. Cosme pidió a Carlos V una esposa "bella, nobile y rica" para afianzar la protección imperial y del virrey de Nápoles. Leonor de Toledo era primera tercera de Carlos V. El emperador alemán tenía dudas, pero el virrey de Nápoles Pedro Álvarez de Toledo lo arropó. Leonor se casó con poderes con Cosimo de Médicis en Nápoles, sólo tres años después de la salida de Carlos V de la ciudad. Llevó su conocimiento del estándar de lujo promovido por la corte imperial Habsburg, imitada por su padre. El 6 de julio de 1539 la boda en la Basílica de San Lorenzo, uniendo los intereses del Sacro Imperio Romano Germánico, el reino de España, el virreinato de Nápoles y el ducado de Florencia. Un matrimonio de conveniencia que sólo benefició a los Médicis, pasando de protegidos imperiales a miembros de la familia imperial Habsburg. El marqués del Valle de Oaxaca, Hernán Cortés, decidió casar a su hija mayor María de doce años con Álvaro Pérez Osorio, hijo del marqués de Astorga, don Pedro Álvarez de Ossorio. Cortés dotó a su hija con 100.000 ducados, 20.000 ducados más de lo que exigía el virrey de Nápoles Pedro Álvarez de Toledo a Cosme de Médicis por la dote de Leonor, quien sólo entregó 30.000. Lo que ofrecía Hernán Cortés era una fortuna porque quería una alianza para contrarrestar a Carlos V y ser el rey de la Nueva España una vez que había sido reconocido como Tlatoani, Álvaro prefirió no correr riesgos y optó por la hija del duque de Alba: "Como supo ver Gonzalo Fernández de Oviedo, entre otros contemporáneos, el largo gobierno de don Pedro introdujo en el escenario italiano a una de las redes familiares más influyentes de la monarquía de España. El prestigio, los recursos patrimoniales y la cohesión de los Toledo se vieron reforzados por una hábil estrategia matrimonial que llevaría a sellar una estrecha alianza con los Médicis, consagrada en 1539 por la boda de la hija menor del virrey, Leonor, con Cosme I. Florencia sería por ello la ciudad con la que mayor relación mantuvo don Pedro fuera de Nápoles, construyendo un eje político y cultural que es también objeto de creciente interés historiográfico… El primogénito, Fadrique, había obtenido la dispensa papal para casarse con su tía Inés Pimentel, hija del I marqués de Távara, Bernardino Pimentel, y de Constanza Osorio –hermana de la abuela materna de Fadrique-. Los marqueses de Villafranca reforzaban así la alianza con el poderoso linaje vallisoletano de los Pimentel, continuando la política matrimonial de la casa de Alba. En 1545 Fadrique estaba en Villafranca gobernando el marquesado en nombre de su padre. El segundo hijo, García, futuro IV marqués de Villafranca, casaría con Vittoria Colonna –sobrina de la homónima marquesa de Pescara-, enlazando así con el poderoso linaje gibelino, cuyos feudos a caballo de la frontera pontificio napolitana resultaban vitales ante la inminente campaña de Siena. Vittoria era hija de Ascanio –duque de Tagliacozzo y gran condestable del reino de Nápoles- y de Juana de Aragón, hermana a su vez de María de Aragón, viuda del marqués del vasto y una de las cabezas de la persistente oposición nobiliaria al virrey, por lo que el enlace representaba también un intento de pacificación política. El tercer hijo de don Pedro, Luis, fue destinado a la carrera eclesiástica, aunque no llegaría a alcanzar el capelo que su padre buscó para él. Cursó estudios teológicos y jurídicos en la Universidad de Nápoles y tuvo una sólida formación humanística, a cargo de Girolamo Borgia. De las cuatro hijas de don Pedro la mayor, Juana, fue comprometida en 1529 con Fernando Jiménez de Urrea, primogénito de los condes de Aranda, uno de los principales linajes aragoneses. Antes se había producido el matrimonio de la segunda hija, Ana, en 1528, con el conde de Altamira, Lope de Moscoso, que más tarde prestaría servicios al emperador y al propio virrey. Isabel tuvo que esperar a 1540 para ver cumplido su destino, en este caso en el gobierno de Nápoles, al proporcionar a don Pedro el apoyo de uno de los principales linajes napolitanos, el de Spinelli. El duque de Castrovillari Ferdinando Spinelli fue uno de los pocos miembros de la alta nobleza local que prestó apoyo al virrey, por lo que el enlace de su hijo Giovan Battista Spinelli con Isabel reforzó el arraigo de los Toledo en Italia" (Hernando Sánchez, pp. 17, 18). La ampliación de Nápoles expresa la fusión de esas prioridades militares, que siguen centrando la atención historiográfica, con las políticas, a su vez inseparables de las simbólicas. Todo ello respondía a la coherencia de una acción de gobierno que corrió paralela a iniciativas similares de otros pro reges, como Ferrante Gonzaga o Juan de Vega. La ampliación urbana de Nápoles, con un perímetro trazado por las nuevas murallas -de mar, a partir de 1537 y de tierra desde 1543-, rodeaba a los barrios más antiguos, donde se encontraban los seggi de Nido y Capuana que aglutinaban a la nobleza más refractaria al poder virreinal. Para paliar los frecuentes enfrentamientos entre las tropas españolas y la población el virrey acometió la construcción de los Quartieri Spagnoli, a los pies de la colina de San Telmo, una gran operación especulativa de la que se benefició uno de los yernos de don Pedro, el duque de Castrovillari, quien, tras arrendar una gran parte de los terrenos a la cartuja de San Martino, los subarrendó a los oficiales y soldados españoles. Otros parientes y aliados del virrey, como su primo y homónimo Pedro de Toledo, castellano de la fortaleza de San Telmo, adquirieron terrenos en la colina o, como Scipione di Somma, construyeron grandes mansiones suburbanas que aunaban las nuevas exigencias del ocio cortesano con las de la defensa militar. Los Quartieri Spagnoli marcaron el primer término de la gran ampliación urbanística, inacabada a la muerte de don Pedro: una ciudad militar ligada a la ciudad de los servicios, de los nobles y del pueblo a través de la nueva calle Toledo -emblema del triunfo del nombre-, larga y más ancha que las demás, extendida entre la Puerta Real de las murallas y una esquina del Parque Real donde el virrey construyó, en sus últimos años, el nuevo palacio virreinal -de dimensiones y apariencia modestas, quizás para no despertar suspicacias tras la reciente revuelta-, cercano a su vez al muelle y, por tanto, a las galeras que podían facilitar las tropas para alcanzar con rapidez las principales arterias de la ciudad antigua, con los Quartieri y los castillos como segura retaguardia. Esa zona prolongaba el trazado del núcleo grecorromano, sometido a un proceso de depuración desde 1533, cuando se dictaron los primeros bandos para demoler todos los obstáculos y despejar el carácter rectilíneo de las calles. Tanto las viejas como las nuevas vías configuraron un modelo de ciudad adecuado a las exigencias de seguridad y reputación, de acuerdo con la imagen clásica cultivada por la corte aragonesa, que pretendía rivalizar con otras ciudades italianas y visualizar el programa del gobierno virreinal ensalzado por los poetas cortesanos. Junto a la naturaleza sometida, todo el espacio urbano se reorganizó en función de similares criterios de racionalidad y magnificencia. Por ello, según el sistema aplicado con éxito para levantar las arquitecturas efímeras que jalonaron la visita del emperador en 1535, don Pedro impulsó la unificación de los trabajos en 1545 al nombrar al arquitecto Ferdinando Manlio superintendente de todas las fábricas civiles y militares de la ciudad de Nápoles, con funciones similares a las asumidas más tarde por Giorgio Vasari en la florencia medicea. En control de los encargos y los pagos se unía al sometimiento de las actuaciones, tanto constructivas como decorativas, a un diseño homogéneo que, en último término, remitía a la autoridad del virrey. Las intervenciones urbanísticas encauzaron las iniciativas nobiliarias y corporativas y reflejaron el proceso jurídico, institucional, político y militar de reforzamiento de la corona. De esa forma, asumieron el carácter de emblemas del gobierno virreinal y otorgaron nuevos significados políticos a sus núcleos vitales en función de un compromiso entre las necesidades del poder y la tradición utópica del humanismo napolitano que partía de la antigua urbe grecolatina. En ese sentido, podría efectuarse una lectura platónica de ordenación armónica de la sociedad bajo la virtud de la justicia, encarnada por el remodelado Castel Capuano, cuya situación al fondo de via Tribunali -antiguo Decumanos maior- y junto a la entrada principal de la ciudad, reforzaba su imagen rectora para legitimar el poder virreinal: "En el interior del nuevo y ampliado recinto amurallado la ordenación urbanística tendía a separar la zona militar de la nobiliaria y, sobre todo, de la popular. Esa división funcional reflejaría la equidad del virrey frente a los excesos de la nobleza y se superpondría al presunto debate que, de forma demasiado esquemática, ha querido verse entre la ciudad de los españoles y la ciudad de los italianos. Para ello Platón ofrecía una útil y prestigiosa alternativa de distribución social que, transmitida por Alberti en su tratado De arquitectura, pudo servir para legitimar la reforma de don Pedro. La obra pictórica era bien conocida por figuras como Girolamo Seripando, amigo de Garcilaso y Tansillo, u otras de la corte virreinal como el propio confesor del virrey, fray Angelo da Napoli, "gran doctor en teología y doctrina platónica" o el médico y filósofo protegido por el Toledo, Simone Porzio que, pese a su filiación aristotélica, había frecuentado los círculos neoplatónicos florentinos. En la nueva Nápoles el núcleo antiguo y popular, donde se concentraba la mayoría de las actividades comerciales y artesanales en torno a plazas como la del Mercado o la Sellaria, quedaría rodeado no sólo por la muralla abaluartada, sino por barrios fieles, como el entorno de Castel Capuano o las nuevas zonas occidentales. En estas se procedió a crear un gran conjunto residencial y defensivo en el que el nuevo palacio virreinal se erigió en vértice de las dos arterias, via Toledo y via Chiaia, en torno a las cuales se distribuyeron los sectores nobiliario y militar, prolongados por la zona suburbana de villas de recreo en la ribera de Chiaia hasta Pozzuoli. Si los Quartieri Spagnoli, con el remodelado Castel Santelmo, constituían en la parte elevada de la ciudad un espacio reservado a los encargados de defenderla, incluso de sí misma, el área próxima al puerto se configuró como un ámbito prioritario de la población española, a través de la iglesia y el hospital de Santiago y de las residencias de oficiales de la corte y la administración virreinal. Ellos serían los intérpretes del gobierno sabio encarnado por el virrey, mientras que la nobleza era invitada a desplazar sus residencias de la ciudad antigua a la nueva área expansiva de vía Toledo y vía de la Incoronata como garantía de una fidelidad aún precaria. En esa gran operación política, social y simbólica el conjunto de Castel Nuovo y el palacio virreinal envolvían el gran Parque Real, convertido en el lugar reservado del príncipe. Se cumplía así el esquema virtuoso que Platón había diseñado para su República ideal: prudencia para los sabios gobernantes, fortaleza para los defensores y templanza para los trabajadores, con la justicia garantizando el equilibrio del conjunto" (Hernández Sánchez, pp. 22, 23).

Bronzino.

Mecenazgo Cultural.

 Carlos José Hernández Sánchez en "Pedro de Toledo entre el hierro y el oro: construcción y fin de un virrey" (CASA EDITRICE TULLIO PIRONTI, 2016), expone el mecenazgo en arquitectura y arte del virrey, que transformó el entorno urbano de Nápoles, al mismo tiempo que construyó nuevos palacios y villas que llenó de obras de arte. La imagen oficial del virrey se encuentra en el mármol moldeado de acuerdo con las formas clásicas. Los valores que guiaban su acción política pueden leerse en el sepulcro realizado por Giovanni da Nola, imagen de imágenes, retrato de retratos, síntesis de ideas discutidas y de valores incuestionables. Como es sabido, el conjunto escultórico estaba destinado a la colegiata de Santa María en Villafranca del Bierzo, que don Pedro había mandado erigir en la capital de sus estados castellanos siguiendo las formas modernas del gótico tardío, pero con una espacialidad ya antigua. La traza fue encomendada al arquitecto dominico fray Martín de Santiago -colaborador de Gil de Hontañón y vinculado al convento de San Esteban de Salamanca, escenario del patronazgo de los Toledo- a partir de 1539, coincidiendo por tanto con el encargo del sepulcro, cuya realización corrió pareja con la del templo español, hasta el punto de interrumpirse las obras de éste al quedar aquel en Nápoles. La voluntad de permanencia en el solar del marquesado que ostentaba desde el matrimonio en 1503 con su titular, María Osorio Pimentel, reflejaba la atención del virrey a la administración del lugar donde había impulsado la construcción de un gran castillo que terminarían sus sucesores. Sin embargo, la obra de Giovanni da Nola sería finalmente instalada por su hijo García en la iglesia de Santiago de los españoles, la principal fundación napolitana de don Pedro. En posición orante y revestido con una armadura romana, don Pedro está flanqueado por su mujer, que lee un libro. Le escoltan las cuatro virtudes cardinales: Prudencia, Templanza, Fortaleza y Justicia que, como las ideas platónicas, enmarcan un programa iconográfico donde- al igual que en la cadena de oro descrita por Tansillo-, se aúnan imágenes alegóricas y escenas narrativas. En los lados de la base sobre la que se alzan las esculturas exentas de la pareja virreinal y sus virtudes se despliegan dos relieves con las campañas encabezadas por el virrey para defender el reino de Nápoles de los ataques turcos, la de Ugento y Castro en 1537 y la de Baia y Pozzuoli en 1544. En el lado posterior se muestra la entrada de don Pedro en Nápoles, por la Porta Capuana de las murallas aragonesas. Esa escena, tradicionalmente identificada con el recibimiento de Carlos V tras la conquista de Túnez en 1535, podría evocar la ceremonia del posesso como virrey en 1532 o su regreso triunfal tras las mencionadas campañas. El Marte "resplandeciente" imaginado por Garcilaso parece materializarse en los relieves donde don Pedro se presenta como un "ardiente jinete" y un guerrero romano, aunque con un realismo anatómico casi descarnado. La traslación all´antica de la lucha contra el infiel refuerza la imagen piadosa aludida por la presencia de la venera de Santiago y la posición orante de las esculturas centrales, únicos atributos cristianos en el marco aparentemente secular del monumento. La lectura convencional, aferrada al triunfo de la fama terrena, ignora los valores de un tiempo que, más allá de tópicos secularizadores y anacrónicas divisiones nacionales, seguía rindiendo tributo a la gloria eterna. De ahí que pueda pensarse en el sepulcro como un triunfo a lo divino a partir de la mirada que don Pedro y su mujer debían dirigir al retablo de la colegiata de Villafranca, en una síntesis de lenguajes figurativos hoy sepultada por el aislamiento del conjunto arquitectónico para el que la obra fue diseñada. El mensaje alegórico, centrado en las virtudes del gobernante, se despliega en los pequeños bajorrelieves labrados sobre la superficie del pódium monumental como una alfombra iconográfica. La asociación de las tres escenas que aparecen en cada lado con una de las virtudes de los ángulos parece la lectura más apropiada, aunque algunas de aquellas sigan sin identificarse. Entre las más significativas destacan, en el lado derecho, correspondiente a la fortaleza, algunos de los trabajos de Hércules, recurrentes para exaltar las virtudes del gobernante, que expresan la energía en el cumplimiento de las funciones virreinales, expresamente aludidas en el episodio del héroe -cuyos rasgos, al igual que en la lucha con el león de Nemea, coinciden con los de don Pedro- sosteniendo el mundo cedido por Atlas. En el lado frontal se despliegan las imágenes referentes a la prudencia, virtud central del gobierno. La primera alude a la sabiduría, a través de una escena de interior, alejada de la visión heroica. Una figura barbada que luce túnica romana está sentada ante una mesa donde aparece un libro abierto ante un reloj de arena que se apoya en otros dos volúmenes cerrados, mientras que bajo la mesa se esparcen otros libros, en una atmósfera de studiolo. La figura gira la cabeza hacia atrás para mirar a un atril que sostiene un códice abierto. La exaltación del libro y la lectura estaba asociada a la expresión simbólica del poder en Nápoles desde Alfonso V de Aragón, que hizo del códice abierto su emblema personal y pobló con él volúmenes, armas, retratos y fachadas: "En los veinte años transcurridos desde que abordamos la trayectoria familiar y política de Pedro de Toledo se ha ampliado enormemente el conocimiento de la Italia española y el sistema virreinal, así como de Nápoles y el reinado de Carlos V, objeto de una notable revisión historiográfica en su conjunto. En particular, se ha desarrollado el estudio del mecenazgo, junto al interés por la evolución ceremonial y simbólica de la principal corte virreinal de la monarquía de España. Sin embargo, mientras la revisión historiográfica valora de forma creciente las iniciativas agrupadas bajo el concepto moderno de cultura -muy alejado de una concepción del poder indisociable de su expresión simbólica con arreglo a las normas de la retórica clásica y a la reelaboración de la teoría del decoro-, la historia política sigue primando el interés por los conflictos que fraguaron el tópico del virrey de hierro y tiende a olvidar las formas y el lenguaje compartidos por todos los sectores en pugna dentro y fuera del reino de Nápoles... Por fortuna, el interés historiográfico que despierta el mecenazgo literario se suma a la creciente atención hacia el patronazgo artístico de un virrey cuyos retratos empiezan a aflorar junto a la imagen trazada por los poetas. Retratado por Tiziano o su taller como Caballero de Santiago -de acuerdo con una preferencia atestiguada por la mayoría de las imágenes conservadas-, en un espléndido lienzo conservado en Múnich cuya identificación constituye uno de los más relevantes hallazgos de la iconografía virreinal, don Pedro fue objeto también de otros pinceles más humildes. Su imagen cortesana se plasmó en cuadros como el del autor anónimo que lo muestra de cuerpo entero y vestido de negro en el museo degli Uffizi, expresión de la elegancia consagrada por castiglione y la gravedad recomendada por Loaysa, o el atribuido al discípulo septentrional de Tiziano, Johan Stephan van Kalcar, hoy en el museo de San Martino de Nápoles. Junto a ellos, el virrey nos contempla en grabados como el que muestra su imagen oficial all´antica asociada a la representación de astrea -otro mito virgiliano de tradición gibelina y ariosteca para la legitimación del poder imperial y de sus representantes- en la dedicatoria del tratado de Giovanni Filippo Ingrassia De tumoribus praeter naturam, culminación de un interés por la medicina donde confluían tradiciones familiares y apremiantes exigencias de gobierno. La correspondencia entre las distintas dimensiones del patronazgo virreinal se manifiesta en el hecho de que la inspiración de ese retrato se encuentre en una medalla acuñada para celebrar la concentración de todos los tribunales de la ciudad y el reino en la antigua residencia aragonesa de Castel Capuano y, a través de ella, la restauración de la justicia, origen de los mayores elogios y críticas al gobierno virreinal" (Hernando Sánchez, pp. 10, 11, 12). La biblioteca de la corte aragonesa, aunque dispersa, constituía un referente en el Nápoles virreinal, donde abundaban las bibliotecas particulares. Entre ellas figuraba la de don Pedro, que reunió 175 volúmenes cuyos títulos -síntesis de los saberes cortesanos y caballerescos compartidos por la nobleza española e italiana- ha conservado su inventario de bienes. Según éste los libros se disponían en "una camera del Parco" de la residencia virreinal, que cabe interpretar como adaptación del modelo del studiolo. Abundaban los autores clásicos y las obras de historia, aunque no faltaban los temas de actualidad, incluida la economía. Con esos datos podría leerse el pequeño relieve del sepulcro como una apelación al pasado de la antigüedad clásica en cuanto fuente de inspiración para un presente impregnado por los valores atemporales que custodiaban las humanae litterae. Era el mismo pasado de Virgilio y Augusto la edad de oro resucitada por el nuevo césar con la contribución de su alter nos en la ciudad y el reino que se gloriaban de atesorar el legado clásico como signo de identidad y garantía de buen gobierno al menos desde Alfonso V. El triunfo heroico del virrey, a la vez clásico y cristiano, tenía una evidente carácter político y cortesano en función de su oficio de gobierno. Por ello, las escenas de la guerra contra el infiel representadas en el sepulcro se ciñen al deber de defender el reino que se le había encomendado. Sin embargo, la vinculación de don Pedro con la práctica de las armas, ineludible para un noble, fue esporádica y solo más intensa en su juventud. Después de la participación en la defensa de Navarra en 1523 -cuando armó a Garcilaso- su carrera se fue afianzando en la corte y las referencias militares quedaron recluidas en las apelaciones convencionales al ideal de cruzada. Así lo refleja la obra alegórica del cronista benedictino Gonzalo de Arredondo y Alvarado, publicada en 1528, donde don Pedro comparece como interlocutor de un diálogo sobre la guerra contra el turco, cuatro años antes de asumir el gobierno de Nápoles. Su intervención en la truncada expedición de socorro a Rodas seis años antes atestigua una vocación cruzada a la que lo llamaban el tiempo y la sangre. En su obra, presenta también en la biblioteca del virrey y cuyos últimos capítulos se consagran a la caída de la isla de los Caballeros Hospitalarios, Arredondo proclama la primacía de la guerra contra el infiel sobre las guerras entre cristianos. La apelación simultánea a la gloria de la historia y a la gloria eterna fundía expectativas estamentales de fama y riqueza con anhelos religiosos de salvación, en un proyecto tendente a revitalizar la tradición caballeresca que formaba parte también de la cultura cortesana. Por ello, en 1549 Constantino Castriota dedicaría a don Pedro un tratado sobre la caballería donde los valores tradicionales se ponían al servicio del gobierno del virrey como instrumento esencial de su gloria. La visión cruzada se haría presente en los frescos pintados por Bronzino en la capilla de Leonor de Toledo, en el Palacio viejo de Florencia. En la escena del Paso del Mar Rojo -tema recurrente de la iconografía cruzada- ha podido verse la influencia de la obra de Arredondo e, incluso, un retrato del propio don Pedro tras su visita a la corte medicea en 1541. Sin embargo, sería su hijo García el protagonista creciente de la actividad bélica del linaje y solo al final de su vida don Pedro retomaría las armas para dirigir su última y decisiva campaña, concebida como una gran empresa militar, pero no contra el infiel, sino contra la rebelde república de Siena, aunque ya no podría entrar en combate. De acuerdo con las prioridades estamentales de la sangre y la virtud, la historia espiritual de don Pedro de Toledo, cristalizada en las imágenes de su sepulcro, resulta inseparable tanto de su historia política como de su ambiente familiar y cortesano. En ese sentido, es reveladora la obra dedicada en 1524 a María Osorio Pimentel por el franciscano Alonso de Madrid, paradigma de una religiosidad aristocrática que atraviesa los límites convencionales entre la esfera sacra y la profana. En su repertorio de preceptos morales encauzados por la retórica clásica podemos reconocer la expresión de actitudes compartidas por las élites españolas e italianas. Así lo demuestra la política de fundaciones religiosas desarrollada por don Pedro, que afectó a antiguas y nuevas órdenes, hasta incluir a la Compañía de Jesús, a pesar de la fuerte oposición a ésta de los dominicos a los que pertenecía su hermano el cardenal Juan Álvarez de Toledo y sobre los que extendía su protección la casa de Alba. La propia difusión de la heterodoxia entre la nobleza napolitana y aun en la corte virreinal revela la complejidad del ambiente religioso en el que se estaba gestando la reforma católica. Por ello resulta crucial la trayectoria política de Juan de Valdés, que sigue concitando el interés de los historiadores del hecho. Tanto en la política como en la construcción de la imagen virreinal fueron decisivos otros miembros del linaje Toledo establecidos en Italia. Junto a la acción clientelar y el mecenazgo desarrollado por Leonor en Florencia en estrecha relación con la corte virreinal, destaca el hermano menor de don Pedro, el cardenal Juan Álvarez de Toledo, uno de los fundadores de la nueva inquisición romana en 1542. En España su protección a Domingo de Soto y la erección de la iglesia del convento de San Esteban de Salamanca, destinada a convertirse en panteón de la casa de Alba, son las empresas más conocidas de un patronazgo que aunaba el pensamiento neoescolástico de la escuela de Salamanca con la renovación de las formas y espacios del gótico tardío. En ese sentido cabe interpretar también las decisivas intervenciones de fray Juan en las catedrales de las sedes episcopales que ocupó sucesivamente, Córdoba, Burgos y Santiago, mientras su palacio romano se convertiría en centro de integración artística hispano italiana, presidido por la influencia de Miguel Ángel. En correspondencia con esas iniciativas, los afanes de la gloria eterna, capaces de atravesar el entramado cortesano, se proyectan en el conjunto de un mecenazgo virreinal cuya relevancia en el flujo cultural entre España e Italia empieza a ser reconocida. Algunos de sus máximos ejemplos, aparte del sepulcro de don Pedro y su mujer, son iniciativas religiosas de carácter institucional, como los frescos de la capilla del Tribunal de la sumaria en Castel Capuano de Nápoles, encargados por el virrey en 1548 al pintor extremeño formado en Roma Pedro de Rubiales: "Las virtudes del gobierno representadas en la bóveda, entre un despliegue heráldico imperial y de los Toledo -con la cruz de Santiago-, presiden un programa iconográfico centrado en la justicia, desde la Piedad del alta mayor -con la referencia admonitoria a la reciente revuelta antivirreinal a través de la imagen de la fortaleza de san Telmo tras la cruz-, hasta las escenas del Juicio Final, con su insistencia en la salvación a través de las obras y la supresión de los detalles presuntamente heterodoxos de su modelo miguelangelesco. La Capilla de Rubiales es también un elocuente testimonio de la renovación ornamental, en función de los criterios manieristas que estaban consolidándose en los espacios seculares del poder cortesano. A ellos pertenecen los jardines, que partir de las villas de Nápoles y Pozzuoli dejarían sentir su influencia anticuaria y cortesana en la propia España, así como la obra escultórica en gran parte destinada a su adorno, testimonio de un clasicismo común a las obras poéticas que en ocasiones constituyen su mejor descripción. Pozzuoli, tan destacadamente representada en uno de los relieves del sepulcro virreinal, fue especial objeto de atención por don Pedro, que reconstruyó la ciudad tras el terremoto de 1538 y encargó la decoración de su nueva villa a Giorgio Vasari entre 1544 y 1545. El parque de este espacio de retiro donde el virrey residiría cada vez más tiempo, constituyó uno de los principales conjuntos de la jardinística italiana del período, con un número elevado de esculturas antiguas y modernas, grutas y juegos de agua. El mismo gusto se proyectó sobre las delicadas piezas de orfebrería o en los tejidos que reflejan el esplendor de la cultura material conservado por los inventarios, del que el de don Pedro -que según Miccio "conosceva la perfezione e difetto in qualsivoglia arte e artefice e discorreva in qualsivoglia materia come proprio artefice"- constituye un testimonio expresivo de la gloria que se afanó en construir con el concurso de su extensa parentela a través de todas las artes, incluida, por supuesto, la música... De hecho, la construcción es la imagen que mejor representa el gobierno del virrey de hierro... Así lo refleja, junto a las masivas construcciones del período, el hecho de que el primer tratado español de fortificaciones se escribiera en Nápoles en 1538, dedicado al virrey, por el ingeniero militar Pedro Luis Escrivá, responsable de obras tan emblemáticas como Castel Santelmo en la capital o el castillo de L´aquila. Junto a él otros arquitectos, como el barón Gian Giacomo dell´Acaia, completaron la transformación defensiva de la ciudad y el reino" (Hernández Sánchez, pp. 19, 20, 21). Leonor de Toledo Osorio cultivó las artes en Florencia, dejando muestra de patrimonios artísticos más característicos de los primeros años de la dinastía: los impresionantes retratos de Bronzino, los jardines de Bóboli, con sus ornamentos escultóricos diseñador por Bandinelli, y el de los primeros tapices de los Médicis diseñados por Bronzino, Salviati y Bachiacca. A su muerte el 17 de diciembre de 1562, después de sólo 23 años como duquesa de Florencia, era evidente para todos que había jugado un papel esencial en la transformación de la ciudad desde la capital de una república austera a sede de una espléndida corte imperial. La exposición "Eleonora di Toledo and the Invention of the Medici Court in Florence". Tesoro de los Grandes Duques, en honor de Leonor, fue inaugurada el 6 de febrero de 2023 hasta el 14 de mayo de 2023 en el Palazzo Pitti. Las 108 obras en exposición incluyen pinturas, esculturas, manuscritos iluminados, prendas de vestir, trabajos textiles y objetos exóticos de África y Mesoamérica prestados por los museos más importantes de Italia, Europa, Inglaterra y América: la Galería Nacional de las Marcas, el Palacio Madama de Turín, la Certosa de San Martino en Nápoles, el Museo del Bargello en Florencia, el Museo del Palacio Real de Pisa, el Louvre de París, la Alta Pinacoteca de Múnich, el Museo de Victoria y Alberto de Londres y el Museo Getty de Los Ángeles. El 16 de diciembre de 2022 el medio inglés APOLLO: THE INTERNATIONAL ART MAGAZINE sacó la nota "The first lady of Florence: how Eleanor of Toledo made her presence felt" de Michela Young. En 2022 se celebró el 500 aniversario de Leonor Álvarez de Toledo Osorio en Florencia, Toscana, Pisa y Arezzo. El mecenazgo de Leonor es comparable con el de Isabel de Este, Catalina de Médicis e Isabel I, siguiendo la tradición de Cosme "El Viejo" y Lorenzo "El Magnífico". El primer proyecto de Leonor fue la decoración de su capilla privada en el Palazzo Vecchio, encargada al artista manierista Bronzino. Poco después el matrimonio se trasladó del Palacio Médicis al Palacio della Signoria, la antigua sede del gobierno republicano de Florencia. La capilla fue construida con los diseños del arquitecto y escultor Giovanni Battista del Tasso en 1540-1554, para formar parte de los apartamentos privados de Leonor. Las paredes de la capilla están adornadas con figuras que narran episodios del Antiguo Testamento. El retablo de Bronzino para la capilla representa La Lamentación (1545, la segunda versión en 1553). El retrato de Bronzino de Leonor y su hijo Giovanni de Médicis (1545) es un ejemplo del estilo florentino manierista, caracterizado por el rechazo deliberado del realismo en favor del artificio y el despliegue ostentoso de la técnica artística. El retrato de Leonor y su segundo hijo, que más tarde fue nombrado cardenal, afirma su doble papel de madre y regente. El palacio Pitti fue construido en 1458 por el banquero Luca Pitti, comprado por Leonor en 1549, convertido en la residencia principal de los grandes duques. Leonor encargó al artista de la corte Niccolò di Raffaelo de´Pericoli "Tribolo" diseñar los jardines de Bóboli, el área alrededor del palacio Pitti, creando un ambiente para el entretenimiento de la corte. El diseño de Tribolo para los jardines, organizados en torno a una planta axial y simétrica, proporcionaría el modelo de muchos jardines reales en Europa, incluyendo los jardines de Versalles. Tras la muerte de Leonor, el anfiteatro acogió dos grandes bodas: la de su primer hijo, Francesco de Médicis, con Juana Habsburg de Austria en 1565; y la de Fernando de Médicis y Cristina de Lorraine-Valois en 1589. A la última boda asistieron más de 3.000 invitados, cumpliendo el deseo de Leonor de que el palacio y los jardines fueran un espectáculo imperial.

Bronzino.

Giambattista Basile.

 En "The Grotesque and Myth in Giambattista Basile´a il Pentamerone" (2021), Antonela Marić, Marko Dragić y Ana Plavša, de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Split en Croacia. Hacen un análisis de la obra del napolitano Basile. La colección fue publicada inicialmente en 1634 por Ottavio Beltrano (editor). A pesar de pertenecer a la cultura popular, la colección estaba destinada principalmente para la Corte, y su objetivo era entretener o hacer que los cortesanos se involucraran en conversaciones sobre leyendas, cuentos, etc. El Pentamerone o Lo cunto de li cunti overo lo trattenemiento de´ peccerille "El Cuento de los Cuentos o el Entretenimiento de los Pequeños" es una colección de cincuenta cuentos narrados por diez narradores en cinco días. La colección imita la obra maestra de Boccaccio, el Decamerón (1353). Se incluye en el marco narrativo, típico de los cuentos medievales, pero contrario al marco de Boccaccio que se inspiró en la pandemia de peste negra que azotó a Europa, y Florencia en particular, el marco del poeta barroco Giambattista Basile (1570-1632) se basa en una historia de amor ficticio entre la Princesa Zoza y el Príncipe Tadeo. Los cuentos de Basile se basan en hechos irreales y personajes que se pueden encontrar con frecuencia en mitos o cuentos de hadas. En el Pentamerone se pueden encontrar fácilmente personajes como ogros, hadas, duendes, príncipes encantados y princesas, animales con características humanas, etc. La colección original de Lo cunto de li cunti fue escrita en napolitano y publicada póstumamente en cinco tomos por su hermana Adriana Basile bajo el seudónimo agramático "Gian Alesio Abbattùtis", retitulada con el nombre Pentamerone (1674). Sin embargo, se hizo famosa en Italia y en toda Europa en el siglo XVIII, después de haber sido traducida a varios idiomas y al italiano estándar. Las variantes de Cenicienta ("Gatta Cenerentola"), La Bella Durmiente ("Sol, Luna y Talía"), Rapunzel ("Petrosinella"), El Gato con Botas ("Cagliuso"), Piel de Asno ("La Osa"), Blancanieves, Hansel y Gretel ("Ninnillo y Nennella"): I. El Cuento del Ogro, El Mirto, Peruonto, Vardiello, La Pulga, La Gatta Cenerentola, El Mercader, La Chica Cara de Cabra, La Cierva Encantada, la Vieja Desollada, El Crisol. II. Petrosinella, Verde Prato, Viola, Cagliuso, La Culebra, La Osa, La Paloma, La Esclavita, El Candado, El Compadre, La Tintura. III. Cannetella, Penta, El Viso, Sapia Liccarda, La Cucaracha, el Ratón y el Grillo, El Bosque de Ajos, Corvetto, El Ignorante, Rosella, Las Tres Hadas, La Estufa. IV. La Piedra del Gallo, Los Dos Hermanos, Los Tres Reyes Animales, Las Siete Cortezas, El Dragón, Las Tres Coronas, Las Dos Tortitas, Los Siete Pichones, El Cuervo, La Soberbia Castigada, El Garfio. V. La Oca, Los Meses, Lindo Encarnado, El Tronco de Oro, Sol, Luna y Talía, Sapia, Ninnillo y Nennella, Los Cinco Hijos, Las Tres Coronas. Giovanni Francesco Straparola y Giambattista Basile estuvieron entre los primeros europeos en introducir elementos mágicos y fantásticos. Los cuentos estaban destinados originalmente a un público adulto con elementos de la comedia romana y la comedia dell´arte: elementos grotescos, alegorías, alusiones sexuales, juegos de palabras y metáforas. Gradualmente, debido a los cambios en la literatura, los cuentos fueron transformados en ejemplos clásicos de cuentos infantiles. Además de revelar tradiciones y costumbres, contienen proverbios y moralejas: el bien siempre vence al mal. Aunque según el título de la colección de Basile parece estar dirigida al entretenimiento de los niños, numerosos críticos y traductores de Basile, incluyendo el mismo Giambattista Basile, no estaría de acuerdo con tal afirmación, porque los cuentos están llenos de cosas oscuras, grotescas y, a veces, incluso detalles espantosos. Benedetto Croce (1994, 659-661) confirmó que la colección estaba dirigida al entretenimiento para adultos y no para niños. Por ejemplo, el carácter de la esposa del ogro, además de su función principal de causar miedo, también puede simbolizar un estereotipo de una vengativa mujer del área de Nápoles que en una de las escenas se vuelve celosa de sus vecinos y, por lo tanto, no quiere verlos en su jardín, y en otro, ella podría estar teniendo una conversación con su esposo mientras cenaban juntos. Esto es un claro signo de interacción entre lo fantástico y lo ordinario. Otro ejemplo interesante es la historia de las hermanas de Sapia que simbolizan el carácter indómito de las muchachas mediterráneas de Nápoles porque huyen a los brazos de sus amantes, oponiendo así su propia voluntad al estricto régimen de su padre de exaltar la castidad por encima de todo. Finalmente, en el cuento Gatta Cenerentola, Basile compara el desfile de Cenicienta con una cortesana que es acompañada a prisión por la policía. Además, el hecho de que los cuentos contengan vulgarismos y alusiones sexuales, confirma la hipótesis según la cual Basile los cuentos habían sido originalmente para adultos. El crítico literario ruso Vladimir Propp en Morfología del cuento popular (1928), destacó la necesidad de analizar y comparar los cuentos de hadas respetando el orden del esquema estructural. En los cuentos de Basile podemos identificar fácilmente muchas de las unidades narrativas o funciones identificadas por Propp. La gran mayoría de los cuentos de Basile terminan con una boda que es frecuentemente precedida por el castigo de los villanos que podrían haber sido un obstáculo, como sucede en el cuento El Mirto. El relato confirma la presencia de la función de asentamiento sugerida por Propp, ya que el príncipe sale de su dormitorio para ir de caza; así como la violación de interdicción (porque alguien toca su plantar mientras él está fuera). Un ejemplo de engaño se puede identificar en el cuento titulado El Mercader en el que uno de los protagonistas nombrado Cienzo es engañado y atrapado por un hada, hasta que su hermano Meo lo salva. Las hadas parecen realizar funciones contradictorias porque en algunos cuentos ayudan a héroes o personas en problemas mientras que en otros lanzan hechizos o engañan a los jóvenes con su encantadora belleza. Es interesante notar que la función de castigo está presente también dentro del marco narrativo. El príncipe Tadeo castiga a la esclava de los moros matándola a ella y al bebé. La mayoría de los cuentos tratan sobre el motivo del bien venciendo al mal, por lo que hay numerosas escenas de lucha en el que los protagonistas derrotan a los enemigos, como criaturas sobrenaturales y dragones, como en el cuento de La Cierva Encantada. La magia es un ingrediente común de todos los cuentos de hadas, por lo tanto, Basile usa la magia abundantemente y sin esfuerzo, al sumergir al lector en un mundo encantado de bosques misteriosos, hadas y elfos, ogros, príncipes y princesas, permitiéndoles así liberarse, y suspender cualquier pensamiento de buscar lógica o realidad en las historias. Sin embargo, esta magia, que inicialmente podría parecer un escape de una dura realidad, en realidad cumple una función pedagógica. Castiga la vanidad, la envidia y la negligencia, y recompensa la humildad, la paciencia y la modestia. Ciertamente, el propósito no es despertar la imaginación ni entretener a los niños, sino transmitir el significado simbólico. A través del simbolismo, Basile da una idea de algunos problemas fundamentales que caracterizaron a la sociedad de la época, como el conflicto entre la clase alta y la baja, infidelidad, promiscuidad, lujuria, celos, extravagancia, miedo a envejecer, etc. La función alegórica de un cuento de hadas se destaca en particular al final, resumiendo, en forma de proverbio, el significado alegórico del cuento mismo. Un lector de cuentos de hadas no cuestiona la veracidad de los hechos narrados. De acuerdo a Pirandello, un autor verdaderamente talentoso nunca retrocede de su mundo fantástico mientras lo narra, y cree en él hasta el final de la historia. Tanto lo fantástico como lo mágico pertenecen a la esfera de lo irreal, incluso surrealista. Por eso, al leer El Pentamerone, el lector inevitablemente se encuentra con formas exageradas, descripciones de criaturas grotescas y feas y seres humanos parecidos a animales, que a veces asumen apariencias físicas deformadas, incluso quiméricas. Tal ejemplo se destaca en el cuento de la Chica Cara de Cabra, en el que un hada convierte la cara de Renzolla en una cabra debido a su ingratitud. Esta es una situación que inicialmente podría hacer reír, pero poco a poco, evoca empatía y hace que el lector se apiade de la joven mujer. Eventualmente, el alivio llega en el momento en que ella se arrepiente, y la magia se deshace. Lo grotesco también se puede identificar en el cuento titulado La Pulga en el que el rey de Altomonte le crece una pulga gigante dejándola chupar su sangre todos los días, prometiéndole dar la mano de su hija a un hombre qué adivine qué animal es. Lamentablemente, un horrible ogro adivina el nombre del animal, ganando así la mano de Porziella. Los momentos surrealistas y las criaturas irreales se asemejan al concepto de Bajtin de lo carnavalesco. En este caso, la presencia de máscaras y la mascarada permitía, en particular, a los miembros de la aristocracia, olvidar la etiqueta, reglas y restricciones y disfrutar de la misma sensación de libertad que normalmente se puede sentir durante los desfiles de carnaval: "Hay muchos otros ejemplos de surrealismo grotesco en El Pentamerone, como el momento en que un personaje da a luz una rama de mirto, o cuando otro personaje queda embarazada después de haber comido el corazón de un dragón, y otra se come un ramo de rosas. También está el ejemplo de una niña maldita que nació con un manojo de perejil brotando de su pecho; una historia sobre Penta que se niega a casarse con su hermano viudo y le pide a un esclavo que le corte las manos afuera, y enviarlas a su hermano que está obsesionado con ellas; a una mujer que se desolla la piel para parecer más joven; un príncipe que se corta el dedo mientras come y queda encantado con la belleza de la sangre roja sobre el queso ricota, que despierta el deseo de casarse sólo con una mujer de estos colores; animales irreales como un pato cagando monedas de oro o un gallo con una piedra preciosa dentro de su cabeza, etc. Como se ha dicho anteriormente, la función de los elementos macabros y grotescos, es muy relevante, tiene como objetivo liberar tanto al autor como a su público de la etiqueta cortesana. Mediante el uso de metáforas, el autor tiene la oportunidad de hablar de temas sociales como el incesto, los matrimonios concertados, contraídos, la superficialidad, la infertilidad, el materialismo, la obsesión por la apariencia física, etc. Otro motivo grotesco recurrente presente en la colección de Basile es la locura, frecuentemente elaborada también por el citado Pirandello… La risa sigue con frecuencia a la aparición de tales personajes, que luego son comúnmente considerados diferentes, extraños, a veces ridículos. Eventualmente, como se mencionó anteriormente, uno llega a empatizar con ellos. Uno de estos personajes es Vardiello cuya ingenuidad o credulidad resulta, en unas ocasiones hilarantes y en otras, hace reflexionar sobre situaciones en las que se explota bien su carácter. Además, los elementos grotescos también se revelan en el ingenioso uso del lenguaje de Basile. A lo largo de sus relatos el autor hace frecuentemente analogías y juegos de palabras para referirse a un falo o a la propia relación sexual, provocando así la risa. Por ejemplo, en el cuento La dama desollada, el rey le canta una canción a su amada, pidiéndole que le dé la bienvenida a su halcón. Tales imágenes del "estrato inferior" eran una característica típica de la gente humilde y sencilla, así como su uso frecuente de palabras groseras y palabrotas (Bakhtin 111)" (Marić & Dragić & Plavša pp. 150, 151, 152). Benedetto Croce es uno de los traductores más famosos del poeta barroco Giambattista Basile. En su prefacio a la traducción de Il Pentamerone de 1925, Croce afirma que era complicado reducir el rico estilo de escritura de Basile narrado en napolitano y darle una nueva forma usando el italiano estándar. Croce encontró numerosos errores de sintaxis mientras leía Lo cunto de li cunti. Aun así, decidió permanecer lo más fiel posible al original con el objetivo de preservar el espíritu genuino de Nápoles y las regiones vecinas, y su gente sencilla y humilde. Además, Italo Calvino nombra a Basile como el Shakespeare napolitano debido al rico estilo barroco con el que solía sorprender a sus lectores, es decir, la combinación de un estilo elevado y elementos vulgares, un concepto típico de los autores barrocos. Todos los cuentos de Basile tienen en común los llamados personajes planos, ambientación similar, la misma frase introductoria ("Érase una vez…"), propio de los cuentos de hadas, falta de lógica en las situaciones como aquellas en las que el protagonista vuelve a la vida gracias al uso de hechizos y magia, etc. Estos elementos se pueden identificar en la mayoría de los cuentos de hadas con los que estamos familiarizados hoy en día. El rasgo que distingue a Basile de otros autores, además de su rica imaginación, es su vivido estilo narrativo. Siendo un escritor barroco, el estilo de Basile se caracteriza por un vocabulario rico, oraciones complejas, uso exagerado y a veces extraño de imágenes, decoraciones, metáforas, símbolos, uso excesivo de diminutivos, etc. En cada uno de los cuentos Basile utiliza el lenguaje de una forma única y reconocible, enumerando hasta diez adjetivos seguidos (comunes decoraciones del lenguaje barroco) para describir una particular situación de manera confiable. Tal estilo de narración puede ser atribuido a la influencia de la tradición oral de la que derivan los cuentos, pero también, podría haber sido una mera sed de exageración y adornos. Un ejemplo de secuenciación de adjetivos, típicos de la tradición oral, sirviendo simultáneamente como la confirmación de lo grotesco, se puede ver en el cuento El Oso, en el que el rey de Rocca Aspra no tiene éxito en encontrar una nueva esposa después de la muerte de la reina. Ninguna de las chicas logra cumplir con sus criterios de belleza ideal: (…) y mirando y cuadrando esto y aquello, le parecía uno torcido en la frente, una nariz larga, una boca ancha, algunos grandes labios, éste largo, aquél corto mal hecho, que demasiado hinchado, que excesivamente débil; el español no le gustaba por el color apagado, la napolitana no le sentaba por los zancos sobre los que camina, la alemana le pareció fría y congelada, el francés con una mente sesuda, el veneciano rueca de lino, con el pelo tan blanquecino (…) (Basile 1994, 226). Las niñas son deformes y tienen narices grandes, bocas anchas o labios grandes; son altos o pequeños, hinchados o flacos; a veces demasiado justo en complexión, piernas largas, etc. También hay algunos estereotipos sobre chicas españolas, alemanas y francesas que parecen bastante ingenuas; el veneciano que parecía un huso de algodón con el pelo blanquecino y similares. Una vez más, la exageración y la deformidad del cuerpo, incluidas las descripciones pintorescas, sugiere la percepción de lo grotesco como totalmente opuesto a la apelación, por la selección de varias figuras de discurso. Lo grotesco está presente incluso en las descripciones de la naturaleza, en contrastes, y a través de metáforas y personificaciones. Otra característica del estilo de Basile es su imaginación, elección simbólica y ligeramente grotesca de los nombres de los personajes y el uso de juegos de palabras, así como la frecuente presencia de alusiones sexuales. Para ejemplo, el nombre de la princesa Zoza podría asociarse fácilmente con el adjetivo italiano "zozzo" que significa "sucio/vulgar". También hay descripciones interesantes y detalladas de bosques, mundos mágicos de hadas y duendes, príncipes y princesas, así como la presencia de fuertes emociones que varían de un cuento a otro: "El idioma napolitano de Basile, usado para Pentamerone tiene muy poco en común con el italiano estándar. Sin embargo, este dialecto logró preservar el genuino microcosmos de la Nápoles barroca con todas sus costumbres, tradiciones, folclore y creencias primitivas que caracterizan a la nación cuyo conocimiento se basa en la experiencia de sus precursores. Otra característica de los cuentos de Basile es la presencia de supersticiones, maldiciones y hechizos mezclados con ritos religiosos, que podrían ser relacionados no sólo con las clases sociales de los personajes, sino que podría estar bien explicado por la presencia de elementos antropológicos y etnológicos. Tras la investigación de los elementos grotescos de la colección de Lo cunto de li cunti, nos lleva a la conclusión de que la colección abunda en elementos fantásticos y grotescos, incluyendo magias y encantamientos ineludibles que se encuentran en la tradición oral. Unidades narrativas y secuencias de eventos, típicas de mitos y cuentos de hadas, han sido identificados siguiendo el análisis morfológico de Propp. Que hace que esta colección sea especial es el hecho de que conserva versiones anteriores de cuentos de hadas, famosos hoy en día, pero olvidados durante años sólo porque habían sido escritos en napolitano. Puede concluirse que los cuentos de hadas de Basile cumplen una función pedagógica, es decir, le dan al lector un conocimiento de las normas y convenciones de la sociedad barroca mediante el uso de elementos grotescos y fantásticos, y personajes sobrenaturales. Los rasgos grotescos, además, poseen una función didáctica propia, haciéndonos sentir humildes e insignificantes en comparación con las fuerzas más allá de los poderes de uno. Simultáneamente, a través de numerosos personajes grotescos y episodios macabros habla metafóricamente el autor sobre cuestiones y problemas sociales que se consideraban tabúes en la vida de Basile, en un período caracterizado por el decoro establecido por la corte. Incluso la propia colección, que en un principio parecía destinada a los niños, es una representación satírica y simbólica de la sociedad barroca. Lo cunto de li cunti es una preciosa colección que ha conservado la identidad cultural y social del sur de Italia" (Marić & Dragić & Plavša pp. 155, 156).

Bronzino.

Restauraciones napolitanas.

 Carmine Pinto en "European Wars, Civil Conflicts, and National Projects. The Neapolitan Restorations (1799-1866)" (UNIVERSITÁ DEGLI STUDI DI SALERNO, 2014), el 14 de febrero de 1861, Francisco II Bourbon dejó la fortaleza de Gaeta. Su rendición, meses después de asedio, fue anunciada con esta proclama, dedicada a los soldados protagonistas de la última defensa del Reino de las Dos Sicilias. No era sólo una despedida. El rey de Nápoles declaró su voluntad de volver para restaurar la dinastía legítima. Fue tomado en serio. El mito de la reconquista del reino y el recuerdo de las precedentes restauraciones victoriosas animaron una resistencia legitimista que duró casi un decenio. Todavía en los años setenta del siglo XIX bandas lideradas por ex militares borbones se encontraban en las montañas de los Apeninos. El último fusilamiento de un "brigante" fue ordenado en Potenza en 1875. Diez años después fue capturado un guerrillero fugitivo desde 1861, Cosimo Giordano. El mito de una renovada restauración borbónica tenía bases sólidas. El reino de las Dos Sicilias había conocido, antes de la crisis de 1860, cuatro regímenes revolucionarios (republicano en 1799, imperial en 1806, liberal constitucional en 1820 y en 1848), pero también cuatro restauraciones absolutistas (1799, 1815, 1821, 1849). Se trata de un caso único, respecto a otros movimientos contrarrevolucionarios. Las esperanzas de Francisco II eran comprensibles. El legitimismo napolitano que había mostrado una extraordinaria capacidad de resistencia a las fuerzas del imperio napoleónico y de la revolución liberal, podía oponerse también al nacionalismo italiano. Las primeras restauraciones fueron un producto explícito de la gran guerra europea. En Nápoles, la oleada revolucionaria de los años noventa se insertó en las tensiones que desde hacía años movilizaban a los defensores de los antiguos privilegios y a los centralizadores ilustrados (en Sicilia, por ejemplo, el virrey Caracciolo estuvo en el centro del enfrentamiento entre la tendencia absolutista napolitana y la constitucionalista liberalizante siciliana). En un breve período de tiempo esta confrontación fue superada y desapareció sustituida por proyectos políticos y contrastes ideológicos muy diferentes. En el reino meridional emergieron las primeras redes francófilas (represiones y condenas de 1794-7), mientras la relación del estado borbónico con la guerra europea se recrudeció con la operación relámpago del almirante francés Latouche Tréville en Nápoles y la alianza naval con la Inglaterra de Fernando IV, seguida de la expedición napolitana a Toulon. La crisis, iniciada con la campaña italiana de Napoleone, estalló con la caída del estado pontificio, la intervención militar en Roma y la inmediata reacción francesa. La invasión estuvo acompañada del pronunciamiento de los revolucionarios napolitanos, provocó la ocupación del reino continental, la fuga a Sicilia del rey y la proclamación de la República Partenopea. El derrumbamiento de la república, provocado por la ofensiva aliada y el ejército de la Santa Fede de Ruffo, dio paso a la Primera restauración borbónica en Nápoles. El primer acto fue la masacre de los máximos responsables republicanos y el masivo encarcelamiento de sus partidarios. El régimen buscó después una tranquilidad internacional con el apoyo de los ingleses y la paz con Francia para estabilizar el reino a través de un vínculo externo. Se decidieron algunas moderadas reformas antifeudales para buscar el consenso de la opinión pública menos conservadora del reino, pero no fueron capaces de resolver la inestabilidad financiera y la petición de cambios políticos. El indulto (1800) evitó que se continuara con la masacre de los republicanos (que eligieron la vía del exilio en masa). Finalmente, los protagonistas de la contrarrevolución fueron masivamente incorporados a la aristocracia y a las estructuras del estado para crear una nueva base legitimista. La Primera restauración consiguió clausurar la fase de emergencia, pero no pacificó el reino, ni obtuvo un auténtico reconocimiento internacional. El elemento más evidente fue la ruptura con una parte importante de los notables y de la intelectualidad, del ejército y de los funcionarios, que se alinearon con la república (y luego con el imperio francés), pensando en la modernización del reino y en su propia inserción en una élite paneuropea que sustituyera a la integrada en el viejo mundo borbónico. Al mismo tiempo, alrededor de la dinastía se congregaron partes importantes de la aristocracia, de los notables locales, del ejército, con una mayor prevalencia de la iglesia y de las clases populares, que hicieron de la contrarrevolución un proyecto alternativo, con una ideología propia y un diseño político, frecuentemente heredero de la misma tradición ilustrada, fundado sobre el objetivo de una restauración que combinó los valores de la lealtad monárquica y aquellos de la tradición napolitana. Si en 1799 la gran masacre entre los napolitanos encontró un analista de éxito en el volumen del exiliado republicano Cuoco, al otro lado de la barricada estuvo el padre sanfedista Cimbalo, autor de uno de los superventas del momento, con el volumen que describía la emocionante marcha del cardenal Ruffo. Se definió, en conclusión, un pensamiento contrarrevolucionario, dotado también de una dialéctica interna muy semejante a aquella en que se había desarrollado en el campo contrario, pero basada en un bloque político y social que reunía instituciones y grupos sociales, reivindicando en la nueva relación entre iglesia y trono un formidable cemento ideológico. La Primera restauración no consiguió neutralizar el conflicto interno, convertido en el elemento central de la lucha política y del desarrollo del estado. Cuando se reanudó la guerra europea la ruptura volvió a plantearse estrechamente vinculada a la crisis internacional. La ruptura de la paz de Amiens, la torpe política de los borbones (una confusa ambigüedad entre Napoleón e Inglaterra), llevaron a una segunda invasión francesa (1806). El rey y la corte se trasladaron a Palermo, bajo la protección inglesa. Inició el Decenio, con la presencia de dos reyes (José Bounaparte y luego Joaquín Murat), marcado por la inserción del reino en la política europea de Napoleone y por la ruptura definitiva con las formas y las prácticas de la ilustración del siglo XVIII. Las más importantes reformas administrativas de la historia napolitana registraron la adhesión masiva de sectores importantes del Mezzogiorno al nuevo régimen y a la política napoleónica a través de las instituciones políticas y del ejército: institucionalización de las comunidades locales y provinciales, del consejo de estado y de las nuevas magistraturas, abolición del feudalismo y promulgación de los códigos. Esta elección de campo no impidió la continuación de un sangriento conflicto civil que una vez más se mezcló con la guerra en curso en el Mediterráneo y en Europa. La política borbónica napolitana tuvo que renovarse para enfrentarse al éxito de los napoleónicos, aceptando la constitución siciliana (1812), participando en la política pública e intentando ofrecer nuevas perspectivas a sus partidarios. El reino conoció todo el repertorio posible de la violencia política: presencia en los ejércitos europeos, actividades secretas, organizaciones paramilitares, guerrilla rural, movilizaciones de aparatos logísticos, conflictos locales. Los contrarrevolucionarios tenían que enfrentarse con una poderosa crisis, pero en el fuego del conflicto reforzaron la identificación con un patriotismo leal y católico que contraponer al proyecto paneuropeo imperial napoleónico. Las consecuencias de la guerra determinaron la Segunda restauración borbónica en 1815. La derrota de Murat (y su fusilamiento) puso fin para siempre a la experiencia francesa. El nuevo estado, el Reino de las Dos Sicilias, en el interior del ajedrez geopolítico definido en Viena, se presentó como la mayor potencia italiana: exponentes de su clase dirigente (el príncipe de Canosa) pensaban incluso en una expansión por la península. La tradición nacional no había estado ni siquiera cuestionada en el Decenio francés (Murat había impuesto en 1811 la nacionalización napolitana a los funcionarios extranjeros) y por tanto la Restauración apuntó hacia una política de equilibrios y pacificación, bajo la égida del comprensivo y atento imperio Habsburg, con la construcción de un nuevo edificio estatal: el Reino de las Dos Sicilias. Los resultados del conflicto civil condicionaron la Segunda restauración, pero en la dirección opuesta a 1799. El gobierno de Fernando I, con la política de la amalgama, representada por Luigi de Médicis y sostenida por Metternich, intentó cerrar la fractura interna, a través de la conservación de las instituciones de los napoleónicos y la integración de funcionarios, notables y militares muratianos en el aparato del estado (convención de Casalanza, 1815). Al mismo tiempo, el compromiso con la iglesia (concordato de Terracina, 1818), cerró las fracturas dieciochescas entre los borbones y el mundo eclesiástico. La Segunda restauración llevó hasta las últimas consecuencias las líneas de la monarquía administrativa, combinando las nuevas formas y estructuras del poder con el objetivo de dilatar las dimensiones del consenso y de la integración en el régimen. En el plano ideológico, considerando el decenio como mera ocupación, sus cambios fueron asimilados insertándolos en las tradiciones jurídicas meridionales. La dinastía había asegurado el retorno a la independencia del antiguo estado napolitano, juntando el espíritu reformador borbónico dieciochesco y la resistencia antifrancesa (presentada como una guerra de liberación liderada por el pueblo). Además, para consolidar el poder de la corona, fue perfeccionada y extendida a Sicilia la monarquía administrativa, ahora duramente hostilizada por el autonomismo insular. La política de Médicis se basa en la idea de que el equilibrio internacional y la pacificación interna podían estabilizar el reino y determinar una modernización definitiva del nuevo organismo estatal, manteniendo un compromiso entre lo viejo y lo nuevo, entre el absolutismo dieciochesco y el reformismo francés. El régimen subestimó el alcance de la ruptura política-ideológica, que también había obligado a Fernando IV a conceder la constitución en Sicilia (1812), a José Bounaparte a ponerla en marcha en Bayona (1808, inmediatamente abandonada por su sucesor) y a Murat a hacer lo mismo en los últimos días de su reinado (1815). La contrarrevolución napolitana contrapuso un modelo de legitimidad basado en la transmisión dinástica y el patriotismo leal a uno de tipo primero republicano-revolucionario, luego imperial paneuropeo. En conflicto por la titularidad del poder no cuestionó la identidad nacional napolitana, pero provocó una escisión entre las diversas hipótesis de soberanía dinástica y de colocación ideológica. Las dos restauraciones respondieron a estos desafíos con dos políticas diferentes, si no opuestas, en 1799 y en 1815, pero no consiguieron neutralizar las desavenencias políticas, ideológicas, territoriales, justamente por la interrelación entre el conflicto interno y la guerra europea. Esta vez fueron los liberales napolitanos y los autonomistas sicilianos, no un ejército extranjero, quienes determinaron la crisis del reino. El movimiento carbonario había aglutinado a todos los descontentos y opositores, haciendo emerger la hostilidad de amplios estratos de la población contra la política de la Restauración. Sicilia, una vez retirada la constitución, se había convertido en un elemento de inestabilidad continua. Al inicio de la revolución, los carbonarios obtuvieron el apoyo de los militares muratianos. El rey concedió inmediatamente la constitución y soportó la formación de un gobierno liberalizante, controlado por exponentes moderados. El movimiento revolucionario estaba, no obstante, fragmentado entre las facciones carbonarias, además de entre constitucionales y exmuratianos. Además, tuvo que sofocar la revuelta autonomista de Sicilia, fragmentando ulteriormente el frente revolucionario, obligado a pagar una lucha sin cuartel justamente con sus aliados potenciales. Pocos meses después Fernando I llegó al Congreso de la Santa Alianza en Ljiubliana (que decidió la intervención contra las revoluciones mediterráneas), y luego volvió a Nápoles junto al ejército de Habsburg. El ejército napolitano fue derrotado rápidamente, y el absolutismo restaurado por una fuerza de ocupación austriaca. La Tercera restauración tuvo caracteres genuinamente político-institucionales, no había la necesidad de restablecer la soberanía de la dinastía. El régimen borbónico intentó crear una renovada comunidad política de tipo conservador absolutista, reforzando el poderoso bloque social que había constituido a partir de 1799. La consolidación del estado pasó también por la creación de organismos consultivos (queridos por Metternich) en el Mezzogiorno y en Sicilia, para intentar superar el creciente alejamiento entre Nápoles y la isla. En todo caso, ni siquiera la Tercera restauración consiguió solucionar el desencuentro entre revolución y contrarrevolución, por la presencia ya consolidada de tradiciones políticas liberales y la fractura con buena parte de las élites sicilianas. El régimen realizó una dura represión de todos los protagonistas del régimen constitucional (además del motín de julio), pero el liberalismo napolitano y siciliano quedó como una fuerza de oposición consistente, dotado de una resonancia internacional multiplicada por los miles de exiliados. Además de castigar al enemigo interior, en el decenio sucesivo se sentaron las bases para la renovación borbónica de los años treinta y sobre todo para superar la penosa tutela internacional, confirmada por la ocupación austriaca, que, si bien había sido solicitada por el rey, no por eso resultaba menos humillante. Precisamente para quebrar la conexión entre las intervenciones internacionales y los conflictos internos, el nuevo rey, Fernando II, intentó una política de nacionalización del estado, reforzando un ejército fiel al trono, convirtiendo la alianza con la iglesia en un acuerdo de hierro, intentando una consistente apertura económica y una moderada integración de los exmuratianos y de las élites sicilianas. Su programa nacional aseguró el éxito de la Tercera restauración, pero ni siquiera su acción consiguió integrar viejas y nuevas corrientes de oposición política que, como en los decenios pasados, se insertaron en las fracturas sociales, territoriales y morales del reino. La revolución de 1848 confirmó la conexión entre crisis externas y fracturas internas, con una novedad importante: constitución y absolutismo empezaron a entrelazarse con palabras clave como unificación o independencia, mezclando reivindicaciones autonomistas, constitucionalismo liberal, democracia radical, nacionalismo italiano. La primera insurrección fue en Palermo, en enero de 1848. El rey concedió la Constitución. Durante algunos meses acompañó las peticiones del gobierno moderado, luego, utilizando las divisiones entre los liberales y la derrota de los nacionalistas italianos en el valle padano, empezó a desmoronar el edificio constitucional. En pocos meses demolió la revolución. En 1849 la contrarrevolución napolitana fue la de mayor éxito en Italia. Fernando II fue el principal representante del legitimismo de su generación, capaz de derrotar por sí solo el movimiento liberal napolitano y siciliano. Había superado la insurrección siciliana, reprimido las revueltas de Cilento y Calabria, acabado en pocas horas con las barricadas napolitanas del 15 de mayo, obteniendo declaraciones de lealtad de parte de las élites locales que se colocaban siempre en la frontera entre conservación y cambio. La Cuarta restauración, como la precedente, no tuvo que restablecer el edificio monárquico o la autonomía del estado. La máquina administrativa y represiva continuó funcionando con eficiencia, sectores importantes del reino conservaron la fidelidad al trono y al estado, fue promovida la política económica del rey y estimulado el orgullo nacional. Sin embargo, precisamente la voluntad de radical autonomía del rey acentuó las fracturas internacionales e internas, rompiendo el esquema tradicional de la política borbónica que confiaba a las grandes potencias las garantías últimas de la existencia del reino. Ingleses y franceses establecieron un progresivo aislamiento (el caso más famoso fue el de las cartas de Lord Gladstone), reforzando una opinión pública internacional que consideraba a las Dos Sicilias como un auténtico anacronismo histórico. Además, la dura represión del movimiento liberal (derrotado también en sus modestos intentos de los años cincuenta), no consiguió detener la radicalización en el Mezzogiorno. En fin, la resolución fallida de la cuestión siciliana convenció a las élites insulares de que su causa sólo podría solucionarse en el ámbito del proyecto nacional italiano. Todo ello hizo todavía más complicado el intento de restaurar una política absolutista tradicional sobre la base de los principios de 1815 y de 1821 en la Italia donde se extendía el romanticismo nacionalista panitaliano. En el decenio de la Cuarta restauración esta apertura se hizo cada vez más radical. El debate sobre la definición geográfica, burocrática e ideológica del estado, permite identificar los materiales de una renovada confrontación entre proyectos estatales. Una parte importante del Mezzogiorno eligió definitivamente la patria italiana ideada por los liberales, como parte de una frontera cultural más amplia, dotada también en el Reino de las Dos Sicilias de una tradición política característica, que tenía la propia legitimidad en decenios de revoluciones y conspiraciones, se identificaba en la libertad constitucional y compartía un proyecto con las fuerzas ideológicamente hegemónicas en la península (apoyadas por la opinión pública liberal europea). A este proyecto nacional el legitimismo meridional contrapuso una patria napolitana con un pasado dividido, basado en la renovación de la monarquía administrativa, en un paternalismo afectuoso que, junto al rigor de las leyes, debía garantizar el bienestar de los súbditos y la defensa de las antiguas tradiciones, en la independencia y en la fidelidad dinástica. En los años de la tercera y, sobre todo, de la cuarta restauración estos sentimientos adquirieron nuevos significados, llegando a reconstruir la unidad cultural del pueblo napolitano a través de una idea de comunidad nacional dotada de un sentido de pertenencia territorial, política y cultural.

Bronzino.

´Ndrangheta & Cosa Nostra.

 La nación italiana era una herencia que se impulsaba avalada por las generaciones precedentes. Rechazaba la solución constitucional, el patriotismo era la única respuesta posible al desafío nacionalista italiano. La última restauración absolutista se fundó precisamente en el desencuentro con la élite panitaliana. 1848 había confirmado que la patria se identificaba con quien defendía la autonomía y las tradiciones. En Nápoles, en 1849, la Cuarta restauración fue el momento de mayor éxito del legitimismo napolitano respecto a la contrarrevolución europea, pero justamente esto lo confinó en sus límites tradicionales, incapaz de absorber diversas concepciones del estado (la constitución) o de territorio (Sicilia). El resultado fue que, cuando el conflicto civil se entrecruzó con la gran guerra del Risorgimento (1859-61), justamente el éxito de la contrarrevolución y de sus victoriosas restauraciones multiplicó su aislamiento internacional y el peso de la fractura interna, contribuyendo de forma decisiva a la implosión del estado y a su desaparición. Al contrario, en los otros estados herederos del mundo borbónico, este conflicto se transformó (en España) o estaba definitivamente superado (en América Latina), y no devino nunca una cuestión de contraposición entre diversas identidades estatales. Solo en Nápoles el no resuelto conflicto entre revolución y contrarrevolución acabó por identificarse con las adscripciones nacionales, contraponiendo una patria (napolitana) a otra patria (italiana), dejando una herencia explosiva al jovencísimo heredero de Fernando II. La muerte del rey evidenció las contradicciones de la última restauración borbónica. Los meridionales filoitalianos, reforzados por el consenso internacional y por la agresiva política de Cavour, participaron en masa en la revolución de 1860. El nuevo rey y sus hombres más próximos pensaron invertir la política de Fernando II, modificando los caracteres del bloque dominante, consolidado prácticamente desde 1799, y aceptando liquidar el aparato puesto en pie por el padre durante la última restauración (1849), a cambio de la alianza con un sector liberal moderado. La concesión de la constitución provocó, sin embargo, la implosión del reino. El patriotismo napolitano empezó a fragmentarse, el italiano se unificó definitivamente. Entre junio y septiembre de 1860, las tropas borbónicas se desbandaron, los liberales meridionales tomaron el control de las provincias y Garibaldi, que había liderado la enésima revuelta siciliana, entró triunfalmente en la capital. No hubo una transición pacífica. En septiembre, justo en el momento de mayor éxito de la revolución, empezó una poderosa contrarrevolución que duró años. El conflicto entre fidelidad dinástica y constitucionalismo liberal que había marcado durante medio siglo la política meridional y caracterizado las últimas dos restauraciones, quedó en segundo plano. Fue la guerra entre los dos nacionalismos, italiano y napolitano, la que obligó a la sociedad meridional a posicionarse definitivamente, adoptando un modelo nacional o defendiendo otro (Sicilia había elegido casi en bloque la Unificación). El ejército borbónico mostró voluntad de combatir. Sólo la invasión piamontesa lo derrotó definitivamente. Luego, después de Gaeta, los partidarios de la dinastía intentaron una nueva restauración, en nombre del rey y de la independencia de las Dos Sicilias. La movilización rural (il Brigantaggio) duró varios años. También la alta jerarquía eclesiástica rechazó radicalmente la revolución unitaria. Solo un obispo (de 89) se adhirió al nuevo régimen, pero la Iglesia, aun no reconociendo el nuevo estado, evitó un dramático ajuste de cuentas. El significado general de la crisis se hace más claro en el interior del sistema internacional: si en las primeras restauraciones fueron consolidadas por el cuadro de alianzas europeas, la última fracasó por su aislamiento casi completo. También en el Mezzogiorno los nacionalistas italianos construyeron un edificio basado en las ceremonias de conmemoración, en la glorificación de los patriotas y de los héroes de la independencia a través de los símbolos oficiales que construyeron la nueva religión de la patria. Los veteranos y los nostálgicos borbónicos eran excluidos del nuevo fenómeno de la instrucción primaria nacional, de las ceremonias públicas o de la masiva inauguración de monumentos. A pesar de todo, un sector minoritario del Mezzogiorno dio vida a una combativa batalla política, a menudo estrechamente vinculada al movimiento católico conservador, representada por viejos aristócratas (a partir de las familias que regresaron a Nápoles después de 1870), ex militares, sacerdotes, gentes del medio rural, arropados por periódicos como La discussione, el Contemporaneo, La libertà cattolica, L´Italia Reale, el Vero guelfo, la Lotta, la Indipendenza, el Guelfo dell´indipendenza del Mezzogiorno y asociaciones (la asociación borbónica estuvo activa en Nápoles hasta 1914). En noviembre de 2014 el grupo de operaciones especiales –ROS- de los carabinieri en Castello de Brianza, una localidad a 35 kilómetros de Milán, lograron grabar uno de los secretos mejor guardados de la mafia. Un ritual de iniciación en La Santa, la máxima categoría de la ´ndrangheta: "Precisamente en esta santa tarde, en el silencio de la noche y bajo la luz de las estrellas y el esplendor de la luna, formo la Cadena. En nombre de Garibaldi, Mazzini y La Marmora, con palabras de humildad firmo la Santa Sociedad": "Por otra parte, el tema revolucionario atraviesa toda la historia del pensamiento del Resurgimiento, a partir de 1812 hasta los levantamientos de los carboneros y a las reflexiones de Giuseppe Mazzini, quien reconoce a los intelectuales un papel de élite en la guía de las personas hacía la libertad. Garibaldi luchaba por la democracia y por la unidad de Italia. Sin embargo, obtenida esta última, el poder político quedó en manos de la monarquía de los Saboya. Y el rey estaba en primer lugar legitimado, en orden dinástico, "por voluntad de Dios", y sólo en segundo grado por la nación. Esto llevó a un conflicto de base entre un demócrata como Garibaldi, quien fomentó insurgencias populares para establecer un verdadero poder del pueblo y el poder político representado por la Casa de Saboya y la aristocracia de los cuales Cavour era el representante más prestigioso, un primer ministro que había confesado en una carta a Constantino Nigra: "Yo no he obstaculizado a Garibaldi en el proseguimiento de su proyecto porque hubiera sido necesario usar la fuerza para impedirlo"… Los contrastes con Cavour fueron aún más lacerantes. El Conde, adoptando la política que recordaba la "de la alcachofa" teorizada por Carlo Emanuele III de Saboya, había hecho arreglos con los franceses a los cuales había cedido Saboya y Niza el 24 de marzo de 1860, ciudad natal de Garibaldi, obteniendo en cambio de la anexión de Toscana y Emilia Romagna al Reino de Cerdeña. Y mientras que paso a paso Camillo Benso cosió su red de relaciones internacionales que habrían debido conducir a la unificación de Italia, Garibaldi había logrado reunir a sus 1.088 hombres y a iniciar la llamada "Expedición de los Mil". Pero el entusiasmo con el cual los campesinos de Sicilia y Calabria acogieron a los garibaldinos se volvió rápidamente menor porque Garibaldi, con el apoyo de los políticos de la izquierda de Garibaldi y de Mazzini, comenzó a forjar relaciones con los grandes terratenientes, los cuales, para mantener intactos sus privilegios, estaban dispuestos a adoptar actitudes liberales en favor de la Casa de Saboya. Los campesinos comenzaron a mirar con recelo la política de Garibaldi, especialmente después de que los garibaldinos reprimieron los movimientos rurales, aun cuando los agricultores de perfecta legalidad, pedían la división de las tierras del Estado en su momento prometidas por el general" (Luzi, pp. 57, 58, 59). La organización ´ndrangheta surgió en Calabria, la provincia más pobre y superpoblada de Italia. Conocido en ámbitos periodísticos como mafia calabresa y cuyo nombre parece descender del término griego, andragathos, "hombre valiente". Asimismo, con cierta frecuencia los miembros de la ´ndrangheta se refieren a la organización como Onorata Società (Sociedad Honorable). Al igual que el capo crimine principal, todos los capos locales cuentan con un capo società, el jefe general; un mastro de giornata, el que hace llegar las instrucciones a los subordinados; y un contabile. Los locales tienen dos estructuras: la Società Minore (Sociedad Menor), los miembros de menor rango, y la Società Maggiore (Sociedad Mayor), también conocida como Società Santa (Sociedad Santa), los miembros de rangos más altos. En la Società Minore, el rango más bajo lo ocupa el giovane d´onore (joven de honor), hijo del jefe y miembro honorario por derecho de consanguinidad. Un rango más arriba se encuentra el picciotto d´onore (chico del honor), el primer rango de la ´ndrangheta, asociado a Santa Adela. Encargado de las tareas de menor importancia hasta graduarse como camorrista ("alguien que se encarga de recolectar el dinero de las extorsiones"), asociado a la Santa Anunciación. El rango más alto es el sgarrista (soldado), asociado a Santa Isabel. En la Società Maggiore, el rango más bajo es el de santista (pertenece a la Società Santa), en segundo lugar, se encuentra el vangelo (evangelio), nombre producto del juramento realizado con la mano en la Biblia a la ´ndrangheta (la cruz tatuada en el hombro derecho). En tercer lugar, el trequartino (tres cuartos) que tiene acceso a tres cuartos de la organización (tatuaje de una cruz en su brazo derecho con una rosa esmeralda en la planta del pie). En el segundo nivel de la jerarquía: el quartino (un cuarto), el padrino, el crociata (cruzada), el stella (estrella), el bartolo (¿?), la Mammasantissima (Madre Santísima) y el infinito. La Società Maggiore culmina con la figura del Conte Agadino. En el ritual de iniciación de la ´ndrangheta los miembros se paran uno al lado de otro formando una herradura y reciben al candidato después de haber hablado con el guarantor, una clase de padrino que verifica las intenciones del iniciado. El capo societtà oficia el rito, pregunta cosas al iniciado y lee los códigos de honor que deberá seguir para conservar su vida. Acto seguido realizan un corte en el dedo para que caiga una gota de sangre sobre la imagen de San Miguel Arcángel, patrón de la ´ndrangheta, y queman una orilla de la imagen. Cada vez que un miembro sube de rango se efectúa el mismo ritual: "Los primeros procesos judiciales contra sus miembros, dedicados a prácticas de bandidaje, extorsión y robo, datan de la penúltima década del siglo. La información sobre la evolución de la ´ndrangheta hasta los años setenta del siglo XX no es muy abundante y resulta un tanto imprecisa, salvo por lo que respecta a su modo de organización y otras peculiaridades, como su semejanza con las logias masónicas y otras sociedades secretas surgidas en Calabria en la primera mitad del siglo XIX, a instancia de los franceses. Esta inspiración masónica hace comprensible dos rasgos originarios que nunca la abandonarán: su relativa invisibilidad (que contrasta con la notoriedad pública de la mafia siciliana y la Camorra napolitana) y el cultivo de un conjunto de códigos, rituales y símbolos destinados a distinguir a sus miembros como "hombres de honor" (la misma expresión que emplean los mafiosos de Sicilia) e imbuirles de un código moral alternativo cuyas normas (también muy semejantes a la idea siciliana de omertà) merecerán más respeto y devoción que cualquier otra ley. La estructura de la ´ndrangheta ha sufrido pocas alteraciones a lo largo de su historia, al menos a lo relativo a sus dos unidades más elementales, conocidas como `ndrine y locali... Cada ´ndrine, esto es, cada célula básica de la ´ndrangheta, consiste en una agrupación básicamente familiar... La formación, la reproducción y pervivencia de una `ndrine depende de la ampliación de lazos familiares y la incorporación de descendientes. Así, se espera que los hijos de los `ndranguetisti acaben sucediendo a sus padres o trabajando para ellos, y las madres tienen una responsabilidad directa y decisiva en su preparación como futuros "hombres de honor". En el siguiente nivel organizativo figuran los locali, compuestas por varias `ndrine. La mayoría de las `ndrine están formadas por familias extensas y muchas de las locali surgen o se amplían concertando matrimonios entre miembros o hijos de miembros de diferentes `ndrine... Diversos sucesos ocurridos en los años setenta supusieron un auténtico redimensionamiento de la ´ndrangheta... Algunos líderes y otros destacados jóvenes integrantes se constituyeron como miembros de La Santa, una estructura interna que en un primer momento la mayoría de los `ndranguetisti desconocía. Los santisti renunciaron en secreto a las tradicionales reglas de la Onorata Società que les impedían forjar relaciones de confianza con la sociedad civil y con las administraciones públicas, la cual favoreció la creciente colaboración con funcionarios, políticos, magistrados, empresarios y profesionales liberales susceptibles de corrupción. Una de las vías para entrar en contacto con ellos fue el ingreso de los santisti y otros líderes criminales en las logias de Calabria" (Corte Ibáñez & Giménez-Salinas Framis, pp. 69, 70, 71). Luis de la Corte Ibáñez y Andrea Giménez-Salinas Framis en "Crimen.org. Evolución y claves de la delincuencia organizada" (ARIEL, 2010) ubican la popularización en el enorme éxito de la obra I mafiusi della Vicaria, una obra de teatro escrita por un dramaturgo siciliano y representada por primera vez en 1863, hizo que la palabra adquiriera connotaciones criminales. La acción transcurría en una prisión de Palermo y sus protagonistas eran un grupo de reclusos que recordaban a los miembros de las bandas de delincuencia organizada de Sicilia. Los mafiosos sicilianos eran agricultores de limón de clase media que se hicieron mafiosos para defenderse, pero también para robar, extorsionar e intimidar. El destino de las hermanas y las hijas de los mafiosos era casarse con otros capos de acuerdo a los intereses de la familia. Estaba la existencia de un líder máximo y un orden jerárquico de relaciones, el sometimiento de los nuevos miembros a un ritual de iniciación, la alusión frecuente a valores como el respeto y la humildad, y el cobro de pizzu "pico", una especie de impuesto a cambio de protección. El surgimiento de la mafia está vinculada al desmantelamiento del régimen feudal y su sustitución por nuevas pautas capitalistas y la incorporación de la isla, en la década de 1860, al nuevo reino de Italia. El mafioso asumía las funciones del Estado aprovechando la desconfianza siciliana a las instituciones del nuevo estado italiano. Los gabelloti, los administradores de las fincas de los terratenientes que vivían en las ciudades, comenzaron a perfilarse como una nueva clase empresarial gracias a la práctica de dividir las tierras en pequeñas parcelas para arrendarlas a los campesinos y su capacidad de controlar el abastecimiento de productos agrícolas a las ciudades. Los gabelloti empezaron a emplear a los campieri (vigilantes o guardias rurales armados) y aliarse con los violentos malhechores locales para proteger de bandidos las tierras a su cargo, imponer disciplina a las asociaciones de campesinos y extorsionar a los terratenientes, a quienes obligaban a contratar sus servicios y los de sus colaboradores bajo la amenaza de cometer robos, destrozar los cultivos y matar a los extorsionados. En poco tiempo, los gabelloti y algunos socios campieri lograron vender sus servicios de protección privada a propietarios rurales y comerciantes urbanos. Crearon una red de corrupción que abarcaba a los representantes de la sociedad civil: abogados, médicos, empresarios, sacerdotes, asociaciones comerciales y gremiales. Y de las instituciones locales: notarios, jueces y policías. En 1865 el prefecto de Palermo informó al ministro del Interior sobre una nueva forma de criminalidad que había surgido en Sicilia y que amenazaba con abolir la autoridad del Estado en la isla. El juramento de la omertà "código de silencio" impuso a todos sus miembros el compromiso de no revelar a personas ajenas detalles sobre la familia mafiosa. Los mafiosos aplicaban una justicia alternativa, primitiva y brutal, más inmediata y efectiva que la del Estado. A cambio, exigían rispetto a los beneficiarios de esa justicia: "A medida que los capos alcanzaban niveles de riqueza antes impensables y consolidaban su arraigo en la vida social y política italiana, fueron dotando a sus familias de estructuras más complejas. Los criminales sicilianos solían referirse a su familia empleando la palabra cosca, que en italiano significa "hoja de alcachofa". El conjunto de los mafiusi que integran un mismo grupo o famiglie simbolizan las hojas que recubren una alcachofa, cuyo corazón estaría representado por el jefe del grupo, es decir, por el capofamiglie (cabeza de familia o rappresentante). Cada famiglie o cosca opera en un territorio más o menos determinado (una zona rural o una parte de la ciudad, de la que suele tomar el nombre). En la mayoría de los casos, una cosca no tiene más de 15 o 20 miembros vinculados entre sí por lazos de parentesco o amistad. Su estructura y su dinámica de actuación son jerárquicas, pero existen diversos niveles de estatus. Así, el capo nombra un lugarteniente (vicecapo) y un consigliere (consejero, un hombre de gran reputación y experiencia), con los que frecuentemente está emparentado. Por debajo están los uomini d´onhore o soldati (hombres de honor o soldados), que en algunos casos participan en la elección del capo (a veces de modo real y otras de manera meramente simbólica). De ordinario, los "hombres de honor" se agruparían en decinas (literalmente, “decenas”, aunque no tienen por qué serlo en realidad), y cada decina queda bajo el mando de una capodecina. Por último, traspasando las lindes de las familias, todo "hombre de honor" puede aportar y desarrollar su propio partito, una red social compuesta por conocidos con los que establecen una relación clientelar y a los que ofrecen servicios (que pueden incluir violencia y venta de votos) a cambio de una remuneración económica u otro tipo de contraprestaciones o favores. Todos los integrantes de una familia ajustan su conducta a normas tales como la obediencia a los superiores, el respeto y la solidaridad para con todos los compañeros mafiosos, el reclutamiento de nuevos miembros, la salvaguarda de la reputación de la familia, la promoción interna y el control de la información… Pero entrar en una familia se lleva a cabo un ritual de iniciación con alta carga simbólica, que concluye con un juramento de lealtad a la familia y de respeto a sus normas" (Corte Ibáñez; Giménez-Salinas Framis, pp. 51, 52).

Bronzino.

Autor del texto: Armando Ossorio ©

Fotografías: Capilla de Leonor de Toledo.

Google Art Project.

XPOFERENS

 

"La tesis de la soberanía de la "nación", proclamada el 24 de septiembre de 1810, el día de la apertura de las Cortes, condujo lógicamente a la definición de nacionalidad... De acuerdo con el decreto del Consejo de Regencia de 14 de febrero de 1810, que dio efecto práctico al principio de igualdad de derechos entre los europeos y los americanos, los diputados americanos -suplentes en ese momento- tomaban su lugar en las Cortes junto con los elegidos por la España europea. La Constitución promulgada el 19 de marzo de 1812 desarrollaba esta posición al definir a la nación hispánica como "la totalidad de los españoles de ambos hemisferios". Esta definición, por tanto, incluía a todo el Imperio americano, y a las Islas Filipinas también, dentro del concepto de "nación". De esta manera, la Constitución de Cádiz no definía a España -es decir, la parte peninsular y europea de la monarquía- como una nación, sino la totalidad de los territorios... Desde abril de 1810 un grupo de criollos de Caracas intentaba establecer un gobierno distinto en Venezuela del gobierno metropolitano en Cádiz, rechazando a la sazón el régimen bonapartista de Madrid. En Buenos Aires en mayo una revolución llevó al poder a los intereses comerciales y territoriales de la zona litoral. En ambos casos los nuevos regímenes insurgentes abrieron el comercio a las naciones extranjeras. Durante los meses de julio y septiembre ocurrieron revoluciones similares en Santa Fe de Bogotá y en Santiago de Chile. En la Nueva España una insurrección que tenía como meta la independencia se desencadenó el 16 de septiembre en la próspera y poblada región del Bajío. La intranquilidad prevalecía igualmente en Quito y en el Alto Perú. La Constitución de 1812 ya había sido sobrepasada por esos acontecimientos americanos".

 

Brian R. Hamnett.

La política española en una época revolucionaria.

1790-1820.    

 "Non nobis Domine, non nobis, sed nomini tuo da gloriam".

Leonor de Toledo & Giovanni de Médicis.

 Bibliografía.

 

Guicciardini, Francesco. (2006) Historia de Florencia, 1378-1509. México: Fondo de Cultura Económica.

Billings, Lee. (2014) Cinco mil millones de años de soledad. La búsqueda de vida entre las estrellas. México: Ediciones Crítica.

Biedermann, Hans. (2013) Diccionario de símbolos. Barcelona: Ediciones Paidós.

Calvet Louis-Jean. (2001) Historia de la escritura. De Mesopotamia hasta nuestros días. Barcelona: Ediciones: Paidós.

Stewart, Ian. (2008) Historia de las matemáticas. Barcelona: Ediciones Crítica.

Eliade, Mircea. (2012) Tratado de la historia de las religiones: morfología y dialéctica de lo sagrado. España: Ediciones Cristiandad.

Eliade, Mircea. (2018) Lo sagrado y lo profano. Barcelona: Editorial Planeta.

Eliade, Mircea. (2010) Historia de las creencias y las ideas religiosas I: De la edad de piedra a los misterios de Eleusis. México: Editorial Paidós.

Eliade, Mircea. (2011) Historia de las creencias y las ideas religiosas II. México: Editorial Paidós.

Eliade, Mircea. (2011) Historia de las creencias y las ideas religiosas III: De Mahoma a la era de las reformas. España: Editorial Paidós.

Robles, Martha. (2000) Mujeres, mitos y diosas. México: Fondo de Cultura Económica.

Cotterell, Arthur. (2008) Mitos, diccionario de mitología universal. Barcelona: Editorial Ariel.

Armstrong, Karen. (2015) Campos de sangre. La religión y la historia de la violencia. España: Ediciones Paidós.

Kriwaczek, Paul. (2011) Babilonia. Mesopotamia: la mitad de la historia humana. Barcelona: Editorial Ariel.

Cline, Eric. (2016) 1177 a.C. El año en que la civilización se derrumbó. Barcelona: Ediciones Crítica.

Vernant, Jean-Pierre. (2011) Los orígenes del pensamiento griego. Madrid: Editorial Paidós Orígenes.

Harrison, Jane Ellen. (2013) Arte y ritual antiguos. México: Ediciones del Museo Nacional de Antropología.

Eco, Umberto. (2010) Historia de la belleza. Barcelona: Ediciones: Random House Mondadori, S. A.

Heather, Peter. (2011) La caída del imperio romano. Barcelona: Ediciones Crítica.

Toner, Jerry. (2012) Setenta millones de romanos. La cultura del pueblo en la antigua Roma. Barcelona: Editorial Crítica.

B. Krebs, Christopher. (2011) El libro más peligroso. La Germania de Tácito, del Imperio Romano al Tercer Reich. Barcelona: Editorial Crítica.

Pirenne, Henry. (2012) Historia de Europa. Desde las invasiones hasta el siglo XV. México: Ediciones Fondo de Cultura Económica.

Manacorda, Mario. (2003) Historia de la Educación 2. De la antigüedad al 1500. México: Ediciones Siglo Veintiuno Editores.

McGlynn, Sean. (2009) A hierro y fuego. Las Atrocidades de la Guerra en la Edad Media. Barcelona: Editorial Crítica.

Tyerman, Christopher. (2007) Las guerras de Dios: Una nueva historia de las cruzadas. Barcelona: Editorial Crítica.

Maalouf, Amin. (2012) La cruzada vista por los árabes. Madrid: Ediciones Alianza Editorial.

Bartlett W.C. (2006) Los asesinos. Barcelona: Editorial Crítica.

Hoge, Jr, James F; Rose, Gideon. (2002) ¿Por qué sucedió? El terrorismo y la nueva guerra. Barcelona: Ediciones Paidós.

Meiksins Wood, Ellen. (2011) De ciudadanos a señores feudales. Historia social del pensamiento político desde la Antigüedad a la Edad Media. Madrid: Editorial Paidós.

Herrin, Judith. (2000) Miscelánea medieval. Barcelona: Ediciones Grijalbo Mondadori, S. A.

Varios. (2005) Las órdenes militares en la Europa medieval. España: Lunwerg Editores.

Castelfranchi, Liana. (2005) Esplendor oculto de la Edad Media. Italia: Lunwerg Editores.

Augias, Corrado. (2011) Los secretos del vaticano. Luces y sombras de la historia de la Iglesia. Barcelona: Editorial Crítica.

Gray, John. (2008) Misa negra. La religión apocalíptica y la muerte de la utopía. Barcelona: Ediciones Paidós.

Cohen, Esther. (2013) Con el diablo en el cuerpo. Filósofos y brujas en el renacimiento. México: Editorial Taurus.

Cotterell, Arthur. (1984) Historia de las civilizaciones antiguas. Europa, América, China, India. Barcelona: Editorial Crítica.

Postgate, Nicholas. (1999) La Mesopotamia arcaica. Madrid: Editorial AKAL.

Johnson Paul. (1999) La historia de Egipto. Argentina: Ediciones B Argentina, S.A.

Molina, Manuel. (2000) La ley más antigua: textos legales sumerios. España: Editorial Trotta.

David, Rosalie. (2004) Religión y magia en el Antiguo Egipto. Barcelona: Editorial Crítica.

Marino, Ruggero. (2005) Cristóbal Colón. El último de los templarios. Barcelona: Ediciones Obelisco.

Frau Abrines, Lorenzo. (2010) Diccionario enciclopédico abreviado de la masonería. México: Editorial Herbasa.

Blaschke Jorge; Río Santiago. (2010) La verdadera historia de los masones. México: Editorial Planeta Mexicana, S.A. de C.V.

Ferrer Benimeli, José Antonio. (1996) La masonería en la España del Siglo XX. España: Ediciones Universidad de Castilla la Mancha.

Johnson, Paul. (2010) La historia del cristianismo. Barcelona: Ediciones B.S.A.

Harris, Marvin. (2011) Caníbales y reyes. Los orígenes de las culturas. Madrid: Alianza Editorial.

Harris, Marvin. (2011) Vacas, cerdos, guerras y brujas: los enigmas de la cultura. Madrid: Alianza Editorial. 

Tiramonti, Guillermina; Ziegler, Sandra. (2008) La educación de las elites. Aspiraciones, estrategias y oportunidades. Buenos Aires: Editorial Paidós.

Varios. (1768) Retrato de los jesuitas, formado al natural, por los más sabios, y más ilustres católicos. Juicio hecho de los jesuitas. Autorizado con auténticos e innegables testimonios, por los mayores y más esclarecidos hombres de la iglesia y del estado: desde el año de 1540, en que fue su fundación, hasta el de 1650. Madrid.

Aguaviva, Claudio. (1845) Mónita secreta de los jesuitas o instrucciones reservadas de los padres de la Compañía de Jesús. Madrid. Imprenta de la gaceta mercantil.

Katz, Friedrich. (1981) La guerra secreta en México. Europa, Estados Unidos y la Revolución mexicana. México: Ediciones Era.

Ricard, Robert. (1986) La conquista espiritual de México. Ensayo sobre el apostolado y los métodos misioneros de las órdenes mendicantes en la Nueva España de 1523-1524 a 1572. México: Ediciones Fondo de Cultura Económica.

Díaz del Castillo, Bernal. (1987) La historia verdadera de la conquista de la Nueva España. México: Editorial OCÉANO.

Ferrer Benimeli, José Antonio (1996) La masonería en la España del Siglo XX. España: Ediciones Universidad de Castilla la Mancha.

Touraine, Alain. (1997) ¿Podremos vivir juntos? México: Ediciones Fondo de Cultura Económica.

Lafaye, Jacques. (1997) Mesías, cruzadas, utopías. El judeo-cristianismo en las sociedades iberoamericanas. México: Ediciones Fondo de Cultura Económica.

Boorstin, Daniel J. (1997) Compendio histórico de los Estados Unidos. Un recorrido por sus documentos fundamentales. México: Ediciones Fondo de Cultura Económica.

Bales, Kevin. (2000) La nueva esclavitud en la economía global. Madrid: Siglo Veintiuno Editores.

Ferro, Marc. (2000) La colonización. Una historia global. Madrid: Siglo Veintiuno Editores.

Klein, Naomi. (2000) No Logo. Barcelona: Editorial Paidós.Foucault, Michel. (2000) Los anormales. México: Ediciones Fondo de Cultura Económica.

Torres, Jurjo. (2001) Educación en tiempos de neoliberalismo. Madrid: Ediciones Morata.

O´Neil, Charles E.; Domínguez, Joaquín María. (2001) Diccionario histórico de la Compañía de Jesús. Madrid: Editorial Universidad Pontifica Comillas.

Goñi, Uki. (2002) La auténtica Odessa. La fuga nazi a la Argentina de Perón. España: Ediciones Paidós.

González Ruiz. (2002) Los Abascal, conservadores a ultranza. México: Editorial Grijalbo.

Giroux, Henry. (2003) La inocencia robada. Juventud, multinacionales y política cultural. Madrid: Ediciones Morata.

Giroux, Henry. (2003) La escuela y la lucha por la ciudadanía. México: Ediciones Siglo Veintiuno Editores.

Gellately, Robert. (2004) La Gestapo y la sociedad alemana. La política racial nazi (1933-1945) España: Ediciones Paidós.

Marino, Ruggero. (2005) Cristóbal Colón. El último de los templarios. Barcelona: Ediciones Obelisco.

Washington Valdez, Diana. (2005) Cosecha de mujeres. Safari en el desierto mexicano.  México: Editorial OCEANO.

Hoyo, Eugenio. (2005) Historia del Nuevo Reino de León (1577-1723). Monterrey: Fondo Editorial Nuevo León.

Ciccotti Ettore. (2005) La esclavitud en Grecia, Roma y el mundo cristiano. Barcelona: Editorial Reditar libros.

Koonz, Claudia. (2005) La conciencia nazi, la formación del fundamentalismo étnico del Tercer Reich. España: Ediciones Paidós.

Varela, Consuelo (2005). Cristóbal Colón. De corsario a almirante. España: Lunwerg Editores.

Wright, Jonathan. (2005) Los jesuitas. Una historia de los "soldados" de Dios. México: Editorial Debate.

Torres, Jurjo. (2005) El curriculum oculto. Madrid: Ediciones Morata.

Rodríguez, Esteban David. (2005) Derecho de sangre. Historias familiares del poder público en México. México: Editorial Random House Mondadori.

Garrido Genovés, Vicente; López Lucio, Patricia. (2006) El rastro del asesino. El perfil psicológico de los criminales en la investigación policial. Barcelona: Editorial Planeta, S.A.

Wachtel, Nathan. (2007) La fe del recuerdo. Laberintos marranos. México: Ediciones Fondo de Cultura Económica.

Flavio Josefo. (2008) La guerra de los judíos. España: Editorial GREDOS.

Babeuf, Gracchus. (2008) El sistema de despoblación: genocidio y revolución francesa. Madrid: Ediciones de la Torre.

Meyer, Jean. (2008) La cruzada por México. Los católicos de Estados Unidos y la cuestión religiosa en México. México: Tusquets Editores.Kenneth Turner, John. (2008) México Bárbaro. México: Ediciones Colofón, S.A.

Aryeh Coffman (2009) En Yaacob. Las enseñanzas del Talmud. México: Editorial Jerusalem de México.

Paredes, Luis. (2009) Los secretos del Yunque. Historia de una conspiración contra el estado mexicano. México: Editorial Grijalbo.

Frau Abrines, Lorenzo (2010) Diccionario enciclopédico abreviado de la masonería. México: Editorial Herbasa.

Blaschke Jorge; Río Santiago (2010) La verdadera historia de los masones. México: Editorial Planeta Mexicana, S.A. de C.V.

Alsina, Claudi (2010) Asesinos matemáticos: una colección de errores que serían divertidos sino fuesen tan frecuentes. Barcelona: Editorial Ariel.

Johnson, Paul. (2010) La historia de los judíos. Barcelona: Ediciones B.S.A.

Johnson, Paul. (2010) La historia del cristianismo. Barcelona: Ediciones B.S.A.

De la Corte Ibáñez, Luis; Giménez-Salinas Framis, Andrea. (2010) Crimen org. Evolución y claves de la delincuencia organizada. Bacerlona: Editorial Planeta, S.A.

Cedillo, Juan Alberto. (2010) Los nazis en México. La operación pastorius y nuevas revelaciones de la infiltración al sistema político mexicano. México: Ediciones Random House Mondadori.

Cacho, Lydia. (2010) Esclavas del poder. Un viaje al corazón de la trata de mujeres y niñas en el mundo. México: Editorial Grijalbo.

Yoshiaki, Yoshimi. (2010) Esclavas sexuales. La esclavitud sexual durante el imperio japonés. Barcelona: Ediciones B.

Vernant, Jean-Pierre (2011) Los orígenes del pensamiento griego. Madrid: Editorial Paidós Orígenes.

Harris, Marvin. (2011) Vacas, cerdos, guerras y brujas: los enigmas de la cultura. Madrid: Alianza Editorial.

Ramos Soriano, José Abel. (2011) Los delincuentes de papel. Inquisición y libros en la Nueva España. México: Ediciones Fondo de Cultura Económica.

Malló, Oriol. (2011) El cártel español. Historia crítica de la reconquista económica de México y América Latina. Madrid: Ediciones Akal.

Vernant, Jean-Pierre (2011) Los orígenes del pensamiento griego. Madrid: Editorial Paidós Orígenes.

Sand, Shlomo. (2011) La invención del pueblo judío. Madrid: Editorial AKAL.

León-Portilla, Miguel; Silva Galeana, Librado. (2011) Huehuetlahtolli. Testimonios de la antigua palabra, Recogidos por fray Andrés de Olmos. México: Ediciones Fondo de Cultura Económica.

Stiglitz, Joseph. (2012) El precio de la desigualdad. El 1% de la población tiene lo que el 99% necesita. Madrid: Editorial Taurus.

Meyer, Jean. (2012) La fábula del crimen ritual. El antisemitismo europeo (1880-1914) México: Editorial Tusquets.

Suárez, Luis. (2012) La expulsión de los judíos. Un problema europeo. Barcelona: Editorial Ariel.

Duverger, Christian. (2012) Crónica de la eternidad. ¿Quién escribió la historia verdadera de la conquista de la Nueva España? México: Ediciones Taurus.

Garrido, Vicente. (2012) Perfiles criminales. Un recorrido por el lado oscuro del ser humano. Barcelona: Editorial Planeta S.A.

Florescano, Enrique. (2012) Quetzalcóatl y los mitos fundadores de Mesoamérica. México: Ediciones Taurus.

Cohen, Esther. (2013) Con el diablo en el cuerpo. Filósofos y brujas en el renacimiento. México: Editorial Taurus.

Sand, Shlomo. (2013) La invención de la tierra de Israel. Madrid: Editorial AKAL.

Camarasa, Jorge; Basso Prieto, Carlos. (2014) América nazi. México: Ediciones Prisa.

Darnton, Robert (2014) El diablo en el agua bendita o el arte de la calumnia, de Luis XIV a Napoleón. México: Ediciones Fondo de Cultura Económica.

Darnton, Robert (2014) Los best sellers prohibidos en Francia antes de la revolución. México: Ediciones Fondo de Cultura Económica.

Asín Fernández, Enrique (1998): La política en las olimpiadas de Berlín 1936 (artículo en linea). Centre dÉstudis Olímpics UAB (Consultado el 18 de mayo de 2020) http://olympicstudies.uab.es/pdf/wp080_spa.pdf

Norio, E. (2021), “Why are tourist resorts attractive for transnational crime? The case of the Mayan Riviera”, Tourism Critiques, Vol. 2 No. 1, pp. 38-73. https://doi.org/10.1108/TRC-10-2020-0019

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Cinismo para principiantes.

Kaewalin Winotaphan. ICE SIAM DREAM © Liebres, Lobos, Osos, Conejos. El origen de los latinos VRSV “oso”, VRSA “osa”, CVNNVS “vulva, coño”, CVNICVLVS “galería subterránea, madriguera”, CVNA “cuna”, nórdico BERSEKIR “guerrero oso”, alemán BÄR “oso”, neerlandés BEER “oso”, inglés antiguo BERA “oso”, inglés BEAR “oso” proceden del mundo antiguo. Los sumerios usaban las palabras KUN “cola, rabo”, UR “perro” y UR-BAR-RA “lobo, bajo vientre, útero”, HUM “oso”. El nombre del perro y el lobo sustituyeron el del oso: TIN Š E Š AH (excremento de cerdo) Š E UR (de perro) Š E UR.BAR.RA (de lobo) Š E KA (de zorro) A A.GAR.GAR MA Š DÀ (con caca de gacela) “para curarlo, lo fumigarás con excremento de cerdo, de perro, de lobo, de zorro, con caca de gacela”. El latín CANIS “perro” y turco KANI Ş “caniche” de la ciudad asiria KARUM KANI Š (XX-XVIII a.C.) en las montañas de Turquía Central, del asirio KANU: “ser firme en su lugar, permanecer, estar seguro, para durar y soportar, ser leal, honesto, de...

1984.

Iwakura © Oleg Gordievski. ¸¸¸¸¸ Ben Macyntire en " Espía y traidor. La mayor historia de espionaje de la Guerra Fría " (CRÍTICA, 2019), expone los orígenes del doble agente Oleg Gordievski: la KGB y el MI6. Llevaba el servicio de espionaje en el corazón y la sangre. Su padre había trabajado para él toda la vida y llevaba el uniforme del KGB a diario, fines de semana incluidos. Los Gordievski vivían con la fraternidad de espías en un bloque de pisos reservado para ellos, se alimentaban con comida especial para los altos mandos y pasaban su tiempo libre con otras familias de espías. Gordievski era hijo de la organización. El Komitet Gosudarstvenoi Bezopasnoti, o Comité de Seguridad del Estado (KGB), era la agencia de espionaje más compleja y extensa jamás creada. Como sucesora directa de la red de espías de Stalin, combinaba la obtención de información privilegiada en su territorio y fuera de él con la aplicación de la seguridad interna, amén de ejercer de policía estatal. El...

El origen oriental de América.

Foto: Plato Samarra. Autor: Einsamer Shütze. CC BY-SA 3.0 Serpientes pájaro. Las primeras civilizaciones tenían una agricultura de aldeas con el conocimiento de la casta sacerdotal, los primeros astrónomos que representaban a las estrellas con animales. El pensamiento griego recibió la herencia del culto sumerio con la constelación de Enki (Capricornio), Apzu (Acuario), Isimud (Géminis) y Enlil (Tauro); Leo en Babilonia. El Zodíaco toma forma en la Persia de Zoroastro con la división de la aparente órbita del Sol en doce campos: Aries o Carnero, Tauro o Toro, Géminis o Gemelos, Cáncer o Cangrejo, Leo o León, Virgo o Virgen, Libra o Balanza, Escorpio o Escorpión, Sagitario o Arquero, Capricornio o Cabra montesa, Acuario o Aguador, Piscis o Peces. Estos signos no siempre tuvieron la misma representación, en la Babilonia de 420 a.C., el Jornalero (Aries), Pléyades (Tauro), Géminis, Cáncer, Leo, Espiga (Virgo con una espiga de trigo en la mano), Libra, Escorpión, Centau...

Trumpilandia: Vol.1

  Hal Hefner © El estatus de la ciencia . ¸¸¸¸¸ M. Paz Sandín Esteban en "Investigación cualitativa en educación. Fundamentos y tradiciones" (McGraw Gill, 2003), expone que en la historia cultural de Occidente anterior al siglo XVII predominó una determinada idea de ciencia, heredada en gran parte del pensamiento griego y, en parte, reelaborada por los medievales. La ciencia (llamada episteme) se consideraba un saber seguro, apoyado en demostraciones y ordenado en sus conocimientos, contrapuesto a la simple opinión (doxa). La filosofía se consideraba como la síntesis y el ordenamiento de la episteme. En la Edad Media, la teología fue la "reina de las ciencias" y la misma filosofía era una ancilla theologiae. El siglo XVII ya puede ser considerado un punto de inflexión en la historia del pensamiento, y las ideas que significó, un declive del antropocentrismo, el antropomorfismo y la teología (Barnes, 1987). Se rechaza la cosmología teológica y centrada en el hombr...

Ossario: siglo XVII-XXI.

Foto: Escudo Ossario en Turienzo de los Caballeros. Autor: Jim Anzalone. CC BY-SA 2.0 Casa de Astorga, Altamira y Montemar:  Siglo XVII-XXI. Marqués de Cerralbo y Virrey de la Nueva España, Rodrigo Pacheco Ossorio y Álvarez de Toledo (1624). Autor: Francisco Antonio Vallejo. Virrey de Nápoles y marqués de Astorga, Antonio Pedro Sancho Dávila y Ossorio y Colonna (1652). Autor: Alonso Cano. Inquisidor y Vicario General de la diócesis de Toledo, Obispo de Puebla y Virrey de la Nueva España, Diego Osorio Escobar y Llamas (1664).  Marqués de Astorga y Grande de España, Vicente Joaquín Ossorio de Moscoso y Guzmán (1756-1816). Autor: Francisco de Goya.  Marqués de Astorga y 13 veces Grande de España, Vicente Ferrer Isabel Ossorio de Moscoso y Álvarez de Toledo (1777-1837). Autor: Francisco de Goya.  Don Manuel Ossorio Manrique de Zúñiga (1787). Autor: Francisco de Goya. María Ignacia Álvarez de Toledo y Gonzaga, conde...

Satanismo para principiantes.

Autor: Elena Tkachenlo. CC BY-SA 4.0 El Libro de Enki. אבגדהוזחטיךכלםמןנסעףפץצקרשתװױ El Libro de Enoc es en realidad una colección de textos conocidos como Libros de Henoc en el período III a.C.-VI d.C. El corpus compuesto por el Libro Etiópico de Henoc (Henoc 1), El Libro Eslavo de Henoc (Henoc 2), El Libro Hebreo de Henoc o Sefer Hekalot “Palacios Celestiales” (Henoc 3), los fragmentos arameos y coptos de Henoc del siglo VII y VIII (basados en Henoc 1). ¿Dónde surge el nombre Henoc? Los hebreos hacen descender el nombre de la raíz hebrea חנך hnk “dedicar” o hanikim “dedicar, celebrar, vasallo” en Gn 14, Dt 20:5, 1Re 8:63 y 2Crón 7:5. No comparto la raíz hebrea, la kemita HN “hierba” y K “duna” producen Heneke “hierba de la duna”, pero si al final agregas una T “torta”, produce la cerveza HNKT (Heineken). Las palabras kemitas que terminan con T son femeninas, torta es el equivalente de “pan” y duna de “pecho”: hitita PEDA “lugar”, latín OPPIDA “colina, meseta”, nipón OPPAI “t...

Pedonomics Vol. 2

Gluttonouslop © #PedoNiveles.  あかがか゚さざただなはばぱまぱ   El Proyecto COmbating Paedophile Information Networks in Europe o “COPINE” (1997) fue desarrollado por el profesor Max Taylor y la profesora Rachel O´Connell del Departamento de Psicología de la Universidad de Cork en Irlanda. Usaron una colección de pornografía infantil en Internet (70,000 imágenes) para rastrear a los pedófilos. La información fue usada por la Policía de Irlanda (GARDAÍ), la Unidad de Pedófilos de Scotland Yard y la INTERPOL. La Escala COPINE (1997) fue desarrollada con la finalidad de categorizar la gravedad de las imágenes de abuso sexual infantil. La Escala está dividida en 10 niveles según la gravedad de la victimización del menor. El nivel 1 es el menos grave y el 10, el de mayor gravedad. La colaboración de la Unidad de Pedofilia de la Policía Metropolitana de Londres la convirtió en una tipología. El Panel Asesor de Sentencias (2002) en Inglaterra y Gales aconsejó al Tribunal de Apelación sobre delitos...

La era del simulacro.

Nana Kic © Ciudad Mito & Bienestar. ¸¸¸¸¸ Steven Forti es historiador y analista político. Profesor asociado en Historia contemporánea en la Universitat Autònoma de Barcelona e investigador del Instituto de Historia Contemporánea de la Universidade Nova de Lisboa. Miembro del consejo editorial de CTXT, Política & prosa e Il Mulino. Co-autor de "Patriotas indignados. Sobre la nueva ultraderecha en la Posguerra Fría" (ALIANZA, 2019) y autor de "Extrema derecha 2.0. Qué es y cómo combatirla" (SIGLO XXI DE ESPAÑA, 2021). En el artículo "Posverdad, fake news y extrema derecha contra la democracia" (NUSO Nº298, 2022) parte de la definición de posverdad del Diccionario de Oxford, que la eligió como la palabra del año 2016: "circunstancias en que los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública que las referencias a emociones o creencias personales". Según Lee McIntyre, "la posverdad no es tanto la afirmación de...